ir a la página principalir a Escritos de Juan Bautista de la SalleColegio La Salle
Valladolid
Textos de San Juan Bautista de la Salle


Juan Bautista de la Salle

Cartas

[edición crítica del H. Félix Paul]

[Instituto San Pío X, Colección Sínite nº 4]

1 Al Hermano Anastasio

28 de enero de 1711

1 Aplíquese, carísimo Hermano, ante todas cosas, a regirse por motivos de fe, para ejecutar con perfección sus acciones.

2 Me alegro mucho de que todas sus miras e intenciones tiendan a cumplir la voluntad de Dios.

3 Para conseguirlo, esmérese sobre todo en ser plenamente sumiso y en observar perfectamente las regias, pues principalmente con ello cumplirá Vd. la divina voluntad.

4 Dése mucho a la oración y procure hacerlo todo en espíritu de oración. Cuanto más fiel sea en ello, más ha de bendecirle Dios.

5 Entre con frecuencia dentro de sí para renovar v vigorizar el recuerdo de la presencia de Dios. Cuanto más procure conservarlo, mayor facilidad hallará para obrar bien Y cumplir debidamente sus obligaciones.

6 Mucho me place la disposición en que me dice se encuentra de acomodarse en todo a lo que desee de Vd.

7 Pido a Dios le comunique con abundancia el espíritu de su estado, y me digo, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle.

2 Al Hermano Bartolomé (Maestro de novicios)

1 Le vi en San Yon andar con los brazos colgando descuidadamente, lo cual resulta indecoroso en un maestro de novicios, que ha de ser en todo modelo de aquellos a quienes instruye.

2 Debe andar Vd. muy pausadamente con los brazos cruzados, y no ha de tolerar en los novicios que vayan de otro modo.

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3 Al Hermano Bartolomé (Superior general)

Seminario de San Nicolás de Chardonnet, a 17 de enero de 1718

1 Carísimo Hermano: El Hermano Tomás me ha dicho que se iba hoy.

2 Me ha pedido le entregase un recibo con las rentas que Vd. posee, indicándome debía yo declarar que dichas rentas pertenecen ahora a los herederos de la Sra. Lavois; hace pocos días hube de extender otro recibo ordinario.

3 Ruégole no tenga en cuenta ninguno de esos dos recibos, sino en la medida que sean de su agrado, pues por la declaración que hice a petición de Vd. en su último viaje, allá por la Concepción de la Virgen Santa, testifiqué el pasado día 11 de diciembre que los cuatro contratos de renta sobre los arbitrios de la ciudad de Roán no me pertenecen, ya que me limité a dar mi nombre; sino que son propiedad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de la casa de San Yon, sita en el arrabal de San Severo, de la misma ciudad, y que el dinero lo suministró Carlos Frapet, llamado en religión Hermano Tomás, a la sazón ecónomo de dicha casa; declaración que seguidamente, firmada de mi mano, entregué en depósito al Sr. Bertón, procurador de este seminario, quien se hizo cargo de ella.

4 Respecto a la casa de San Yon, sobre si la habrá Vd. de comprar o no y de qué manera, asunto para el que solicita mi opinión, no atienda para nada a lo que el Hermano Tomás le pueda decir o dar a entender como dicho por mí, sino guíese sólo por lo que le digo en la presente carta, a saber, que no puedo aconsejarle en este punto, sino que debe Vd. consultar a personas más ilustradas que yo, pues es negocio de importancia.

5 Piénselo muy detenidamente, ya que el asunto no está aún ultimado.

6 No le aconsejo que pida prestado dinero para comprarla: con todo, tampoco le digo terminantemente que no lo haga; puede Vd, consultar el caso con otras personas.

7 Creo que lo que Vd. haga a este respecto estará bien hecho. No conviene que tome yo parte alguna en ninguno de esos negocios, pues en cuanto a ellos ya no soy nada, Y Vd, como superior, es dueño.

8 Por lo relativo a las personas que desea Vd. que yo visite, si ésta es su voluntad, las veré; en este supuesto, tenga a bien escribirme que me lo ordena como superior mío y de los Hermanos, e iré inmediatamente el primer día de asueto, y les diré que voy a visitarlas por orden suya.

9 Le deseo año feliz y próspero e igualmente a todos los Hermanos a quienes saludo.

10 Soy con todo respeto, carísimo Hermano, su muy humilde obediente servidor,

De La Salle.

4 Al Hermano Bartolomé (Superior general)

[Marzo de 1718]

1 Le escribo, carísimo Hermano, muy sorprendido de ver en qué situación se encuentra su noviciado: dos o tres novicios sin formación alguna y que guardan las reglas con tanta. imperfección como si acabasen de ingresar en la casa.

2 Hay, además, cinco postulantes dominados por sus inclinaciones y que apenas presencian ejemplos que imitar.

3 Como el nuevo maestro de novicios carece por su parte de preparación para este empleo, pues ni sabe casi lo que tiene que hacer ni lo que deben hacer los novicios, dice que ni él tiene regla ni la tienen los novicios.

4 No creo haber visto, al menos de muchos años acá, noviciado semejante en la Comunidad, ¡y con eso aún piensa Vd. en fundar nuevas casas!

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5 Incluso hay quejas de que los novicios de Roán no abundan mucho en el espíritu de su estado y de que no hacen caso de cosas pequeñas.

6 Por favor, trate de remediar todo eso cuanto antes, pues bien sabe Vd. que la consolidación del Instituto descansa en que los novicios sean bien formados y muy observantes.

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7 Estoy en condiciones de asistir a los actos principales de comunidad como los otros, de dormir en el dormitorio común y de comer lo de todos en el refectorio. Le ruego no se oponga a ello.

8 Le aguardamos urgentemente, pues esta casa requiere su presencia.

Soy en Nuestro Señor, carísimo Hermano...

5 Al Hermano Bartolomé (Superior general)

[Octubre de 1717- Mayo de 1718]

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1 Me persigue la idea de que habiendo transcurrido tanto tiempo en que he tenido tan poca oración, es conveniente que ahora le dedique mucho tiempo, con el fin de conocer la voluntad de Dios en lo que haya de hacer.

2 Me parece que lo [único] que debo pedir a Dios en la oración es que me descubra lo que El exige de mí, y que me ponga en la disposición en que me quiere.

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6 Al Hermano Bartolomé (Superior general)

[Después de 1717]

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No conviene mantener trato con esa clase de personas, y menos aún depender de ellas.

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7 Al Hermano Bartolomé (Superior general)

[Después de mayo de 1717]

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Ya sabe Vd. que estoy siempre dispuesto a obedecerle en todo, pues que ahora vivo en sujeción y que no emití el voto de obediencia para obrar a mi antojo.

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8 Al Hermano Bartolomé (Superior general)

[Después de mayo de 1717]

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Si me consideran unido a los Hermanos de las Escuelas Cristianas, parece que mi situación presente ha de reducirse a la simple sumisión, sin dar un paso en lo que les atañe, como no sea por obediencia.

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9 Al Hermano Clemente

A 26 de Julio de 1706

1 No me ha consolado, carísimo Hermano, verle restablecido del reumatismo que padecía. Sea, le ruego, muy prudente y confórmese en todo con la voluntad de Dios, y ello, particularmente, con la sumisión no sólo externa, sino interior.

2 Guárdese de pegar a los alumnos con la mano, pues ya sabe que esto lo prohíben las reglas.

3 Me alegro mucho de que tenga Vd. un buen confesor que le da consejos muy atinados. Procure beneficiarse de él mientras le tiene a su disposición.

4 Es punto de mucha importancia para Vd., si aspira a ser hombre espiritual, mortificar bien el espíritu y las miradas. Es casi imposible que progrese notablemente en virtud sin esas dos clases de mortificación.

5 Dispóngase a hacerse indiferente en todo lo que mira a la obediencia. Es una de las cosas que más gracias le alcanzará de Dios.

6 Buena práctica es leer a menudo las regias para poder cumplirlas con toda fidelidad. Ya sabe Vd. que la observancia de ellas causará su santificación.

7 Tener la mirada fija en Dios durante los ejercicios espirituales será lo que más le ayude a hacerlos con perfección. Dios no exige sólo lo externo de nuestras obras; quiere que se hagan con disposiciones espirituales.

8 Atienda a un solo defecto a la vez en el examen particular, y durante varios días seguidos.

9 Si sabe Vd. qué medio puedo yo emplear para impedir que las escuelas de nuestros Hermanos se cierren, tendré mucho gusto en conocerlo, pues hay que proceder de modo que se mantengan.

10 Me parece que deben despedirse los escolares que no sean asiduos y que llegan tarde, pues constituye verdadero desorden en las escuelas tolerar cualquiera de esas dos cosas.

11 Llegadas las vacaciones, veremos lo que será posible hacer por Vd. respecto de un Director. Mientras tanto, trate de conducirse lo mejor posible en lo relativo a su conciencia.

12 No debe Vd. conformarse con sus Hermanos en cuanto a las comidas; a no ser que se halle completamente restablecido.

Todo suyo, en Nuestro Señor, carísimo Hermano.

De La Salle.

10 Al Hermano Dionisio

A 30 Mayo de 1701

1 Me parece, carísimo Hermano, que no debería Vd. preocuparse tanto de los pensamientos que le asaltan acerca de su estado, pues cuanto más se detenga en ellos tanto más han de molestarle.

2 Trate de adquirir la mayor aplicación interior que le sea posible, porque sólo ella será capaz de santificar sus acciones.

3 Cuide también que le sea frecuente la santa presencia de Dios, pues ella es el fruto principal de la oración; aunque de poco ha de servirle si no pone empeño en mortificarse y si busca sus regalos.

4 No basta concebir el pensamiento de allegarse a Dios con la mayor perfección posible; hay que ponerlo por obra, y esto sólo se consigue en la medida que uno se violenta.

5 No me sorprende que muchas reglas se le hagan costosas; la costumbre que tiene de observarlas a medias es lo que le induce a considerarlas tales. Si las observara Vd. con exactitud, hallaría en ellas facilidad y gusto.

6 La desgana que siente de la sagrada Comunión se explica por idéntico motivo.

7 Ruégole que no deje nunca de asistir a los recreos. Es asunto de importancia. Parece que pasa Vd. la recreación con el Hermano Claudio, mientras los dos Hermanos jovencitos se quedan solos; eso está muy mal.

8 Mucho me ha complacido su total entrega en manos de Dios y su indiferencia respecto del lugar a que pueda enviársele; es también necesaria en nuestra Comunidad [tal indiferencia].

Todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle, sacerdote.

11 Al Hermano Dionisio

A 8 de Julio [1708]

1 Bien ajeno me hallo yo de olvidarle a Vd., carísimo Hermano; si no le contesté la última vez junto con los Hermanos de Roán, fue por no haber tenido tiempo; lo mismo ocurrió con otros dos Hermanos a quienes tampoco pude responder.

2 No necesita Vd. comprar tela para la sotana; hay aquí una preparada para Vd.; nada le faltará.

3 Me alegro de que haya sacado Vd. de apuro a su padre.

4 Me apena que el Hermano Tomás proceda como Vd. me indica. Procuraré que en eso cambie de conducta. No es exacto que haya yo escrito al Hermano Tomás lo que Vd. me señala tocante a las necesidades de la comunidad; al contrario, le he manifestado mi descontento por no haber satisfecho las de cada Hermano.

5 Debería Vd. tener mucho cuidado en no ser negligente durante los ejercicios. No es ése modo para [que Dios] le bendiga. Sin hacerse violencia, no se alcanza la virtud; y no se trata de adquirir un ligero tinte de ella solamente; es menester que la suya sea maciza, y esto no se consigue satisfaciendo y buscando las propias comodidades.

6 Pláceme que se ejercite de vez en cuando en la mortificación del espíritu y de los sentidos; pero ha de estar Vd. dispuesto a practicarlas cuando se presenten las ocasiones.

7 Sea exacto en la guarda del silencio por amor de Dios; es uno de los principales puntos de la regularidad.

8 Práctica de mucha utilidad es ejercitarse en la presencia de Dios; sea fiel a ella.

9 Nada te atraerá tanto las bendiciones de Dios como la fidelidad a las cosas pequeñas.

10 Ponga especialísimo esmero en rezar pausadamente las oraciones, y en que se recen del mismo modo en la escuela, pues la atención que se presta a las oraciones vocales es lo que las hace agradables a Dios.

11 Procure no impacientarse con el Hermano; háblele siempre con moderación.

12 La oración es el sostén de la piedad ; esmerese, por tanto, mucho en ella.

13 Sea exacto en dejarlo todo y en despedir a las personas en cuanto suene la campana.

14 Termine en pocas palabras con la gente que se llega a la puerta de la escuela, para que no pierdan tiempo los escolares.

15 Sea fiel en corregirlos, y más a los ignorantes que a los otros.

16 Es indigno darles apelativos injuriosos. Cuide que el respeto humano no le impida obrar el bien. Resulta indecoroso imponer apodos ofensivos a los escolares; lo que supone, además, darles muy mal ejemplo.

17 Ya sabe que no se adelanta en virtud sino en la medida que uno se hace violencia; póngalo en práctica.

18 Aplíquese mucho a la mortificación del espíritu y de los sentidos, ambas son de obligación en su estado.

19 En la advertencia de los defectos no debe atender al motivo por el que los demás le avisan, sino al bien que con ello puede Vd. lograr.

20 No cabe duda de que se pueden observar las reglas cuando sólo hay dos en una comunidad. Veo con gusto que procura Vd. ser exacto en ello. Bendigo a Dios por los buenos sentimientos que a este respecto le comunica.

21 La intención con que cumple Vd. sus ejercicios es buena: prosiga en ella.

22 Es falta muy notable hacer las lecturas espirituales por curiosidad, y no es ése el medio de cine sean fructuosas.

23 Cuando se encuentre árido en la oración, humíllese.

24 Razón tiene para decir que las aficiones particulares entre los Hermanos originan grave daño en las comunidades.

25 Mucho me alegra el saber que cuenta Vd. ahora con crecido número de niños. Procure conservarlo.

26 Cuide que el Hermano no golpee a los escolares con la mano. Es asunto de importancia.

27 Ruego a Dios le mantenga en tan buenas disposiciones, y me digo, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle.

12 Al Hermano Dionisio

A 1 de agosto [1708]

1 Mucho me han apenado los achaques que, según me dice, padece Vd., carísimo Hermano; habría que buscar algún remedio para curarlos.

2 Tiene que aplicarse a la oración cuanto le sea posible; pues este ejercicio es el que de ordinario atrae las gracias sobre los demás.

3 Ya sabe que es indecoroso hablar impulsado por la ira; no lo haga. ¿No tenían esos guardias derecho a ver lo que Vd. Llevaba?

4 No debe Vd. ir a San Yon los días de asueto, sino con los demás; ni tiene nada Vd. que tratar con el Hermano Hilario ni con los demás Hermanos que allí viven.

5 No se irrite contra nadie; eso ni es cuerdo ni cristiano.

6 Evite las ligerezas cuando asiste a los recreos con los Hermanos de Roán; eso les perjudica.

7 Bien se percata Vd. de que su aprovechamiento pende del trabajo que ponga en morir a sí mismo y sus inclinaciones.

8 Esté sobre aviso para aceptar esas humillaciones que le sobrevienen, como enviadas por Dios.

9 Para tener verdadera obediencia, carísimo Hermano, hay que estar dispuesto a obedecer a todo superior. La dificultad que experimenta radica en que no considera en ellos a Dios.

10 Está muy bien que se esmere en la lectura espiritual. Le será de mucho provecho, principalmente, para ayudarle a tener buena oración.

11 Vigílese para no dejarse dominar por las distracciones en la oración; éstas pueden originarse de que se derrama Vd. demasiado al exterior; cuide bien ese punto.

12 Dicen que ciertos eclesiásticos le encontraron a Vd. solo por Roán y que han dicho no parece Vd. Hermano, sino seglar, ya que en tal forma paseaba solo por la villa; de ser eso exacto, está muy mal hecho.

13 Por favor, no vuelva a ir a Roán, salvo los días de asueto; vaya con el Hermano y diríjase sin detenerse a San Nicolás, pues ninguna otra cosa tiene Vd. que hacer allí.

14 Ya he dado con su carta del 21 de abril.

15 Obró mal dejando la escuela para salir por tan fútil motivo como el que me indica; ruégole no le vuelva a ocurrir tal cosa.

16 Cuando el Hermano le dijere o hiciere algo inconveniente, no lo deje Vd. traslucir, repórtese y, más tarde, puede Vd. escribirme lo que pasó.

17 Procure ser particularmente fiel a las inspiraciones que se le ofrezcan, cuando le inciten a vencerse a sí mismo; esta circunstancia prueba que proceden de Dios.

18 Puesto que el estar con el Hermano Roberto en la ciudad le ofrece ocasión de padecer humillaciones, manifieste en esa circunstancia que las ama, y no dé oídos a las sugestiones de la naturaleza para tratar de eximirse de ellas.

19 Sea siempre fiel en hacer la lectura y en acostarse a la hora. No falte en eso, por favor; ningún motivo se lo Puede excusar; y que se guarde mucha regularidad en lo tocante al silencio.

20 Tiene Vd. mucha necesidad de adentrarse con frecuencia en si mismo; esto le impedirá caer en sus faltas ordinarias.

21 Bien sería que pusiera Vd. por obra la idea que ha tenido de encerrarse en un noviciado, para no atender más que a la vida interior; esto le sería de mucho provecho.

22 Mucho me place su ardiente deseo de que se cumpla en Vd. en todo la voluntad de Dios.

23 Sea exacto en tener los recreos [regulares]. No tolere la presencia de ningún muchacho durante ese tiempo. Para que el silencio se observe bien ha de tenerse a su tiempo la recreación.

24 Los escolares no deben decir al Hermano nada que sea inconveniente.

25 Procure que los escolares sean puntuales en llegar a la hora y que no falten los domingos y fiestas.

26 No deje de cumplir lo que [con tanto empeño le recomiendo]

Soy todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle

13 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 13 de agosto de 1704

1 Su carta última, carísimo Hermano, fechada el 19 de febrero, la recibí hace tan sólo ocho días.

2 No acabo de comprender, después de leer la suya, como ha podido meterse donde me dice que esta, al escribirme, para enseñar a leer y escribir a ciertas niñas, y así adoptar modales mundanos.

3 No deben hacerse cosas tan del todo contrarias al propio Instituto por querer ahorrar dinero.

4 Mejor hubiera hecho poniendo por obra, y bien será lo ejecute en cuanto reciba esta carta, lo que, según me indica en su última, le han autorizado; pues cueste lo que cueste, yo le ruego no emprenda cosa alguna que no sea conforme a su Instituto; de lo contrario, Dios no le bendecirá.

5 Examine bien a ese canónigo que le ha hablado: mire si es hombre con el que se pueda contar y si lo que le ha dicho no está todo en el aire. Si ese señor quiere escribirme, yo veré de lo que se trata, y si hay motivo para fiarse de él.

6 Usted quédese donde está y haga lo que me ha propuesto.

7 Me parece que ir a esa parte de la ciudad donde abundan los pobres faltos de enseñanza, y a los cuales puede Vd. instruir, es preferible a estarse en una casa, aun cuando fuera para dar en ella enseñanza a otros pobres que pueden encontrar quien los instruya.

8 Ya sé que el Sr. Theodón permanece ahí, y que su señora esposa está para salir hacia ésa. Por cierto, que gustosa se ha encargado decomprarle y de que se le confeccione a Vd. un hábito.

9 No sé a qué equivalen los cuarenta escudos que me dice haber recibido. Ruégole me envíe las cuentas en libras y sueldos de Francia para que me dé cuenta de su valor.

10 Ha dicho la señora Theodón que llevará consigo un Nuevo Testamento en lengua vulgar; puede enviársele otro también a Vd.

11 Si no saliere tan pronto, la encomendaré uno para Vd., caso de que no lo tenga y lo desee. Le ruego no lo compre ni lo busque en latín.

12 Como Vd., también recelo yo que hayan abierto mis cartas. La señora Theodón dice que se dejó olvidada una durante tres semanas o un mes.

13 Pídale mucho a Dios que haga de Vd. todo lo que le plazca.

14 Tiene que resignarse del todo a su dirección y santa voluntad; en especial, no haga nada sin consejo.

15 Tal vez pudiera el Sr. Langlois transmitirme sus cartas y a Vd. las mías.

16 Le suplico con todo encarecimiento no emprenda nada ajeno a su Instituto.

17 Y le ruego que, sin demora, establezca su residencia de modo fijo, supuesto que aún no lo haya hecho.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

14 Al Hermano Gabriel Drolin

[octubre de 1704]

1 He recibido sus tres cartas, carísimo Hermano; una, de mano del señor De la Bussière; la del 9 de septiembre, por la posta, y la tercera, del 16 de septiembre, por conducto del Sr. Párroco de San Hipólito.

2 Como yo no conozco el valor de la moneda cuando en sus cartas se refiera a alguna cantidad, hágalo según la moneda de Francia.

3 No sé por qué me dice que se ha establecido donde ahora se halla para ahorrar gastos; porque ¿dónde están tales ahorros, si, a lo que parece, habremos de continuar en lo sucesivo como si Vd. no se hubiera trasladado?

4 ¿De qué le ha servido el cambio de residencia?

5 Yo no sé si todo radica en que teme Vd. fiarse demasiado de la Providencia; no piense que yo le pueda desamparar.

6 Dicen que el Sr. Theodón volverá pronto de ahí; pero no sé lo que hay de cierto.

7 Le incluyo una esquela para él en la que le ruego entregue a Vd. cuenta libras, a fin de que tome residencia fija y pueda hacer frente a los gastos que eso le ocasione.

8 Ruégole que sea sin demora, pues cuanto más tarde, tanto más adelanta Vd. en años, y como resultado final, nada.

9 Después de pasado un año, dos años, en una casa, del modo que está Vd. ahora, ¿qué habrá conseguido?

10 Tiene que determinarse o a regresar o a emprender algo concreto donde ahora se halla.

11 Esta carta la recibirá Vd. sin duda pocos días antes de la dedicación de San Pedro. Empiece una novena a esa intención desde la víspera hasta el fin de la octava, y después inicie algo.

12 Fíese más de Dios.

13 Yo respondo de las rentas de los locales que Vd. alquile hasta que la Providencia disponga de otro modo.

14 Va para dos años que está Vd. en Roma; tiene que determinarse a algo y vivir según su vocación.

15 No soy yo para hacerle o dejarle a Vd. morir de hambre.

16 El Sr. Brodart de Retel me ha dejado más de dos mil libras de renta. No las disfruto todavía, sino a la muerte de su señora hermana, que tiene ochenta y cinco u ochenta y seis años: según todas las apariencias, no habrá que esperar mucho tiempo.

17 Somos muy pobres, porque el Sr. Párroco de San Sulpicio no nos pasa sino poquísima cosa.

18 Por favor, ande con cautela en esos memoriales que solicitan de usted, no nos vayan a perjudicar; eso es muy arriesgado.

19 Si pudiera dar clase donde explica Vd el catecismo, sería lo más acertado.

20 Cuanto antes pueda salir de donde se halla y ocuparse según su estado, será mejor.

21 Se lo suplico por amor de Dios.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

15 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 23 de diciembre [1704]

1 En contestación a su última, carísimo Hermano, he de decirle que no veo por qué vacila tanto, a pesar de todas mis cartas. Por mi parte, no puedo urgirle más.

2 A Vd. le tocaría urgirme a mí. Si no pone en ese negocio mucha diligencia -y de hecho no la manifiesta- no triunfará.

3 Lejos de mí pretender que Vd. no nos ocasione gastos; pero creo, y así lo pensé [siempre], que, al callo de seis meses o a lo más un año, y me parecía mucho, de haber emprendido [esa obra], podría Vd, vivir a su costa.

4 No creo que deba Vd. mezclarse en la dispensa de votos del Hermano Gerardo. Es uno de los espíritus más inconstantes que yo conozco; no es apto para el mundo y lo hubiera sido para la Trapa.

5 Estoy bien arrepentido de no haberle dejado en ella. Nunca acaba de saber lo que quiere.

6 Ya me expuso Vd. anteriormente los gastos que tendrá que hacer. Puede empezar cuando le parezca.

7 Yo le ayudaré lo que pudiere; pero es parecer mío que si la empresa ha de triunfar, el impulso ha de partir de Vd. y no de mí, que sólo debo secundarle.

8 Ya sabe que en su favor llevo gastados hasta ahora cuatrocientos francos, de los cuales no veo el resultado.

9 Procure, por favor, no ocurra así en lo sucesivo.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

10 Encomiéndese mucho a Dios y esté atento a lo que debe realizar.

16 AL Hermano Gabriel Drolin

París, a 11 de febrero de 1705

1 Hace ya tiempo, carísimo Hermano, que no recibo noticias suyas.

2 Le suplico nos las envíe, y que nos las dirija por Aviñón en esta forma: Carísimo Hermano Alberto, escuelas gratuitas, cerca de San Sinforiano, para el Sr. De La Salte, en Aviñón.

3 Las escuelas de esta ciudad funcionan bien. Tendremos pronto en ella cuatro Hermanos y, no tardando mucho, casa capaz para veinte personas.

4 Yo mismo he presentado tres al Sr. Arzobispo de Aviñón, Nuncio extraordinario en Francia, el cual los recibió muy bien, y con suma bondad les dio su bendición antes que se despidieran.

5 Le ruego guarde secreto sobre todo esto, y- nunca hable de ello a nadie, e incluso queme esta carta. Conversa Vd. demasiado con otros.

6 Dudo que pueda Vd. realizar cosa alguna ahí donde está.

7 Sólo deben guiarle el espíritu de Dios y un celo ardiente: mas pareceme que no veo en Vd. ni uno ni otro en grado suficiente para tamaña empresa.

8 ¡Todo sea por Dios y cumplase su santa voluntad!

9 Dígame si continúa Vd en el mismo empleo, y si no pretende otra cosa.

10 Póngase en guardia contra el espíritu y los modales del mundo, que debieran inspirarle aversión, no sea que de tal modo se habitúe a ellos que más tarde le cueste mucho abandonarlos.

11 Ruego a Nuestro Señor le colme de su espíritu y haga de Vd. cuanto le plazca.

12 Cuando me escriba, no lo haga sino por Aviñón para que todas sus cartas lleguen seguras y secretas.

13 Con saludos al Sr. De la Bussière, soy, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle

14 Ruégole se informe exactamente sobre lo que hay del Instituto de los Padres de las Escuelas Pías: qué reglas tienen, como viven y se gobiernan; si se han propagado, si tienen General, cuáles son sus poderes; si son todos sacerdotes, si reciben dinero. Averigüe cuanto pueda sobre ese asunto y comuníquemelo con todos los pormenoresque pueda.

17 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 27 de abril de 1705

1 Dicen, carísimo Hermano, que su carta llegó aquí el día de Pascua, encontrándome yo fuera; la recibí el sábado siguiente.

2 Me ha causado suma alegría porque ha pasado mucho tiempo sin recibir noticias suyas y porque me informa de que al fin ejerce Vd. las funciones propias de su estado.

3 Está de más examinar en qué desaprovechó Vd. las ocasiones, puesto que no se percató de ellas.

4 Ha hecho bien estableciéndose en un barrio alejado de las Escuelas Pías.

5 Hace bien acudiendo a la casa del Sr. De la Bussiére, como antes, para comer; salúdele, por favor, de mi parte.

6 También ha hecho bien renunciando a vivir de continuo en esa casa.

7 Si necesita algunos libros escolares, como el de oraciones para la escuela, que no sé si lo posee, se lo podremos mandar fácilmente por Aviñón, pues lo acabamos de reimprimir.

8 Sobre lo que me propone relacionado con ese maestro de las escuelas del Papa, siga el parecer del Sr. Divers.

9 Más valdría tal vez que rezara Vd. mucho a Dios y que esperase la coyuntura más favorable y venida como fortuitamente.

10 En modo alguno hemos pensado en erigirnos jueces de su conducta; lo único que yo esperaba con impaciencia era que Vd. se decidiese a ser lo que es.

11 Me asombra diga Vd. que nunca ha recibido satisfacciones de nuestra parte; pues nada hay que no haya podido hacer o que no esté ahora mismo dispuesto a hacer para complacerle.

12 Bien sé que ni por asomo hará Vd. lo que el Hermano Nicolás, y precisamente por eso he depositado en Vd. tantísima confianza.

13 No ha llegado aún el momento de extremar las diligencias en Roma; bastante es que haya Vd. comenzado.

14 Se ha comprado una casa cómoda para nuestros Hermanos en Aviñón, suficiente para alojar en ella a veinte Hermanos el vicelegado los estima y envía el paje a su escuela.

15 Quise enviarle al [Hermano] que ha fundado allí, pero Vd. no le ha querido

16 Al Sr. Arzobispo de Aviñón, Nuncio extraordinario en Francia, que me conoce desde que nos establecimos en Aviñón, le nombran Arzobispo de Génova, y saldrá inmediatamente para Roma, donde ha de recibir el capelo cardenalicio.

17 Me ha dicho que protegerá y favorecerá al Instituto de nuestros Hermanos en todo lo que se le alcance, y antes de que éstos se fueran les dio su bendición.

18 Procure, por favor, desligarse de ese espíritu del mundo, al que tanta inclinación siente, dándose a la oración y a los ejercicios del espíritu, y evitando el trato con los de fuera. Si se empeña en adquirir cuanto le sea posible el espíritu de su Instituto, atraerá sobre sí las gracias de Dios con abundancia.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor.

De la Salle

18 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 28 de agosto de 1705

1 Efectivamente me ha sorprendido, carísimo Hermano, no recibir noticias suyas desde hace tanto tiempo.

2 Ruégole que el lo sucesivo me escriba con más frecuencia; convendría, creo yo, que lo hiciese todos los meses.

3 Después de recibidas sus últimas, han muerto de púrpura, uno tras otro, en Chartres, el Hermano Miguel y el Hermano Santiago. Le suplico pida a Dios por ellos.

4 He visto con gusto que se haya desligado Vd. de la casa del Sr. De la Bussière; pero ¿como y de qué vive Vd. ahora?

5 Dice Vd. que no le gustan las deudas; bueno sería saber si debe y cuánto y a quién y por qué. Nada de todo eso me especifica Vd.

6 En modo alguno apruebo que enseñe Vd. latín. Harto sabe que es cosa contraria a nuestro Instituto, y hay que atenerse siempre al propio Instituto; de lo contrario, todo se desvirtúa y Dios no nos bendice.

7 No me agradan esas monedillas del sábado, pues tal clase de dinero recibido de los escolares, aunque no se eche mano de él, no suena bien en nuestras escuelas.

8 Si necesita un libro de oraciones, los mandamos reimprimir el año pasado, con todas las rúbricas necesarias.

9 Si quisiere algunos otros, podremos enviárselos por Aviñón. Aunque yo creo que mejor sería imprimir los nuestros en Aviñón, donde están aprobados, y enviárselos fuego a Vd.

10 Debería darme a conocer la manera como se explica la doctrina en Roma.

11 Los Hermanos de Aviñón me dicen, como Vd., que padecen mucho durante la temporada de los fuertes calores.

12 Pláceme que al presente viva con más sosiego, sin hacer ni recibir visitas.

13 Procure aprovechar bien este tiempo y tan buena oportunidad, y anímese a desprenderse de esos aires mundanos, adoptando actitudes sencillas y formas y continente que dejen traslucir el espíritu de Dios.

14 Tocante al catecismo, me parece conveniente e importante que lo explique Vd. en la propia escuela.

15 ¿Acaso está prohibido que el maestro explique el catecismo a sus discípulos en la escuela?

16 No me agrada que los Hermanos expliquen el catecismo en la iglesia; con todo, si estuviere prohibido explicarlo en la escuela, es preferible que lo hagan en la iglesia antes que suprimirlo.

17 No gusto de adelantarme en cosa alguna, y no me adelantaré más en Roma que en cualquiera otra parte. Prefiero que la Providencia vaya delante; entonces, yo la sigo contento.

18 Cuando parece que sólo me muevo siguiendo sus órdenes, nada tengo que reprocharme; mientras que, si obro por propia iniciativa, me considero solo y no espero resultados muy brillantes, ni Dios tampoco, pues no le otorga de ordinario especial bendición.

19 Corrió la voz de que el Sr. Arzobispo de Aviñón, y al presente de Génova, sería pronto nombrado Cardenal.

20 El Sr. Obispo de Vaison, a quien Vd. conoce, solicita Hermanos.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

19 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 4 de septiembre de 1705

1 La extrañeza que me produce, carísimo Hermano, el no recibir noticia alguna de Vd. desde hace cinco meses, fue lo que me movió a escribirle, cuando lo hice al Sr. De la Bussiére, receloso de que no hubiera Vd. recibido mi penúltima.

2 Ignoraba cuándo había de regresar el Sr. Theodón, y aun ahora no sé si ha llegado.

3 Tampoco sabía que definitivamente hubiera Vd. salido de casa del señor De la Bussiére, ni suponía que se decidiera Vd. a hacerlo sin avisármelo de antemano; pues si ahora no tiene Vd. más sostén que yo, me pone en grave aprieto, ya que al presente estoy en peores condiciones para ayudarle que lo estuve nunca en el pasado, sobre todo por andar siempre tan alcanzado de dinero.

4 Acabo de instalar nuestro noviciado en una hermosa casa, ocupada anteriormente por religiosas, y sita en uno de los arrabales de Roán;pues actualmente tienen nuestros Hermanos las escuelas de esta ciudad; se encuentra allí el Hermano Poncio; por todo eso me encuentro en tan grandes estrecheces de dinero.

5 No debiera Vd. haber contraído deudas sin previo consentimiento mío.

6 Ya le dije que todo lo que pudiera esperar de mí, al situarse por su cuenta en Roma, sería que yo le ayudara durante seis meses o, a lo más, un año. Después, ha venido el negocio de Roán, que me ha dejado sin blanca.

7 Lo, más que puedo hacer es pasarle cincuenta francos, vía Aviñón, por medio del Sr. de Chateaublanc, tesorero del Papa, que ha establecido allí a los Hermanos: son cinco por ahora; y les ha comprado la casa.

8 Por el Sr. Arzobispo de Aviñón podrá informarse en qué lugar paga en Roma, el Sr. de Chateaublanc las rentas del Papa, y quién es ahí su corresponsal.

9 Se los remitiré al punto, aunque por ello habré de pasar apuros, ya que, hasta corridos tres meses, no puedo pretender que se me adelante dinero; al contrario, estaré atrasado [de pagos?]

10 No se vuelva a empeñar, por favor, sin contar conmigo, pues me disgustaría mucho verme con deudas. No quiero más; nunca las quise ni las toleré en ninguna de nuestras casas, y no hay cosa que me inspire más repugnancia; por tanto, no vuelva a contar para nada, en lo venidero, conmigo en cuanto a contraer deudas, porque nunca daré oídos a la menor propuesta.

11 En lo tocante a gastos, prefiero verlos venir a ser sorprendido por ellos; y no tome ninguna providencia ni ninguna determinación sin pedirme previamente el parecer; le contestaré inmediatamente.

12 Acabo de recibir su carta; la vía de Aviñón nos resulta my cómoda.

13 No sé si el Sr. Arzobispo de Aviñón, actualmente de Génova es ya Cardenal, como decían había de serlo en llegando a Roma.

14 Sé muy bien que es preferible vivir en más aprietos, y sentirse desasido de mundo, y mucho me alegro viéndole a Vd. en esa disposición; pero, puesto en ella, o hay que entregarse resueltamente a la Providencia o, si faltan virtud y fe para tanto, hay que tomar las debidas precauciones antes de ejecutar las cosas; obrar de otro modo no es cristiano ni sensato.

15 Guárdese bien de dar letras de cambio a nadie, sin que yo lo haya ordenado, porque no las pagaré. Al presente, no estoy en condiciones de abonar ninguna, pues tengo que vivir al día. Recibirá Vd. el dinero sin cambio.

16 No entiendo qué quiere Vd. decir cuando escribe que verá la manera de poder hacer algo por mí dentro de poco. Ruégole que seexplique mejor, pues me gusta ver un poco más claro.

17 Me alegro mucho de que se le haya pasado el sarampión.

18 El Hermano Alberto me escribe, el 29 de agosto, que el Padre Inquisidor le ha devuelto todos nuestros libros y que todos los ha aprobado. Cuando me comunique Vd. su dirección, le diré a él que le envíe a ésa dos ejemplares de las oraciones de la escuela y de la misa.

19 Hemos hecho reimprimir las de la escuela , con todas las rúbricas, de forma muy útil para maestros y escolares.

20 Vamos a abrir un establecimiento en Marsella; allí estará el Hermano Alberto hasta pasadas las Pascuas; entonces, acaso se lo envíe ahí, para que le ayude un poco a adelantar los negocios, si no lo estuvieren bastante, ya que parece cortado para ello. Los seis primeros meses hará maravillas.

21 Pida mucho a Dios que todo eso se realice de aquí a entonces, y que conduzca nuestros asuntos en Roma y en todas partes según su santa voluntad.

22 Creía haberme explicado bastantemente con Vd. por Navidad.

23 Tenemos Hermanos en Dijón y en Brest; no sé si se lo había comunicado.

24 Le suplico que vaya con frecuencia a San Pedro para mostrarse muy sumiso a la Iglesia, y soy, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor

De La Salle

20 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 28 de octubre de 1705

1 No sé, carísimo Hermano, si habrá recibido mi carta en respuesta a su anterior. Puse la dirección que Vd. me indicaba. Usted escríbame siempre vía Aviñón.

2 Le dirijo la presente por el Sr. De la Bussière para no exponerme a engaño y para mayor seguridad. En lo sucesivo, déme otra dirección, si ésta no le conviene o indíqueme su domicilio.

3 Hace Vd. bien en esperar la disposición de la Providencia.

4 Le había rogado que no me contrajera deudas, porque de ningún modo quiero oírlas mentar, y porque no debe Vd. esperar que pague ninguna ni acudiendo a letras de cambio ni de ningún otro modo. Nunca quise deudas ni las quiero ahora en absoluto.

5 Cuando necesite algo, comuníquemelo previamente. Ya sabe lo que le tengo ordenado; por favor, aténgase a ello.

6 No debiera Vd. haber dejado la casa del Sr. De la Bussiére sin haberse concertado conmigo y sin saber dónde podría vivir.

7 Ya le participé lo [poco] que a mí me sería posible hacer; tiene que tener en cuenta lo que le digo.

8 Quiero ver claro en todo lo que emprendo.

9 Dios le había colocado a Vd. en casa del Sr. De la Bussière; allí debiera haber permanecido hasta encontrar empleo que le permitiese vivir con independencia.

10 Le comuniqué que podía enviarle cincuenta libras que esperan en Aviñón, por las cuales probablemente no habrá que pagar el cambio.

11 Voy a enviar a Aviñón las oraciones de la escuela, que acabarnos de imprimir con sus rúbricas. Desde allí se le podrán remitir a Vd. algunos ejemplares.

12 Una sola vez he visto al Sr. Theodón, y le encontré indispuesto.

13 En su última decía Vd. que me enviaba el recibo del Sr. Theodón. A pesar de ello, no ha llegado a mis manos, ni venía incluido en su carta.

14 Será inútil que gire a mi cargo letras de cambio, pues no las podré pagar.

15 Harto sé cuán ventajoso es vivir alejado del mundo, mas para ello se ha de contar con medios de vida y, antes de dejar el mundo, hay que saber dónde se podrán conseguir.

16 Dirigí mi última sencillamente al Sr. Santenot; indague si se ha perdido o no.

17 Vea si Dios se digna manifestar que aprueba su trabajo, y si la Providencia le ayuda, o si hay trazas de que le quiera ayudar.

18 Desearía mucho saber en qué barrio se aloja.

19 Ruegue a Dios por nosotros y créame, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle

21 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 11 de febrero de 1706

1 Bien me di cuenta, carísimo Hermano, de que no era Vd. del todo dueño de sí cuando me escribió la carta anterior, a la que me propongo contestar ahora; con todo, yo he procurado no darle motivo para ello.

2 Mucho me alegra ver por su última que su disgusto se iba calmando, y espero que se desvanecería del todo cuando recibió mi carta pasada.

3 Hará bien en cobrar cuanto antes los cien francos que tengo depositados para Vd.

4 Contestando a las explicaciones que me pide sobre mis cartas anteriores, le diré que le he escrito en dos épocas distintas:
1º Cuando no tenía Vd. otra ocupación que cuidarse de los hijos del Sr. De la Bussiére.
2º Cuando proyectaba Vd. tomar a su cargo una escuela, sin dejar de alojarse en la casa de dicho señor.

5 En la primera temporada le insté siempre a salir de tal estado, por no creerlo conforme con su vocación.

6 En la segunda le escribí que no podría Vd. contar con mi ayuda sino durante seis meses o un año o, no recuerdo bien si dije un año o año y medio; pero no pasé de ahí, si es que me alargué a tanto.

7 Consideré después como traza de la Providencia que el Sr. De la Bussiére le instase a Vd. a comer en su casa, porque me veía muy apurado para ayudarle y aun ahora lo estoy más que nunca.

8 No debiera Vd. haber salido de esa ordenación de la Providencia sin saber si lo tendría yo por bien hecho, si me hallaba en condiciones de sostenerle y por cuánto tiempo, y sin que hubiéramos de común acuerdo tomado decisiones en firme sobre ese asunto.

9 Con todo, haré por Vd. cuanto me sea dable, aunque de momento disto mucho de tener dinero, ya que debo cerca de novecientas libras.

10 Mucho me aflige ver la vida tan pobre que, según escribe, está llevando; dígame, le ruego, qué puedo hacer para poner remedio.

11 Ya ve en qué situación me hallo yo; con todo, la de Vd. me parece embarazosa, y me llega al alma.

12 Mucho me holgaría saber si en algo mejora su negocio.

13 En caso de que haya de pagarse en Roma el cambio de Aviñón, prefiero que traigan aquí los cien francos y se abone aquí la letra de cambio del Sr. De la Bussiére, pues de este modo nos ahorraremos el cambio y dispondrá Vd. de los cien francos intactos. Dígame lo que convenga hacer.

14 He tardado en contestarle, porque no había reparado en la esquela incluida en su carta, y porque creí que con mi última se había Vd. repuesto y tranquilizado.

15 Desde hace quince días tenernos escuelas en Marsella.

16 No debe Vd. pensar en retirarse sin que, de común acuerdo, hayamos tomado las debidas prevenciones.

17 Si, pasado algún tiempo, no logra Vd. que la situación mejore, para lo cual hay que recurrir únicamente a Dios dejándole el cuidado, la dirección y las oportunidades, yo tomaré medidas en el verano próximo para no dejar perecer lo ya comenzado y para que salga Vd. de apuros y yo también.

18 Pida mucho a Nuestro Señor por éste y por todos nuestros negocios desde hoy hasta Pentecostés.

19 Me he enterado de que el Cardenal Janson vuelve a Francia y de que el Sr. d'Estrées le sucede en el cargo.

20 Ruégole no escriba, como acostumbra, a toda clase de personas. Esas inútiles relaciones epistolares no dicen bien entre nosotros.

21 Me uno a Vd. en Nuestro Señor y quedo en su santo amor, carísimo Hermano, todo suyo,

De La Salle

22 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 16 de abril de 1706

1 He recibido sus dos últimas, carísimo Hermano, fechadas la una el 23 de febrero, y el 2 de marzo la otra; pero la primera no me llegó por el Sr De la Bussiére, sino por la posta de Francia.

2 He remitido al Sr. Theodón la carta que para él me incluía.

3 Mucho me alegro de que tenga Vd. con el Sr. Divers la suficiente confianza para decirle a quién escribe y por qué.

4 Me cuesta creer que se haya enterado de la carta dirigida al Gobernador de Calais y de su contenido. Déjese, por favor, de escribir cartas tan inútiles como ésa.

5 Debiera haberme enviado previamente el traslado de su autorización para regentar escuelas, sin aguardar a que me enterara yo por otro conducto. Le agradezco me lo haya enviado en su última.

6 No se me ha ocurrido ofenderme de que incluya otras cartas en las mías; no aludía a ellas en lo que le escribí. Quería decirle que no escribiese ni recibiese Vd. todas esas cartas inútiles, que no se acostumbran entre nosotros.

7 He ordenado a Aviñón que paguen la letra de cambio del Sr De la Bussière.

8 Procederé de manera que esté Vd. contento de mí.

9 Tenemos Hermanos en Marsella desde hace muy poco. En una sola escuela tienen ya casi doscientos escolares. Hay escuelas en cuatro barrios, y las tendrán todas en lo sucesivo.

10 Ya que cada día se acercan más a Vd. los Hermanos, es de esperar que acabe el Señor por bendecir y acrecentar su escuela.

11 Trataremos de suministrarle los medios, y veremos lo que en breve podrá hacerse a este respecto.

12 Ruegue mucho a Dios por nosotros, pues bien lo necesitamos. También nosotros le pediremos por Vd., y procuraremos ayudarle y aliviarle cuanto nos fuere posible. Un poco de paciencia todavía.

Todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle.

23 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 12 de mayo de 1706

1 Hasta ayer no recibí su carta, carísimo Hermano.

2 Hace tres días libré una letra de cambio contra los Hermanos de Aviñón, como pago de las cien libras que debía Vd. al Sr. De la Bussière, le remito el recibí para que lo pueda Vd. entregar a dicho señor y tomar el suyo, que habrá Vd. de remitirme.

3 Creí que no había de pagarse ningún cambio sobre esas cien libras; supone cada vez pérdida bien crecida, tal vez pudiéramos evitarla toda o al menos buena parte de ella: hubiera debido Vd. avisármelo con antelación.

4 Estoy contrariado por el memorial que presentó Vd. al limosnero del Papa; no creo haya sido oportuno.

5 Tiene Vd. motivo para creer que no le había yo olvidado, como ya se lo escribí.

6 Si nada ha conseguido, dígamelo al punto, y en tal caso, no tiene más que avisar al Hermano Alberto, de Aviñón, para que le envíe diez escudos; pero no lo haga si algo ha obtenido Vd., porque se verá él muy apurado para pagárselos.

7 De haber recibido su carta cuatro días antes, no hubiera cursado aquella letra de cambio, sino que habría encargado a Aviñón de que le remitieran el dinero.

8 ¿Se imagina que he de consentir se muera Vd. de hambre?

9 Tiene Vd. que ingeniarse para resistir hasta el mes de octubre; en esa fecha, sin falta, yo introduciré algún cambio.

10 Hay que evitar a toda costa que los dueños de la casa que Vd. habita se la incauten.

11 Tampoco es conveniente se dirija Vd. a su hermana.

12 La posta sale todas las semanas. ¿Por qué no me escribe?¿Cómo han podido transcurrir cinco semanas sin hacerlo?

13 Ruégole no vuelva a proceder de ese modo, ni a tomar tales providencias, salvo el caso en que sucesos del todo imprevistos, le impidan esperar mi contestación.

14 Rezaré mucho y mandaré rezar mucho por Vd. y por sus negocios.

Todo suyo carísimo Hermano, en Nuestro Señor.

De La Salle

15 No me ha comunicado Vd. la fecha de las patentes. Se ha limitado a poner Datum, etc... Envíeme, por favor, el traslado íntegro, y la copia [exacta] y las firmas.

24 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 21 de junio de 1706

1 Después de la del 16 de abril, carísimo Hermano supongo que obran en su poder dos cartas, sin contar la presente.

2 En la primera le comunicaba que había cursado una letra de cambio sobre Aviñón al Sr. Marteau, el cual no quiso admitir masque cien libras, aunque yo le urgía para que la tomase de ciento siete.

3 Le mandé a Vd. el recibí que él me entregó, y le decía que lo entregara al Sr. De la Bussière y exigiera Vd. de él otro que acreditase estaba Vd. quito y libre, gracias a la suma que yo suministré al Sr. Marteau.

4 He avisado al Sr. Chateaublanc que le pase diez escudos. Dígame, le ruego, por quién y de qué manera [los cobró].

5 No sé qué gastos ha podido Vd. hacer y de los cuales está arrepentido. Tenga por seguro que no consentiré carezca Vd. de lo necesario.

6 Ocúpese tranquilamente en dar clase, y no se aventure a más, pues me parece que, de otro modo, no ha de bendecirle Dios.

7 Ya ve de qué le sirven todos sus memoriales. No hable a Su Santidad, lo echaría todo a perder; habrá que tomar otras providencias, para lo cual Dios nos proporcionará los medios.

8 No desaproveche las coyunturas que se le puedan presentar, pero tampoco tenga prisa.

9 Me decía Vd. que no me pedía sino [que le pague] los alquileres de la escuela y de la habitación. ¿De qué vive? Guárdese bien de retirarse.

10 Pláceme que el Sr. Fieschi sea Cardenal.

11 El Sr. De la Tremouille ¿no es aquel sacerdote de Noirmoutier a quien yo conocí de vicario general en Laon, que es jorobado, que de tiempo atrás vive en Roma?

12 Dentro de cinco o seis meses, llegado que haya el Hermano de Aviñón a Roma, se ofrecerá mejor coyuntura de introducirse, por mediación de Monseñor Fieschi, que fue Arzobispo de aquella ciudad, prescindiendo de cualquiera otra recomendación; sobre todo teniendo en cuenta que el vicelegado de Aviñón va a ser o lo es ya Gobernador de Roma.

13 Pero no me gustan estas miras humanas; no se valieron de ellas los santos.

14 Me trata como si yo me mostrara en extremo duro con Vd. si no quisiera darle cosa alguna. No sé si será debido a que no recibe mis cartas.

15 Le remití mi última por mediación del Sr. De Chateaublanc de Aviñón.

16 No creía yo que fuese la vida de Vd. tan dura como la pinta.

17 El Sr. Leroy, que anda por aquí, me dijo que había comido con Vd., que tenía Vd., provisión de vino en la bodega y que era de lobueno.

18 Un sacerdote bretón que, después de obtener un curato, ha vuelto a su tierra, y dice haber permanecido varios años en San Sulpicio y haber vivido cerca de Vd., ha dado a entender en su tierra que, cuando vino de ahí, era Vd. diácono. No entiendo lo que quiere significar con eso.

19 Tampoco adivino lo que pretende Vd. decir cuando afirma que ha entregado una letra de cambio de ciento siete libras al Sr. De la Bussière y que ha cursado órdenes para el pago de mi letra de cambio, sin declarar a quién hay que dirigirla. Puntualíceme bien lo que significa todo eso. Bien claro está lo que sobre el particular le escribo en el encabezamiento de la presente.

20 Me avisan de Aviñón que se ha pagado la letra de cambio de Roma. Mire, le suplico, no resulten marañas de todo eso.

21 No sé por qué me advierte que le escriba por Marsella. No le he escrito todavía nunca por esa ruta.

22 Mis cartas por Aviñón no le tienen que costar, creo yo, sino cuatro sueldos, pues ése es el coste de las de Roma a Aviñón. Escríbame con frecuencia.

23 Ruego al Sr. le colme de sus gracias, y soy, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle.

25 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 26 de noviembre de 1706

1 He recibido su carta fechada el 16 de octubre, carísimo Hermano.

2 Creo no haber recibido otra suya desde el 24 de julio, fecha bien remota.

3 Siento mucho el percance que le ha ocurrido.

4 Pláceme haya Vd. cursado una letra de cambio sobre Aviñón, pues he ordenado muchas veces que le envíen ese dinero. No sé por qué no lo han hecho.

5 Verdad es que me han hablado de la poca oportunidad y facilidad que se encuentra para enviar dinero a Roma. Esté seguro de que se le remitirá esa cantidad.

6 Ha hecho bien desistiendo en sus diligencias para conseguir algo, y siento mucho consuelo al ver el crecido número de escolares que siempre tiene; pero ¿no le dice a Vd. nada ningún italiano tocante a la gratuidad de su escuela? ¿No atrae eso la atención sobre Vd.? ¿Nadie pregunta de qué vive y quién le ayuda a sostener gratuitamente esa escuela?

7 No estaba enterado del proceso de los señores de San Lázaro.

8 Efectivamente, sólo se pagan cuatro sueldos de correo desde Roma hasta Aviñón por la posta del Papa. Así está consignado cada vez en las cartas que recibo de Vd. Daré orden para que expidan la presente por la. posta del Papa; ya me dirá Vd. el resultado.

9 Salude de mi parte al parisiense Sr. Leroy.

10 Mucho me gustaría saber qué es lo que hizo aquel bretón, lo cual de tal manera le ha deshonrado; me gustaría mucho saberlo.

11 Conozco al Sr. Cardenal De la Tremouille; es hombre sencillo, de trato muy llano.

12 He visto aquí al que fue vicelegado en Aviñón y que salió de allí por agosto. Creo se ha vuelto a Roma. Es un sacerdote que mostraba mucho cariño por las escuelas de Aviñón.

13 Le quedo muy agradecido por haberme informado, hasta en sus pormenores, del modo como distribuye Vd. el tiempo.

14 Ruegue por nosotros, particularmente cuando reciba mi carta y desde el día de Navidad hasta el domingo, día siguiente de Año Nuevo; empiece una novena, a San Pedro por cierta necesidad especial, urgente y de importancia para la comunidad. Si, aunque no lo creo, recibe mi carta con retraso, empiece más tarde la novena, aun habiendo de concluirla después de aquella fecha.

15 Tenemos una casa vecina de la que habita su hermano; he logrado que le coloque de sacristán, porque peligraba su salvación en el mundo; es demasiado débil; ahora lleva vida muy ordenada y seria y se confiesa conmigo.

16 Ordinariamente vivo en esta casa, calle de San Honorato, porque regentamos las escuelas de San Roque.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

26 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 1 de abril de 1707

1 Hará cosa de ocho días recibí su carta, carísimo Hermano.

2 Sentí mucho su enfermedad, y me alegré de veras porque Dios le ha devuelto la salud.

3 Yo también he estado seis semanas muy indispuesto sin poder andar; ahora me siento mucho mejor.

4 Extrañaba grandemente no tener noticias suyas, y eso me tenía preocupado.

5 No he entregado todavía a su cuñado el dinero que Vd. Me indicaba, pero, en cuanto pueda, daré orden de que se lo remitan.

6 Hay que esperar aún algún tanto. Lo que pienso hacer es mandarle un Hermano para fines de este verano, pues deseo con ansia procurarle algún alivio y mayor facilidad para que se entregue a la oración.

7 Con todo, no veo qué pueda estorbárselo.

8 Ya estoy enterado de que la mayor parte de las ciudades de Italia ni son grandes ni populosas; el Sr. Bonhomme, cuando vivía aquí, me explicó el porqué.

9 Ruegue mucho para que Nuestro Señor bendiga la que sólo es obra suya.

10 El Hermano Alberto ha fundado otro establecimiento en Valreás [que se haya] en el Condado, y diócesis de Vaison.

11 El Sr. Obispo de Vaison, a quien ya conoce Vd., aprecia mucho a nuestros Hermanos y les ha dado para alojarse su casa de Valreás.

12 El Hermano Poncio ha fundado hace poco una casa en Mende, ciudad episcopal de Francia, a la entrada del Languedoc; allí ha caído enfermo.

13 Ruegue a Dios por nosotros y créame, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle,

14 Su última no llevaba fecha.

27 Al Hermano Gabriel Drolin

París, a 14 de febrero de 1710,

1 Recibí lleno de júbilo hace pocos días, carísimo Hermano, su carta del 7 de noviembre, remitida por su hermano.

2 Yo le tengo escritas dos cartas, una en el mes de agosto, y la otra hacia fines de noviembre, las cuales me dice el Hermano Poncio haber entregado personalmente al peatón. Las dirigí al Sr. De la Bussière, para que se las entregara a Vd.

3 Si no conviene dirigírselas a él, dígamelo e indíqueme una dirección segura, sea a Vd. directamente, sea a otro, pero, por favor, de manera que no se puedan extraviar.

4 Me alegro mucho de que tenga al presente una escuela del Papa; esto es a lo que yo aspiraba.

5 He ordenado al Hermano Poncio salude de mi parte al Sr. Obispo, de Cavaillón, dado caso que esté allí, y que le exprese mi agradecimiento por las bondades que ha tenido con Vd.

6 Habrá que estudiar el modo de que en lo sucesivo resida ahí otro, Hermano con Vd.

7 He visto con gusto que ha dejado Vd. la casa del Sr. De la Bussiére; le escribo agradeciéndole el afecto que a Vd. ha mostrado y el favor que le dispensó. Le aseguro igualmente que no le olvidaré y que rogaré y haré rogar a Dios por él y su familia.

8 Huélgome que haya estado de ejercicios espirituales, con el fin de recobrar y acrecentar en sí el espíritu de su estado y el de oración. Pediré a Dios que se lo conceda.

9 Estoy bien persuadido de que es gran desventura verse obligado a alternar con el mundo, y gran ventura para Vd. el haberse, en buena parte, desligado de él. Vea la manera de desentenderse también de esos ordenandos.

10 Puede estar seguro de que no dejo de rogar a Dios por Vd.

11 Me alegra mucho el que se halle en perfecta salud.

12 Ya sé que donde Vd. se encuentra hay en qué trabajar y me alegro de que tenga muchos discípulos.

13 Sé también que la corrupción es ahí grande, y que se requiere, particularísima atención y vigilancia sobre sí mismo para librarse de ella; por eso bendigo a Dios que le ha preservado hasta ahora con su gracia.

14 Durante el tiempo que Vd. no me ha escrito, si no me engaño, se han establecido los Hermanos en Grenoble, Alais, Mende y Macón.

15 Ruegue a Dios que bendiga nuestro Instituto créame, carísimo Hermano, todo suyo, en Nuestro Señor.

De La Salle.

28 Al Hermano Gabriel Drolin

A 12 de mayo de 1710

1 Su carta no traía fecha. Me ha producido sumo consuelo su última, carísimo Hermano.

2 Dice Vd. que de mis cartas sólo ha recibido la del 14 de febrero; con todo, he de decirle que, desde el pasado mes de agosto o septiembre, era ésa la tercera que le escribía, preocupado siempre por tener noticias suyas.

3 Me apena mucho que, como consecuencia de no haber recibido cartas, haya Vd. amenguado en el fervor.

4 Hubiera sido muy de lamentar que suprimiese Vd. la escuela, ya que, según todas las trazas hasta el presente, Dios desea que continúe.

5 Naturalmente que hay que explicar cada día el catecismo a los escolares.

6 No comprendo por qué dice que le resulta difícil llevar sus escolares a misa por hallarse solo.

7 La razón mas poderosa de las que aduce para tener ahí quien le secunde es que Vd. ya no es joven y que parece llegado el tiempo de iniciar a otro en las costumbres y en la lengua del país.

8 Ya me hago cargo de las razones que Vd. alega en contrario y es difícil poner remedio a la primera de ellas; en primer lugar porque, sobre todo ahora que el precio de la moneda ha subido en Francia, se origina enorme pérdida con el cambio, y como los tiempos que corren son tan malos, resultaría muy dificultoso suministrarle lo mínimo necesario para cubrir gastos. Doce pistolas se convertirían aquí al pagarlas en más de veinticuatro; pero, como me indica Vd. que se trataría de un año solo, no hay por qué examinarlo tanto.

9 No entiendo qué quiere significar cuando dice que hasta el presente sólo ha parecido Vd. regular a medias. ¿Por ventura ha variado usted algo en el hábito o en su porte exterior? ¿En qué ha consistido? Especifíquemelo.

10 No cabe duda de que, si fueran ustedes dos, deberían presentarse en público de modo uniforme. Bueno seria que hablase Vd. de eso al secretario del cardenal Vicario.

11 No sé por qué me dice que la pistola mensual que se le abona lo es a título personal, y no como a maestro de escuela. Me parece que Vd. comunicó a su hermano que figuran las armas del Papa sobre la puerta de la escuela que Vd. dirige, y que es una de las escuelas pontificias.

12 Desde entonces, así lo he creído yo, como también que la razón de vivir junto a los Capuchinos es que la escuela regentada por Vd. radica en ese barrio.

13 Sería muy conveniente que tuviera Vd. una de esas escuelas, con el título correspondiente.

14 Procuraré enviarle el ayudante en las próximas vacaciones; procure disponerlo todo para el caso.

15 Le enviaré dos ejemplares de las oraciones de la escuela. Hay depósito en Aviñón, el Hermano Poncio puede remitírselas. Me gustaría que le escribiese Vd. de vez en cuando.

16 No he pensado aún ir a Roma, y al presente no podría hacerlo sino con mucha dificultad.

17 No dejo de rogar a Dios por Vd. y por el éxito de sus trabajos.

18 Me apena que se haya Vd. visto obligado a alternar tanto con el mundo, y no me cuesta creer que, a causa de ello, se haya entibiado en la piedad. Entréguese de nuevo, le suplico, resueltamente a la oración.

19 Algunas de sus cartas y de las mías, por fuerza, han debido extraviarse. Había pensado escribir a algún capuchino, por ver si le llegan a Vd. más pronto mis cartas por ese conducto.

20 Hace ocho días supliqué incluso al Sr. Divers, que pasó por aquí, escribiera a Roma para que le hicieran saber a Vd. cómo le tenía escritas muchas cartas y cómo vivía muy apenado por no recibir noticias suyas. Me dijo que escribiría hace ahora ocho días, y que le dirigiese yo a Vd. directamente mis cartas.

21 Ha hecho muy bien no aceptando la colocación que le brindaban; eso lo hubiera echado todo a perder, y, como con razón dice Vd., se habría inutilizado la labor de ocho años.

22 La carta que asegura Vd. haberme escrito por esa fecha, no la he recibido.

23 Lo que le da el Papa viene a ser, según eso, como una limosna; explíqueme de qué se trata en realidad.

24 Me han escrito que pretendía Vd. tonsurarse; precíseme qué hubo de ello. Harto sabe que es contrario a las prácticas de nuestra comunidad.

25 No es cierto que me explique a medias con Vd.; le digo sencillamente las cosas como las pienso.

26 Dése arte para acrecentar el número de escolares.

27 Pláceme que vaya de vez en cuando a hacer ejercicios con [los Padres de] la Misión.

28 Me decía Vd. en su anterior que tenía por lo menos sesenta discípulos.

29 Mucho me alegro que se haya desentendido de los ordenandos; procure desligarse cuanto antes de lo demás.

30 Pido a Dios que le comunique su espíritu, y soy, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle.

29 Al Hermano Gabriel Drolin

Marsella, 24 de agosto [1711]

1 Le escribo, carísimo Hermano, por medio del señor Conde Miaczinski, hijo de tesorero mayor de Polonia, que se dirige a Roma con su ayuda de cámara para estudiar teología.

2 Aunque sea el primogénito de la familia, prefiere renunciar al mundo y estudiar teología.

3 Búsquele, por favor, el día que llegue, una hospedería donde esté bien atendido. Es un señor muy piadoso, con quien me unen particulares relaciones; podrá serle a Vd. muy útil.

4 Le escribí desde Aviñón; creo habrá recibido mi carta y la habrá contestado.

5 Sin tardanza le podremos mandar un ayudante; pero le suplico no deje el hábito de nuestros Hermanos.

6 No preste atención a lo que le digan sobre ese asunto los señores de San Lázaro. Los de París quisieran encontrar modo de destruir nuestra comunidad. Huélgome de la seguridad con que puedo escribirle esto.

7 Le ruego que me escriba de vez en cuando y que se desenvuelva ahí del mejor modo para procurar el mayor bien posible a nuestra comunidad. El señor Conde podrá serie para ello de mucha utilidad.

8 Déme cuenta exacta del estado de sus negocios. Sería muy de desear que las seis escuelas del Papa en Roma estuviesen todas ellas dirigidas y a cargo de los Hermanos.

9 Haga cuanto pueda en favor del Sr. Conde de Miaczinski; a Vd. le será de provecho y a nosotros también.

10 Acabamos de abrir las escuelas de Versalles, Boloña del Mar y Mulins. Pida a Dios que las extienda cada día más.

11 Ruego a Nuestro Señor le colme de sus gracias, y me digo, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle.

12 Vuelvo a Francia.

13 Déme cuenta de cómo le ha recibido el Sr. Cardenal de La Tremouille.

14 He comido con el Sr. Obispo de Cavallion, a quien agradecí las atenciones que tuvo con Vd.

30 Al Hermano Gabriel Drolin

[Marsella, julio de 1712]

1 Hubiera deseado, carísimo Hermano, ir a verle, y estaba a punto de realizarlo en compañía de un tal Sr. Ricordeau, canónigo de una colegiata de Troyes, que salió para Roma hará cosa de un mes; pero se me interpuso entonces aquí un negocio urgente que retrasó el viaje; a pesar de ello, el negocio no ha prosperado.

2 Dificultoso me será enviarle un Hermano antes de que funde en esta comarca el noviciado que inmediatamente pienso inaugurar, porque aquí desean naturales de la misma tierra, a causa de la diferencia que existe entre su lengua y la de Francia.

3 Tiene razón en no acompañar de continuo al Sr. Conde.

4 Me alegro de que el Sr. Conde se lo haya pagado a Vd. todo.

5 Avíseme si, cuando vaya yo a visitarle a Vd., he de llevar libros para él y por qué suma, pues no quiero verme luego obligado a esperar que me los pague.

6 En cuanto esté en condiciones el noviciado, iré a verle y a platicar con Vd.

7 Me contestado inmediatamente a todas sus cartas y a lo relacionado con la partida de bautismo. Le precisaba a Vd. cómo habían respondido que, para extenderla, era necesario conocer el año y el día del nacimiento, por lo menos el año.

8 Esto le contesté a Vd. en la carta que ya debe haber recibido. Si me comunica Vd. esos datos, se la remitiré en seguida, porque el registro está exclusivamente en poder del escribano de la bailía.

9 Le envío todas las estampas que se han encontrado en casa.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle

10 Aquel Sr. Ricordeau está en entredicho; no sé por qué. Tal vez sea ése el motivo de su ida a Roma. El no me lo ha dicho, pero, si yo le avisé a Vd. que le prestase alguna ayuda, fue porque él me lo suplicó. Si está aún en Roma, no haga nada en su favor sino con cautela.

11 A pesar de sus requerimientos, no le di cartas para nadie más que para Vd., por no meterme en enredos, ya que ignoro en qué negocios anda y cuáles son sus designios.

31 Al Hermano Gabriel Drolin

Marsella, 16 de diciembre de 1712

1 Me parece, carísimo Hermano, que no debería haber prestado ni adelantado tanto dinero al Sr. Conde; eso no cuadra bien, sobre todo entre nosotros; no hubiera debido Vd. prestarle nada en absoluto.

2 Ahora ya no puedo decirle sino que ya es cosa hecha; a Vd. le correspondía consultar antes de decidirse a obrar, y no ya consumado el hecho. De haberme Vd. hablado previamente, le hubiese respondido que no le prestara nada.

3 Esa es tan sólo la tercera de sus cartas, desde la salida del Sr. Ricordeau, y a las tres he respondido: a la primera, por el Sr. Vicario de San Marcial, de París; a la segunda, por la posta, y ésta es la contestación a la tercera. A todas sus cartas he contestado desde que me hallo en esta tierra.

4 Estoy dispuesto a enviarle un compañero, pero no podrá ser hasta después de Pascua.

5 ¿Es cierto que lleva Vd. sotana y manteo largos, como me ha asegurado el Sr. Ricordeau, el cual se ha vuelto de ahí en las galeras del Papa?

6 De ser así, ¿cómo quiere Vd. que encuadre ahí su compañero, pues los dos han de vestir del mismo modo y llevar el hábito de la comunidad?

7 También, según parece, lleva Vd. un sombrero muy pequeño. Los señores de San Lázaro no cambian de sombrero en Italia.

8 Mucho me agradaría que el compañero sirviese para apartarle a usted del trato frecuente con el mundo, y que le pasaran la pensión del Papa [también a él].

9 Yo considero, efectivamente, lo que se ha iniciado en Roma como negocio de importancia; pero será preciso dar tiempo a que el noviciado que he establecido aquí hace cuatro meses esté bien formado, tanto para ir yo a verle a Vd. como para enviarle alguno que sea de esta tierra.

10 Paréceme que no debe desentenderse fácilmente del Sr. Conde.

11 El Sr. Ricordeau me ha dicho que le vendió a Vd. por seis testones un cordón de oro que le costó a él más de un luis de oro.

12 Es hombre que no merece mucho crédito. Estaba en entredicho; ¿le han rehabilitado en Roma? Creo que éste fue el motivo de su ida ahí.

13 Yo no hubiera querido interesarme por él. Llegó incluso a indisponerse conmigo porque no accedí a procurarle cartas aquí; mas todo me tenía sin cuidado, desde el punto que no quiso declararme el motivo de su viaje a Roma, y sabiendo yo que estaba interdicto por su Obispo, a quien estimo y venero mucho. Me parece haber oído que aquí ha celebrado la santa misa.

14 Hay también un sacerdote, a quien yo he colocado, y que ha vivido algún tiempo con nosotros; éste ha incurrido también en entredicho, por haber ido a la guerra después de ordenado; es un hombre de cincuenta y cuatro o cincuenta y cinco años.

15 Si solicitara su rehabilitación, sea por un banquero, sea por sí mismo ruégole a Vd. declare, donde sea preciso, que no se la concedan sin que se me oiga previamente.

16 Pertenece a la diócesis de Roán. Su rehabilitación no redundaría ni en su bien propio ni en el de la Iglesia. Se llama, a lo que me parece, Sr. Celisier; es del mismo Roén, pues ha mudado de nombre y conserva el de guerra, esto es, Saint-Georges.

17 El Sr. Ricordeau me ha dicho que en una de las escuelas del Papa hay un maestro ya de mucha edad, cuyo cargo podría recaer fácilmente en un Hermano, Y que en Roma no hay más que tres escuelas del Papa ¿Es todo eso cierto?

18 También me ha dicho que no llegaban a treinta los discípulos que Vd. tiene, y que no era muy asiduo en frecuentar la escuela.

19 Hacía Vd. bien yendo como iba a explicar el catecismo a los franceses pobres de los dos hospitales de que me habló, y sería conveniente que continuara haciéndolo.

20 Es maledicencia del Sr. Ricordeau andar diciendo que los Hermanos de Troyes trataron de irse a las manos.

21 Dice que sólo una vez le invitó Vd. a comer, por más que Vd. afirme fueron siete u ocho. Yo sólo una vez le he tenido a comer en casa, antes de irse, y al volver, ninguna. A pesar de que él hubiera querido venir aquí a menudo con ese fin.

22 Pero ¿cómo ha podido hablarse de mí a la reina de Polonia?

23 Mi viaje a Roma se retrasará mucho tiempo.

24 Le suplico que pida a Dios por nosotros, y me digo, carísimo Hermano, todo suyo en nuestro Señor,

De La Salle

25 El Sr. Conde me pide libros. Y otras cosas por valor de doscientos francos, pero no puedo llevarle ni enviarle cosa alguna, mientras no tenga la seguridad de que, en llegando, he de cobrar el dinero.

32 Hermano Gabriel Drolin

San Yon, arrabal de Roán, a 5 de diciembre de 1716

1 Muy a pesar mío, carísimo Hermano, me ha resultado imposible escribirle desde hace tanto tiempo. Le escribí repetidas veces sin obtener respuesta suya. Lo atribuyo a que han debido de interceptar mis cartas, como sé que han interceptado algunas que Vd. me ha dirigido.

2 En todo este tiempo me han ocurrido cosas muy desagradables, y al presente resido en una casa del arrabal de Roán llamado San Yon, donde radica el noviciado.

3 Le aseguro que siento mucha ternura y afecto por Vd., y que ruego a Dios por Vd. muy a menudo.

4 Puede escribirme cuando guste. Confío en que será fiel en remitirme sus cartas el Hermano que vive actualmente en Aviñón; es muy prudente; yo le contestaré a Vd. sin falta.

5 Casi diez meses seguidos he estado enfermo en esta casa, donde vivo desde hace un año.

6 El proceder del Sr. Arzobispo de París produce turbación entre los obispos. No sé lo que sobre esto pensarán en Roma.

7 Su última me ha consolado mucho, y su continuado afecto y tierno corazón me han alegrado sobremanera.

8 Dénos a conocer, por favor, cómo andan sus negocios.

9 En las vacaciones pasadas pensé enviarle un Hermano que ha estado en Roma y sabe algo de italiano, y que, además, es muy juicioso y buen maestro; pero le hemos dado destino en otra parte, por creer que sus servicios en este lugar eran de mucha trascendencia.

10 Los Hermanos se disponen a celebrar una asamblea desde la Ascensión hasta Pentecostés, con el fin de ordenar muchas cosas relativas a las Regias y al gobierno del Instituto.

11 Le ruego a Vd. que dé su consentimiento a todo lo que se determine en dicha asamblea por los Hermanos más graves de la Sociedad,

12 Supongo que sigue Vd. como siempre con sus escuelas. Dígame, le ruego, cuántos escolares tiene en ellas.

13 Su sobrino vino a visitarme; me dijo que quería ser Hermano; que le había visitado a Vd., y que iba Vd. a hacerse sacerdote. Como es poco reflexivo, le despedí para pensarlo, y no he vuelto a tener noticias de él.

Todo suyo, carisma Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

33 Al Hermano Huberto

A 5 de mayo de 1702

1 Una de sus primordiales preocupaciones, carísimo Hermano, ha de ser dedicarse a la oración y a la escuela, porque éstas son sus principales ocupaciones, y de ellas dará a Dios cuenta más estrecha.

2 Tiene que dejarse guiar, carísimo Hermano, como hijo de obediencia que no tiene otra mira que la de obedecer y, al obedecer, cumplir la voluntad de Dios.

3 Guárdese mucho de emplear nunca expresiones como "quiero", "no quiero", "es preciso". Tales términos y modos de hablar causan horror, no pueden menos de retraer las gracias de Dios, quien sólo las otorga a los que no tienen más voluntad que la divina, pues, como dice San Bernardo, solo la propia voluntad conduce al infierno.

4 Cuando padezca penas de espíritu, decláreselas a su director, y verá como Dios le bendice, o concediéndole la gracia de soportarlas por su amor, o librándole de ellas.

5 Evite con cuidado el dejarse guiar por el antojo, porque tales acciones son aborrecibles a los ojos de Dios.

6 La virtud a que principalmente debe aplicarse es la obediencia.

7 En la oración, déjese conducir plenamente por Dios, y déle pruebas frecuentes de que nada apetece fuera del cumplimiento de su santa voluntad.

En su santo amor, me digo, carísimo Hermano, todo suyo,

De La Salle

34 Al Hermano [Huberto]

París, 1 de junio de 1706

1 Mucho consuelo he tenido, carísimo Hermano, al saber por su última que está en la disposición de confiarse totalmente a Dios.

2 No acierto a comprender el motivo de sus incertidumbres sobre la vocación.

3 En lo concerniente a los votos, no me toca a mí decidir lo que Vd. ha de hacer; la decisión ha de partir de Vd. mismo. Como solicita mi opinión, he de decirle que no veo razón alguna que pueda ser obstáculo a que Vd. los emita.

4 Hay que acomodarse a [lo prescrito en] la Regia para las mañanas del jueves, día de asueto.

5 No se debe leer nunca durante la santa misa, cuando se asiste a ella con los escolares.

6 No se altere por las tentaciones ni por los movimientos de impureza; procure pensar en otra cosa.

7 Cuando en la escuela se sienta movido a la impaciencia, quédese algún tiempo sin obrar ni hablar, hasta que aquel impulso haya pasado.

8 Procure mostrarse siempre grave en la escuela; de ello depende el orden, en buena parte.

9 Cuide de que se siga hablando de cosas edificantes en los recreos, y vele por que no se digan cosas inútiles.

10 Al ejecutar sus acciones, tenga siempre alguna intención que las dirija a Dios; esto es de importancia para obrar cristianamente.

11 Durante la oración, sea fiel en seguir el método.

12 Tome medidas para que el Hermano Clemente recobre del todo la salud.

13 Ruégole que no se mande hacer nada, ni retribuyéndolo ni de ninguna otra manera, sin [mi] autorización.

14 Hizo Vd. bien no cumpliendo los encargos que le dio el Hermano Casiano. Entre nosotros, las visitas de ese género sobran.

15 Cuando falten pocos días para la carta mensual, no deben escribir, sino en caso de necesidad extrema.

16 El Hermano Roberto no debe volver a París.

17 No hay que trabajar en la huerta durante los recreos, a no ser que se dedique uno a regar; y aun eso puede hacerlo el Hermano sirviente; lo mejor es que un hortelano se dedique a las tareas de la huerta.

18 Nada debe Vd. omitir para que funcionen bien las escuelas, y en especial la suya.

19 Hay que tener sumo cuidado para que los Hermanos no se hablen en ella.

20 Esté seguro de que tengo en mucho su alma, y que me cuidaré de ella; las razones que me aduce para hacer confesión general no son suficientes para obligarle a ello. Lo mejor que efectivamente, puede Vd. hacer es entregarse en las manos de sus superiores.

21 Por lo visto, habla Vd. a los Hermanos del Hermano Carlos, pues quienes no le conocen hacen alusiones a él; eso está muy mal.

22 Las tentaciones de impureza que le asaltan no deben turbar su espíritu ni impedirle la comunión.

23 Propóngame cuanto juzgue oportuno en relación con el gobierno [de la casa] ; yo trataré de ayudarle en ello.

24 No deben llevarse antorchas ni en San Martín ni en ningún otro sitio. Si se hizo el año pasado, nadie hasta la fecha me ha hablado ni escrito sobre ello; dígame quién era director por esas fechas.

25 No es exacto que los Hermanos sirvientes estén dispensados de las novenas. Si el Hermano Isidro no las hizo, que haga una.

26 Siguiendo el consejo del Sr. Párroco de San Pedro, sea firme en exigir que asistan con puntualidad los escolares, aun cuando deba Vd. quedarse con sólo cuatro, y lo mismo le digo respecto de las demás clases que de la suya.

27 Cuide mucho, por favor, de que se pasen bien los recreos. Ya sabe que reír en ellos con ligereza no conviene a hombres como nosotros. El recreo es uno de los puntos que más deben reclamar su atención; hace bien exigiendo que se observe la Regia exactamente.

28 Nada deseo tanto como contribuir a concertar su interior, dándole avisos en conformidad con lo que Vd. me escribe.

29 Dicen que las escuelas del Hermano Esteban y del Hermano Isidro vienen muy a menos; atiéndalas mucho, por favor.

30 Exija de los Hermanos que le den cuenta de su conducta y de su conciencia.

31 El Hermano Clemente dice que le han advertido de que va al refectorio a destiempo para comer, que bebe vino de ajenjos, etc. Tales cosas no deben decirse en la advertencia pública, ya que tales cosas no pueden hacerse sin orden del Hermano Director.

32 El trabajo no ha de impedir que el Hermano Isidro estudie el catecismo, pues más necesario le es saberlo que trabajar. No me parece tampoco conveniente que trabaje durante el recreo largo de los jueves.

33 Gobierne su casa de manera que se acomode en un todo a la observancia.

Todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle.

35 Al Hermano Huberto

París, a 30 de enero de 1708

1 Me sorprende, carísimo Hermano, que me haya escrito una carta fechada el 24, habiéndome escrito otra el 19 y debiéndome escribir, además, para primeros de mes. Ya ve que se atormenta Vd. demasiado.

2 Verdad es que no resulta muy grato permanecer en casas donde no reina la observancia, pero debe Vd. arreglarse para que reine [lo más posible] hasta que se me ofrezca coyuntura de cambiar a los Hermanos. Ya sabe que en buena parte la regularidad depende del que dirige.

3 Es verdad que el Hermano Alfonso es a veces exigente; hay que buscar la manera de hacerle más dócil. Déme Vd. cuenta más en particular de las faltas de él, y yo haré que cumpla su deber.

4 Paréceme que habla Vd, de manera muy poco prudente y muy poco sumisa, y es difícil que Dios bendiga tal proceder.

5 Mucho me complace el amor que muestra por la regularidad ; yo le ayudaré cuanto pueda a observarla; pero no está en mi mano ni tengo coyuntura de introducir cambios antes de Pascua. Con todo, pensaré en ello ante Dios dentro de poco.

6 Es ocasión de grave detrimento el no violentarse para desechar los pensamientos importunos que se ofrecen al espíritu y para tener debidamente oración.

7 Me sorprende que, después de haberme manifestado en su primera carta que se quedaría Vd. donde está cuanto yo deseara, y que se ponía en mis manos para que hiciese de Vd. lo que tuviera por bien (ciertamente, la mejor disposición que Vd. pudiera adoptar), cinco días más tarde me escriba todo lo contrario.

8 Eso prueba que es Vd. de espíritu muy versátil. Como todo ello es tentación, tiene que procurar reconocerlo así y humillarse por esa debilidad; pero que ese conocimiento le mueva a formar el propósito de no proceder nunca por arrebatos, lo cual es de suma importancia para Vd.

9 Acuda con frecuencia a Dios y palpará que le ayuda, tanto a ser observante de la Regia como a ser sumiso y constante de espíritu, cosas todas ellas que debe tratar de adquirir y de pedir a Dios con insistencia.

10 Es preciso que yo colabore con Vd., y que Vd. procure vivir de manera distinta de como vive; sobre todo, aplicándose a la oración y siendo muy asiduo a los ejercicios [de piedad], cosas en las que más debe empeñarse y que por ahora descuida.

11 Si hay que salir para algún asunto, envíe a otro Hermano, y Vd. permanezca en su puesto durante los ejercicios; deberá darme cuenta sin falta, en la carta de mes, del número de veces que se haya ausentado de ellos y por qué motivo, pues la primera preocupación del que dirige es ser primero en todo.

12 Va Vd. a la cocina a conversar con el Hermano Alfonso. De ahí nace la familiaridad y el poco respeto que le tiene. No me informa Vd. suficientemente de muchas cosas. Si es necesario ir a la cocina, mande allá a un Hermano, y quédese Vd. en el ejercicio.

13 No reinará el orden en su escuela sino en la medida que Vd. permanezca en ella sin moverse y sin hablar. Guárdese bien de pegar a los alumnos con la mano o de cualquier otro modo.

14 Es falta también muy notable reír durante las comidas. Cuando comete faltas semejantes y capaces de causar escándalo, ¿se acusa de ellas? Bien sabe que, según la Regla, no debe dejar de hacerlo.

15 No sé si rezan ustedes las oraciones vocales tan pausadamente como aquí. Esto es importante para asegurar la atención en ellas.

16 Si el Hermano Antonino no tiene confianza en Vd. es porque no se lo atrae con su reserva, gravedad y observancia. No es Vd. ni tan reservado ni tan observante como debiera; por eso provoca sobre sí la desestima de los demás.

17 Ruegue mucho por la regularidad de su casa y por sus Hermanos cuando faltan a su obligación o tiene alguna pena, a fin de que Dios le conceda las luces necesarias para saber comportarse con ellos debidamente en tales ocasiones.

18 Pido a Dios le conceda la gracia de ser siempre para ellos motivo de edificación, y soy, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De la Salle

36 Al Hermano [Huberto]

A 18 de abril [1708]

1 Contesto a sus dos cartas, carísimo Hermano, la última de las cuales acabo de recibir.

2 Doy gracias a Dios por la fidelidad que le ha concedido para declararme con sencillez la falta que cometió escribiendo a su madre y al Sr. Lalement. Ya se hace cargo de que la falta es considerable y de muy mal ejemplo. Tiene que empeñarse en morir al mundo, que ha de estar muerto para Vd.

3 En lo sucesivo, sea puntual en no hacer nada sin permiso y en empezar declarando sencillamente las faltas en que haya incurrido. No basta decirme, en general, que en Guisa ha caído en faltas que no cometió en otras partes; tiene que declararme cuáles son dichas faltas.

4 El confesor cree ser del caso que Vd. permanezca en Guisa; por tanto, tiene que seguir ahí. Ya no faltan más que tres meses para las vacaciones, y todo lo ordenaremos en esa época.

5 Mucho me agrada que me manifieste su parecer; pero que al mismo tiempo, se muestre tan sumiso y confiado.

6 Explíqueme, al fin, en qué y por qué dice que no ha sido nunca tan irregular como lo es en Guisa.

7 Por amor de Dios, tenga mucho cuidado con los toques de la campana; es asunto de trascendencia.

8 Paréceme que los Hermanos no deben ir al catecismo de la parroquia los días de labor.

9 Vele, le suplico, por la guarda del silencio en su casa.

10 No veo por qué ha de ser Vd. tan irregular durante el recreo. Debería poner mucho empeño en corregirse de esa falta. Ya sabe cuánta importancia tiene el pasar las recreaciones, y cómo la regularidad atrae la bendición de Dios sobre las casas.

11 Creo que no le corresponde a Vd. cocinar, sino al Hermano Antonino.

12 No se han de suprimir los ejercicios. Tienen ustedes pocos, y pueden hacerlos con toda exactitud, los dos y el Hermano Isidro.

13 No advertirse apenas los defectos es, con frecuencia, indicio de poca observancia en la comunidad.

14 Debe ser Vd. más diligente en reprender sus faltas a los Hermanos.

15 No tolere que éstos razonen ni repliquen cuando se les manda algo.

16 Incluso ha de probarlos Vd. en la obediencia y ofrecerles oportunidades de que la practiquen.

17 Insista al Hermano Antonino para que esté siempre dispuesto a decirlo todo con sencillez.

18 No sé lo que entiende Vd. por "picadillo", y si lo venden ya preparado, como los "vitelots".

19 Anime a los Hermanos y sea firme en impedir que sigan su propia voluntad.

20 Que nadie falte a la lectura espiritual.

21 Ponga empeño en aplicarse a la oración. Ya sabe que de este ejercicio pende la bendición de Dios sobre los demás, y que sirve para atraer sus gracias hacia nosotros.

22 Indíqueme por menudo cuál es la causa de que no goce Vd. de tranquilidad de conciencia.

Todo suyo carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

37 Al Hermano [Huberto]

A 20 de julio [1709]

1 Lo que el Sr. Binet ha dicho al Hermano Jacinto tocante a los proyectos del Sr. Obispo de Chartres, su excelencia me lo ha contado a mí mismo. Nos quiere alojar en la casa de San Vicente, que resulta muy incómoda: no tiene patio ni huerta, y me parece que en ella estarían ustedes muy mal alojados. El Hermano Jacinto dice lo contrario.

2 Mi parecer es que debe pedirse a Dios y animar a que se lo pidan también los escolares, continuando éstos el rezo de las letanías y yendo dos Hermanos todos los domingos, los días de fiesta, y los jueves que haya de asueto a comulgar a la catedral, en la capilla de la Virgen Santa, para pedir que no se cumplan los designios del Sr. Obispo, sino que se realice sólo aquello que sirva para el mejor alojamiento y para la multiplicación de las escuelas y de los escolares; pero que ninguno de ustedes tome en esto la iniciativa; dejen la ejecución en manos de Dios.

3 No era necesario que el Hermano Jacinto me escribiese antes que Vd.; ni tampoco, a mi juicio, que viniera aquí. Con escribirme a su tiempo era suficiente. Todo lo que precede estaba escrito antes de su llegada.

4 Hablé anteayer con el presbítero Sr. Gergy, el cual me prometió escribir ayer sobre ese asunto al Sr. Obispo de Chartres. Si [moseñor] le pide informes, dígale que debiendo venir pronto aquí, y dado que el asunto no urge hasta el mes de octubre, tendré yo el honor de hablarle cuando él esté aquí o en Saint-Cyr.

5 No procedió Vd. bien gastando en estampas tanto dinero, sobre todo en un año como el presente, en que falta el pan. Ruégole que para tales asuntos no se dirija al Hermano Atanasio.

6 Es cierto, como les dijo el Sr. Obispo de Chartres, que solicitan Hermanos para diversos lugares, pero pretenden que fundamos casas con dos Hermanos, Y eso no nos conviene. Yo no las quiero, pues destruirían nuestra comunidad.

7 Le aconsejo que no se alargue tanto en sus conversaciones con los Hermanos; si no anda Vd. con tiempo, omitirá los ejercicios, para hablarles, lo cual nunca se ha de hacer.

8 Ya me hago cargo de que ha de pedir cuenta de conciencia [a los Hermanos] y buscar el modo de consolarlos en sus penas; pero no son necesarias tan prolongadas conversaciones, en las que a menudo se habla de un sinfín de asuntos extraños e incluso perjudiciales, sin reparar muchas veces en ello. Mírelo bien, y yo también lo he de mirar, pues este artículo tiene más importancia de lo que Vd. supone.

9 No hable nunca yendo al recreo, ni en las escaleras, ni al andar por casa.

10 Tanto Vd. como todos los Hermanos han de ser advertidos de sus defectos. A este efecto, ordene bien el tiempo consagrado a ese ejercicio; mientras dure el acto, no tiene Vd. que leer ni escribir ni hablar a nadie ni ocuparse en cosa alguna. Lo mismo entonces que durante la acusación, ha de poner Vd. suma atención en escuchar lo que se diga.

11 Vd. o el Hermano Renato deben escoger el miércoles como día de comunión. No sé por qué han de comulgar ustedes dos el mismo día y salir juntos de casa para confesarse. El debería ir a confesarse junto con los demás, y Vd. ha de hacerlo el mismo día, ni más ni menos que los otros. Tales devociones particulares no dicen bien en nosotros.

12 Parece que busca Vd. con afán las comodidades del cuerpo. Guárdese mucho de ello, y nada proponga relativo al exterior sin que previamente me lo haya consultado. Es asunto de importancia; y no ha de dar fácilmente oídos a los Hermanos en lo que le sugieran a ese propósito; es Vd. demasiado condescendiente en ese particular.

13 Pido a Dios que reinen el concierto y la regularidad en su casa, empéñese en ello. Soy todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano.

De La Salle.

38 Al Hermano [Huberto]

A 2 de octubre de 1710

1 Ya sé, carísimo Hermano, que hay inconvenientes en que los Hermanos sirvientes se mezclen en todos los asuntos temporales; pero mayores se seguirían si el director se ocupase de ellos.

2 Carísimo Hermano, harta experiencia tenemos de lo pasado. Si un director se derrama al exterior, toda la casa está perdida; mientras que, si se pierde un Hermano sirviente, él solo se pierde.

3 Dicen, por ejemplo, que desde que está Vd. en Chartres no ha tenido media hora de lectura espiritual. ¿Qué harán, según eso, los Hermanos durante ese tiempo?.

4 Es imprescindible que el director no falte a ningún acto de comunidad. Nada tiene Vd. que hacer en la cocina. Aun aquí, con ser casa de tanto personal, nadie pisa la cocina, salvo el que cuida de los enfermos; con mayor motivo en casa de cuatro Hermanos ha de abstenerse el director de poner los pies en ella.

5 ¡Ejercicios [de piedad] y escuela: eso es lo suyo! Si se mezcla en negocios ajenos, contraviene la ordenación de Dios.

6 Es menester que los Hermanos sirvientes anden siempre con dignidad y respeto, y hay que obligarles a ello.

7 No descubrirá Vd. sus penas en vano. Se procurará remediarlas, pero resultará ocioso muchas veces decir: "Haga Vd. esto de mí".

8 Es cierto que no hay más que un alma que salvar; pero Vd. salvará la suya obedeciendo y superando sus repugnancias.

9 No tiene por qué acongojarse cuando ha de reprender a sus Hermanos; es obligación de su cargo. Debiera Vd. haber impuesto buena penitencia a esos dos Hermanos que de tal manera se confabularon.

10 Es seguro que, si una casa ha de estar bien concertada, se requiere que el director y el subdirector vayan de acuerdo y estén entre sí muy unidos. Ya buscaré el modo de que así sea.

11 Pero los Hermanos de ahí se lamentan de que, tan pronto como se fue el Hermano José, Vd. sólo se guía por el antojo. Dicen que eso se debe a que el Hermano sirviente dispone del dinero. Tenga Vd. por seguro que así seguirá ocurriendo, lo mismo en esa casa que en todas las demás. Y, si en algunas casa no sucede así, que son pocas, eso no habrá de durar.

12 No es razonable que, cuando sale el despensero, tome todo el dinero que le plazca sin pedirlo. Ni siquiera ha de decir: Quiero tanto; sino que ha de preguntar cuánto deberá coger.

13 Cuide mucho que se toque a la hora. Es de mucha importancia, sobre todo para levantarse. No me indica si ha retrasado el reloj fuera de tiempo determinado.

14 Insista con energía, le suplico, el que no se hable alto y en que se observen las reglas durante los recreos. A Vd. le toca procurarlo y mirar por el Hermano Norberto durante ese tiempo. No me declara Vd. las razones que ha podido tener para no hallarse presente al principio de los recreos.

15 Nunca se ha de suprimir el paseo los días d asueto, a no ser que llueva. Ni las nubes ni otras pequeñeces han de impedir que se salga de paseo.

16 El Hermano Atanasio obró mal escribiéndole a Vd. Y a otros. Me ha preguntado si debe desdecirse de lo escrito y que reconoce beberlo hecho movido de pasión.

17 ¡De modo que, por no tener valentía de reprender a sus Hermanos quiere Vd. consentir que se pierdan, y deja al Hermano Quintín obrar a su antojo! Le está Vd. poniendo, con su tolerancia, en trance de irse. No le consienta que haga cosa alguna sin permiso.

18 Tampoco tolere al Hermano Norberto hablar contra las reglas durante las recreaciones. Ese tiene de particular que no inspira la piedad a sus discípulos.

19 El Hermano Quintín nada desea tanto como aprender caligrafía. Que no lo haga.

20 Si el Hermano Quintín desea emitir votos, convendrá que lo haga. Tal vez, no obstante, sería bueno probarle aún algún tanto.

21 Me sugieren el traslado del Hermano Anselmo a París, si no ve Vd. en ello inconveniente. Yo le acompañaré.

22 Hay que exigir del Hermano Norberto que cumpla sus deberes.

23 El Hermano Quintín se queja fácilmente si se le presta oídos.

24 No conviene que deje Vd. de comulgar. Fácilmente comprenderá que con ello daría mal ejemplo a sus Hermanos.

25 No hay dos superiores por el hecho de que en todas las casas religiosas uno esté encargado de lo espiritual y de la dirección, y otro tenga a su cargo lo temporal.

26 Están muy contentos del Hermano Jacinto allí donde ahora se encuentra. Por ello bien puede echar de ver que se trataba de que es Vd. poco conciliador y que no se limita a sus propias obligaciones. que se resumen en dirigir las escuelas y los actos de comunidad y en velar sobre el Hermano sirviente.

27 El Hermano Quintín nunca se avendrá con el Hermano Norberto, ni siquiera por un año.

28 No hay que consentir al Hermano Norberto que siga sus caprichos.

29 Vd. no debe ausentarse de los ejercicios [de comunidad]. Es ése grave defecto en Vd. ya de antiguo.

30 No enseñe caligrafía al Hermano Hilarlo.

31 Cuando vio que no cumplía la penitencia, no debiera Vd. haber dejado traslucir nada, sino rogar a Dios por él, sosegarse y, en otro momento, darse trazas para ganarle la voluntad, e inducirle a acusarse de su falta y a imponerse por ella una penitencia proporcionada.

32 En parecidas ocasiones obra Vd. demasiado a impulso de la naturaleza; por eso no bendice Dios lo que Vd. hace.

33 Desea que sus Hermanos tengan mucha paciencia; es preciso que dé Vd. ejemplo de ella y no que manifieste en tales circunstancias su mal humor e inclinaciones.

34 Dice el Hermano que, cuando ve Vd. que hay dinero, desea Vd. que se lo entregue, para comprar lo que se le antoja. En eso es Vd. más exigente que yo y que los demás, y tal proceder no es sensato.

35 No le ha de dar a Vd. el dinero, sino que él ha de comprar lo que sea necesario. Así debe ser. Tiene que devolverle Vd. el dinero. Si él no compra lo que conviene, avíseme, y yo se lo haré comprar.

36 Tenga mucho cuidado en exigir que los Hermanos cumplan sus obligaciones. Vd. debería proceder con discreción al tratarlos.

37 ¿Le parece a Vd. cuerdo que la mayor parte de sus cartas estén en la diligencia ? Un poco más de prudencia y de amor de Dios y le vendrán bien.

38 Ruego a Nuestro Señor le comunique su espíritu, y me digo, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor [sic],

De La Salle.

39 Al Hermano Ireneo

[1716]

....................

1 Cuando le vengan imaginaciones feas, procure, si le ocurre en la escuela, aplicarse a lo que está haciendo.

2 Esos otros pensamientos son tentaciones más sutiles del demonio; hay que pensar en lo presente sin preocuparse del porvenir. El propósito de volver al siglo para ejercitarse en buenas obras ha ocasionado la ruina de muchos solitarios.

3 Las penitencias son de grande utilidad para enmendar los vicios y progresar en virtud.

4 Cualquiera que sea su estado de ánimo, tiene que procurar ejercitarse en aceptar que le reprendan y le corrijan. Si le cuesta hacerlo de corazón, hágalo al menos de boca.

5 No se atormente en repetir actos diferentes, lo cual podría quebrantar su salud. Basta con dirigir sencillamente la mirada a Dios de vez en cuando.

6 ¿Por qué ve venir con miedo los días de confesión? Más bien debería Vd. desearlos.

7 No hable en la escuela. Acostumbre a utilizar las señales ordinarias, tales son nuestros usos.

8 Cuando sienta tentaciones de impaciencia, conténgase y no se mueva hasta que aquel movimiento pase.

9 Soy todo suyo en Nuestro Señor....

De La Salle.

40 Al Hermano [José]

A 23 de diciembre [1710]

1 Hoy al mediodía he recibido su carta, carísimo Hermano.

2 El sábado me encaminaré hacia Troyes. Vd. no se vaya, espéreme. Yo estaré ahí el lunes, y juntos ventilaremos los negocios que se ofrecen en esa ciudad, y sobre cuanto Vd. me propone relacionado con las fincas (?) de Reims.

3 No avise a nadie, ni siquiera al Hermano Alberto, de mi partida para ésa.

4 Procederé de manera que todo acabe bien y todos queden contentos.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

5 No den ningún paso en relación con el cierre de esas escuelas hasta mi llegada.

6 Ruégole que abone los portes de esta carta al Sr. Bourgoing.

41 Al Hermano José

A 6 de febrero [1711]

1 Ayer recibí juntas sus tres cartas, carísimo Hermano; voy a contestar la más urgente.

2 Parece conveniente que el Hermano Plácido se traslade a Guisa.

3 Pongo en camino al Hermano Fabián junto con el Hermanito de Mende que reemplazará al Hermano Plácido, y dentro de dos o tres años estará mejor dispuesto que ahora para sacar provecho del noviciado y regentará bien la escuela.

4 Entregue el caballo al Hermano Fabián para que lo traiga aquí; el martes por la tarde estará en Reims.

5 De no haberse Vd. adelantado, no le hubiera escrito el Hermano Dositeo, ni tampoco los Hermanos de Guisa.

6 No veo por qué escribe de esa manera a los Hermanos que le parece bien. No es prudente tal proceder. No han de permitirse esas relaciones epistolares de una casa a otra; no se acostumbra entre nosotros. Si quiere que se eviten, no sea Vd. el primero en iniciarlas.

7 Sería de desear que el Sr. Bourgeois aprendiera a coser y a afeitar bien; tiene su importancia.

8 No sé si después de mi salida de ésa ha recibido Vd. la visita de un muchacho que trabaja la piedra. Si continúa solicitando su admisión, hay que aplazarla hasta después de Pascua, pero no conviene que ingresen juntos.

9 Procure, por favor, que se dé al Hermano Remigio lo que haya menester. Ha comunicado al Hermano Tomás que necesita lana para unas medias que le hacen falta y también una camisola.

Todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

41A Obediencia del Hermano José

A 15 de julio de 1708

Nos, el infrascrito, Presbítero, Doctor en Teología, Superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, enviamos al Hermano José para visitar las casas de Retel, Guisa, Laón y Reims, y a este fin, ordenamos a los directores de dichas casas que reciban al mencionado Hermano en calidad de tal y pongan en su conocimiento cuanto en ellas sucede.

Dado en París, a quince de julio de mil setecientos ocho,

De La Salle.

41B Obediencia del Hermano José

A 30 de julio de 1709

Nos, el infrascrito, Presbítero, Doctor en Teología, Superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, enviamos al carísimo Hermano José a las casas de Guisa, Laón, Reims y Retel y Troyes para que gire en ellas la visita.

En fe de lo cual firmamos las presentes. Dado en París, a treinta, de julio de mil setecientos nueve,

De La Salle.

41C Obediencia del Hermano José

A 16 de noviembre de 1711

Nos, el infrascrito, Presbítero, Doctor en Teología, Superior de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, declaramos a cuantos corresponda que enviamos al carísimo Hermano José, de dicha Sociedad, para visitarlas casas de Moulins, Dijón, Troyes, Reims, Retel, Laón, Guisa, Calais, Boulogne, Roán, San Yon, Darnetal, Chartres, Versalles y San Dionisio, dependientes de la mencionada Sociedad de las Escuelas Cristianas.

En fe de lo cual firmamos las presentes. Dado en París, a dieciséis de noviembre de mil setecientos once,

De La Salle

42 Al Hermano Matías

A 3 de diciembre [1706]

1 Es Vd. el primero a quien escribo este mes, carísimo Hermano.

2 Qué más deseo yo sino consolarle en sus penas; pero bien ve que no podré conseguirlo sino en cuanto las conozca, y no acabo de ver cuáles son.

3 Vd. me comunica tan sólo que no se encuentra bien de salud. No sé si ése es el único motivo que le mueve a pedirme que le deje venir a París o que le envíe fuera de donde está. Déme a conocer la verdadera causa.

4 No me informa Vd. de casi nada en sus cartas. Se contenta con repetirme un sinfín de veces la misma cosa, cuando bastaría explicarla una vez.

5 Déme a conocer todas sus penas. Si provienen de que no le escribo, en adelante le escribiré cuantas veces lo haga a los Hermanos; mas cuide, por favor, de escribir mejor sus cartas y con mejor ortografía, pues apenas las puedo leer.

6 Siga ocupándose durante la oración mental en los actos de la preparación. Hace bien en aplicarse especialmente al recogimiento interior y a la lucha contra las distracciones.

7 Me da como única razón para que le traslade el que no se aclimata en Reims. Hágase cargo de que entre nosotros tiene que acomodarse uno dondequiera que le envíen los Superiores, pues la obediencia ha de ser la regla principal y el mayor consuelo de los Hermanos.

8 No acabo de comprender por qué dice que está disgustado del modo como se le trata. Explíquemelo y veré de remediar su pena.

9 Tenga la seguridad, carísimo Hermano, de que yo sólo ansío su bien y el sosiego de su alma, y que soy todo suyo en Nuestro Señor,

De la Salle

43 Al Hermano Matías

París, a 18 de noviembre de 1707

1 Recibí su primera carta anteayer, carísimo Hermano, y hoy la segunda, que me remiten desde Roán. Sea cual fuere el sitio en que yo me halle, tiene que dirigirme siempre sus cartas a París. Le escribo el día en que, según Vd. dice, espera la contestación de su primera.

2 ¿Quién ha podido decirle que Dios no le quiere a Vd. en el empleo en que se halla?

3 Ahí está Vd. a gusto, ahí está sosegado, ahí está tranquilo mientras encuentra quien le aliente. Ya sé yo, carísimo Hermano, que necesita Vd. apoyo, pero, mientras lo tenga, se mantendrá firme.

4 Estoy informado de que vino Vd. a París.

5 Yo creo que adolece Vd. más del espíritu que del cuerpo.

6 Mientras sea obediente, Dios le sostendrá.

7 Lamento que esté Vd. disgustado. Haré cuanto de mí dependa para consolarle.

8 Me pide Vd. autorización para venir a París; ya ve que el invierno no es tiempo apropiado para viajes.

9 Excelente es la proposición que me hace de empezar una novena para pedir a Dios la gracia de cumplir su santa voluntad. Póngase del todo en manos de Dios y viva en buena armonía con el Hermano..., y El le bendecirá.

10 No sé en qué ni de parte de quién ha podido tratársela a Vd. de manera inhumana.

11 Ni acabo de ver que sea tan pesado como da Vd. a entender lo que dice le ha hecho el Hermano Poncio. Se atormenta Vd. demasiado el espíritu y eso le perjudica grandemente.

12 Tenga la seguridad de que haré por Vd. cuanto me sea dable, y quedo, carísimo Hermano, todo suyo, en Nuestro Señor,

De La Salle.

44 Al Hermano Matías

A 30 de diciembre de [1707]

1 No sé, carísimo Hermano, por qué me escribe Vd. de manera tan descomedida y tan opuesta a la verdad.

2 Hasta el presente no le he dado motivo para ello, pues sólo he procurado su bien y, si le trasladé adonde ahora se encuentra, fue después de haberme Vd. Importunado mucho durante muchísimo tiempo.

3 En lugar de ir contando sus penas a personas extrañas, descúbraselas al Hermano Poncio, o escríbale cuando se ausente de Mende.

4 Le tengo a él encargado que resuelva en esa región cuanto convenga al bien de los Hermanos.

5 Después de haberme importuna do Vd. tanto para que le enviara tan lejos, no debiera ahora pretender volverse tan pronto. Hágase cargo de que no se puede mandar venir de tan lejos a los Hermanos ni enviarlos ahí antes de Pascua, y que no se ha de viajar durante la cuaresma para dispensarse del ayuno.

6 Tenga la seguridad, carísimo Hermano, de que, en conformidad con lo que me escriba el Hermano Poncio, haré cuanto convenga en favor de Vd. Por consiguiente, descúbrale sus penas y todo su interior, y verá cómo Dios le bendice por ello.

Soy en Nuestro Señor, carísimo Hermano mío en Nuestro Señor [sic], todo suyo,

De La Salle.

45 Al Hermano Matías

A 13 de enero [1708]

1 Me parece, carísimo Hermano, que hace Vd. los ejercicios de piedad con muy poca aplicación y muy poco afecto. Con todo, no atraerá sobre sí las gracias de Dios, sino practicándolos con amor y de la mejor manera que le sea posible.

2 En su carta se muestra Vd. apasionado; eso no esta bien; yo no le he dado motivo para ello.

3 Si le envié adonde ahora está, ha sido porque me estuvo Vd. solicitando durante tres meses que le mandara muy lejos.

4 Por lo que mira a sus penas, mientras desee Vd. escribirme confiadamente, yo procuraré disiparlas.

5 Ya tomaré medidas para que le encaminen a Vd. hacia Dios con suavidad y no con dureza, y nada omitiré para procurar su bien y su salvación; pero, por su parte, proceda con más delicadeza y no guiado por la pasión o el malhumor.

6 ¿Hace Vd. oración? ¿Comulga? Ambas cosas son difíciles de hacer en las disposiciones en que Vd. se halla.

7 Ore, carísimo Hermano, y pida a Dios que se cumpla en Vd. su santa voluntad. Yo se lo pediré también con ahínco.

8 Tiene que acudir a Dios, carísimo Hermano, y trabajar en su salvación. No abuse de los medios que para ello Dios le concede.

9 Dos hermanos suyos vinieron aquí el domingo pasado y me dijeron que le escribiera a Vd. animándole a permanecer tranquilo en el estado en que se halla, porque en modo alguno podía haber para Vd. otro mejor.

10 Las personas a quienes ha consultado, no le conocen a Vd. bien.

11 Rogaré mucho a Dios por Vd. Le deseo feliz y santo año nuevo y me digo, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle.

12 Me pide Vd. autorización para escribir a sus padres después de haberlo hecho: ya ve que eso no está bien.

46 Al Hermano Matías

A 8 de febrero [1708]

1 Duéleme mucho, carísimo Hermano, que le apenen mis cartas. Con todo, nada le escribo que dé pie para ello. Le escribo con la mayor cordialidad que me es posible, y nada le digo que no sea por su bien. Por tanto, debe Vd. echarlo todo a buena parte.

2 Me place que, según dice, cumpla Vd. bien sus obligaciones. Yo lo ignoraba, por más que Vd. asegura que lo sabía.

3 No tengo por qué darle autorización para escribir a sus padres, puesto que, antes de que pudiera contestar a su carta, sus dos hermanos vinieron a decirme que había Vd. escrito dos veces a su madre, ya fallecida, por lo que les entregaron a ellos la carta. Está, pues, claro que escribió antes de solicitar el permiso; lo que está muy mal hecho.

4 Me apena grandemente que no se encuentre Vd. bien. Cuide mucho, con todo, que su enfermedad no sea en parte imaginaria, pues en París parecía estar mejor de salud que lo que Vd. decía.

5 Ni de lejos se me ha ocurrido hacerle venir a París. No accedí a que emprendiera Vd. tan largo viaje para que regresara tan pronto.

6 No se atormente, por favor, con nonadas, como suele.

7 Creo haberle avisado ya que sus hermanos me dijeron que le mantuviera donde está, por ser lo más ventajoso para Vd. y lo mejor que puede hacer. Veo complacido que es Vd. del mismo parecer y que gustoso prefiere quedarse ahí.

8 Déjese, pues, por favor, en lo sucesivo, de antojos, y no quiera guiarse por lo primero que se le ocurre.

9 Ya dispondré de tal modo las cosas, que esté Vd. contento de aquellos con quienes tenga que vivir.

10 También procuraré, después de Pascua, colocarle fuera de Mende, puesto que así lo desea, todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

47 Al Hermano Matías

A 23 de marzo [1708]

1 Yo creo, carísimo Hermano, que está Vd. tan bien como puede estarlo, y que debe vivir contento con el Hermano que actualmente tiene cargo de dirigirle.

2 Procure, por tanto, cumplir bien su deber y aplicarse a los ejercicios [de comunidad], pues ellos son los que habrán de santificarle y conducirle a Dios.

3 Forme el propósito de vivir muy recogido y tome todos los medios que puedan ayudarle para lograrlo.

4 Proceda de tal modo, que aumente lo más posible el número de sus discípulos.

5 Estoy bien persuadido de que el Hermano que vive con Vd., no es enfadoso y de que con él se encuentra Vd. a gusto.

6 ¿No la da vergüenza decir: "¡que un joven tan apuesto como tenga que vivir en este estado!"?

7 ¡Feliz Vd. por hallarse en el estado en que se encuentra, estado santo, santificador, que le honra en vida y le ayudará a salvarse!

8 ¡Que es Vd. un joven guapo y apuesto! ¿Cómo puede hablar así de su propia persona? ¿Le parecen esas expresiones propias de un religioso ?

9 Si muestro desagrado por sus cartas, es que escribe Vd. a veces cosas del todo inconvenientes. Esmérese en hacerlo con más cordura y educación.

10 Ya ve también cuán mal está incomodarse y guardar rencor.

11 No menos se dará Vd. cuenta de que es muy feo encolerizarse y guiarse por arrebatos de mal humor. Todo eso es más de irracionales que de personas sensatas.

12 No se deje dominar por la impaciencia en la escuela, pues así no es posible conseguir ni orden ni silencio.

13 Las réplicas no se avienen en modo alguno con la sumisión que debe Vd. practicar.

14 Muy mala norma de conducta es guiarse por lo primero que se ofrece al espíritu, ya que tantas veces nos asaltan pensamientos extravagantes.

15 Déjese guiar por la obediencia, y verá cómo Dios le bendice.

16 Yo le pido que le colme a Vd. de sus gracias y me repito, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle.

48 Al Hermano Matías

A 4 de abril [1708]

1 Mucho me ha complacido, carísimo Hermano, la buena disposición en que ahora se halla de permanecer en su estado, que tan propio es para santificarle, y de cumplir fielmente los deberes que impone.

2 No tengo intención de colocarle junto al Hermano Cipriano. Tampoco le conviene a Vd. el Hermano Alberto. No sabe Vd. muchas veces lo que pide.

3 Me gustaría mucho saber si, al presente, hay alguna razón que le impida continuar en la casa en que se halla.

4 Yo creo que tiene Vd. motivos para estar satisfecho del Hermano que le dirige y, por tanto, que Dios desea de Vd. se esté ahí tranquilo y permanezca con él. Y pues me dice que disponga de Vd. como más convenga para su bien, eso es lo que me parece más oportuno.

5 ¿Por qué ha de ser lo mejor para Vd. que le traslade lo antes posible? Yo no lo veo así. Vive Vd. en compañía de un Hermano bueno que le dará ejemplos excelentes.

6 Motivo tiene para pedirme disculpa por sus cartas, pues a veces han sido no sólo muy indiscretas, sino bien ofensivas, y no entiendo cómo puede llegarse a escribir en tal forma.

7 A pesar de todo, yo he procurado no darme por ofendido ni sentirme personalmente agraviado.

8 Me pide Vd. que le ponga en compañía de Hermanos buenos, y ya lo está. ¿De qué se queja? Sea, le ruego, de humor uniforme, constante, dócil; de lo contrario, el Señor no le bendecirá.

9 Me encomiendo en sus oraciones durante este santo tiempo, y me digo, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle.

49 Al Hermano Matías

A 13 de abril [1708]

1 Mucho me agrada, carísimo Hermano, que esté dispuesto permanecer gustoso en la comunidad; yo haré cuanto pueda por ayudarle a superar las dificultades que en ella se le ofrezcan.

2 También tomaré las providencias oportunas para que no se quede mucho tiempo donde está; pero tiene que aguantar aún un poco.

3 Yo me encargaré de que no le molesten; mas tiene que cumplir las reglas, que son las mismas en todas partes. Harto sabe que no debe haber diferencias entre las distintas casas.

4 Cuentan que viven ahí ustedes muy libres. Tal vez a Vd. le han concedido demasiada libertad. Tiene que ajustarse de nuevo a la observancia, como lo hacía en París.

5 Se dice también que comen a veces fuera de casa: ya sabe que es del todo contrario a las reglas, y que nunca ha de irse a casas ajenas, sean de quien fueren.

6 Hay que cumplir el deber no sólo en la escuela, sino también durante los ejercicios de piedad, pues sin éstos la escuela no puede funcionar bien.

7 Cuando se haya aplicado con regularidad y por algún breve tiempo a los ejercicios piadosos, dejarán de serle molestes. Hay que hacerse un poco de violencia por amor de Dios durante algún tiempo.

8 Avíseme si el Hermano Antonio adopta prácticas que no sea conformes al uso ordinario de la comunidad y en qué se diferencian esas prácticas de las del Hermano Poncio; pero no me escriba hasta que lo haga el Hermano Antonio.

9 Dicen que al Hermano Sebastián le están muy pequeños los zapatos y que a Vd. le van bien. Tómelos, pues, y no se haga repetir dos veces la misma cosa.

10 Que le hagan a Vd. unos pantalones, si los necesita. Yo me cuidase que le proporcionen cuanto Vd. necesite.

11 Sea, pues, fiel en cumplir bien las reglas, y Dios le bendecirá y colmará de sus gracias.

12 Ruéguele que le mantenga siempre en las disposiciones en que ahora se halla de ir en lo sucesivo a donde yo tenga por conveniente enviarle.

13 También le ruego que sea muy dócil con su director.

Soy, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle

50 Al hermano Matías

[1708]

1 No sé, carísimo Hermano, por qué me escribe tantas cartas a la vez. No ganaremos para portes de cartas. Escriba con el Hermano que le dirige; con eso hasta, Y nunca lo haga sin su permiso. Ya comprende que ha de hacerse todo con orden.

2 Veré la manera de cambiarle pronto de residencia.

3 Sea, por tanto, observante, prudente y dócil, pues Dios no le habrá de bendecir sino en cuanto lo sea.

4 ¿Por qué quiere desayunar los domingos y días de fiesta?

5 Muchas veces se expresa Vd. en sus cartas como quien carece de la debida sumisión. Procure, por amor de Dios, ir adquiriendo mucha docilidad; le es muy necesaria.

6 Ya echo de ver que estima Vd. demasiado la libertad; pero créame que habría de serle muy perjudicial.

7 Hay que ser observante y dócil. El Hermano Antonio ¿pretende de Vd. cosa alguna que no se le exigiría si estuviese Vd. aquí? Si así lo hiciere, avísemelo y daré las órdenes oportunas.

8 Tiene razón el Hermano Antonio para no consentir que se corra por la ciudad, andando de acá para allá. Bien sabe Vd. que eso no es conveniente a los Hermanos. Tal vez ha procedido Vd. hasta ahora con excesiva libertad. Hágase cargo de que en esto tiene que reformarse.

9 Ruego a Dios le comunique su espíritu, y me repito, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle

51 Al Hermano Matías

A 16 de mayo [ 1708]

1 En contestación a sus dos cartas le diré que he escrito al Hermano Poncio para que vaya a Mende y ponga orden en todo. Creo que podrá cambiarle a Vd. de residencia y llevarle [a vivir] consigo.

2 Pláceme conocer la disposición en que está de ir a donde quiera yo destinarle. No estoy dispuesto por ahora a acercarle ni destinarle a París.

3 Leo con gusto que está Vd. contento en esa tierra en que vive, y que, quiere darme en lo sucesivo tantos consuelos como disgustos me ha ocasionado hasta ahora.

4 Procuraré, como me lo suplica, que tenga muchos discípulos y que su voluntad continúe dispuesta a cumplir el deber; pero, por favor, que sea tanto en lo relativo a los ejercicios de piedad como respecto de la escuela.

5 Mucho me contenta que quiera Vd. disponerse a ser apto para todo; y cuando me escribe, a darme cuenta de su conciencia; ruégole que sea exacto en ello.

6 No dejaré de rogar a Dios, como Vd. me lo suplica, que le conceda la perseverancia hasta el fin de sus días.

7 El Hermano Poncio le proveerá de cuanto necesite. Muestre al Hermano Antonio los pantalones. Sujétese a todo cuanto él le diga.

8 Tenga la seguridad de que Dios no ha de bendecirle sino en la medida que sea dócil.

9 Es vergonzoso indisponerse con el Hermano que le dirige y encolerizarse contra él.

10 Examine bien si las distracciones que padece durante las oraciones vocales y mentales no tienen por causa su excesiva disipación y derramamiento al exterior.

11 Procure darse de lleno, según me lo promete, al recogimiento y a la sujeción que le es tan necesaria, según Vd. mismo confiesa. Esas son las principales virtudes en cuya adquisición debe empeñarse.

12 Bien sabe que ha de permanecer en casa, ocupándose en los ejercicios de piedad, y no andar correteando por las calles de la ciudad. Los paseos ya se dan todos los días de asueto.

13 Tengo la seguridad de que en adelante será Vd. exacto y fiel en no hacer nada sin permiso, y que desea ser muy observante, dado que está dispuesto a cumplir su deber, el cual se resume en la regularidad.

Soy todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

14 Sus familiares me suplicaron le rogase a Vd. de su parte que siga tranquilo donde está y que no les vuelva a escribir sin motivo ni por la posta, como a veces ha hecho.

52 Al Hermano Paulino

A 25 de octubre

1 ¡Ay, carísimo Hermano! ¿Por qué se intranquiliza tanto pensando en sus padres? Yo creo que ellos no piensan para nada en Vd. ¿Por qué se acongoja tanto a causa de ellos? Déjelos en sus negocios y atienda Vd. a los suyos.

2 Repítase a sí mismo aquello que decía Nuestro Señor, que quien vuelve la cabeza atrás no es digno de El.

3 Mucho me consuela que esté Vd. ahora resignado a la voluntad de Dios por lo que se refiere a la escuela. Dios le ha de bendecir por su docilidad de espíritu, no obstante sus anteriores repugnancias.

4 Consiento gustoso, carísimo Hermano, que emita votos por tres años. Dispóngase a ello para cuando esté yo en Roán.

5 Tiene que resignarse a sufrir durante toda su vida, sean cuales fueren el lugar y la situación en que se hallare; por consiguiente, dispóngase a sobrellevar con sosiego todo lo que Dios le envíe en el estado en que le ha puesto.

6 Cuide mucho, le ruego, la observancia exacta del silencio. Es una de las cosas que más contribuyen a establecer la regularidad en las comunidades.

7 Vigile sobre todo sus relaciones con el Hermano Martiniano, que es muy hablador. No se quede a solas con él.

8 Aniquile en Vd., le suplico, los deseos que sólo tiendan a satisfacer sus gustos. No tenga otro deseo que el de agradar a Dios. Para eso está Vd. en el mundo y en el estado que abrazó.

9 Desea que le envíe con el Hermano Bernabé, porque es conocido suyo. ¿Cómo se atreve a pedirme tal cosa? ¿No ve que es sólo natural? Pida a Dios que se cumpla en Vd. y por Vd. la divina voluntad. Esta petición le será mucho más útil.

Soy todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

53 Al Hermano [Roberto]

[1705]

1 Recibí su carta, carísimo Hermano; mucho me, consuela el saber que su alma disfruta de plena tranquilidad. Pido a Dios, que le mantenga en ella.

2 También me ha causado mucha alegría la buena disposición en que está, según me comunica, de perseverar en la Sociedad hasta el fin de su vida, y esta alegría se acrecienta mucho más por el deseo que me descubre de volver al noviciado.

3 Eso es señal del deseo grande que tiene de crecer en virtud; lo cual me complace en extremo.

4 Tiene que amar la pobreza, carísimo Hermano. Nuestro Señor fue muy pobre, aunque pudo ser rico. Debe, pues, Vd. imitar a tan divino modelo.

5 En cambio, paréceme que no quisiera Vd. carecer de nada para vivir contento. ¡Ea!, ¿quién no desearía ser pobre con esa condición? Aun los magnates y potentados del mundo, ¿no dejarían todas sus riquezas para disfrutar de tal ventaja, que los haría más felices que los príncipes y reyes de la tierra?

6 Acuérdese, le ruego, de que no vino a la comunidad para disfrutar todo género de comodidades y gustos, sino para abrazarse con la pobreza y con sus consecuencias. Digo sus consecuencias, porque de poco le serviría amar la virtud si no amase todo lo que de ella se sigue y que le ofrecerá oportunidades de practicarla.

7 ¡Dice Vd. que es pobre! ¡Cuánto me agrada esa palabra! Pues decir que es pobre significa que es Vd. feliz. "Felices vosotros, los pobres", decía Jesucristo a sus apóstoles. Lo mismo le repito yo a Vd.

8 ¡Oh cuán feliz le considero, pues dice que nunca ha sido tan pobre! Tanto mejor: nunca ha tenido Vd. tantos medios de practicar la virtud como ahora.

9 Podría añadirle a este respecto lo que un Papa ilustre respondió en cierta ocasión a un jesuita que le manifestaba la extrema pobreza de la casa en que vivía, la cual, afirmaba él, jamás había estado tan pobre. "Mejor para vosotros -le respondió-; cuanto más pobres seáis, la pobreza os hará mejores."

10 Vigílese mucho en esos principios de fundación para no dejarse disipar.

.....................

De La Salle.

54 Al Hermano Roberto

1 de mayo [1708]

1 Sea fiel, carísimo Hermano, en dejarlo todo a la primera campanada, y que se toque con exactitud en cuanto el reloj haya dado la hora.

2 No es juicioso gritar a las mujeres ni correr tras de los niños. Es necesaria mayor sensatez.

3 Le ruego que imponga el silencio en su casa.

4 Guárdese sobre todo de conversar con los niños sólo por curiosidad.

5 No se preocupe de lo que se diga en las calles, y vaya por ellas recogido. Tiene Vd. obligación de edificar a la gente.

6 La causa de que padezca tantas arideces y distracciones en la oración radica en que lleva Vd. vida muy derramada y habla con exceso.

7 Guárdese de leer por curiosidad. La lectura espiritual no se ha establecido con ese fin, sino para disponer a la oración.

8 Nada aprovecha el dejarse dominar por el desaliento.

9 Dése arte para que sus discípulos sean asiduos; es cosa de importancia.

10 Es deshonroso, dar bofetones a los discípulos. Evite la impaciencia.

11 Conozco al Sr. Párroco, y bien sé que sólo es capaz de dar buenos consejos.

12 Le ruego que se porte debidamente con el Hermano y que todo ande bien concertado en su casa.

Soy todo suyo, en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle.

55 Al Hermano Roberto

A 21 de mayo [1708]

1 No debe Vd. desazonarse por causa del Hermano, sino que ha de procurar vivir en paz con él.

2 Si alguna cosa no anda bien, bastará que Vd. lo diga al Hermano José cuando esté en Roán o, si se halla ausente, al Hermano Bartolomé, para que apliquen oportuno remedio.

3 Usted, por su parte, sea exacto en la obediencia, virtud que debe tener en altísima estima, por ser la primera virtud que ha de observarse en comunidad.

4 Toque exactamente tan pronto como el reloj haya dado la hora, y siempre en punto. Es cosa de mucha importancia.

5 No se retrase, le ruego, cuando llaman a la puerta; es ése uno de los deberes del portero.

6 No sea negligente al levantarse; ponga en ello sumo cuidado, por ser falta que desagrada mucho a Dos.

7 Tampoco se ponga a charlar con los Hermanos cuando los encuentra a su paso.

8 Ni se deje vencer por la curiosidad, que es gran obstáculo para la virtud.

9 Cuando vaya a Roán, dé cuenta al Hermano José o, si él está ausente, al Hermano Bartolomé.

10 Es de mucha trascendencia que practique Vd. las penitencias del comedor, porque le ayudarán en gran manera a la enmienda de sus defectos.

11 Por amor de Dios, sea muy exacto en la obediencia.

12 El tiempo es muy precioso; Dios le pedirá cuenta de que haya malgastado.

13 Aplíquese mucho a la lectura espiritual; le será muy útil para disponerse a tener buena oración.

14 Las sequedades que padece en la oración mental y en la sagrada comunión, provienen de que no es diligente ni piensa en las cosas espirituales fuera del tiempo dedicado a la oración.

15 No se prive de la comunión; la necesita Vd.

16 Ejerza solícita vigilancia sobre los niños, pues no hay orden en la escuela sino en cuanto se vela por los escolares, y de ello depende también su aprovechamiento.

17 El medio de corregirlos no será la impaciencia, sino la vigilancia y el buen ejemplo.

18 Ayúdelos, le suplico, a ser muy modestos y muy piadosos en la Iglesia y durante las oraciones; es una de las cosas que más debe inculcarles.

19 No sé por qué dice que, si cayera enfermo, se le despediría. Se le atendería con cuidado.

20 Debiera Vd. poner más esmero en lo que escribe. No hay manera de leer sus cartas, porque no escribe tres palabras seguidas, y aun se olvida de algunas. En adelante, aplíquese más, por favor.

Soy todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle.

21 Me sorprende la falta de discreción que ha cometido, diciendo al Hermano Dionisio que yo le había ordenado a Vd. darme cuenta de la conducta que él observa; eso está muy mal.

22 No se le vuelva a ocurrir, por favor, hablar de ese modo; bien se le alcanza que tal proceder sólo puede servir para inquietarle a él, indisponerles a ustedes dos entre sí, y a él conmigo. Todo eso tiene más importancia de lo que Vd. piensa.

56 Al Hermano Roberto

A 7 de diciembre [1708]

1 No me declara Vd., carísimo Hermano, cuál fue la causa de que dejara de comulgar; debiera haberme manifestado el motivo.

2 Evite con cuidado el dejarse arrastrar por la impaciencia y la irritación.

3 Entre ustedes debe abundar la unión; con los seglares, la urbanidad; con los escolares, la paciencia.

4 Sea exacto en asistir a los ejercicios de piedad y en no ir sin permiso a ninguna parte.

5 Es preferible omitir algún ejercicio para ocuparse de algo indispensable, antes que disponer para ello del tiempo dedicado a la escuela; pues el tiempo de escuela no debe acortarse ni un momento.

6 Cuando tenga que hablar en casa, sea muy exacto en hacerlo en voz baja y sólo en caso de verdadera necesidad. Nunca ha de hablarse de lejos, ni desde las ventanas.

7 No se distraiga con pensamientos de la escuela durante la oración: cada cosa a su tiempo.

8 Tome precauciones para que no disminuya el número de los escolares, como consecuencia de sus desaires, y enséñelos bien, para que no se vayan de la escuela.

9 No hay que adelantarlos de lección, sino cuando estén en condiciones. Esto importa mucho; pues de otro modo no aprenderán nada.

10 Tiene que industriarse para comprar libros, con tal de que sean buenos y que yo sepa [previamente] de qué tratan.

11 Mande hacer camisas y demás ropa interior si hace falta, pero envíeme [antes] el inventario de la ropa de que dispone y de la que se necesita.

12 No hay que recibir el menor regalo de los padres de los alumnos, ni de los alumnos mismos.

13 Procuren ser todos muy observantes, vivan muy unidos entre sí y Vd. muéstrese muy respetuoso con el otro Hermano y con los de fuera.

Soy todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle.

57 Al Hermano Roberto

A 26 de febrero [1709]

1 Considere, carísimo Hermano, que puede haber escandalizado notablemente a esa vecina hablándole en forma tan airada. Debe Vd. mostrar siempre cordura en sus palabras, sobre todo tratando con extraños.

2 Proceda también con mucha caridad respecto del Hermano. Cuando haya algo que corregir, dígaselo al Hermano José para que él ponga remedio.

3 Hará bien despidiendo a las personas que acuden para hablar con el Hermano durante la lectura espiritual y la oración.

4 Guárdese de comer fuera de las comidas: eso no es admisible; el hambre que le parece tener entonces no pasa de tentación.

5 Sea exacto en tocar la campana en cuanto el reloj haya dado la hora; tiene eso su importancia en las comunidades.

6 Cuide mucho de no mentir jamás: es falta muy notable; y no se deje vencer de la curiosidad: esto perjudica mucho.

7 Ahí radica probablemente la dificultad que encuentra para dedicarse a la oración y demás ejercicios [piadosos].

8 Durante la misa de los escolares, a lo que debe Vd. aplicarse es a velar por ellos.

9 Esté sobre sí para no pegarlos, es falta muy notable; toda precaución que en este punto tome, será, pequeña.

10 Hace bien procurando el adelantamiento de los escolares, para que aumente su número; pero también con el fin de cumplir su obligación.

11 Conténtese con que la escuela dé principio a su hora.

12 Esmérese por que la escuela funcione siempre bien, tan bien como la regularidad en casa.

Soy todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle.

58 Al Hermano Roberto

A 26 de abril [1709]

1 Procedió Vd. muy mal, carísimo Hermano, disputando tan agriamente en San Yon; eso nunca debe hacerse, y en los Hermanos es bochornoso. Me alegro mucho de que haya hecho penitencia por esa falta.

2 Cuando tenga algo que pedir en San Yon, hable en voz baja y solicítelo moderadamente.

3 Sea asiduo a los actos de comunidad y puntual en dejarlo todo a la primera campanada.

4 Acostúmbrese a hablar siempre quedo y de cerca, no a distancia; a acudir con prontitud a la puerta y a tocar puntualmente tan pronto como el reloj haya dado la hora.

5 Aplíquese mucho a vivir recogido: ya ve cuán necesario le es

6 Evite a toda costa golpear a los niños; es falta muy notable.

7 Veo con sumo gusto que está su casa bien concertada.

8 Sea exacto en la obediencia y en no hacer nada sin permiso; eso lo atraerá especialmente las bendiciones de Dios.

9 Cuide mucho de que el mundo no penetre en su casa, y soporte por amor de Dios las molestias que le ocasionen fuera.

10 ¿Qué necesidad le apremia a escribir a su hermana?

11 Sean exactos en dejarlo todo para acudir a los ejercicios [de piedad].

12 El Hermano no tiene por qué preocuparse de la huerta. Si se ofrece en ella algún trabajo, Vd. tiene que hacerlo o un hortelano.

13 Sean todos fieles a la lectura espiritual.

14 Pláceme que el Hermano no salga de casa; manténgale en tan buena costumbre.

15 Procure conservar la igualdad de humor en la escuela, y no dejarse llevar de la impaciencia. No es serio lanzar la palmeta a los escolares, y resulta vergonzoso darles cachetes, sobre todo en la iglesia.

16 Me alegro de que tenga tantos [discípulos]. Ponga sumo interés en que adelanten mucho.

17 El Hermano Tomás debe darle a Vd. lo que necesite sin tantas consideraciones. No es exacto que tenga orden de mortificarle, pero Vd. debe proceder en todo decorosamente.

18 No se estila entre nosotros pesar el pan que ha de servirse a los Hermanos; cada uno toma lo que ha menester; a Vd. deben darle la sal que necesita.

19 Hace bien acomodándose al tiempo y sufriendo de buena gana.

20 Me alegro de que funcione bien su escuela y de que tenga número suficiente de niños; procure instruirlos bien.

21 ¿Qué Hermano dio dinero a un niño para que le comprase rapé y quién es ese niño?

22 Siempre que llegue Vd. a saber algo que vaya contra las reglas, debe comunicármelo.

23 No entiendo lo que quiere decir cuando afirma que el Hermano compra libros para ir a Roán.

24 Diga al Hermano Tomás que no necesitan los Hermanos órdenes [firmadas] para pedir lo que les es indispensable, y que él debe dárselo.

Soy todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano,

De La Salle.

59 Al Hermano [Roberto]

[1709]

1 Me parece, carísimo Hermano, que debería ser más dócil confiado de lo que es.

2 No hemos venido a la religión para andar en regateos con nadie. No se han de poner condiciones: la sumisión debe ser norma de nuestra conducta.

3 Tenga por seguro que Dios no le bendecirá sino en cuanto se conduzca de ese modo.

4 Por amor de Dios, no formule jamás proposiciones parecidas a las que hizo en su última, pues no se avienen con la obediencia.

5 Cierto es que debemos esperarlo todo de la gracia de Dios; pero, en las comunidades, no se obtiene la gracia sino en la medida que cada uno se sujeta a la obediencia.

6 Pida, pues, que Dios le dé obediencia ciega; nada necesita tanto.

7 Guíese por las inspiraciones y no por sus repugnancias y dificultades. No se dan pruebas de sumisión cuando uno no siente repugnancia, pues en tales ocasiones todos obedecen con facilidad, sino precisamente cuando se la supera.

8 Me alegro mucho de que sienta Vd. tanta inclinación a la virtud. La que principalmente debe practicar es la sumisión.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle

60 Al Hermano [Roberto]

[1709]

1 Mucho me alegro, carísimo Hermano, de que haya salido del miserable estado en que permaneció durante tanto tiempo, y de que reconozca la mudanza que Dios ha obrado en Vd.

2 Le aseguro que nunca experimento mayor alegría que cuando me entero de que adelantan animosos por los senderos de la justicia los que están confiados a mi dirección.

3 Pido a Dios, carísimo Hermano, que continúe lo que ha comenzado en Vd., y le doy gracias por haberle infundido amor a la santa virtud de la mortificación.

4 Y puesto que ya reconoce al presente sus faltas, por ejemplo su escasa obediencia y poca observancia regular, etc., piense, le ruego, ante Dios en los medios de enmendarse.

5 Y ya que comprueba que todo ha nacido de su inmortificación y falta de docilidad, procure esmerarse en ser más mortificado y sumiso.

6 Mucho me contenta el total rendimiento que hace de sí mismo para que se pueda disponer de Vd. para todo.

7 Y pues está dispuesto a obedecer en cuanto se ofreciera, no diga jamás "yo quiero": tal expresión es impropia del obediente.

8 Creo sin dificultad que sentirá Vd. repugnancia en obedecer; bastante hará con superarla.

9 No olvide que quien santifica las acciones de los que viven en comunidad es la obediencia.

.....................

61 Al Hermano Roberto

[1709]

1 Las penas que Vd. cree haberme ocasionado no me duelen en absoluto por lo que a mí se refieren, carísimo Hermano. Lo único que me apena es que no acabe Vd. de entender lo que le conviene.

2 Tenga por seguro que lo más conveniente para Vd. será aquello que la obediencia le depare.

3 Por eso, al presente, debe ordenar su conducta no sólo en lo que a Vd. respecta, sino también en relación con los demás; ya que no puede agradar a Dios sino aviniéndose con los otros, ni puede adquirir la paz y tranquilidad del corazón sino mostrándose condescendiente con los demás, a los cuales debe servir de modelo.

4 Insisto pida a Dios que le toque el corazón y le haga dócil a sus inspiraciones.

5 Esmérese en tenerle contento con sus acciones, por mi parte, también rogaré por Vd.

6 Espero que las penas que le afligen no le impidan seguir los ejercicios del retiro, y aprender en ellos a obedecer como conviene. Practíquelos, porque yo se lo suplico.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle.

62 Al Hermano Roberto

A 3 de noviembre [1710]

1 Sea prudente, por favor, carísimo Hermano, y no haga nada fuera de propósito.

2 Remediaremos la situación de esa casa lo mejor que nos fuere posible.

3 Vaya, le ruego, a Roán y diga al Hermano Director que le dé por compañero de vida al Hermano Luis.

4 Es un Hermano prudente del que, a mi ver, quedará Vd. contento.

Soy todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle.

5 En breve le escribiré con más detenimiento; ahora me urge la posta.

63 Al Hermano Severino

París, a 13 de julio de 1706

1 No hay motivo para torturarse el espíritu, carísimo Hermano, por, haber calumniado, según Vd. dice, a una mujer ya difunta.

2 Y, para reparar la calumnia, no es necesario ni conveniente, que se traslade Vd. al lugar donde cometió la falta.

3 Limítese a seguir el consejo del confesor, esto es, escribir al Sr. Cura de aquella parroquia para suplicarle diga al marido de dicha mujer que es falso cuanto le dijeron de su difunta señora, y que quien hizo tal delación se desdice como de cosa falsa.

4 Con eso, le descargo de todo ante Dios. Así pues, no se inquiete más por ello.

Soy todo suyo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle

64 Al Hermano [Tomás]

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He ahí el medio para conquistar el afecto y la estima de los habitantesde esa villa, en la que aún no se les ama; tendrán que sufrir un poco, pero no ha de durar la situación. Por lo demás, estén seguros de que Dios les dará siempre lo necesario para vivir, mientras Vds. le sirvan con fidelidad.

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65 Al Hermano Director de Calais

Roán, a 28 de enero de 1719

1 No creo, carísimo Hermano, haber dado motivo al Sr. Deán de Calais para decir que soy del número de los apelantes.

2 Nunca pensé apelar, como tampoco se me ocurrió abrazar la doctrina de los apelantes al futuro concilio.

3 Harto respeto me merece nuestro santísimo Padre el Papa, y sobrada sumisión las decisiones de la Santa Sede para dejar de acatarlas.

4 Quiero conformarme en esto con San Jerónimo, quien, en una dificultad suscitada en el seno de la Iglesia por los arrianos, que exigían de él admitiese en Dios tres hipóstasis, (l) creyó deber consultar a la Cátedra de San Pedro, sobre la cual sabía, dice él, que estaba edificada la Iglesia, y dirigiéndose al Papa Dámaso, le manifestó (2) que si Su Santidad le ordenaba reconocer en Dios tres hipóstasis, a pesar de los inconvenientes que en ello encontraba, él no temería confesar las tres hipóstasis. Por lo cual concluyó su carta este santo (3) suplicando instantemente a Su Santidad, por Jesucristo crucificado, que es el Salvador del mundo, y por la Santísima Trinidad de las Personas divinas en una misma naturaleza, se sirviese autorizarle, por escrito, para confesar o negar en Dios tres hipóstasis.

5 Ni el Sr. Deán ni ningún otro deben, pues, sorprenderse de que, conformándome con este ilustre santo, tan docto en cuestiones de religión, me baste que quien hoy está sentado en la Cátedra de San Pedro se haya declarado, mediante una Bula aceptada por casi todos los obispos del mundo, y haya condenado las ciento una proposiciones extractadas del libro del Padre Quesuel, para que yo, después de decisión tan auténtica de la Iglesia, diga, con San Agustín, que la causa está terminada.

6 Estos son mi parecer y mi disposición, los cuales nunca han sido diferentes y de los que jamás me apartaré.

Su muy humilde y afectísimo, carísimo Hermano, en Nuestro Señor,

De La Salle, presbítero.

(1) mihi cathedram Petri censui consulendam... super illam petram aedificatam Ecciesiam scio.
(2) discernite, si placet, obsecro, non timebo dicere tres hypostases, si jubetis.
(3) obtestor beatitudinem tuam per crucifixum mundi salutem, per homousion trinitatem, ut mihi epistolis tuis sive tacendarum sive dicendarum hypostaseôn detur auctoritas.

66 Anónimo [director]

1 Veo con gusto, carísimo Hermano, la buena disposición en que está de trabajar resueltamente por corregir sus defectos y vencerse.

2 Cuando se ofrezca alguna ocasión de impaciencia, acuda instantemente a Dios. Y, para cooperar de su parte a vencerla, guarde silencio y no se mueva hasta que haya pasado la ocasión.

3 Humíllese, considerando su flaqueza, cuando vea que ha caído en alguna falta.

4 Sea fiel en declararlas, y esté seguro de que la dificultad que experimente al hacerlo, unida a la penitencia que se le imponga, le ayudará a corregirse de ellas.

5 Tiene razón cuando afirma que las consideraciones que se hace a veces, relativas a las penalidades que encuentra en su estado, son ardides del demonio, el cual sólo busca desanimarle e impedirle sobrellevar con amor las dificultades que le son anejas.

6 Esté persuadido de que la felicidad del cristiano consiste en hacerse violencia para soportar todas las penas que Dios envía.

7 Yo le ruego que le otorgue a Vd. esa gracia.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle.

67 Anónimo [Director]: misma persona

1 Mucho me alegra la buena disposición en que está, carísimo Hermano.

2 Me felicito por la estima que tiene de su estado.

3 Trate de conservar esa gracia y haga esfuerzos para que entre ustedes haya mucha caridad, que les mueva promover la salvación del prójimo; que todo se haga entre ustedes con urbanidad y decoro, como conviene entre hermanos que deben amarse mutuamente y soportarse unos a otros las faltas.

4 Así atraerán las gracias y bendiciones de Dios sobre ustedes. Para conseguirlo, tienen que conllevarse mutuamente.

5 Pídale mucho a Dios esa paz y esa unión.

6 Es cierto, como Vd. dice, que necesitan mucha caridad para se mantenga la paz entre ustedes; mas tengan por seguro que no necesitan menos la excelsa virtud de la obedecida, noble fruto de la santa caridad; y mientras en su comunidad reine el espíritu de sumisión, Dios no dejará nunca de bendecirla.

7 Yo deseo también, tanto como Vd. que se mantenga la paz. Procuren conservarla, y el Dios de la paz permanecerá con ustedes.

8 Ya me doy cuenta de que, como Vd. afirma, no sobra ahí el orden. Trate de poner remedio.

9 Pláceme que tenga Vd. aversión a los cargos. Conserve siempre tales sentimientos, y Dios le bendecirá por ello.

Soy todo suyo, carísimo Hermano.

De la Salle.

68 Anónimo [Director]: misma persona

1 No adivino por qué ha tardado tanto descubrirme la tentación que ha tenido, carísimo Hermano. ¿No sabe que el mal está medio curado cuando se da conocer al médico?

2 Ya ve cuán débil es, aun después de haber renovado la protestación de ser todo de Dios.

3 No es verdad que en su estado se sufra sin mérito; todos los estados tienen sus penas. No le ha da maravillar en que tenga que padecer; así lo ha ordenado Dios, que pretende por ahí acrecentar nuestros méritos.

4 ¡Ah, carísimo Hermano! ¡Si hubiera Vd. soportado con paciencia las molestias que le ocasiono el Hermano... cuántas gracias de Dios no habría merecido! Cuide, pues, en adelante de sufrir con paciencia.

5 Si quiere ser grato a Dios, ofrézcale sus penas en unión con las de Jesucristo Nuestro Señor.

6 La turbación que le producen sus faltas no puede acarrearle ningún provecho. Lo que únicamente importa es pensar, en loa presencia de Dios, qué medios ha de tomar para enmendarlas.

7 Un poco de paciencia, y Dios lo calmara todo.

8 Cavila Vd. demasiado.

9 Ponga mucho cuidado en no dejar traslucir a los demás que está afligido...

De La Salle

69 Anónimo [ Director ]

1 Tiene que tomar a pechos, carísimo Hermano, el corregir su ligereza e irreflexión. Es vicio que debe Vd. vigilar mucho en sí, pues le causa mucho perjuicio.

2 Esté sobre sí para no obrar por costumbre. En sus acciones guíese, más de lo que parece hacerlo, por miras de fe.

3 Ahogue los resentimientos que le inquietan, cuando tiene que padecer humillaciones, pues estas le acarrear mucho provecho, si las recibe con buenas disposiciones.

4 Procure aniquilar los razonamientos que le acuden a la mente en relación con lo que se le ordena, y jamás se atreva a enjuiciarlo.

5 Sea fiel en dejarlos todo a la primera campanada, es punto de importancia; no menos que aplicarse a la lectura espiritual, que la será muy útil para la oración.

6 También el examen le es muy necesario.

7 Las distracciones que le aquejan durante la oración, provienen de la disipación de su espíritu; combátala. por favor.

8 No se inquiete por sus confesiones. En ese punto procederá con mucha sencillez. Las congojas que le asaltan a ese respecto, lo mismo que acerca de las comunicaciones, considerarlas como tentación del demonio.

9 Esmérese por conseguir que los niños recen con devoción.

10 No se aparte de su sitio; y, en este particular, no de oídos a ningún pretexto.

11 Sea moderado cuando tenga que corregir, y no lo haga cuando se sienta turbado por la impaciencia.

12 Pida el parecer al Hermano José sobre lo que propone mandar leer durante el desayuno.

13 Bueno es que entre en si para recapacitar sobre sus debilidades, y humillarse por ellas.

14 Cuanta mayor repugnancia le inspire una cosa, tanto mayor gusto ha de poner en hacerla.

15 Hace bien ejecutando cuanto se el ordena, pese a la repugnancia que en ello siente.

16 Evite el hacer señas en casa; es falta notable.

17 Siga el método durante la santa misa.

18 Cuando mas silencio se observe en la escuela, mas abundara en ella el orden; cuide, pues, que se guarde.

19 Consiento gustoso en quien emita Vd. votos por tres años en lo fiesta de la Santísima Trinidad.

Todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano.

De la Salle.

70 Anónimo [Director]

[Enero 1706]

1 Debiera, carísimo Hermano, tomar todo género de precauciones para no hablar de modo tan altanero como me dice Vd. que lo hace algunas veces; no cuadra con el espíritu de  Dios ese modo de expresarse.

2 Por tanto, brillen en todas sus conversaciones la humildad y la mansedumbre. "La lengua apacible, dice el sabio, quebranta las cosas más duras." Nada le hará tan grato a Dios y a los hombres como esas dos virtudes.

3 Pero, si debe hablar con humildad y mansedumbre a sus Hermanos, no ha de proceder con menos miramientos en el trato con los de fuera. Así lo exige San Pablo de todos los cristianos.

4 No desdeñe, por tanto, nunca a nadie; es muy poco edificante. Hable, al contrario, con decoro, lo cual es muy conforme al espíritu de Dios.

5 Guárdese mucho también de hablar a sus discípulos con excesiva desenvoltura; eso enajena todo respeto.

6 En la escuela ha de evitar con cuidado las ligerezas, pues originan muchos daños.

7 Es contrario a nuestras reglas explicar el catecismo en la Iglesia.

8 Y no debe admitirse a dicha explicación ninguna persona del otro sexo.

9 Ni debe darse de beber a los escolares.

10 Ni pedir la misa de San Nicolás, sino mandarla decir.

Soy todo suyo en Nuestro Señor, carísimo Hermano.

De La Salle.

71 Anónimo [Director]

[14 de septiembre de 1709]

1 Ya sabe, carísimo Hermano, que debemos amarnos mucho unos a otros y, en prueba de ello, soportarnos mutuamente las faltas a que la flaqueza humana nos arrastra con frecuencia.

2 Así se cumple particularmente el precepto de la caridad, la cual debe abundar en Vd.

3 Es necesario amar a los Hermanos para poder corregirlos con dulzura y caridad; pues, generalmente, sólo así la reprensión produce fruto.

4 Los Hermanos tienen que vencerse para enmendarse de sus defectos; luego Vd. debe, a su vez violentarse para corregirse de los suyos y darles buen ejemplo.

5 Ordinariamente les corregirá mejor por este medio que con todas las duras reprensiones que pueda dirigirlos.

6 No se alarme cuando alguno caiga en falta; antes al contrario, avíselos en forma cordial y alentadora y, sobre todo, en pocas palabras, que eso es de mucha importancia.

7 Procure, le ruego, emplear con ellos medios persuasivos y proceder de tal modo que una de sus principales preocupaciones sea fomentar la unión entre sus Hermanos.

8 Pido a Dios que le conceda a Vd. mismo esa unión.

...............

De La Salle

72 Anónimo [Director]

[15 de septiembre de 1709]

1 Procure, carísimo Hermano, no leer por curiosidad, que el hacerlo constituye falta muy notable.

2 Pláceme mucho, en cambio, que saque de la lectura mucho aliento. Hágala con el mayor esmero que le sea posible.

3 Le será de mucha ayuda para la oración mental, en la cual debe Vd. esmerarse en estar [seriamente] ocupado.

4 La lectura espiritual contribuirá también mucho a que se haga Vd. hombre interior y vaya progresando en virtud.

5 Es para mí motivo de suma alegría que se complazca Vd. en guardar las Reglas. El mucho amor que manifiesta por ellas es indicio de que vive en su vocación.

6 Tiene razón para dolerse de que las reglas no se observen con exactitud. Con todo, lo que ha de poner remedio a esas faltas no será el pesar que experimente por que se quebrantan sino el buen ejemplo que dé con su observancia; Vd. ha de ser como el primer motor y quien contribuya con su digno proceder a que se guarden.

7 ¡Pues qué! ¿Tan difíciles parecen algunas de ellas? Tendría gusto en que me la señalaran.

8 Usted anímese a ser piadoso, modesto y fiel observador de las reglas. Con ello dará buen ejemplo a sus Hermanos.

9 Pido a Dios le conceda esa gracia.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle.

73 Anónimo [Director]

[1710-1711]

1 No adivino por qué, carísimo Hermano, reina tan poco orden en su casa.

2 ¿No será porque Vd. quebranta el silencio? Examínelo. Se quejan de que habla Vd. demasiado alto.

3 Esmérese, pues, en guardar exactamente el silencio. Harto que sabe el silencio y recogimiento son dos medios para hacerse hombre espiritual.

4 Guárdese bien de hablar por las calles.

5 Procure andar siempre pausadamente; y vaya rezando el rosario con mucha devoción; merced a ello, guardará Vd. los ojos, ocupará la mente

74 Anónimo [Director]

1 Tome precauciones para estar siempre muy atento durante la santa misa, carísimo Hermano

2 Las distracciones que no se rechazan, impiden oírla.

3 Sígala según el método prescrito en la Sociedad, esto es, actuándose interiormente: para Vd. Es el mejor; comiéncela con sentimientos de confusión [o penétrese de sentimiento de humildad].

4 No se olvide de agradecer a Dios todas las mercedes que le ha concedido, pues la ingratitud por sus beneficios le es sumamente desagradable.

5 Es verdad que en la diócesis de Reims se celebra la fiesta de la Visitación el día 8. Sigan la costumbre de la diócesis en cuanto al día. En cuanto al oficio, nosotros nos atenemos al rito romano; pero si ustedes carecen de libros y, en cambio, tienen los de la diócesis, hagan como puedan.

6 Razón tiene Vd. para decir que está loco por las capillas.

7 Debiera vivir sobre aviso para no andar tan preocupado por lo externo.

8 Ya sabe que yo no tolero todas esas capillas en la escuela. Por tanto, le ruego que entregue a los escolares los objetos que el Hermano N... ha dejado en la escuela.

9 Puede guardar, con todo, el cáliz pequeño para enseñar [a los niños] a ayudar a misa.

.......................

De La Salle

75 Anónimo [Director]

[Diciembre de 1706]

1 Bien ve, carísimo Hermano, que no tiene motivo para atormentarse tanto con ocasión de los cambios.

2 Ya ve que el empleo que ahí tiene le conviene mucho más que el que tenía anteriormente.

3 Yo paso muchos apuros, si tengo que trasladar el personal.

4 Estoy seguro de que Vd. podría evitar muy bien el desorden de los niños del Hermano N..., en la iglesia e imponer la disciplina que falta en la escuela; por eso le ruego que se hagan las cosas como antes.

5 Fácilmente se hará cargo de que sería indiscreto y molesto para los extraños, que se repitieran los traslados con frecuencia.

6 Me disgustó mucho, carísimo Hermano, haber salido de ahí sin despedirme de Vd. Le llamé varias veces y, como no acudiera, creí que no estaba en casa.

7 Que todos, le ruego, se conduzcan ahí debidamente. Si algo no va bien, me gustaría que me avisara.

8 Dése trazas para que esas escuelas funcionen lo mejor posible. Yo pondré de mi parte cuanto pueda para contribuir a ello.

9 Saludos al Hermano M... y me digo, carísimo Hermano, todo suyo en Nuestro Señor,

De La Salle

76 Anónimo [Director]

1 Fue efectivamente falta muy notable, carísimo Hermano, haber comido y bebido fuera de casa.

2 Loado sea Dios que se lo ha dado a entender y le ha puesto en la disposición de no reincidir.

3 Ya sabe que tales cosas escandalizan, y que son efecto de la gula o de una cobarde condescendencia.

4 Anímese, por amor de Dios, a ser muy observante para reparar esa falta.

5 Me causa mucho consuelo ver que es Vd. más desprendido [?] y más prudente en Reims que en París.

6 También doy gracias a Dios porque ha experimentado Vd. mejoría en la dolencia de los ojos que le aquejaba. Yo me cuidaré de que se provea lo necesario para su curación.

7 N me dice Vd. con precisión quién es el que estuvo enfermo.

8 Vele sobre sí para reprimir esos prontos, y trate de llevar vida menos derramada.

9 Pido a Dios que le conceda esa gracia y un poco menos de actividad en el obrar. Es cosa que no conviene.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle

77 Anónimo [Director]

1 Harto sabe, carísimo Hermano, que entre las cosas de mayor trascendencia en comunidad, figura el tocar exactamente a la hora, sobre todo para levantarse por la mañana.

2 Sea muy puntual en dejarlo todo a la primera señal, a la primera campanada; ya sabe Vd. que eso tiene su importancia en la comunidades.

3 Debe dejarse todo a la primera campanada para iniciar el ejercicio tan pronto como termina el toque; a esta fidelidad vincula Dios ordinariamente muchas gracias.

4 El tiempo de oración y de lectura nunca debe emplearse en otra ocupación. Por amor de Dios, sean en esto muy exactos, y que todos los ejercicios se tengan puntualmente a la hora señalada.

5 Hay que hacerlo, además, todo por principio de regularidad. Dios no bendecirá sus acciones sino en la medida de su fidelidad a ese principio. Y se privan de muchas gracias quienes son poco fieles a él.

6 Pida, por tanto, mucho a Dios esa fidelidad. Yo también se la pediré a Dios para Vd.

Soy todo suyo en Nuestro Señor y en su santo amor, carísimo Hermano.

De La Salle

78 Anónimo [Director]

[A 23 de agosto]

1 Siento muchísimo, carísimo Hermano, el disgusto que le han causado esos dos Hermanos. ¡Qué poco sumisos deben ser!

2 Comprendo perfectamente que, si los Hermanos carecen de docilidad, no pueda haber concierto en esa casa.

3 Cuando no quieran comer un día, no hay que darles de comer al (día) siguiente.

4 El primer día lo harán por antojo y el siguiente como penitencia de su antojo. Ni por asomo hay que rogarles que coman.

5 Hizo Vd. bien mandándole que fuese a comer con los demás.

6 También hizo bien por la tarde no dándole la cena. Es lo que procede siempre que alguno se niegue a obedecer.

7 Y así, le ordeno diga al Hermano... que le he mandado yo a Vd. no se le dé de comer cada vez que se empeñe en seguir sus caprichos y se muestre poco sumiso.

8 Nunca se ha de echar mano de la fuerza en las comunidades, no es prudente; pero, si no queda otro remedio, hay que disminuir la comida.

9 Si ustedes beben sólo agua, agua bebemos todos. No hubiera debido Vd. comprar cerveza.

10 Evite a toda costa que esos dos Hermanos procedan a su talante, y no tolere que dejen de cumplir las penitencias.

11 No se por qué dicen que nadie da cuenta de su conciencia.

12 No autorice a los Hermanos la lectura de libros que no sean piadosos. Eso no es prudente ni tolerable.

13 Le ruego tome medidas para que reine en esa casa la absorbencia.

14 El día de la octava del Santísimo Sacramento, por la mañana debe seguirse la distribución de los días festivos y, por la tarde, la de los días de asueto, excepto que no se va de paseo.

15 Vele mucho sobre sí para no dejarse vencer de la flojedad espiritual, pues Dios escatima sus gracias a los cobardes y remisos; poco de cuanto hacen logra éxito.

16 Ruego a Dios le colme de sus gracias.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De la Salle

79 Anónimo [Director]

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1 Todo director ha de tener paciencia tan grande y virtud tan probada, que llegue a considerarse como el receptáculo a donde van a parar todas las inmundicias de la casa; o sea, que ha de estar dispuesto a soportarlo todo, sin manifestar por nada pena ni disgusto...

80  Anónimo [Director]

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1 Tiene Vd. la culpa; porque no se esmera en adquirir la igualdad de ánimo que tanto necesita. Los Hermanos se quejan de que le encuentran siempre de humor distinto, y dicen de común acuerdo que se parece Vd. a la puerta de una cárcel...

81 Anónimo [Director]

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1 ¡Bueno!, carísimo Hermano, de modo que quiere Vd. que yo siga encargándome de su dirección. Lo haré con gusto, a condición, sin embargo, de que me haga Vd. el capítulo sin adularme. Como es Vd. el más antiguo de nuestros Hermanos, le corresponde hacerlo...

82  Anónimo [Inferior]

1 Yo creo, carísimo Hermano, que no abriga Vd. dudas sobre lo muy necesaria que le es a Vd. la virtud de la humildad.

2 Ya ve que le falta la total rendición de juicio. ¡Ea!, carísimo Hermano, trabaje, le ruego, por adquirirla, docilidad y paciencia: tres virtudes inseparables y que necesita Vd. en igual medida.

3 Haga esfuerzos, pues, por adquirirlas, e irá viendo que, cuanto mejor las posea, tanto mayor descanso y contento disfrutará en su estado.

4 Yo nada omito para lograr consolar su pena; pero, créame, carísimo Hermano, el medio mejor para verse libre de ella será la adquisición de las virtudes que acabo de proponerle.

5 Me parece, con todo, a juzgar por su última, que no pone Vd. el debido empeño en adquirirlas. Ande con cuidado, le suplico, pues sin ellas no hará cosa de provecho ni que agrade a Dios. Ni dentro ni fuera hará Vd. sin ellas cosa que valga la pena.

6 Ya ve que el haber faltado a esa virtud le impidió comulgar el día de Reyes.

7 Por amor de Dios, carísimo Hermano, cambie de conducta.

Todo suyo, etc.

De la Salle

83 Anónimo [Inferior], el mismo

1 Lejos de darse por sentido, carísimo Hermano, de que le reprenden sus faltas pasadas, debería, al contrario, bendecir a Dios sin cesar por ello. Otra vez se lo repito: procure sacar provecho de esas advertencias.

2 Eche a buena parte lo que se le diga en la advertencia de los defectos. Ese ejercicio le será muy útil, si sabe aprovecharlo.

3 ¿Dónde está su humildad, si le resulta imposible sufrir lo que le ocasiona tan ligera confusión?

4 Bien veo ahora lo que desea, carísimo Hermano, gustoso se proclama fiel amador de la humildad, y confiesa que estima Vd. mucho esa virtud; pero, al mismo tiempo, huye de la humillación cuanto le es posible. ¿De qué le servirá amar la virtud si rehuyera ponerla en práctica?

5 ¡Cómo! ¡Se lamenta Vd. de que los otros no tienen caridad bastante, y no se lamenta de que Vd. mismo carece de humildad! ¿De qué le servirá tener tan buenas disposiciones para esa virtud, sino para hacerle más culpable a los ojos de Dios?

6 No vuelva a ocurrírsele en lo sucesivo quejarse de las advertencias que le hicieren, ni se imagine que el Director esté disgustado con Vd.

7 Si él es tan puntual en reprenderle e imponerla a Vd. penitencias, y no lo es tanto con los otros, será porque le ve a Vd. mejor dispuesto para recibirlas y porque desea más [que el de los otros, será porque le ve a Vd. mejor dispuesto para recibirlas y porque desea más [que el de los otros] su progreso en la virtud.

8 Tome medidas para que sea eso verdad y, en adelante, ponga su principal cuidado en alegrarse de las reprensiones y penitencias que le impongan y en corregirse de sus faltas.

9 No hay mejor medio que aprovechar las ocasiones. Vele, pues, sobre sí para no dolerse de lo que es un bien para Vd.

10 Pido a Dios que le conceda esa gracia,

y soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle

84 Anónimo [Inferior], el mismo

1 Cuide, carísimo Hermano, de no darse por sentido cuando le llamen la atención por sus faltas.

2 Sea cual fuere la forma en que lo hagan, mucho peor trataron a Jesucristo, de quien Vd. se proclama discípulo.

3 Si lo es efectivamente, deberá alegrarse por que le tratan como a su Maestro, el cual llevó con paciencia toda suerte de injurias, y lo mismo hicieron los santos, sus servidores.

4 Por tanto, cuando le avisan de modo que parece ofensivo, o como que se le desprecia, adore la justicia de Dios en la persona de quien le advierte.

5 Debería amar mucho ese ejercicio, carísimo Hermano, y mirarlo como medio que Dios le da para que corrija sus faltas y, aunque no sacara de él otro provecho que la humillación, ya sólo por eso debería desearlo y amarlo.

6 Esté sobre aviso para no dolerse de sus faltas por la penitencia que se le pueda imponer para expiarlas; pues sería indicio de que más busca Vd. su descanso y apetito sensual, que a Dios, y de que sirve a Dios como esclavo.

7 Cumplir de buena gana las penitencias que se le impongan será una de las cosas que más gracias le merezca. Hágalo con gusto: se lo suplico.

De La Salle

85 Anónimo [Inferior]

1 Si la divina y adorable providencia quiere dejarle en el estado en que se encuentra, carísimo Hermano, debe Vd. fiarse de ella y querer lo que ella quiere.

2 A eso estamos obligados por nuestra profesión, y continuamente debemos adorar sus designios sobre nosotros.

3 Si desea salir de ese estado para buscar consuelos, es de temer que busque Vd. su propio consuelo más bien que al Dios de los consuelos.

4 No desconoce que la virtud del religioso es la obediencia.

5 Por tanto, aun cuando le costara más que le cuesta, debería obedecer por amor de Dios.

6 Bien lo ve, carísimo Hermano; las dificultades que experimenta proceden de falta d docilidad.

7 Lo que ha de hacer en tales casos, si quiere verse libre de inquietudes, es cerrar los ojos del alma y decirse a sí mismo: por obediencia ejercitaré lo ordenado, no obstante mis razones y repugnancias.

8 Procediendo así, se verá pronto libre de congojas.

9 Mucho me ha complacido la sencillez con que me escribe.

10 Trataré de ayudarle en cuanto pueda; pero no se contente con declararme en general que es Vd. poco observante; ha de decirme en qué, para poder yo indicarle los remedios adecuados.

11 Estoy conforme en que vaya Vd. ideando un método.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De la Salle

86 Anónimo [Inferior]

1 No sé por qué dice, carísimo Hermano, que dura la oración cinco cuartos de hora más bien que una hora. Yo creo que la oración dura en todas partes lo mismo y concluye a la misma hora.

2 Se desazona Vd. porque la oración le parece demasiado larga, señal de que la estima poco.

3 ¡Ah, mi carísimo Hermano!, La oración es el sostén del alma: ¿se atreverá a desatenderla?

4 Si no encuentra materia en un acto, pase al siguiente; en los períodos de la aridez, acuda a las reflexiones.

5 Humíllese entonces en la presencia de Dios, considerando sus faltas.

6 La vida disipada que lleva, es la causa de las dificultades que tiene para aplicarse a la oración, y el indicio y consecuencia del desconcierto de su interior; por tanto, vigílese mucho para desligarse de ese defecto.

7 Ponga la máxima aplicación en aprender bien el método de oración que se usa en la Sociedad, y sígalo. No me sorprende que, no siguiéndolo, halle tantas dificultades para darse a la oración

8 Ahora tiene proporción de ocuparse con Dios y de entrar frecuentemente en sí mismo; hágalo, por favor.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle.

87 Anónimo [Inferior]

1 Siento sumo consuelo, carísimo Hermano, al ver que ama Vd.apasionadamente su estado, y bendigo a Dios por ello.

2 Me pide Vd. el último puesto entre sus Hermanos: ya veré si en lo sucesivo me será posible acceder a sus súplicas.

3 Dice que a veces no acierta a callarse; debe tratar de conseguirlo. Gran ciencia es saber callar a tiempo.

4 Dice también que teme le falte la paciencia suficiente para soportar tanto como hay que sufrir. Esa ha de ser su preocupación de todos los días. El silencio y la circunspección le ayudarán a alcanzarlo.

5 Sea muy exacto en guardar silencio; es uno de los principales puntos de observancia, sin el cual las casas caen pronto en el desconcierto.

6 Quizá me diga que tiene deseos grandes de guardarlo, pero que la ocasión en que se encuentra continuamente de contestar a los que le preguntan, no se lo permite.

7 ¡Disculpa frívola! ¿A caso no sabe en qué ocasiones debe responder y en cuales ha de callar?.

8 La caridad sola debe moverle a contestar, en cualquier otra ocasión ha de guardar silencio.

9 Si otro le habla cállese.

10 Hable siempre a su director con respeto, considerando que representa la persona de Dios para con Vd.

11 Evite con cuidado el contradecir en los recreos. Nunca deben manifestarse en ellos opiniones contra los Hermanos.

12 Manténgase siempre en estas disposiciones.

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De La Salle

88 Anónimo [Inferior]

[Septiembre 1709]

1 En todo cuanto haga, tenga entendido, carísimo Hermano, que nadie es feliz en este mundo sino en cuanto obra con la mirada fija en Dios, movido de su amor y únicamente por agradarle.

2 Al parecer, el amor es en Vd. muy débil; y no me sorprende que diga Vd. que piensa rara vez en Dios. ¡Ah! ¿Cómo es posible adelantar en la virtud del santo amor, si no se piensa nunca en quien ha de ser objeto único de nuestros pensamientos?

3 Convénzase de que, mientras permanezca en tal estado, sentirá repugnancia por todas las virtudes.

4 Ya ve que no practica ni una siquiera en las sequedades que padece.

5 Por tanto, humíllese profundamente en la presencia de Dios. Demuéstrele que se tiene por tan feliz como si experimentase consolaciones, y que a El es a quien busca, no sus consuelos.

6 Cuando se vea en la tribulación, acuda a Dios para manifestarle que, siendo su refugio, El ha de ser su consuelo.

7 Aplíquese a los ejercicios de piedad, para que no se vea luego obligado a decir que, habiendo empezado en el espíritu, acaba en la carne, o sea, de modo meramente natural.

8 Sin la ayuda de la mortificación, es imposible hacerlo todo con la mira puesta en Dios.

En su santo amor, me digo carísimo Hermano todo suyo.

De la Salle

89 Anónimo [Inferior]

1 Bien sabe , carísimo Hermano, cuánto importa seguir las inspiraciones que Dios le envíe.

2 Son muy estimables, porque Dios subordina ordinariamente a ellas sus gracias. No se las concede a Vd., para que queden estériles. Sabe vengarse cuando no se corresponde.

3 Son, pues, cosa de mucho precio las inspiraciones que Dios nos envía, ya que no nos comunica sus gracias sino en proporción de nuestra fidelidad en seguirlas.

4 Esa es una gracia particular que Dios le ha hecho; e indicio de que Dios le quiere en su estado.

5 El medio seguro de que ha de echar mano para evitar la desgracia en que pensó es la obediencia y la acusación diaria.

6 Persuádase de que esos dos ejercicios le impedirán sucumbir en la tentación.

7 Ponga singular ahínco en desechar todos los pensamientos que tiendan a apartarle de su estado.

8 Escuche al Espíritu Santo, que le habla en lo íntimo del corazón.

9 Ruego al Señor le conceda esa gracia.

Todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle

90 Anónimo [Inferior]

1 Aplíquese mucho a la presencia de Dios, carísimo Hermano: considere su práctica como la suprema felicidad para Vd.

2 Debe ejercitar en grado no pequeño la reserva y la atención sobre si, para que le procuren esa divina presencia.

3 Gracias a ellas, conseguirá vencerse en las ocasiones que se le ofrezcan y no ejecutar sus acciones de modo meramente humano, porque le inducirán a tener siempre por blanco de todas ellas la voluntad de Dios, que es lo único que debe proponerse como fin.

4 No sin razón dice Vd. que vive demasiado distraído; efectivamente así es y aun con exceso, carísimo Hermano; pues, tan poco frecuente es en Vd. el pensamiento de la presencia de Dios, que ni en los ejercicios más santos lo conserva.

5 Trabaje, le ruego, en hacer cuanto hiciere con la mira puesta en Dios y por sentimientos de fe, ya que éste es el espíritu de su estado.

6 Le compadezco mucho a causa de la situación en que se encuentra, y siento de veras la pena que le aflige por verse obligado a rechazar de continuo los pensamientos inútiles que le asedian.

7 Pero he de decirle que, si le abruman tanto, es porque no hace los ejercicios de piedad con el debido fervor y porque pierde el tiempo en muchas cosas inútiles.

8 Suplícole en nombre de Jesucristo que trabaje por vencer la negligencia sobre esos puntos, ya que ninguna otra cosa puede perjudicarle tanto en el servicio de Dios.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle

91 Anónimo [Inferior]

[1709]

1 Ni por asomo he pensado en desentenderme de Vd., carísimo Hermano; esperaba la respuesta del Sr... relacionado con las dificultades por que Vd. pasa. Tenga un poco de paciencia.

2 En año de tanta carestía como el presente, es natural que ayudemos a todos los Hermanos dondequiera que se hallen.

3 Ya ve Vd. que la Providencia le ayuda. Tenga la seguridad de que no ha de faltarle supuesto que Vd. se esmere en el servicio de Dios.

4 Cuando parece que todo y al mismo tiempo te va a faltar; que todos se conjuran contra ti; entonces suscita Dios a quien hable en tu favor y te proporcione lo que necesitas.

5 No creo que sea preciso suprimir el desayuno; Vd. puede privarse de él. Aquí se come pan moreno; se le sirve en la mesa. Igualmente en Reims se sirve media libra en cada comida, y cuatro onzas en el desayuno.

6 Me informan que todos los habitantes de Aviñón se ven reducidos a una libra de pan, que no pesa sino catorce onzas. A los Hermanos se les sirven cuatro onzas en el desayuno y cinco en la comida.

7 No puedo enviarle estampas, pues no tengo con que comprar pan para las cuarenta personas que aquí somos.

De La Salle

92 Anónimo [Inferior]

[Reims, a 14 de septiembre de 1709]

1 De veras, carísimo Hermano, que un poquito de humildad le vendría muy bien. Es demasiado soberbio, y eso lo perjudica mucho.

2 De no darse a la mortificación del espíritu y de los sentidos, insensiblemente vendrá Vd. muy a menos en la virtud.

3 Tenga por seguro que cuanta menos docilidad muestre, menor será la afición que sienta por las prácticas de su estado.

4 Nada me sorprende que, según dice, raras veces piense en Dios; no podría ocurrir otra cosa: le espantan a Vd. todas las virtudes y no se ejercita en ninguna.

5 No se piensa en Dios sino en proporción del amor que se le tiene. El suyo parece bien débil; si no lo remedia, va Vd. a perderse.

6 Tiene mucha necesidad de humillaciones. Examínese muy especialmente en este punto, y dispóngase a recibirlas con fe y agradecimiento.

7 Dominando las repugnancias que le inspiran las humillaciones, adquirirá muchas gracias y sofocará los bríos de la naturaleza.

8 Pido a Dios que le conceda esta gracia.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De la Salle

93 Anónimo [Inferior]

[1702]

1 Ya sabe, carísimo Hermano, que entre nosotros no se debe proceder ni por inclinación natural ni por antojo. Esmérese en esto, se lo suplico. Ponga todo empeño para que así sea.

2 Ya sabe que obrar por antojo es obrar más como irracional que como persona.

3 la mortificación es la que más se ejercita entre nosotros. Por tanto, debe Vd. considerarla como compañera inseparable.

4 Hemos de estar dispuestos a recibir humillaciones con espíritu de sencillez. No nos faltarán ocasiones para ello. Por tanto, no han de parecernos extrañas; antes debemos familiarizarnos con ellas; son siempre muy fructuosas.

5 Las penitencias sirven para poco, si no se hacen con espíritu interior; aplíquese a practicarlas de ese modo, y Dios le bendecirá por su medio.

6 Sea fiel en acusarse de sus faltas todos los días en el comedor; Dios vincula muchas gracias a ese ejercicio.

7 Pido a Dios le colme de ellas en este santo tiempo.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle

94 Anónimo [Inferior]

1 Las mortificaciones que le imponen, carísimo Hermano, son medios excelentes para ayudarle a progresar en virtud.

2 Según eso, cóbrelas gusto, por amor de Dios, sobre todo que son mortificaciones del espíritu, y ningún daño hacen al cuerpo.

3 Cuando se ofrezcan ocasiones, repítase interiormente: "Vuestro espíritu mortificaréis, y los sentidos frecuentemente". Y añada a continuación: "Dios mío, en la ocasión que se me ofrece, y la tengo por buena, porque contribuye a mortificarme".

4 Me ha alegrado mucho que en su última haya sido tan fiel en declararme las faltas en que incurrió.

5 Como penitencia, dése dos veces veinte golpes de disciplina y, hasta la Asunción siempre que pase al lado del Hermano N... le besará los pies y le pedirá perdón, con tal que no sea durante un ejercicio público.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle

95  Anónimo [Inferior]

1 Ya sabe, carísimo Hermano, que, para recibir los sacramentos con todas las disposiciones requeridas, hay que hacerlo con mucha fe y fervor.

2 Sea diligente en ejercitarse en actos de contrición antes de confesarse.

3 Guárdese bien de omitir la confesión [semanal].

4 La confesión y la comunión serán su fortaleza en las penas, y debe tener Vd. a gran dicha el comulgar con frecuencia.

5 Ha de poner empeño en corregir sus faltas, mas, si dejara la comunión por causa de ellas, el resultado sería aún peor.

6 No se debe comulgar después de haber desobedecido.

7 Pero no hay que abstenerse de hacerlo cuando se cae con flaqueza.

8 Acontece a menudo que, durante la noche, el demonio provoca esas impurezas naturales con el fin de estorbar la comunión. Por tanto, me parece que no se ha de omitir la comunión ni tampoco se ha de ayunar por ese motivo.

9 Si se comulgara todos los días, podría acaso omitirse, pero no me parece que deba cambiarse el día de la comunión, ya que está [señalado] para la comunidad.

......................

De la Salle.

96  Anónimo [Inferior]

1 En modo alguno tiene que acobardarse, carísimo Hermano, por las congojas que padece. Al contrario, debe humillarse a la vista de su debilidad y acudir a Dios, en quien y por quien lo puede Vd. todo.

2 Decisión y un poco de generosidad le darán la victoria sobre todas sus penas. Aproveche los tiempos de fervor para alentarse. Cuanto mejor domine su repugnancia por la mortificación, tanto más habrá de bendecirle Dios.

3 Por amor de Dios, no se entregue al desaliento. Sería indicio de que es aún muy débil.

4 Procure, pues, no apenarse por bada. No es prudente ni razonable turbarse interiormente por tan poca cosa.

5 Acabo de recibir su última, y de ella deduzco que ha cambiado mucho de disposición: se amilana Vd. a la primera dificultad que le viene al espíritu.

6 No se deje dominar tan fácilmente por el ardor excesivo. Un poco de paciencia, y Dios lo allanará todo. El quiere que con las penas gane Vd. méritos.

7 No haga nada sin permiso.

8 Vigílese para refrenar su vehemencia.

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De La Salle

97 Anónimo [Inferior]

1 No dejo ni dejaré de rogar a Dios por Vd., carísimo Hermano, para que le afiance en su vocación; en verdad necesita Vd. que sea El quien le sostenga en ella.

2 Me dará Vd. mucho contento si le ruega por mí. El cariño con que me escribe, carísimo Hermano, me llega al alma.

3 Le quedo muy agradecido del interés que ha mostrado por mi salud. Pido a Dios que se la dé a Vd. robusta y plena, y que le haga muy santo.

4 Para conseguirlo, debe ejercitarse mucho en la mortificación.

5 Sea muy fiel en dar cuenta de su conciencia. Esto le mantendrá en la paz y en el espíritu de su estado.

6 Ande con cautela para no hablar con excesiva libertad al Hermano Director, y adore a Dios en su persona.

7 Ya sabe que está muy mal salir solo o hacer alguna cosa sin permiso.

8 Aplíquese ante todas las cosas a ser muy prudente y observante. Con ello dará buen ejemplo a sus Hermanos.

9 Pido a Dios le conceda esa gracia.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De La Salle

98 Anónimo [Inferior]

1 Esté muy sobre aviso, carísimo Hermano, para no dejarse llevar de la impaciencia en la escuela. Es cosa de mucha importancia y que puede atraer la maldición de Dios sobre su escuela.

2 En la escuela se ofrecen muchas ocasiones de caer en esa falta. Hay que vivir muy sobre aviso para no incurrir en ella.

3 Por amor de Dios, no dé cachetes a los niños. No se conducen las almas a Dios ni al bien a fuerza de golpes.

4 Tampoco use nunca con ellos la vara. En cuanto al azote, no lo emplee sino por necesidad. Devuélvalo en cuanto lo haya usado, para no exponerse a echar mano de él en los arrebatos de impaciencia.

5 En resumen, vele mucho sobre sí mismo en la escuela para no dejarse dominar por ella [la impaciencia]

6 Sea muy puntual en tener cada ejercicio a su hora en la escuela, pues todo ha de estar en ella reglamentado para que reine el orden.

7 hay que hacerlo, pues, todo por espíritu de regularidad; si es fiel a ello, Dios bendecirá cuanto emprenda. Pídaselo mucho a Dios, que yo también se lo he de pedir por Vd.

En nuestro Señor y en su santo amor, me digo, carísimo Hermano, todo suyo,

De La Salle

99  Anónimo [Inferior]

1 Hágase cargo, carísimo Hermano, de cuán perjudicial es la ligereza en la escuela. Por eso, debe Vd., no solo evitar esa falta, sino ser fiel en acusarla.

2 Precisamente por caer en ella a menudo, debe acusarla con especialidad.

3 Dé, por tanto, de mano a esas ligerezas en la escuela, y no se precipite para corregir [a los niños], porque tales procedimientos minarían el orden.

4 Esmérese en enseñar bien a sus discípulos.

5 Pláceme mucho que se observen las reglas en las escuelas y en la casa mejor que anteriormente.

6 Nada haga en la escuela sin permiso.

7 Guárdese bien de tomar cosa alguna a los escolares: sería falta muy notable.

8 Tampoco consienta que se quejen a voz en grito en la escuela. No les dé ocasión, ni a sus madres motivos para lamentarse de ello.

9 Para evitarlo, hay que adoptar procedimientos que sean muy sensatos; pues, si los despide de la escuela porque gritan, los otros gritarán también para que se les deje salir.

10 Considere lo que le ha pasado y las malas consecuencias que de tal procedimiento se han seguido.

..........

De La Salle

100 Anónimo [Inferior]

1 Debiera decidirse, carísimo Hermano, a explicar las lecciones [¿religiosas?]. Para hacerlo bien, hay que empezar resueltamente por hacerlo mal, pues en los principios nadie es hábil para nada.

2 Me parece que se desazona Vd. demasiado por lo que es puramente exterior y que no es el fin de su estado, sino un solo medio para conseguirlo y que atañe, no a Vd., sino a los superiores , en cuyo querer debe Vd. confiar.

3 Con que enseñe a los escolares como sepa, quede tranquilo.

4 Ojalá fuera tan hábil en enseñar el catecismo, que es el fin de su estado, como lo es en la escritura, que no es sino medio.

5 Ya sabe cuánta necesidad tienen los Hermanos de estudiar el catecismo y cómo es a menudo una de las cosas más descuidadas.

6 Necesaria es la escritura, pero es evidente que el catecismo lo es aún más, dada su profesión.

7 Es lo primero a que debe Vd. atender, pues su primera preocupación debe ser inculcar en los escolares el espíritu del cristianismo.

8 No piense tanto en su escritura y en su aritmética; las cuatro operaciones le bastan. Y no se requiere tanto tiempo para aprenderlas.

Soy todo suyo, carísimo Hermano...

De la Salle

101  Anónimo [Inferior]

[Reims, a 21 de septiembre de 1709]

1 Quedo muy consolado, carísimo Hermano, viendo su buena voluntad. Rogaré al Señor para que se la aumente más y más.

2 No se maraville de las aflicciones que padece: el diablo tiene buen cuidado de no dejarle a Vd. en paz.

3 Su remedio lo encontrará acudiendo a Dios por la oración y descubriéndolas sencillamente a su Director y a mí. Verá cómo por ese camino Dios le ayudará a superarlas con facilidad.

4 Sean muy observante y muy dócil, y tenga la seguridad de que, mediante ello, le concederá Dios muchas gracias.

5 No debe inquietarse ni desazonarse por las tentaciones. Cuando le asalten, entréguese en las manos de Dios, como en su amantísimo Padre, y ruéguele que se sostenga, persuadido de que, por sus propias fuerzas, no lo conseguirá.

6 Acérquese gustoso a los sacramentos; en ellos hallará la fortaleza que necesita para superar las penas.

7 Sofoque todos los pensamientos (inoportunos) que le asaltan durante las oraciones.

8 Me parece que, a juzgar por el modo como Dios ha dispuesto las cosas respecto de Vd., y por los deseos que tanto tiempo ha tenido, Dios le llama al estado en que se encuentra.

9 A lo que debe ahora aplicarse, no es examinar su vocación, sino a corresponder a ella con fidelidad.

10 No debió abrazar su estado sino bien resuelto a tener que padecer en él. Supuesto lo cual, cuando se ofrezca alguna ocasión, no se llamará Vd. a engaño.

11 Preséntese a Dios cada día con cuanto tiene que padecer, para que El disponga de todo según su beneplácito.

12 Pido a Dios que le bendiga, y no le deje a merced de su inconstancia, que tan pronto le hace desear una cosa como otra.

13 Los que se entregan a Dios deben ser más estables, y no buscar sino a El. La inconstancia es indicio de que se prestan oídos mucho y con frecuencia a las propias ideas.

14 Ruego a Dios le comunique el espíritu de su estado.

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De La Salle.

102 Anónimo [Inferior]

a 15 de Mayo [1701]

1 Ande con cautela, carísimo Hermano, para no regirse por su propio juicio; esto no es bueno para Vd. y, de seguir haciéndolo, Dios no le bendecirá.

2 No hubiera debido desazonarse tanto porque el Hermano Director le rompió lo que Vd. había escrito, pues probablemente lo hizo porque escribió Vd. sin permiso, lo cual nunca debe suceder; y es muy justo destruir lo que solo es fruto de la propia voluntad.

3 Hizo Vd. bien declarando su disgusto al Hermano Director. Siga siendo fiel en descubrirlo todo, y Dios le bendecirá.

4 Vigílese mucho para no dejarse disipar, pues la disipación es muy perjudicial y seca mucho el corazón.

5 Sea puntual en cumplir las penitencias y en no hacer cosa alguna sin permiso, pues Dios no le bendecirá sino en cuanto obre con dependencia.

6 Acepte de buen grado que le adviertan; es uno de los mayores beneficios que le pueden hacer: considérelo así.

7 La presencia de Dios le será de mucha utilidad para ayudarle y alentarle a hacer con perfección sus obras.

8 Me alegro mucho de que encuentre facilidad para dedicarse a la oración. Este ejercicio es el que atrae las gracias de Dios sobre las demás.

9 Dedíquese también con particular atención a la lectura espiritual, que es de mucha eficacia para disponer debidamente a la oración.

10 Ya sabe que la santa misa es el primer ejercicio de religión; por eso debe seguirla con la mayor atención posible.

11 No se desazone a vista de lo que hacen sus Hermanos; a Dios le toca juzgarlos, no a Vd.

12 Esté sobre aviso en a escuela para no impacientarse, porque, en lugar de contribuir con ello al orden, lo dificultaría.

13 Pido a Dios que le dé su espíritu, y me digo en Nuestro Señor, carísimo Hermano, todo suyo,

De La Salle

103

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1 La disipación y la curiosidad perjudican mucho en el servicio de Dios. Trabaje, pues, carísimo Hermano, en restaurar su interior; bien sabe que esto es lo principal y lo que mejor conduce a Dios.

2 Los ojos son sus dos mayores enemigos. De ahí que deba Vd. velar continuamente sobre ellos para no dejarles ver sino lo que la necesidad exige.

3 El mayor bien que puede Vd. procurarse es el recogimiento y, cuando lo haya adquirido, podrá decir lo que Salomón dijo de la sabiduría, que todos los bienes le vinieron con él.

4 La curiosidad es uno de los mayores obstáculos a la piedad; por tanto, guárdese de ella y aplíquese ante todas cosas al recogimiento y a la presencia de Dios; ése es el medio más seguro para llegar a ser hombre interior. ¡Ea!, por amor de Dios, trabaje en ello.

5 Ya ve los males que la disipación le origina. Por consiguiente, refrene los ojos y la lengua. Nada es para Vd. tan importante como ejercitarse en ello.

6 Si lo hace, conseguirá tener presente s Dios en sus acciones, y se verá impulsado a hacerlas bien, tanto interior como exteriormente, pues Dios no se contenta con solo lo exterior de sus acciones, El quiere que las haga con aplicación interior.

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7 Se lamenta Vd. de que se ve obligado a combatir con un ejército de pensamientos inútiles; si se aplicara a pensar en Dios, no le serían tan frecuentes los pensamientos vanos.

104  Anónimo [Inferior]

1 Procure no impacientarse en el ejercicio de su ministerio; éste sería el medio de no conseguir en él fruto alguno.

2 Cuando se sienta agitado por la impaciencia, contenga ese movimiento y espere que haya pasado, para obrar; y cuando se deje arrastrar por impaciencias como las que me declara en su última, pida al Hermano Director que las castigue debidamente en Vd. y a costa de Vd.; éste resultará eficaz remedio para enmendarse de falta tan notable.

105  Anónimo [Inferior]

1 El espíritu de fe es cierta participación del espíritu de Dios que mora en nosotros, el cual nos nueve a regularnos y conducirnos en todo por sentimientos y máximas que la fe nos enseña. Por consiguiente, ponga todo su empeño en adquirir este espíritu, que le servirá de escudo en que se apaguen los dardos inflamados del demonio.

106  Anónimo [Inferior]

1 No le dé cuidado en porvenir; déjelo todo en manos de Dios que cuidará de Vd.

107  Anónimo [Inferior]

1 Procure, le ruego, en medio de sus achaques, entregarse por completo al querer de Dios, pues a El toca disponer de Vd. como bien le plazca.

2 No se deje amilanar por penas y dificultades; la vida está llena de ellas. Mientras es joven, váyase disponiendo a aceptarlas gustoso, y a servirse, como lo viene haciendo, de las máximas evangélicas para recibirlas bien y con provecho...

108  Anónimo [Inferior]

1 Tenga, le ruego, mucho amor a la observancia de las reglas, por que Nuestro Señor no le bendecirá sino en cuanto procure guardarlas con exactitud.

2 Y si me pide un medio fácil para observarlas como debe, le diré que las considere como voluntad de Dios para Con Vd., y verá cómo ninguna le parece difícil.

3 De todas las reglas, a la que más debe aficionarse es a la de ser fidelísimo en no hacer cosa alguna sin permiso: es de extrema importancia.

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109  Anónimo [Inferior]

1 Me pide, carísimo Hermano, que resuelva cierta dificultad...

2 No puedo contestarle otra cosa a ese respecto, sino que, siendo los obispos superiores y yo simple sacerdote, no soy juez en tal materia; al Papa y a los obispos hay que dirigirse para saber lo que piensan acerca de lo que Vd. me pregunta y qué juicio les merece.

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110  Anónimo [Inferior]

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1 Le ruego, por amor de Dios, carísimo Hermano, que en lo sucesivo no se le ocurra dirigirse a mí para nada.

2 Tiene Vd. superiores con quienes debe tratar sus negocios espirituales y temporales.

3 En adelante, yo no quiero pensar sino en prepararme a la muerte, que pronto ha de separarme de todas las criaturas.

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111 Al Alcalde y Concejales de Chateau-Porcien

Reims, A 20 de junio de 1682

Señores:

1 Aun cuando me interesara poquísimo por lo que mira a la gloria de Dios, tendría que ser muy insensible para no conmoverme ante las vivas instancias del señor Deán, y por el honor que me otorgandignándose escribirme hoy.

2 Iría contra toda razón, señores, no mandándoles maestros de escuela de nuestra comunidad, vistos el empeño y ardor que manifiestan por la instrucción y educación cristiana de sus hijos.

3 Estén, pues, persuadidos de que nada tomaré tan a pechos como secundar sus buenas intenciones, y que el próximo sábado les enviaré dos maestros, de los cuales espero quedarán satisfechos, para que den principio a la escuela el día siguiente de San Pedro. Les quedo sumamente reconocido por todas sus delicadezas y les suplico me crean, con todo respeto, en Nuestro Señor.

Señores, su muy humilde y obediente servidor,

De la Salle, presbítero, canónigo de Reims.

112 Al Sr. Des Hayes

París, calle de Charonne, arrabal de San
Antonio, a 26 de septiembre de 1704.

Señor:

1 He sabido esta mañana por el Sr. Chardon que Vd. le había escrito con miras a obtener Hermanos para Roán; que solicitaba Vd. dos Hermanos y deseaba conocer lo que para ello haría falta.

2 Estoy muy conforme en enviarle dos.

3 En cuanto a la asignación, ya sabe Vd. que no somos exigentes; también sabe que no podemos enviar uno solo.

4 Le quedaría muy agradecido si tuviera a bien indicarme para qué barrio se les destina y lo que desean darles.

5 Creo que nos entenderemos fácilmente y que estarán contentos de los que les envíe.

Me digo con todo respeto, Señor, su muy humilde y obediente servidor,

De La Salle.

113 Al Sr. Des Hayes

París, a 18 de noviembre de 1704

Señor:

1 Recibí ayer la carta que ha tenido Vd. la dignación de escribirme.

2 Permítame que le pida aclaración sobre un extremo que no me ha explicado, a saber, si el maestro que solicitan deberán cantar en la iglesia y ayudar al Sr. Párroco en su ministerio, pues ya sabe Vd. que nuestro Hermanos no se ocupan en ninguna de esas dos cosas.

3 Tenga igualmente la amabilidad de decirme cuántas comuniones se distribuyen aproximadamente en las dos parroquias de ese lugar, y si cada parroquia tiene maestro.

4 Yo he estado en Darnetal; creía que se hallaba más lejos de Roán.

5 Le quedo muy agradecido por sus amabilidades, y soy, con todo respeto, Señor, de Vd. muy humilde y muy obediente servidor,

De La Salle.

114 Al Sr. Rigoley

París, 10 de julio de 1705

1 Recibí su última carta a mi vuelta de provincias.

2 Lamento muchísimo la molestia que le ocasiona los Hermanos, obligándoos a permanecer tanto tiempo en casa de Vd., y a la vez le quedo sumamente agradecido por la caridad y bondad que les manifiesta.

3 Me hago cargo de las muchas penalidades de la Fundación de este establecimiento le ha ocasionado y aun ahora le ocasiona; es prueba manifiesta del celo que a Vd. le anima instruir a los niños el haber emprendido el proseguir su ejecución pese a tantos disgustos, como de ahí se le han seguido.

4 Por lo que mira a los libros que remití para las escuelas, crea que no hubiera pensado en ello si el Hermano Antonio no me los hubiese pedido.

5 Siento que eso no haya sido de su grado.

6 Le suplico que le dejen en Dijón hasta que se puedan enviar a otros lugares, en el supuesto de que no necesiten ahí ninguno.

7 No sé, señor, si ha tenido Vd. la precaución de que en la casa que no ha alquilado haya dos locales continuos uno al otro para tener con ellos las escuelas, pues ésta es condición indispensable para nuestros Hermanos.

8 Si no hubiera tomado Vd. esa providencia, le suplico lo tenga en cuenta y alquile algunas habitaciones vecinas antes de que nuestros Hermanos ocupen la casa.

9 Me digo con todo el respeto y agradecimiento posibles, Señor su muy humilde y obediente servidor,

De La Salle

115 Al Sr. Gense

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1 Acabo de enterarme con mucho grado del celo que Vd. despliega en la defensa de la religión, tan turbada actualmente en este reino.

2 Usted desea, señor, que yo me una con Vd. con ese mismo fin, ya que Dios me ha dispensado la gracia de emplearme en ello hasta el presente.

3 No dejaré de pedirle instantemente se digne bendecir el celo que usted manifiesta, y darle feliz suceso; de modo que se convierta en [infranqueable] barrera contra las maquinaciones que el demonio emprende para quitar la paz a la Iglesia en los tiempos que vivimos.

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116 Anónimo

1 No lleve a mal, señor, que, aun no pasando de simple sacerdote de San Yon, me tome la libertad añadir esta esquela a la carta del Hermano Bartolomé, Superior de los Hermanos, para suplicarle a Vd. tenga a bien hacer por ellos lo que él se toma la libertad de exponerle.

2 Estoy tan persuadido del celo que a Vd. le anima y de su afecto por todo lo que a ello tengo por seguro, conociendo como conozco su buen corazón, no era necesaria una humilde intervención y que la carta habría bastado.

3 A pesar de ello, es tan grande la satisfacción que me procura ofreciéndome oportunidad de renovarle Vd. la permanente y perfecta estima y consideración que me merece, que le ruego sirva al menos para dárselo a conocer y para testimoniarle que sigo Vd., señor, con profundísimo respeto, su muy humilde y obediente servidor.

De La Salle, pobre sacerdote.

117  Anónimo

1 Permítame, señor le, diga que, al parecer, le han informado mal sobre mi persona, cuando le han dicho que hacia yo tanto bien a la iglesia y que enviaba maestros a las ciudades y a los pueblos para instruir a la juventud.

2 Es verdad que empecé a formar Hermanos para tener escuelas gratuita hace tiempo que estoy descargado de su dirección.

3 Uno de los Hermanos, llamado Hermano Bartolomé, que vive en esta casa, es el que actualmente los gobierna, y todos los Hermanos incluso los de San Dionisio, le tienen por Superior...

118 A un canónigo, amigo suyo

1 Esta es la tercera vez que, desde primeros de año, he tomado la pluma, para permitirme el honor de escribirle y deseárselo bueno y feliz.

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2 Permítame le descubra una pena que padezco por causa de Vd.: Es el verle mezclado en el entredicho que pesa sobre sus compañeros y que, para verse libre de él, haya Vd. recurrido a los jueces seculares, reconociéndolos como verdaderos superiores suyos en orden a las funciones eclesiásticas.

3 Me maravilla que no haya acudido Vd. a ellos para que le entregasen el cáliz y la sobrepelliz con los competentes ceremonias, considerándoles con derecho para autorizarle su uso, como su legítimo prelado lo tuvo para concedérselo.

4 ¿Cómo se le ha ocurrido reconocer por jueces competentes a los seglares en ese asunto, eclesiástico como ningún otro?¿Y cómo ha osado recurrir a una jurisdicción puramente laica, y secular, Vd. tan versado en lo que a su estado concierne y para quien no pueden resultar indiferentes sus prerrogativas?

5 Me dirá Vd. tal vez, que recurrió con otros muchos; luego ¿Fue por respeto humano?

6 Tal vez añada que fue por habérselo encargado sus colegas; pero bien sabe que ningún derecho tiene sobre Vd. para obligarle a prevaricar contra los derechos de la Iglesia, ni a someterle a la jurisdicción seglar en materia que no le compete.

7 No desconozco la sumisión que San Pedro y San Pablo han querido que se profesara a las potestades de la tierra; pero jamas pretendieron que se extendiera a las cosas espirituales; y, cuando se apela a una potestad y jurisdicción superior, es preciso que lo sea "in eodem genere", puramente por cosas que pertenecen a la competencia de dicha jurisdicción superior y no de otras, tales como el uso del cáliz y de la sobrepelliz, con respecto a los jueces seculares.

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8 Se podría aplicar al caso presente, aunque no del todo en igual sentido, lo que dice San Pablo, en el capitulo sexto de su primera epístola a los Corintios: "¿Osa alguno de vosotros, teniendo negocio contra otro, ir a juicio ante los inicuos, esto es, los gentiles, y no delante de los santos, esto es, ante los cristianos?"

9 Por mi parte, diría de buena gana al clérigo que tenga algún pleito con su superior: "¿Cómo se atreve a sujetarse a la sentencia de jueces seculares y no a la de los eclesiásticos, que son sus jueces naturales en tales circunstancias? ¿Ignora a caso, añade el Santo Apóstol, que los santos serán establecidos como jueces vuestros en los asuntos de que aquí se trata?

119 A un religioso desconocido

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1 La aversión contra el prójimo y el resentimiento por las ofensas impiden que nuestras oraciones suban hasta Dios; Si nuestros corazones están divididos por la ira y por el odio, es imposible conservar la unión con Jesucristo, y así, dejando de ser miembros de su cuerpo místico no podemos esperar que el Padre nos oiga, puesto que no reconoce en nosotros el Espíritu de su Hijo.

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2 (Le da luego algunos avisos para conservar la caridad)

3 Acepte de grado, usando de caritativa condescendencia, todas las flaquezas de su prójimos; sobre todo, impóngase como ley ocultar generalmente su parecer tratándose de cosas indiferentes.

4 Deponga toda acritud en el trato con el prójimo, cualquiera que sea, y persuádase íntimamente de que es mejor que Vd., en todo lo cual no a de costarle mucho, si se observa así mismo por poco que sea: con ello le será fácil vencer sus repugnancias.

5 Busque todos los días ocasiones en que pueda prestar algún servicio a quienes le inspiran antipatía. Después de examinarse todas las mañanas sobre ese punto, formule resoluciones, que habrá de poner fielmente en practica con mansedumbre y humildad.

6 Cuide especialmente de prevenir las necesidades de los demás débiles, aunque en ello sienta natural repugnancia, conformándose, sin embargo, en todo al orden de las practicas regulares de su comunidad; y si se ve precisado negar algo, hágalo de modo que todos queden contentos a pesar de la negación.

7 Sea afectuoso con todos, hable y conteste con mucha mansedumbre y deferencia, proponiéndose como ejemplo la manera de hablar y de responder de Jesucristo Nuestros Señor cuando mas le maltrataban.

8 Nunca diga palabra sobre las faltas ajenas ni la conducta del prójimo. cuando se hable de ello, interprete bien sus acciones y, si no cree poder hacerlo, guarde silencio.

9 Jamás pretenda que recaiga sobre el prójimo [responsabilidad de] la menor falta, con el fin de encubrir las propias. Aun en el caso de que otro lo hubiere cometido sin que tuviera Vd. en ella parte alguna, a de alegrarse de que se le crea a Vd. culpable, por espíritu de calidad y humildad. Impóngase como norma no excusarse nunca: menos aún, ponerse a salvo y a cubierto a costa de los demás.

10 Tampoco se queje para nada de los otros, a no obligarle la necesidad; y, aún en este caso, no sea en son de queja.

11 Por poca razón que crea Vd. lleva los otros en sus opiniones y gustos, si no puede condescender con ellos por observar las reglas, deje los contentos con palabras afables y humildes.

12 Cuando se sorprenda contradiciendo a algo, o manifestando el resentimiento que tiene contra él, al darse cuenta de lo que esta haciendo, se esta todavía hablando, cállese; y si le preguntan la causa, diga que no tenía razón para hablar como lo estaba haciendo. Cae Vd. en otras muchas faltas muy considerables, que exigen toda su atención si quiere verse libre de interpretar torcidamente las acciones de los demás.

13 Está Vd. henchido de celo, más no es celo según la ciencia; pues quiere que se representa a otros las faltas no y no quiere Vd. reprendido de las suyas. Soporte los defectos de su prójimo y échelos a buena parte.

14 En fin, tenga por norma invariable no hablar nunca de las imperfecciones ajenas, ni reprender a nadie de ellas, por graves que le parezcan. Recuerde, cuando vea que algo cae en falta, lo que dice el Evangelio: "Veis la paja en el ojo de vuestro hermano y no veis la viga que está atravesada en el vuestro".

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120 A su sobrina religiosa

1 Querida sobrina: contesté el día de la Ascensión a la carta con que Vd. me había honrado; pero, como no puedo llegar a su poder, la escribo de nuevo.

2 Mucho le agradezco el que haya puesto en mi conocimiento el día de su profesión, y participo gustoso en la alegría que ésta le proporciona y en su vivo deseo de consagrarse a Dios. Es un goce anticipado de la alegría eterna.

3 ¡Por cuán dichosa la tengo viéndola desentenderse así de los cuidados y estorbos del mundo!

4 No dejaré de unir mis oraciones a las suyas para pedir a Dios que le otorgue la gracia de hacerle dignamente es oblación.

5 Yo desearía mucho poder hallarme presente; pero dos motivos me lo impiden: el primero, que soy aquí el único sacerdote para confesar a cincuenta personas, y difícilmente podría encontrarse otro para esta casa, por hallarse distante de la ciudad; de ahí que no pueda alejarme de ella por ahora; el segundo, que, como tengo superior, no soy dueño de mi persona.

6 Por todo ello, la suplico se contente con que me una a Vd. en tan santa ceremonia, participando de las mismas disposiciones que Dios se digne conceder a Vd.

7 Con la mayor estima y todo el afecto posible, soy...

121 A una religiosa

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1 Las reglas deben servirle de norma en sus acciones, y no el ejemplo de quienes las quebrantan. Si ha leído con atención al Fundador de la Trapa, sin duda se habrá dado cuenta de que no es singularidad guardar las prácticas regulares de la comunidad cuando otros muchos no las observan. Deje que juzguen de Vd. lo que quieran; mientras cumpla con su deber, no ha de importarle eso nada.

2 Sea celosa consigo misma y, si nuestra celo con las demás, sea únicamente dándoles buen ejemplo.

3 Considérese y proceda como fervorosa novicia en lo relativo a todas las observancias regulares. ¡Con qué cuidado, ardor y afecto observan ellas los menores puntos, y cómo están sobre sí para no omitir ninguno! Así debiera proceder Vd., y acaso no lo hace; piénselo bien, se lo suplico.

4 La desidia y las cavilaciones le inducen a cometer muchas faltas. Considere en adelante sus reglas como la explanación y aplicación, acomodada a Vd., de cuanto enseña el Evangelio, y guárdelas en consecuencia. El espíritu de la fe le ayudará a penetrarse de tales sentimientos y a obrar en conformidad con ellos.

5 Del mismo modo que no ha de seguirse fácilmente cualquier pensamiento que se ofreciere de ejecutar alguna cosa buena, ni ha de tomarse ligeramente como inspiración de Dios, así es preciso alejarse en absoluto de todos los que inducen a la relajación. Estos deben inspirar hasta cierto horror santo; Vd., antes de determinarse a seguir tanto unos como otros, debe pedir consejo. Si no tiene tiempo ni ocasión para ello, y se trata de algo que hay que hacer en seguida resueltamente, con valor y sencillez de corazón, lo que crea que le aconsejarían en semejante coyuntura. Las repugnancias que opone la naturaleza, deben más bien impulsar a llevar adelante el propósito que a relegarlo.

6 Aconséjola que, en todo lo concerniente a la observancia de las reglas, proceda como quien obra en la presencia de Dios, y no por complacer a los hombres; pues crea que preocuparse de que los hombres no nos reprochen cosa alguna y cuidarse poco de Dios, es mostrarse farisaica e hipócrita, pero no cristiana.

7 En fin, querida Hermana, observe su regla y el reglamento diario. Mire una y otro como lo esencial para Vd. eso le valdrá más que hacer milagros. En particular, sea, por amor de Dios, mucho más exacta en lo que más contraría a su naturaleza y más dificultad le ofrece, que en lo que más le agrada.

8 Me alegro de que tenga salud para seguir a la comunidad; esto debe procurar con ahínco, y yo lo deseo de Vd., por ser medio excelente de agradar a Dios, en cuyo amor me digo...

122 A una religiosa

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1 Arrójese en los brazos de Dios y de su santísima Madre, para que Ellos la sostengan en su extrema debilidad, no de modo sensible y gustoso, sino como Dios quiere y Vd. lo merece. La violencia que haya de hacerse no seré siempre tan grande ni podrá durar mucho, tanto por pare de Dios, que no tardará en consolarla, como de parte de Vd., que no ha de permanecer largo tiempo en la tierra. Pero, aunque se prolongara, ¿no exigen ese esfuerzo sus pecados, el ejemplo de Jesucristo, el amor de Dios y la procesión de la eterna bienaventuranza?

2 Apoye su debilidad en Jesucristo y descanse en su bondad, que El no la dejara caer en sus miserias, si sus infidelidades no le dan motivo para ello. Tenga, pues, paciencia, espere y la consolación llegará a su tiempo.

3 Todas las turbaciones y todas las amarguras que parece son medios poderosos para satisfacer a Dios por lo pasado. Séale fiel, y no olvide que dará cuenta muy estrecha de su comportamiento en ellas. Ruégola que permanezca firmemente asida a la cruz de Jesucristo, sin desprenderse de ella, y por más que ruja el infierno, diga valientemente que ni se apartará jamas de ella ni cosa alguna conseguirá que de ella Vd. se aleje; sin forma propósito tan generoso, Nuestro Señor vendrá inmediatamente en su auxilio y la sostendrá con su mano.

4 Seamos infelices de buen grado, contentos de que nuestro Dios es eternamente feliz. Esto debe tranquilizarnos. Arrastremos nuestra pobre existencia todo el tiempo que a El le plazca, sin lamentarnos de ello a nadie, ni siquiera a Quien puede remediarlo. Nada busquemos sino exclusivamente su voluntad. Convengo en que la continua vigilancia que debe Vd. ejerce sobre sí resulta muy enfadosa para la naturaleza, pero ¡que no ha de soportarse para rescatar el paraíso que perdimos y evitar el infierno que tenemos merecido! Todo debe referirse a esos dos grandes cuadros de la eternidad. Sea Dios su único recurso en los combates y desfallecimientos de la naturaleza; y el único remedio a sus penas sea la visita a Jesús Sacramentado.

5 Si resulta un martirio la situación en que se encuentra, no puede Vd. desear cosa mejor, por ser la más propia para santificara. Basta con que se resigne por poco que sea, en las tribulaciones que se afligen; lo único de temer es que la descubra Vd. a quienes no tiene misión de dirigirla: esto ha de evitarlo con mucha precaución.

6 Bien se, querida Hermana, que padece mucho, y yo tomo mucha parte en sus dolores; pero me parece que no debería desolarse tanto. El desamparo que experimenta es solo exterior, y las tinieblas tan densas que la envuelven son medios que Dios la envía para ayudarla a llegar hasta El con mas seguridad. Ya sabes que cuanto más abunden las tinieblas y oscuridades en su camino, más abundara la fe, y bien sabe Vd. también que la fe sola es vida y guía de los que Dios tiene por suyos. Dígase a menudo así misma desde esa abismo: "Aun cuando estuviera reprobada, haría cuanto pudiese por Dios." Y si, entre veinte acciones, no hiciera más que una buena o medio buena, siempre ello quedaría hecho por amor a Dios. Bueno será en el estado en que se encuentra que se humille algunas veces; pero de más provecho ha de serle el estimulo y la confianza en Dios. De nuevo le repito acuda a Dios por la oración ¿se le puede disgustar por ello? Líbrenos El de pensar tal cosa, carísima Hermana; créame, la oración atrae siempre alguna gracia aun sobre los más grandes pecadores. Ese es casi el único refugio que les quede, y aunque no hiciera Vd. otra cosa que permanecer en la presencia de Dios, le sería ciertamente utilísimo para no desalentarse en las penas y para no desalentarse en la presencia de Dios, le sería ciertamente utilísimo para no desalentarse en las penas y para esforzarse a soportarlas con paciencia. Ore, siempre que pueda, delante del Santísimo Sacramento. Eso le ayudara mucho a tranquilizar el espíritu y lo más hondo de su alma.

7 No se le ocurra pensar contra toda razón que Dios la haya desamparado. Crea, al contrario, que Dios está más dispuesto que nunca a recibirla en sus brazos, y que, conforme aumenta su mal, crece y abunda la divina misericordia para con Vd. Bien conoce Dios lo flaca que es y cuánta necesidad tiene de que la gracia opere y confirme en Vd. lo que su flaqueza y cobardía pueden hacerla perder a cada instante.

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123 A una religiosa

1 Persuádase de que la vida que profesa exige de Vd. mucha mayor humildad y mucho mayor renunciamiento del mundo y de su espíritu. Y hasta de Vd. misma; de modo que no debe juzgar tolerable en Vd. lo que en otros podría a su parecer soportarse.

2 Considerándose como escapada del infierno, póngase a los pies de todos y admirase de que la puedan los otros soportar y la tierra sostener.

3 Ya ve cuan lejos está de pensar tales cosas de sí; avergüéncese de conocerse tan mal, y pida a Nuestro Señor que grave esa humildad en el fondo de su corazón.

4 No hay peligro que se exceda en humillarse, aborrecerse y anonadarse: ese es el único medio de salvación que le queda.

5 Si, pues, quiera adelantar mucho en tal virtud, observe las prácticas siguientes:

6 De cualquier parte que le venga la humillación recíbala como cosa que se le debe de justicia.

7 Aguarde que se presente las humillaciones, a no ser que Dios la mueva con particular impulso para ir las a buscar y le venga a la mano por si misma la ocasión.

8 Tenga por bueno, mi querida Hermana, cuanto le suceda, particularmente lo que la humille y se oponga a su inclinación. No encontrará medio más propio para arrancar de raíz su orgullo que la practica frecuente y diaria de las humillaciones. Si las desea y ama con el fin de unirse del todo a Jesucristo, El ser cuidara de proporcionarla muchas ocasiones, sin contar las que le vengan de parte de su espíritu y de su natural. Si tiene tal hambre de humillaciones y de apartarse del mundo conseguirá su objetivo con la gracia de nuestro Señor.

9 Tenga siempre humilde concepto de si y humíllese en todo y con todas. Humíllese cuando es Vd. ocasión de que padezca las demás considerando que es lo único de que es capaz, y cuando vez que la zahieren por sus actos, persuádase de que tienen razón.

10 Es bueno que no la consideren; así vivirá más apartada y enemiga del mundo y más unida a Dios.

11 Cuando la reprendan por alguna falta que no haya cometido y cuando la desprecien, dé gracias con mucha mansedumbre y humildad a las que así procedan, como si le hubiesen hecho un favor muy singular, y dando a entender que está dispuesta a enmendarse. Ya sabe que no se le debe ningún respeto o deferencia, ni si quiera aprobación. Ni aun merece usted que la escuchen: sean éstos sus sentimientos.

12 Póngase siempre en el último lugar y en él más incómodo de todos, a pesar de las repugnancias que le sugiera el orgullo. Será siempre para Vd. dicha muy grande el que le traten como sierva de las demás, y lo debería desear con empeño: 1, para abatir su soberbia; 2, para vencer su flojedad; 3, a causas de sus pecados, cuyo número y enormidad deben colocar debajo de los países de todos, y en particular de sus Hermanas. Cuando logre convencerse de que nada merece ante Dios sino desprecios, y no vea en las criaturas más que instrumentos de que se valen su misericordia y su justicia elevarla unas veces, otras para abatirla, y se persuada de que la Providencia sólo las emplea

para su salvación y para la gloria de Dios, poco la importarán todos los malos tratos que se le infiltran.

13 Colóquese siempre en su lugar, es decir, a los demonios, donde tantas veces mereció estar, y adonde podría ir tal vez para siempre, y, en vista de ello, póngase debajo de los pies de sus hermanas, sin pretender que deban tener con Vd. consideración alguna ni guardar ningún miramiento. Crea que todas la superan en virtud y en ingenio. Pues nadie muestra tener menos (virtud y talento) que quien arriesga la eternidad, como tantas veces hizo Vd. Si puede, carisma Hermana, grabar esos sentimientos en su corazón y obrar en consonancia con ellos; amar la humillación, los desprecios y las repulsas de las criaturas; buscarlos y abrazarlos, como cosa que le es justamente debida; creo que hallará el medio eficaz y tal vez único de atraer sobre sí la misericordia del Señor.

124 A una religiosa

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1 No atraerá sobre si las gracias del Señor sino obedeciendo y sujetándose a todo por amor de Dios.

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2 Obedezca anonadándose interiormente en presencia del Espíritu de Nuestro Señor que reside en aquellos que cumplen sus veces en la tierra, para cumplir la voluntad de Dios. Adore con frecuencia ese Espíritu por cuyos movimientos ha de obrar y dejarse conducir.

3 Sea fiel en pedir permiso para las menores exenciones y no escuche en eso los argumentos que le sugiera la razón. La naturaleza nada ansía con tanto empeño como sacudir el yugo de la sujeción. Sea fiel en esto, por favor.

4 Es natural hacer con gusto lo que se conforma con nuestro parecer: mas obrar así por sola inclinación no es obedecer. Al contrario, hacer lo que nos mandan sin examen, por opuesto que sea a nuestro modo de pensar e inclinaciones, eso es obedecer como Dios exige de nosotros.

5 Hay que ejecutar por espíritu de fe lo que la obediencia ordena, para que esta sea pura. Nunca se deben examinar las intenciones y motivos que tienen para mandarnos tal o cual cosa, sino ahogar todas nuestras razones y dificultades. En lo sucesivo debe Vd. hacer las cosas exclusivamente porque se lo mandan.

6 Haga cuanto la prescriben y obedezca siempre ciegamente. Por más repugnancia que experimente en hacer lo quela ordenan, no manifieste cosa alguna que pueda inclinar a darle orden contraria a la primera, a no ser que vea Vd. Está de por medio la gloria de Dios; en tal caso puede exponer su opinión sin desear, con todo, que la sigan.

7 Nunca resuelva nada por sí misma; eso se opone a la obediencia y a la dependencia que ha de reinar en las comunidades. Procure con diligencia, en cuanto haya de hacer, recibir de antemano las órdenes de sus Superiores, y siempre que le digan, prescriban u ordenen algo, acéptelo y ejecútelo sin réplica, por ridículo que le parezca lo que digan o manden, pues no ha de olvidar que, en el punto en que se pare a discutir, ya no hay obediencia. ¡Donosa perfección no querer sino lo que gusta! No proceda así, la ruego; no discuta en adelante por nada ni con nadie. Todo es bueno a los ojos de Dios cuando lo sazona la obediencia.

8 Ruego a Dios que la anime de ese espíritu.

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125 A una religiosa

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1 Recuerde de continuo que lo único que la importa es procurar salvarse, ya que está en el mundo solo para eso y que el Salvador, que previó sus flaqueza, no murió sino para merecerle las gracias y los medios con que trabajar útilmente en ello.

2 Es menester, por tanto: que renuncie al malhadado qué dirán, considerando que una pecadora com Vd. no debe ya cuidar de su honor y reputación, ya que los ha perdido ante Dios y los santos, y no debería abrigar otro deseo que el de ser tenida por lo que es, a saber, la abominación del cielo y de la tierra.

3 Es necesario que aprenda a conocerse mejor que hasta en presente, pues le aseguro que no se conoce ni la milésima parte de la enormidad de su vida, y mientras persevere en tal ceguera, permanecerá en la mentira y por consiguiente alejada de Dios, que es la verdad...

4 Suplico a Nuestro Señor que la haga humilde, pura y penitente. Son tres cosas de que tiene idéntica necesidad. Pídaselas todos los días con lágrimas y gemidos y, sobre todo, desconfiando de sí misma, ponga toda su esperanza en Aquel que, según dice el Profeta, puede sacar del estiércol al pobre para sentarle con los príncipes de su reino.

5 Aunque naturalmente tenga Vd. poca disposición para la virtud, con todo Dios quiere concedérsela por su poder y amor.

6 No encontrará mayor dificultad para entregarse a Dios si tiene un poco de generosidad. Espero que El se la conceda. Ánimo, querida Hermana, desee un poco el padecer y todo se le hará fácil y suave.

7 Considere que ha sido llamada a ese estado por Dios y que, por tanto, hastiarse de él sería oponerse manifiestamente a la ordenación de Dios. Bendígale todos los días por haberla llamado a tomar parte en los diversos estados en que El quiso padecer, y confúndase grandemente por serle infiel.

8 ¿No es para Vd. importante, y el más importante de los negocios, entregarse enteramente a Dios? Creo debe ser la única cosa en que ha de pensar.

9 Si busca a Dios y no los consuelos, conseguirá fácilmente la paz para su espíritu.

10 Algunas veces parece que duerme Nuestro Señor respecto de nosotros, pero pronto sabe despertarse para ayudarnos a proseguir. No intentemos ir más de prisa ni de otro modo que como El guste, y, cuando El lo desee, debemos descansar.

11 ¿Será posible, querida Hermana, que solo las ternezas y gustos sensibles hayan de mantenerla en el servicio de Dios?¿Se niega a pertenecerle por principio de solo amor? Echese en sus brazos; El es su Padre, El la llevará [en brazos] en los malos caminos, esto es, en las tentaciones.

12 Aun cuando se acuda a los hombres, no ha de esperarse la salvación de ellos sino solo de Dios, y quizás por falta de ese sentimiento de fe, Dios no le envía a Vd. socorro cuando lo necesita.

13 En fin, suplico a Nuestro Señor que le abra los ojos cada día más para que conozca, por un aparte, la profundidad del abismo de donde salió, y, por otra, la infinitud del amor que le sacó de él; para que este doble conocimiento la obligue a corresponderle con amor y fidelidad proporcionados a sus faltas y a los divinos beneficios. Así sea.

126 A una religiosa

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1 Sea para Vd. la oración ejercicio frecuente, y procure que ella sea su consuelo en los tiempos de desolación, porque entonces más puramente se encuentra a Dios en ella. Persevere en la oración con fe y constancia durante las arideces y oscuridades, aunque carezca de todo atractivo sensible; ése es muy buen estado y muy propio para santificarla.

2 La oración hecha como le expliqué, la conducirá en poco tiempo y sin otra diligencia a la presencia de Dios.

3 la oración es preferible a todo. Después del oficio divino, ha de considerarla Vd. como punto esencial de regla.

4 La oración de padecimiento vale más que cualquiera otra y, cuando Dios la ponga en ella, debe tenerlo por dicha muy grande. No tome ningún libro en ese tiempo; no lo necesita.

5 No extrañe el alejamiento de Dios ni las arideces en la oración, Vd. es la única causa. Renúnciese a sí misma, hágase violencia, sea fiel a lo que la gracia le solicita y, por indigna que sea de las caricias y de los favores del Esposo de las almas, El la colmará de ellos.

6 Sea tanto más fiel a la oración cuanto, por un lado, en lo íntimo del alma, siente que Dios la invita a orar y, por otro, que el demonio pone todo el empeño posible para disuadirla de ello.

7 la oración ha de ser su principal apoyo; no la deje, pues, nunca, a no ser que se halle enferma. Ella disipará las tinieblas y la ignorancia de su mente. Guíese por el espíritu de fe: estar en la presencia de Dios es ya demasiado para Vd. Nunca se detenga en los gustos sensibles, antes bien témalos y n se fíe de ellos.

8 La oración que Vd. tiene es buena, siga con ella. Dios se encuentra en su oración y obra por ella en lugar de Vd. Por tanto, basta que renuncie de vez en cuando, con paz y tranquilidad de corazón, a todas las molestias y distracciones que allí le asaltan y que se entregue a Nuestro Señor, para que venga a vivir en Vd. y se haga dueño de sus afectos.

9 Debe considerar el estado en que se encuentra durante la oración como una penitencia que Dios le impone por sus pecados; no saldrá de él tan pronto, y es menester que lo soporte con paciencia y hasta con alegría. ¿Acaso no es bastante a una indigente saber que está en la presencia de Dios? Esta reflexión convendría que se la hiciera Vd. de vez en cuando, bien entre día, bien durante la oración, para procurarse un poco de recogimiento interior y exterior.

10 El estado en que se halla durante la oración, según me dice, no es de ociosidad peligrosa, como Vd. piensa. Con tal de poseer a Dios y de allegarse a El ¿qué cuidado ha de darle lo demás? No tiene El necesidad de sus esfuerzos. Hay que evitar la ociosidad, pero también el embarazarse con la lentitud de los actos. Bástele a Vd. y basta para contentar a Dios que permanezca en su santa presencia.

11 En fin: acuda insistentemente a la oración y persevere durante ese tiempo en la presencia de Dios, en actitud de anonadamiento de sí y desasimiento de cuanto no sea Dios. Pídale con sencillez d corazón los medios par salir de la miserable situación en que se halla. Si no puede tener oración, dígale a Dios que no puede, y quede tranquila. El no ha de obligarla a lo imposible. O dígale como los santos Apóstoles: Señor, enséñame a orar, y después quédese anonadada delante de El como inútil para todo: ésa será su oración.

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127 A una religiosa

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1 Esa clase de silencio ha de ser herencia del alma verdaderamente solitaria y separada del amor del mundo.

2 Debe permanecer en reposo y callada, porque es el medio de elevarse sin cesar sobre sí misma, y nada la será tan peligroso como dejarse arrancar de esa conversación divina para abajarse hasta los hombres.

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128 A una religiosa

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1 Es tiempo de hablar poco y hacer mucho. Mucho silencio, mucha humildad y mucha oración sean toda su solicitud: eso quiere Dios de Vd.

2 Para conseguirlo, calcular poco, desear poco y saber poco; ése es el medio para vivir contento.

3 El silencio es virtud utilísima y muy necesaria para adorar a Dios, servirle en espíritu y en verdad, resistir a las tentaciones y preservarse de pecados.

4 Hay que aprender a callar, a disimular y a hablar bien cuando la necesidad lo exija, y para no excederse en este punto, ha de proceder a la puntual observancia de las reglas siguientes:

5 No hable fuera de los recreos sin verdadera necesidad y, aun durante el recreo, hable poco. Su estado presente exige de Vd. que sea fiel a ello. Y no ha de decir una sola palabra sobre lo que ocurre, aunque sin olvidar que su silencio no ha de ser altanero.

6 Guárdese bien de justificarse en nada; confiese, al contrario, su culpa, pero sin decir mentira alguna, y la calle en absoluto cuando no pueda hablar sin justificarse. No veo la menor razón para que haya Vd. de hacerlo.

7 Nunca hable de los asuntos de la casa, ni de lo que, a juicio de Vd., vaya en ella contra el buen orden. Conténtese con encomendarlo todo a Dios y, cuando se hable de negocios o de cosas indiferentes, jamás exponga su parecer, y eso porque considera su poco talento y discreción.

8 Permanezca siempre callada cuando alguien le ocasione algún leve disgusto, y sea sólo Dios testigo de su inocencia.

9 Por fin, si poco después de haber callado dice lo que por un momento pudo ocultar, y si habla incluso de las mercedes que Dios le hubiera hecho, pierde el fruto del silencio, y debe Vd. imponerse una penitencia.

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129 A una religiosa

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1 Crea que sólo adelantará por el camino del amor mientras sea fiel en no endurecer su corazón a las inspiraciones de la gracia. Ya sabe lo que dice el Espíritu Santo por boca del Profeta: "Si oyereis hoy su voz, guardaos mucho de endurecer vuestros corazones", porque pudiera dar ocasión a que se alejara de Vd. para siempre...

130 A  una persona piadosa

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1 La fe es el camino por donde quiere Dios conducirla hasta Sí, y en el que más ha de agradarle Vd. Acaso la naturaleza se resista a seguirlo, mas a Vd. ¿qué ha de importarle? ¿No le basta con conocer sólo a Dios? Ciertamente eso es preferible a todos los demás conocimientos de los más sabios doctores.

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2 La senda de la fe por donde quiere Dios que Vd. ande, no sólo le es útil, sino muy necesaria; pues bien sabe que, en cuanto se apartó de ella para seguir otros caminos, se puso al borde de perderse y de perder a Dios.

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131 A la misma persona

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1 El espíritu de fe, a cuya práctica Dios la invita, es el estado en que vivió siempre la Santísima Virgen. Por tanto, puede provechosamente encomendarse a ella, para suplicarla que la conduzca hasta Nuestro Señor por ese camino o por el que más le pluguiera.

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132 A la misma

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1 Mírelo todo con los ojos de la fe. No se aparte de la fe por ninguna razón, sea la que fuere.

2 En un solo día la fe le producirá mas provecho, mas recogimient interior, más unión con Dios y más vigilancia sobre sí, que un mes entero de penitencias y austeridades, a las que se siente tan inclinada.

3 Créame: pronto experimentará los efectos, aunque tal vez ahora no lo comprenda.

4 Vuelvo a repetírselo: cuanto mas sencilla sea la mirada de su fe, tanto más fácilmente logrará situarse en el estado de simplicidad de acción y de conducta, que es el estado en que Dios quiere ponerla.

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133 A la misma

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1 Mucho me alegro, señora, de que viva Vd. al presente con más paz y espíritu de fe.

2 Mucha razón tiene para decir que, a la luz de ese espíritu, se ven las cosas muy de otro modo que considerándolas en sí mismas, pero sin pasar de ahí.


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Última revisión: 26/04/98