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Judith Reyes,El Despertar, reseña del movimiento estudiantil Judith Reyes, presa en 1964.
Portada del "Homenaje a la juventud mexicana",
reseña del movimiento estudiantil.
Judith Reyes en 1964, encarcelada en Chihuahua por órdenes del Gobernador del Estado,Gral. Práxedes Giner Durán.



¿Canción protesta, decía usted...? Perdone; pero entérese antes de lo que hay sobre este asunto de la canción protesta.

Esas ansias de expresarse con palabras musicalmente articuladas para ganar corazones, cuando la palabra hablada ha perdido todo sentido por el uso falso que de ella han hecho las fuerzas y los intereses retrógrados con fines demagógicos, crearon la necesidad de la nueva forma de expresión: ponerle música al grito de protesta. Por eso nació la canción protesta. Y tal vez también... cómo una justa respuesta a los "jingles" comerciales de las radios y las televisiones que, sin pudor, ni escrúpulo ni vergüenza, dispusieron de la música y la poesía para cantar, ya no al amor, a las flores, a los cielos, sino también a las pastas y menjurgues, detergentes y cervezas, logrando con ello que los jóvenes se sintieran desnudos de sueños y de ilusiones.

Es cierto; de todo eso surgió el grito de liberación actual. Esa ansia de escapar de esa cárcel de las cosas que se compran, que se venden, de hipotecar la vida para poseer a cambio de no ser.

¡Ah! pero los carceleros-mercaderes habían de convertir también la canción protesta en mercancía. Si; los señores de los discos, de la radio y la tevé, sobornaron con dinero para obtener las cosas bonitas y olorosas que también ellos venden: pagaron a todo aquel que pudiera hilvanar unas notas y combinarlas con palabras que expresaran anhelos, sí, pero anhelos particulares, personales, nunca los de la colectividad. Para que se expresara lo vago, lo subjetivo: como cantarle a la libertad... pero nunca decir cómo conquistarla, cantar al amor, pero nunca a la necesidad del amor entre los hombres... jamás decir qué es lo que nos separa... Cantar a la paz, pero jamás denunciar quién hace la guerra y mucho menos por qué la hace. También, por qué no, hacer burla, broma, ironía de viejas costumbres, eso hace reír a la gente... ¡Es canción protesta!, dicen. Ahora se paga por ella.

La nueva expresión, la supuesta protesta, pasó a formar parte ya del engranaje del sistema de explotación, ese al que los científicos de la economía han dado en llamar sociedad de consumo, seguramente para que no se oiga tan feo al poner al descubierto una verdad.

Y en este punto es donde un buen día surgió JUDITH REYES, autora, de las canciones que aquí se ofrecen. Ella se rebela contra la castración impuesta a poetas y compositores, y aceptada sea por soborno mercenario, sea por ignorancia, sea por entrega circunstancial. Judith rompe las vendas y las mordazas que se imponen a la protesta, a las conveniencias del mercado de la política y de la explotación. Ella denuncia hechos, hombres, motivos. Por eso la canción de JUDITH REYES, para el hombre de conciencia despierta, no cae dentro de la ya tristemente desacreditada canción protesta. La canción de JUDITH es una y única: es de abierta, franca, sangrienta acusación. Fustiga al explotador, exhibe los fines maniobreros del político, nos pone al tanto de los acontecimientos y sus consecuencias, del crimen y la sangre ocultos tras las hipócritas ambiciones de mercaderes y políticos.

Lo más valioso en el cantar de JUDITH REYES no está, como pudiera pensarse, en su clara visión para comunicarnos el sufrimiento del hombre y sus justas exigencias, sino que en su palabra y en sus melodías hay, por virtud de sus imágenes poéticas y musicales un gran sentimiento de ternura hacia los desvalidos por la edad, por la posición económica o social.

Al escuchar a JUDITH REYES se siente de inmediato que de su garganta brotan las mil verdades, angustias y anhelos que el pueblo intuye, siente y le atormentan, y es en el momento de su comunicación con JUDITH que el pueblo puede precisarlos y se capacita para expresarse.

Las diez canciones contenidas aquí forman, de hecho, una sola. Es sólo uno el tema dominante: el Movimiento Estudiantil Mexicano, de 1968. Cada una de las canciones que integran lo que puede considerarse ya como una obra completa, se refieren a los acontecimientos que estremecieron a la nación mexicana durante los cuatro meses más convulsivos del Movimiento de la juventud. De hecho, esta obra de JUDITH REYEKS es una crónica musical sobre el acontecimiento de mayor repercusión y trascendencia sociales desde la expropiación del petróleo.

Y algo que no puede dejarse de señalar sobre la exposición y el desarrollo de lo que aquí Judith relata es el estilo. En efecto; aparte el vibrante toque muy personal que ella da a todo lo suyo, con una intuición propia de los super-dotados, se aferra a las condiciones que impone ese género vernáculo de profundo arraigo mexicano: el Corrido. Acierto y tino de Judith al emplear ese estilo en su obra pues como bien sabido es, la esencia del Corrido mexicano es un género lírico primordialmente narrativo que en la forma simple e invariable de una frase musical compuesta de cuatro miembros, habla de acontecimientos que sacuden la sensibilidad del pueblo. Y así como ayer el Corrido nos dijo de los combates de Celaya y Zacatecas, de la muerte de Marcial Cavazos y del bandolero Benito Canales, Judith nos hace ahora la crónica del Movimiento Estudiantil en nuestras tierras, con una diversidad de tonos y compases, adaptándolos al sentimiento que cada etapa del Movimiento le despierta, cosa por demás permitida dentro del Corrido ya que éste, vale recordarlo, puede desarrollarse en tonos mayores o menores y en compases de 3/8, 6/8, 9/8 y 2/4. Será la esencia, él contenido de lo que va a relatarse, lo que mueva al autor a desarrollar su composición en un tono juguetón o épico, grave y solemne, cualidades que se observan a través de toda la lírica del Corrido que nos habla de los sucesos ocurridos en México en los, últimos siglos. De hecho, y dicho sea en homenaje al Corrido, con el contenido de esa clase de composiciones puede conocerse la Historia de México, la verdadera, que no la oficial, ya que los Corridos llevan la información de los sucesos, y los sentimientos del pueblo. La obra de Judith Reyes llena también esta función: da al Movimiento su justo y popular significado histórico.

Con seguridad que todo hombre de conciencia habrá de estremecerse al escuchar EL AÑO DEL DESPERTAR, de JUDITH REYES.

grupo Mártires de Tlatelolco 21 de abril de 1969.

México D.F.