Carta a mis Paisanos en el Exterior
                                                     
                
Hoy, Domingo 27 de Febrero, despuès de dos largos meses en Venezuela, vuelvo a Miami con el corazòn lleno de tranquilidad. Mi tranquilidad radica en la certeza de mi regreso definitivo a Venezuela. Haber aceptado en mi interior que el deseo de estar en mi pais es mas grande que mis aspiraciones econòmicas ha sido crucial. Esta aceptaciòn fue iminente ante la felicidad indescriptible de sentirme entre los mios y pisando suelo propio. A ella le siguiò una determinaciòn: Volver. Finiquitar lo pendiente en Miami y regresr sin mayor protocolo a re-instalarme en mi espacio.
        Lo acepto: No soy una ciudadana del mundo. Lo acepto ademàs con orgullo. Puès, soy Venezolana de alma, corazòn, y estaciòn. Tengo que admitir que mi idealismo adolocente me engañò hacièndome creer que la libertad la encontraria experimentado la vida en otras latitudes. Resulta que la verdadera libertad -
y todos tenemos un concepto diferente de ella – la senti al re-encontrarme con mi paìs. Para mi la libertad ahora significa estar en Venezuela. Dormir, despertar y sentir en Venezuela. Solo Diòs sabe cuan diferente percibo ahora mis olores, mis sabores, mis colores y mis sonidos criollos. Son ùnicos. ¿Porquè? Quizas porque son “mios.” Quizas porque me saben a orgullo, a lo propio.   Definitivamente no soy ciudadana del mundo. No podria serlo ni en la màs trabajada teorìa, porque hasta en eso soy “exageradamente venezolana.”
        ¿La coyuntura polìtica? No me asusta. Al contrario: me anima. Pero si me asusta la idea de resignarme a ver desde lejos como se escribe nuestra historia. Prefiero participar en lo que pueda de las cosas buenas del gobierno de turno que criticar, de brazos caidos, las cosas malas a larga distancia.  Necesito estar alli. Necesito sentirme participe. Esa soy yo: vivencial hasta los huesos.
          Es complejo todo lo que siento. Son sentimientos encontrados. No he dejado de soñar con el doctorado en Harvard o en Yale, con la idea de ser embajadora en la ONU, analista de la OEA, o investigadora academica con sueldo de Presidente. Tampoco he dejado de soñar con la casita en Coral Gables, el BMW para mi mamà, o la Lexus para mi papà. Incluso no he dejado de desear para mis (futuros)hijos unas calles seguras y la comodidad que puede brindar este sistema cuando se trabaja duro. Pero ante esos sueños se anteponen otros de importancia “no-cuantificable:” poner mi grano de arena para que mis hijos puedan crecer en su pais, uno parecido a aquel en donde yo felizmente creci, para que mi mama pueda vivir su vejez entre los suyos y para que mi papa pueda gozar sus nietos sin tener que malcriarlos a larga distancia.
             A pesar de todo, para mi esta claro que mi lugar esta en mi paìs.  Tantas ganas de ayudar, de participar, de aportar mis ideas, de hacer “algo” no lograran encontrar cauce sino en Venezuela. Estoy convencida de que tiene que haber algo que yo pueda hacer para ayudar a construir un orden mas justo para los mios. Y ese es precisamente mi objetivo: encontrar ese “algo” que me permita ayudar.
            Tres años y medio de ausencia fueron suficientes para conscientizar sobre lo que nos ocurre como naciòn y para aflorar mi sensibilidad social. Hay millones de cosas por hacer en Venezuela. ¿Cuando vamos a empezar? ¿A quièn le vamos a dejar el trabajo? Nuestros viejos sembraron el camino para que nosotros disfrutaramos el paìs donde crecimos. ¿Porquè no hacer lo mismo por nuestros hijos? 
              Estas son las preguntas que me obligan -
y animan - a abandonar el dulce nido materno y renunciar a las comodidades que este me brinda sin condiciòn. La verdad es que en este momento mi felicidad vive en Venezuela, y no en la busqueda del sueño americano. Nose que pueda pasar en el futuro. Nose si logre hacer la diferencia. Nose si fracasare. Pero si no lo intento pronto, puedo enfermar de tristeza e impotencia.   
              
               ¿Sere por todo esto una terca, una idealista, una loca con complejo de
Superwoman, una suicida…. Una…. Chavista? 
                        
                                                       Simplemente soy una Venezolana que todavia tiene fe ….



     
Nota: El contenido de esta carta no pretende de ninguna manera condenar, criticar o subestimar a aquellos paisanos que         residen en este pais o cualquier otro. Por el contrario, respeto y admiro la fortaleza y el teson con el que se forjan un mejor futuro en tierras extrañas. Puès esa lucha requiere de gran voluntad. Mi lucha simplemente es otra.