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EL AMOR ES UNA ENFERMEDAD DEL HÍGADO
Todos los días, a la hora de la sed, mi amada dice que el futuro está al alcance de my fingertips (es cierto, ya lo ven), la brisa deshoja las rosas y el filósofo sufre de ver a su hija perdidamente enamorada del verdugo favorito de la corte. (En los aleros del manicomio, al amparo de una flaca y ojerosa luna, gatos donjuanes dirimen amorosos pleitos.) Yo me finjo el desentendido. Guardo silencio. Las cámaras destellan; chisporrotean fascinadas con mi bufanda de azufre.
La chimenea vuelve a sudar leche. (Jesús prometió que esta vez no habría huelga.) Olvidar el deber me sabe a melocotones en almíbar. (También eso tiene su destetable prehistoria.)
2 Al borde de una prolongada y ya florecida ausencia, llora el bípedo implume Le perturba sobremanera la promiscua minifalda del avestruz. Su escote pendenciero. El lunar en la espalda. (Este poema de larga y verde cabellera.) "Ella fue la tierra prometida, la paz y el vellocino de oro. En fin, el paraguas de las grandes ocasiones."
3 Todos los días, a la hora de la sed cada vez que puede (y puede tan poco), el novio triste de las barritas de chocolate hace sonar su cuerno de caza. Más allá del alba y el cansancio el amor, ese tatuaje con canas, tiene el vientre preñado de sapos
El amor es una enfermedad del hígado, (p.89). |
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