Editorial   Panorama Internacional Nº 10

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El llamado ‘Plan Colombia’
Un plan hacia el sometimiento y saqueo de América Latina

Por H. Cáceres


  
  Durante el mes de agosto la Secretaria de Estado de los Estados Unidos, Madeleine Albright, visitó varios países de América Latina exceptuando dos, Perú y Colombia. No visitó Perú como medida de presión mostrando un distanciamiento del régimen de Fujimori. Pero en el caso de Colombia, la no lo hizo por la razón opuesta, ya que el propio Bill Clinton, presidente de los Estados Unidos, visitaba el país, quien definió los objetivos del viaje en su discurso televisado a todo el país:
“ viajaré a su país para...entregar un mensaje de apoyo al presidente Andrés Pastrana y al Plan Colombia...”. [1] .
 
 

ESTE apoyo directo del gobierno de los Estado Unidos al Plan Colombia y al presidente colombiano Andrés Pastrana, así como la continua atención dirigida sóbre América Latina son solo una muestra de que el imperialismo mundial, y el norteamericano en particular, están cambiando su relación con los países y gobiernos de América Latina. Desde hace varios años el imperialismo viene avanzando en una ofensiva política, económica y militar para aumentar el sometimiento y redoblar la dominación semicolonial sobre todos los países del continente.

Con el Plan Colombia esta ofensiva ha dado un salto. Se trata de la destinación de recursos más importante hecha por el imperialismo desde los años 60, cuando, por medio de la llamada “Alianza para el Progreso,” desarrolló la intervención política y militar dirigida a contener el ascenso revolucionario que como repercusión del triunfo de la revolución cubana se dió en el continente. La financiación del Plan alcanza la suma de 7.500 millones de dólares. Estados Unidos aprobó U$ 1.600 millones y Europa U$ 619 millones. El gobierno colombiano ha presupuestado, con su Plan Nacional de Desarrollo, destinar cerca de U$5.000 millones, lo que significa aumentar de manera enorme la ya abultada deuda externa, entregando el país aún más al FMI, al Banco Mundial (BM), al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y demás organismos del capital financiero imperialista. La semicolonización de América Latina se está incrementando con las botas puestas, ya que casi la totalidad, el 80%, de estos recursos son de carácter militar.

Los trabajadores y pueblos de América Latina, estamos así ante un plan global y de largo alcance. El imperialismo, con el apoyo y la complicidad de las burguesías de América Latina, pretenden acabar con varios factores que actualmente obstaculizan sus planes de expansión económica y de completa dominación política y militar en el continente, es decir el incremento de la semicolonización de América Latina.

La llamada “globalización” o sea la expansión económica del imperialismo en todo el mundo y la pugna que esto representa entre los Estados Unidos, Europa y Japón, por los mercados de América Latina, así como la seguridad exigida por los empresarios imperialistas para sus inversiones, requieren eliminar no sólo a los competidores sino hacerlo con todas las “amenazas” a las inversiones de las transnacionales, de los eventuales obstáculos y, a la vez, contar con gobiernos y regímenes estables e incondicionales en los países de la región.

Precisamente en esta región norte de América del Sur, se presentan mezclados una serie de fenómenos que constituyen importantes obstáculos para los planes que persigue el imperialismo. A la recesión económica, las distintas disputas interburguesas que esto motiva y la profunda crisis social en que se debaten Colombia y sus países fronterizos, ha venido a sumarse el significativo crecimiento de la economía del narcotráfico y la importante capacidad económica y militar desarrollada en los últimos años por las organizaciones guerrilleras colombianas. Ante todo, el hecho de que, como producto de la grave crisis social y económica que azota a los países de la región, estos dos fenómenos, narcotráfico y guerrilla, terminaron actuando en las mismas zonas territoriales y entrelazados económicamente.

Entonces, con el Plan Colombia el imperialismo desarrolla una escalada en la agresión imperialista y una ofensiva en todos los terrenos, cuyo objetivo central es profundizar el dominio de América Latina. Busca por un lado, fortalecer las Fuerzas Armadas y demás instituciones burguesas, para estabilizar los regímenes políticos y gobiernos de los países de la región buscando recuperar sus economías. Para ello necesita derrotar la guerrilla, que ante la desorganización, retroceso y derrota de la clase obrera y las masas, ha terminado como protagonista central del proceso político en Colombia y además derrotar o controlar a los sectores burgueses que se lucran del narcotráfico. Debido a eso, el epicentro del Plan está en la región de América Latina donde se presentan conjugados estos elementos de la crisis y se halla focalizado en el país donde varios de ellos tienen escenario privilegiado: Colombia.

Así, el Plan Colombia, por supuesto, incluye como objetivo militar privilegiado del ejército y el imperialismo, a los grupos guerrilleros colombianos, especialmente a las FARC, cuyo accionar militar y significativa influencia en las zonas de cultivo y procesamiento de drogas, es parte sustancial de su actual sostenimiento pues, como lo han declarado, en esas zonas ellos cobran sus “impuestos”. El Plan significa entonces, una violenta presión militar sobre la guerrilla colombiana, principalmente a las FARC, para obligarla a capitular completamente en la mesa de negociación y en caso de no lograrlo, intentar su derrota militar.

El Plan : una politica imperialista para la semicolonizacion

Desde el derrumbe de los países llamados “socialistas”, EE.UU. consolidó su rol como potencia hegemónica del imperialismo mundial, sin el contrapeso que significaba la existencia objetiva de esos países, a pesar de la política de sus gobiernos stalinistas. A partir de allí se encuentra actuando en una relación de fuerzas mundial favorable a sus políticas. Viene avanzando en imponer su ley al resto del mundo. La devastación de Irak durante la Guerra del Golfo y el genocidio perpetrado impunemente contra el pueblo yugoslavo constituyen las pruebas más recientes. Estas agresiones militares directas han sido la advertencia para todo aquel que ofrece resistencia a sus planes económicos, políticos y militares o pretenda manejarse de manera independiente. Así lo ratificó invadiendo Panamá para secuestrar al dictador Noriega, inicial agente a sueldo suyo convertido en poderoso narcotraficante. Incluso, cuando Clinton aparece como mediador de paz, como en el caso del Medio Oriente o Irlanda del Norte, sólo tiende la mano de hierro, enfundada en el guante de seda, para obligar a los circunstanciales adversarios a aceptar sus planes.

Aunque para la burguesía yanqui el eje de su estrategia de dominación continental sigue siendo la destrucción de las conquistas del Estado Obrero cubano y restablecer el capitalismo en la isla, la política de combate al narcotráfico le permite consolidar el control sobre su “patio trasero”, tarea fundamental en medio de la crisis económica mundial y la fuerte competencia entre las potencias imperialistas por el control de fuentes de recursos y mercados. La devolución del Canal a Panamá ha obligado a EE.UU. a establecer nuevas bases militares en otros países del área y un territorio privilegiado ha sido el área andina, desde donde puede vigilar la selva amazónica e intervenir directamente cuando sea necesario, sobre todo si los gobiernos de turno se muestran débiles y los regímenes políticos inestables.

El crecimiento acelerado del narcotráfico implica un riesgo para la burguesía imperialista: que surjan y se consoliden sectores burgueses o pequeño burgueses independientes que choquen con sus intereses y/o obstaculicen sus planes. Así ocurrió en el pasado con las burguesías petroleras de los países semicoloniales, como es el caso de Sadam Hussein, y con la burguesía mafiosa. Por esa razón el imperialismo conspiró contra García Meza en Bolivia, invadió Panamá y en Colombia intentó la desestabilización del gobierno burgués de Samper debido, entre otras razones, a que su campaña electoral había sido financiada por los narcotraficantes del cartel de Cali.

A pesar de declarar que esta política se basa en una “libre asociación entre los distintos países afectados por el narcotráfico” , el Plan significa un enorme incremento en la dependencia y el sometimiento casi completo de los países del área a los intereses y políticas de Estados Unidos y Europa, es decir de los países imperialistas. Con este Plan el imperialismo avanza a pasos agigantados en el sometimiento económico, político y militar sobre la recortada soberanía nacional de los países de la región, en su política para derrotar la guerrilla, en la expoliación de sus recursos naturales, en el aumento de su endeudamiento, para garantizar sus planes económicos de hambre y miseria contra los trabajadores, para apoderarse del negocio del narcotráfico y el de las privatizaciones.

Ahora que cuenta en Colombia con un gobierno que le es totalmente supeditado a sus intereses, está desarrollando este Plan que implica la instalación y operación de bases militares del ejército de los Estados Unidos en Colombia y en otros países de la región, como la base militar de Manta en Ecuador, y la de Tres Esquinas en el Putumayo, para fortalecer los ejércitos de los países del área, para atacar militarmente las guerrillas y a la población campesina que producto de la crisis económica, del desempleo y de la ausencia de una verdadera reforma agraria, obtiene su sustento de los cultivos de coca o de amapola. Además, desarrollando fumigaciones masivas de consecuencias catastróficas para la población y el medio ambiente. Todas estas medidas buscan principalmente profundizar la intervención imperialista que viene avanzando de tiempo atrás en América Latina y crear las condiciones políticas para una eventual intervención militar directa.

El presidente de Colombia, Andrés Pastrana, y los demás presidentes de los países de la región, pretenden ganar la confianza del imperialismo para, no sin ciertos regateos, lograr recursos que alienten a los empresarios a invertir y sacar sus economías de la actual crisis y recesión. En ese contexto se pueden entender las solicitudes de gobiernos y burguesías de la región pidiendo preferencias arancelarias para su industria textil y de confecciones, en condiciones de igualdad a las condiciones que poseen los países centroamericanos y las gestiones para el ingreso al Tratado de Libre Comercio (NAFTA) que actualmente desarrollan Estados Unidos, México y Canadá. Buscan crear las condiciones políticas y sociales para que los negocios de los empresarios colombianos y extranjeros vuelvan a florecer.

Dada la manifiesta inestabilidad política en el área, el Plan incluye el fortalecimiento y "modernización" del régimen político colombiano, en manos del gobierno y la burguesía tradicionalmente más incondicional del imperialismo y especialmente del norteamericano. Ese carácter incondicional de las burguesías de casi todos los países y de los diferentes sectores de la burguesía colombiana respecto de las políticas trazadas por el imperialismo, se puede apreciar en el respaldo casi unánime que han dado todos los gobiernos de América Latina al Plan Colombia . La cumbre realizada en Río de Janeiro y las diferentes visitas realizadas por Andrés Pastrana a Ecuador, Chile y Argentina han logrado declaraciones de respaldo a este plan imperialista y la unidad burguesa alrededor de él.

En ese contexto, en Colombia las fuertes disputas protagonizadas por la oposición burguesa al gobierno de Andrés Pastrana, encarnada en los parlamentarios del Partido Liberal, quienes levantaban algunas objeciones al Plan Colombia, fueron superadas y cambiadas por declaraciones de apoyo, una vez el gobierno y el parlamento norteamericano dieron su aval a su candidato presidencial Horacio Serpa. Hasta allí llegaron los fogosos discursos del dirigente liberal que otrora criticara a los gringos por su política respecto del gobierno de Ernesto Samper. La burguesía y el autoritario régimen político colombiano que tiene en los dos partidos tradicionales el Liberal y el Conservador parte sustancial de sus instituciones, fueron, al menos por el momento, unificados por el imperialismo alrededor del respaldo a la política semicolonizadora y expansionista materializada en el Plan Colombia.

El Plan Colombia busca la derrota de la guerrilla

Aprovechándose del retroceso en las luchas de los trabajadores y de los anhelos de tranquilidad de sectores importantes de la población, el gobierno y las organizaciones guerrilleras colombianas adelantan un proceso de negociación, llamada “ solución política al conflicto armado” , argumentando que al final de esas negociaciones llegará la paz para los trabajadores, los campesinos y los pobres.

Sin embargo, esas negociaciones, los 42.000 Km. de la llamada zona de despeje en el sur del país, en el Caguán, así como todas las concesiones hechas por el gobierno, hacen parte integral de la estrategia trazada por el imperialismo y el gobierno de Pastrana en el Plan Colombia para lograr la derrota de la guerrilla.

A pesar de que la dirección de las organizaciones guerrilleras colombianas sostiene que el Plan Colombia es “ un plan de guerra que se opone a las negociaciones de paz ” y que, en consecuencia para ellos, el rechazo al Plan debe significar el respaldo a las negociaciones, la realidad es muy otra. El Plan Colombia contempla como parte sustancial de su estrategia, las negociaciones de “paz”. EL OBJETIVO CLARO Y EXPRESO ES LOGRAR DERROTAR LA GUERRILLA COLOMBIANA. Es la vieja política de ofrecer “la zanahoria” y utilizar el “garrote” para lograr imponerla. Los recursos del Plan Colombia son fundamentalmente para realizar una fuerte ofensiva militar contra la guerrilla: “...Durante el proceso de Paz, el ejército nacional y la policía necesariamente seguirán aumentando sus capacidades con miras a ... asegurar un arreglo pacifico”. [2]

En consecuencia, y a pesar de que Pastrana y funcionarios tanto del gobierno colombiano como del de los Estados Unidos, sistemáticamente afirman que el Plan Colombia no es un plan militar contra la guerrilla, lo afirmado hace más de seis meses por el Subsecretario de Estado Thomas Pickering, es clarificador: “...Si la guerrilla está participando, y no tengo dudas de eso, ellos son objetivos de nuestra lucha...”. [3] Esta intervención política y militar del imperialismo significa, sin ninguna duda, el combate a todos los grupos guerrilleros colombianos y especialmente a las FARC, combate que después será descargado contra los trabajadores y las masas que salgan a la lucha contra esta intervención militar imperialista y sus planes de hambre y miseria.

El Plan, entonces, tiene el componente militar para buscar imponer la completa capitulación política de las guerrillas en la mesa de negociación o su derrota militar. Así lo dice: “...un punto central en la estrategia consiste en las negociaciones con la guerrilla ...un acuerdo de paz negociado con la guerrilla...fortalecería el Estado de derecho y la lucha contra el narcotráfico..” Y agrega mas adelante “... el gobierno actual inicia un proceso de negociación que busca un acuerdo de paz negociado con la guerrilla... si esta estrategia tiene éxito, se fortalecería muy rápidamente el Estado... y la lucha contra el narcotráfico en todo el país... El proceso de paz además parte de una alianza estratégica en contra del narcotráfico... Para que este proceso se vuelva factible y duradero se necesita un apoyo complementario en las áreas de seguridad y defensa...” [4]

El Plan, por supuesto, contempla no sólo la presión de sectores de la población contra la guerrilla, materializado en las marchas del “No Mas”, sino en una fuerte presión militar contra ésta. El fortalecimiento del aparato militar se esta descargando y se seguirá aplicando a sangre y fuego para obligarla a pactar. La “ayuda” del imperialismo, como lo han declarado Thomas Pickering, Madeleine Albrigth y todos los asesores militares que visitan el país semanalmente, es para que las Fuerzas Armadas desarrollen su ofensiva militar contra la guerrilla y combatan a los que estén vinculados al narcotráfico:

“El papel de la comunidad internacional es esencial para el éxito del proceso de paz ... Es muy importante que la comunidad internacional rechace... toda acción terrorista y que ejerza presión a fin de seguir adelantando el proceso. En el campo de las relaciode equipos y tecnología .” [5]

Se proponen así, reeditar la experiencia de Centroamérica con el FMLN salvadoreño y la guerrilla guatemalteca, lo logrado en Colombia con el M19, el EPL y otras guerrillas menores que incorporaron a la defensa del sistema capitalista y también a sus Fuerzas Armadas. De lograrlo, impondrían una muy importante derrota a las guerrillas y de manera indirecta un grave golpe al movimiento campesino y al movimiento de masas.

Es claro entonces, que la estrategia del imperialismo, de la burguesía colombiana y el gobierno de Pastrana es la derrota de las organizaciones guerrilleras, por la vía política de la negociación o por medios militares. Por medio de las negociaciones y acuerdos con la dirección guerrillera, haciéndole algunas concesiones menores buscan su derrota política , logrando su integración al sistema, al régimen y a su defensa. Tal como viene ocurriendo hace dos años, esas negociaciones cumplen un papel inmejorable para desprestigiar la guerrilla, colocarla a la defensiva en el terreno político, legitimando toda acción militar o paramilitar contra ella.

Desafortunadamente, a esta política contribuye el creciente aislamiento político de la guerrilla respecto de los trabajadores y de capas muy importantes de la población más pobre de las ciudades, que a diferencia del pasado no ven en la guerrilla una alternativa política revolucionaria de tipo democrático y una dirección para encausar las luchas hacia la derrota revolucionaria del antidemocrático y asesino régimen político existente en Colombia. La guerrilla es víctima de un hecho paradójico, ya que a su actual fortaleza militar se opone un mayor aislamiento político respecto de las grandes masas. Después de tantos años de existencia en un país con una aguda crisis social, la guerrilla colombiana sigue sin lograr influencia política de masas.

A dicho aislamiento ha ayudado la política de la guerrilla. Por un lado, con su accionar militar descolgado de las masas, en ocasiones contra sectores de ellas y con sus condenables métodos de terrorismo individual totalmente ajenos a los métodos de lucha de la clase obrera y los trabajadores. Por otro lado, con la política reformista de su dirección que siembra expectativas en la posible reforma del capitalismo y en lograr darle un rostro humano a este sistema depredador y asesino, así como con su política de plantear que la paz es una meta que se puede conseguir sin necesidad de destruir el sistema capitalista, es decir sin tener que realizar una revolución obrera y popular para conquistar la paz que muchos trabajadores anhelan.

El actual programa de las direcciones guerrilleras se ha alejado completamente de la política de tomar el poder. Contempla una serie de puntos que constituyen una serie de tibias reformas al sistema capitalista, donde no se plantea la expropiación de los medios de producción, ni siquiera de los del imperialismo, ninguna re-nacionalización de las empresas estatales privatizadas o monopolio del comercio exterior. Presos de la idea de lograr la humanización del sistema de explotación no contempla ninguna propuesta para revolucionar el autoritario régimen político bipartidista colombiano, sino que plantean sólo su reforma.

Las direcciones guerrilleras, además, se proponen lograr estas reformas contempladas en su programa con base en el pacto político y la negociación con el reaccionario y proimperialista gobierno de Andrés Pastrana. De allí que deliberadamente sus dirigentes presenten como positivo el hecho de que estas negociaciones cuentan con el apoyo del imperialismo mundial, yanqui y europeo, así como con el respaldo de todos los gobiernos y burguesías de América Latina, lo que llamaría a la desconfianza inmediata de cualquier combatiente o luchador honesto. [6]

La reestructuracion y fortalecimiento de las Fuerzas Armadas

El gobierno de Andrés Pastrana y todos los funcionarios del imperialismo sistemáticamente minimizan que el centro del Plan es de carácter militar y que las organizaciones guerrilleras son blanco de su ataque. Este contiene el presupuesto para aumentar significativamente las tropas, lograr la “profesionalización” y modernización de las Fuerzas Armadas de los países de la región y de sus aparatos de inteligencia. Se plantean medidas de reestructuración de los ejércitos, la creación de nuevos batallones, su equipamiento y el suministro de más de 60 helicópteros, artillería, munición y todo tipo de pertrechos militares, para avanzar con operaciones de tipo ofensivo, hacia un fuerte control aéreo y fluvial y buscando una más efectiva coordinación de todos los estamentos de las FFAA y de policía. En desarrollo de esta política hace sólo algunas semanas el gobierno colombiano expidió una serie de decretos de reestructuración de las Fuerzas Armadas aumentando significativamente su capacidad militar. Así, se pasará de los actuales 10.000 a 42.000 soldados profesionales y la cantidad de helicópteros se duplicará e igual incremento tendrá el presupuesto para el ejército.

A ello responde la construcción y operación de las bases militares y de los radares, operados directamente por militares del imperialismo para el control de toda la región, con la sistemática presencia de asesores de inteligencia militar y altos mandos del ejercito de los Estados Unidos en Colombia y en toda el área, que se encargan de realizar un cotidiano control sobre el gobierno colombiano y de los países de la región.

En el texto, el Plan lo sustenta así: “... El fortalecimiento de la Policía Nacional y de las FF.AA. mediante un proceso de modernización, reestructuración y profesionalización es un paso esencial para... impedir las incursiones de grupos irregulares y de grupos delictivos, especialmente los grupos asociados con el narcotráfico... mediante esfuerzos integrales dirigidos por la Fuerzas Armadas: combatir el cultivo ilícito... establecer control militar sobre el sur del país con propósitos de erradicación... restablecer el control gubernamental sobre las áreas clave de producción de droga... Integrar las iniciativas nacionales a los esfuerzos regionales e internacionales... ” [7]

Agregando , “Mientras esta fuente independiente de drogas y de ingresos permanece fuera del control de las FFAA y la policía, la guerrilla, los grupos de autodefensa al margen de la ley y los narcotraficantes se fortalecerán... [su] misión nacional [será ] asegurar el orden, la estabilidad, y el cumplimiento de la Ley ... [y] romper los lazos entre estos grupos y la industria de la droga que los apoya.”

Y al definir los objetivos del combate al narcotráfico plantea: “combatir el cultivo ilícito mediante la acción continua y sistemática del ejercito y de la policía, especialmente en la región de Putumayo... Restablecer el control gubernamental sobre las áreas claves de producción de drogas... Consolidar el control sobre el espacio aéreo nacional por todos los medios disponibles... mejorar el programa de interceptación aérea, con énfasis en el oriente del país... mejorar y aumentar el apoyo operacional para la Armada nacional y la infantería de marina... fortalecer los esfuerzos conjuntos entre Colombia y estados Unidos... aumentar el número de tropas... aumentar la movilidad en las selvas... apoyar las nuevas estrategias del programa de las naciones unidas para la fiscalización internacional de drogas... romper los nexos entre los grupos armados y del apoyo que reciben de la industria del narcotráfico” [8]

El combate al narcotráfico:
el imperialismo contra la legalizacion

El imperialismo al tiempo que obtiene fabulosas ganancias de la producción y venta de alcohol, tabaco, marihuana sintética y muchos otros estimulantes que son legales en el mundo entero, ha impuesto su política de prohibición e ilegalidad sobre la cocaína y la heroína, desarrollando una campaña represiva para combatir la producción. Esto se debe a profundas razones económicas, políticas e ideológicas. Dado que el tráfico de esas drogas representa un próspero negocio capitalista, el imperialismo yanqui hace años esta empeñado en lograr el monopolio con una política eminentemente represiva y militar, buscando hacerse al control de esa lucrativa industria mundial.

Esta política de penalizar los cultivos como “ilícitos” y el tráfico como “ilegal”, presupuesto pretende ignorar que el mismo sistema social y económico capitalista es el que ha convertido este negocio en uno de los más lucrativos. Este sistema conduce a millones de jóvenes y personas en el mundo a una creciente crisis social. Esa es la clave para entender la creciente demanda y consumo de drogas a nivel mundial pues constituye una forma de escapismo. Como lo dice Noam Chomsky “...una segunda razón [para la prosperidad del narcotráfico] tiene que ver con la política estadounidense sobre estas drogas. Su diseño ha hecho cambiar a la gente el consumo de marihuana, relativamente menos dañina, por drogas fuertes como la cocaína aún en sus formas más letales. Colombia también pasó de la producción de marihuana a la de cocaína... [9] El imperialismo y los capitalistas se oponen a la legalización pues eso dañaría el negocio. Saben que la legalización haría bajar los fabulosos niveles de ganancia que actualmente obtienen.

Por medio de la represión, quieren el control ignorando completamente las múltiples propuestas de legalización acompañada de fuertes campañas contra el consumo, hechas por numerosos intelectuales, economistas y científicos del mundo entero. [10] Como la legalización de las drogas bajaría las fabulosas ganancias y dado que la producción de drogas no está bajo su control, el imperialismo continúa, como en el pasado respecto del alcohol o el tabaco, oponiéndose a ella. A cambio, combate la producción , sin atacar significativamente el consumo en sus países.

No deja entonces de llamar poderosamente la atención, que esta política imperialista de mantener la ilegalidad de estas drogas sea cuestionada actualmente sólo por algunos. Se entiende que el imperialismo mundial y los diferentes gobiernos burgueses del mundo, defiendan mantener esa condición de ilegalidad. Pero constituye un hecho grave de parte de los que se reclaman contradictores e incluso enemigos del imperialismo, como las ONG, las organizaciones de izquierda stalinista y reformista, así como la propia dirección guerrillera colombiana, reconozcan como legítima esa “ilegalidad”, hablen de cultivos “ilícitos” y se manifiesten partidarios de la sustitución de cultivos o peor aún de su erradicación, antes que tener una consecuente postura democrática y plantearse la lucha por la completa legalización de las drogas. [11]

Estas definiciones sobre la “ilegalidad” y política de represión militar, son un soporte muy importante del Plan Colombia : “ El gobierno ha establecido la lucha contra la producción y tráfico de drogas como una de sus mayores prioridades... Por este motivo, el gobierno deberá enfocarse en el problema y está comprometido a combatirlo en las áreas del trafico, producción, consumo y cualquier otro elemento que apoye dicha actividad... El narcotráfico constituye una amenaza para la seguridad interna no sólo de Colombia sino de otras naciones...” [12]

Como sustento ideológico para ganar el apoyo de la población que ve horrorizada cómo las drogas destruyen a la juventud y sectores de la población, desarrollan una campaña con tintes aparentemente moralistas sobre el “flagelo” de las drogas y los daños reales que éstas causan entre los adictos. Deliberadamente ocultan que es mayor el número de muertes producidas en el mundo por el consumo de tabaco que por las demás drogas juntas. Sin embargo, por fuertes razones económicas el consumo del tabaco está legalizado y en el mundo abunda la publicidad promoviendo su consumo abierta y masivamente.

La imperialista “defensa de los derechos humanos”

Desde el inicio de los años noventa el imperialismo echó mano de las banderas de la “democracia en general” para defender la democracia burguesa como único régimen político válido. Aprovechándose de los legítimos sentimientos antidictatoriales y de lucha contra la opresión política y la ausencia de libertades democráticas, el imperialismo tomó en sus ensangrentadas manos la bandera de las libertades democráticas, del derecho a la vida y de los “derechos humanos”, con el pérfido objetivo de confundir a las masas, sofocar la resistencia a su intervencionismo político y militar, recubriéndolo con retórica acerca de la “defensa de los derechos humanos”. Así, ha terminado calificando a los que se le oponen como “fascistas” y “enemigos de la democracia”. Bajo este argumento se libró la guerra contra Irak, igualando a Saddam Hussein con Hitler. Igual sustento ideólogico levanta contra Milosevic utilizándolo para atacar militarmente, invadir y desestabilizar políticamente a Yugoslavia e impulsando ahora un gobierno dócil a sus intereses imperialistas en ese país y en la región centroeuropea.

Con esta campaña ideológica y política han empezado a legitimar los tribunales penales internacionales para convertir a los jueces del imperialismo, denominados ahora “comunidad internacional”, como jueces supremos de un mundo “sin fronteras” jurídicas que les imponga trabas a su expansión económica, militar, política e ideológica. Con base en esta política intentaron legitimar un juicio por parte de los jueces imperialistas al chacal Pinochet y lograr apoyo mundial a su tentativa de erigirse en Jueces Supremos, para impedir que los familiares de asesinados y sectores obreros y populares tomaran en sus manos el justo y necesario juzgamiento del odiado dictador. Esa avanzada imperialista sentó las bases de la ofensiva contra los gobiernos que no le son incondicionales como el caso de Milosevic y Saddam Hussein, para tratar de pasar a su utilización a nivel mundial.

Esa política y ofensiva en el terreno ideológico, les permitió lograr el apoyo de amplios sectores de la población en Estados Unidos, Europa y América Latina, para atacar militarmente a Irak y Kosovo. La intervención militar imperialista en América Latina esta recubierta con retórica sobre la defensa de los derechos humanos y contra la violencia en general, incrementando los sentimientos pacifistas dentro de la población, aprovechándose de los legítimos sentimientos a favor de la tranquilidad o la paz y colocando exclusivamente a las organizaciones guerrilleras como sinónimo de violencia.

Ahora en Colombia, un país con un régimen político autoritario y asesino, cómplice de la actividad de las organizaciones paramilitares, un país record en violaciones a las libertades democráticas, al derecho a la vida, con miles de asesinatos políticos y más de un millón de desplazados por la violencia, el gobierno y los partidos de la burguesía han empezado a utilizar esa bandera de la supuesta “defensa de los derechos humanos” y del llamado Derecho Internacional Humanitario para colocar a la defensiva a los luchadores obreros y populares y quitar legitimidad a las organizaciones guerrilleras.

El gobierno, el imperialismo y los distintos partidos burgueses vienen desarrollando una ofensiva política para descalificar a las organizaciones guerrilleras calificándolas de “fascistas” e intentando igualarlas a los nazis. Esta misma campaña la vienen desarrollando en España contra la organización nacionalista vasca ETA. Argumentos parecidos han empezado a esgrimir contra las FARC y la guerrilla colombiana. Ya en todos estos años la burguesía había avanzado mucho en esta dirección, al lograr que la mayoría de la clase media y sectores importantes de los trabajadores coloquen un signo igual entre las organizaciones guerrilleras y los paramilitares, como “distintos factores de violencia”.

Con base en esta política el imperialismo intenta avanzar hacia el reconocimiento de status político a los paramilitares para desarrollar una negociación con esas organizaciones auspiciadas por los terratenientes, los grandes ganaderos y desarrolladas bajo la mirada cómplice del imperialismo y de los diferentes gobiernos liberales y conservadores durante estos últimos quince años. Esta campaña pacifista del imperialismo cumplirá su objetivo de abonar el terreno desarmando políticamente a los trabajadores, los campesinos y a la población, para el desarrollo de su ofensiva militar.

Ahora, la bandera de la “defensa” de los derechos humanos la empuña el principal agresor de los pueblos y trabajadores del mundo, el que ha bombardeado sin piedad naciones enteras y masacrado a sus pobladores. La supuesta defensa de los “derechos humanos” y la careta humanitaria al servicio de legitimar su política intervencionista a nivel mundial, intentan ser convertidas en patrimonio de la ONU y hasta de su Consejo de Seguridad.

El movimiento de masas y la derechizacion politica

Como consecuencia de una situación mundial que se ha tornado altamente desfavorable para las luchas de los trabajadores y el hecho de que el ascenso en las luchas obreras y populares de los años setenta y ochenta en América Latina ha sido completamente desarticulado en Colombia y otros países de la región en los últimos años, las luchas de la clase obrera han resultado en derrotas.

En Colombia el nivel de sindicalización se ha reducido de aproximadamente el 20% existente a mediados de los setenta, a un 4 o 5% actualmente, con lo que el nivel de organización de la clase obrera que ya era precario, ha cambiado sensiblemente. La burguesía colombiana ha reprimido violentamente e impedido sistemáticamente la organización de los trabajadores y las masas. Sin embargo, a la desorganización de los trabajadores y las masas también, han contribuido las organizaciones guerrilleras existentes en el país, quienes privilegian el trabajo elitista de organizaciones de vanguardia de tipo militar, debilitando con su accionar y con su política la construcción de las organizaciones de las masas y de un partido revolucionario de los trabajadores. Hace más de veinte años, desde el histórico Paro Cívico Nacional de 1977 contra el gobierno del liberal Alfonso López Michelsen, en el país no se ha logrado articular una Huelga General o Paro Nacional de la producción y los servicios, pues los diferentes momentos de ascenso en las luchas y los intentos de organizarla fueron absolutamente desperdiciados y llevados a la derrota por las direcciones mayoritarias del movimiento sindical, de una parte las burocracias ligadas a los partidos burguesas tradicionales y de otra, por el stalinismo (PC, MOIR y sus satélites).

Ese proceso, impidió que la crisis económica y política de los diferentes gobiernos burgueses y la creciente crisis social fuera capitalizada por la clase obrera e incorporada a un proceso de movilización contra esos gobiernos y el imperialismo. Esto permitió que se fuera abriendo paso el accionar de bandas paramilitares, con sus asesinatos, masacres y ataques fascistas contra sectores de la clase obrera, los trabajadores y sectores populares. Desafortunadamente la ofensiva fue enfrentada con una política reformista por parte de la izquierda y las direcciones sindicales y no con el método de la movilización combativa y aguerrida, lo que permitió que se impusiera una severa derrota a los trabajadores, pues durante todos estos años fue aniquilada una parte muy importante de la vanguardia política y sindical en Colombia.

Las organizaciones guerrilleras al tener la política de menospreciar el movimiento de masas y su lucha, tampoco lograron derrotar la ofensiva paramilitar. Así, el escenario principal de la lucha de clases fue paulatinamente ocupado por las organizaciones guerrilleras por un lado y por el otro, las fuerzas armadas del régimen aliadas a las organizaciones paramilitares.

Los sectores que más resistieron en los dos últimos años, como el magisterio y los trabajadores estatales en el caso de Colombia, tras una serie de continuos fracasos y derrotas parciales, han sido debilitados completamente en sus luchas de resistencia a la ofensiva económica desarrollada por los últimos gobiernos. Desde el gobierno del hoy Secretario General de la OEA, César Gaviria, pasando por el gobierno de Ernesto Samper y su ministro de gobierno Horacio Serpa y finalmente con la ofensiva desatada por el actual gobierno de Andrés Pastrana, que ha logrado avanzar velozmente en arrebatar las conquistas a los trabajadores estatales, los trabajadores, los campesinos y las masas populares han retrocedido y dejado de ser protagonistas centrales de la lucha de clases.

La ofensiva del imperialismo, la burguesía y sus gobiernos liberales y conservadores en Colombia junto al debilitamiento en las luchas de los trabajadores, el retroceso de la clase obrera industrial sumado a la masacre a miles de activistas y dirigentes campesinos, obreros y populares, ha llevado a un giro hacia la derecha en sectores importantes de la clase media y a la creciente presencia y legitimación política de las organizaciones paramilitares. Sectores de la clase media están girando hacia una creciente simpatía por los grupos paramilitares y a convertirse en protagonistas de masivas movilizaciones contra los secuestros y otras acciones de la guerrilla, con las marchas denominadas del ‘ No Más’ .

Así, las organizaciones paramilitares que se iniciaron a mediados de los años ochenta, como bandas armadas por los terratenientes y ganaderos y contando con la complicidad del ejercito colombiano, han terminado centralizándose y fortaleciéndose como guerrilla de carácter “contra”, avanzando en lograr su reconocimiento político por parte del gobierno y el imperialismo. Dichas organizaciones no sólo desarrollan un accionar de carácter fascista con masacres y sistemáticos asesinatos contra activistas y pobladores pobres de campos o ciudades, sino que además tienen fuertes nexos con sectores de narcotraficantes controlando amplios sectores de cultivo en las regiones norte de Colombia.

El trabajo sucio que le han proporcionado los paramilitares durante todos estos años a la burguesía, los terratenientes y al imperialismo no es despreciable. Tras casi veinte años han cumplido un papel muy importante para la burguesía, al ayudar y facilitar la derrota de las luchas obreras y populares y la derrota del ascenso obrero y popular.

El imperialismo y la burguesía colombiana, si bien no desprecian el valioso servicio prestado, están ahora por lograr la derrota de la guerrilla utilizando todos los medios a su alcance pero privilegiando la utilización de sus Fuerzas Armadas institucionales, tratando de evitar mayores elementos de crisis. Esta diferenciación por parte del gobierno y el imperialismo respecto de los paramilitares también se basa en el hecho de que estas organizaciones, así como un sector muy importante de las Fuerzas Armadas, tienen fuertes vínculos con el narcotráfico y que sus actividades dificultan su cosmética campaña de “defensa” de los derechos humanos. Esto los ha llevado a algunas contradicciones menores con sectores de la burguesía, con el gobierno y con el propio imperialismo.

Por esa razón, tanto el gobierno colombiano como el imperialismo, con el Plan Colombia , tomando alguna distancia de las organizaciones paramilitares aprovechan para legitimar una posible negociación con ellas: “...Del otro lado, existen los grupos de autodefensa al margen de la ley, quienes buscan una solución armada al conflicto guerrillero, y un reconocimiento político mayor para su organización. El gobierno sigue luchando en contra de los grupos de autodefensa la margen de la Ley, pero este hecho no significa que no esté dispuesto a buscar alternativas y maneras pacíficas de desmantelar su infraestructura y sus operaciones... ” [13] .

La reforma judicial y otras medidas del Plan

El Plan presenta una política de fortalecimiento del aparato judicial para colocarlo completamente al servicio de la extradición de nacionales, reformándolo para extraditar a cualquiera que el imperialismo exija. Ya está el antecedente de la exigencia planteada por el imperialismo a la FARC por el caso de los indigenistas, que han empezado a extender a otros guerrilleros y que han venido usando para imponer la entrega de narcotraficantes a la justicia de los Estados Unidos. Se trata de una herramienta jurídica que en manos del gobierno y del imperialismo sin duda será utilizada para lograr la extradición de cualquier luchador popular o revolucionario.

La reforma incluye además, la generalización de cárceles de alta seguridad, el paso al sistema acusatorio en la justicia y avalar los criterios de los Tribunales Penales internacionales. El centro de toda esta reforma fue exigido hace meses por la Fiscal de los Estados Unidos Janet Reno, como supeditación de todo el sistema judicial colombiano a las necesidades jurídicas del imperialismo.

El Plan contempla por otra parte, una serie de medidas más cosméticas que reales de la política llamada de sustitución de cultivos. Así se justifica la ínfima parte de la “ayuda” destinada a la llamada “sustitución”. Esos recursos se canalizarán por medio de los Alcaldes y concejos municipales. Un hecho destacado, es que en la repartición de la “ayuda” se prevé dar participación de las ONG y a los comandantes de las organizaciones guerrilleras ofreciéndoles algunas migajas de la torta. [14]

La ‘estrategia económica’ del Plan Colombia

El nuevo Ministro de Hacienda (Economía) del gobierno colombiano, el liberal Juan Manuel Santos, se posesionó parafraseando a Wiston Churchill con el anuncio de que el ajuste fiscal y el Plan Económico del gobierno significarían “sudor y lágrimas”. No mintió. La llamada estrategia económica contemplada en el Plan Colombia que es el norte fijado al Plan Nacional de Desarrollo del gobierno colombiano, significa, el desarrollo de las medidas que vienen siendo impuestas por el imperialismo y sus organismos financieros a los trabajadores a nivel mundial y que durante la última década, los distintos gobiernos han logrado aplicar en toda América Latina.

Estas medidas económicas acordadas con el FMI, constituyen un verdadero plan de “choque” contra los trabajadores y los pobres con el objetivo de terminar con todas las conquistas sociales obtenidas en el pasado, imponer una sistemática rebaja salarial, lograr la flexibilización completa de las leyes laborales y el desmonte definitivo del sistema de seguridad social. Con esta política están avanzando en el incremento de la deuda externa y la entrega de los recursos naturales no renovables, a las transnacionales imperialistas. Así concreta el Plan Colombia, en el terreno económico, la política de mayor semicolonización al servicio de garantizar las ganancias y los negocios de las transnacionales imperialistas.

Para Colombia lo plantea así : “... Durante el ultimo año, se han hecho recortes en el gasto publico, la base para el IVA se amplió, se estableció un impuesto especial sobre las operaciones financieras (2 por mil) y se implementaron controles sobre la evasión del impuesto... la mayor parte de los salarios de los empleados públicos serán congelados y se efectuarán mayores recortes en la burocracia ... Un nuevo conjunto de reformas estructurales entre ellas la racionalización de las finanzas públicas regionales, reforma a la seguridad social y la creación de un fondo de pensiones regional ha sido presentado al Congreso de la República. Con esto se busca reducir el déficit fiscal... Las empresas y la banca estatal serán privatizadas... ISA e ISAGEN, dos electrificadoras de orden nacional y catorce distribuidores de energía regionales... ya están para la venta, al igual que Carbocol... tres bancos estatales se privatizarán...”

Y agrega : “ ..Se requiere la inversión privada tanto interna como extranjera ... El Plan implica también la implantación de medidas para atraer la inversión extranjera y promover la expansión del comercio...El gobierno está coordinando sus actividades estrechamente con las instituciones financieras internacionales. En este momento está negociando con el Fondo Monetario Internacional... La ayuda del Banco Mundial y del Banco Interamericano de Desarrollo BID esta prestando apoyo... para reformar el sector financiero y las finanzas publicas... Con la Comunidad Europea ya se han firmado tratados bilaterales de inversión, con dos miembros, España y Gran Bretaña y se han comenzado negociaciones con Francia, Alemania, Italia y los países Bajos con Estados Unidos hay que avanzar... hacia acuerdos de cielos abiertos... y también buscará una utilización mas efectiva de los programas de los Estados Unidos... con el fin de promover la inversión...” [15] .

Esta estrategia económica, es entonces la política que desde su posesión ha venido aplicando el gobierno de Andrés Pastrana en Colombia y que ha dejado cerca de 3 millones de desempleados (22%), la baja generalizada en el nivel de vida de la población más pobre y el creciente aumento de la miseria en casi veinte millones de personas, la mitad de la población total del país, con sus secuelas de violencia, más de un millón de desplazados y el marginamiento de capas enteras de población más pobre.

Con esta estrategia se proponen reducir el Déficit Fiscal, del actual 6.1% al 2,5% del Producto Interno Bruto (PIB) por medio de una serie de proyectos. Primero, reducir la inversión de Estado en un 21% e impedir que los gastos del Estado suban mas del 8.7% del Producto Interno Bruto PIB, afectando principalmente las llamadas inversiones sociales como educación, salud y seguridad social y congelando los salarios de los trabajadores de Estado.

Segundo, un proyecto de contrarreforma laboral para ‘flexibilizar’ la estabilidad en el empleo, los salarios y en general todas las actuales condiciones laborales. Tercero, una reforma al sistema de jubilaciones y al sistema de seguridad social que elimina las excepciones existentes a esa ley (magisterio y trabajadores petroleros), aumenta los aportes pagos por el trabajador y amplía en cinco años la edad de jubilación. Cuarto, reducción drástica de los dineros enviados por el gobierno central a departamentos y municipios (transferencias fiscales de la nación) hasta su congelación total, al tiempo que descentraliza las responsabilidades de las jubilaciones sobre las finanzas de estos departamentos y municipios. Quinto, un recorte a los gastos de las regiones garantizado por medio de la firma de Convenios de Desempeño que son los planes de pago impuestos por la banca privada para garantizar el cobro de los préstamos hechos a los gobiernos regionales, como requisito para entregar aportes del gobierno central a las regiones. Y sexto, nuevos impuestos autorizados a departamentos y municipios, para aumentar el recaudo que hace el estado a costillas de los trabajadores y la población.

La recesión de la economía capitalista manifestada crudamente en los cientos de cierres de empresas en Colombia (131 en el año 99), los concordatos de otro gran número de empresas, los miles de trabajadores despedidos y el crecimiento negativo de la economía (-4.5%) en el año 1999. Así, los capitalistas suspendieron o redujeron sus inversiones originando la recesión (52% de los empresarios declararon que no harían inversiones).

Para el imperialismo y el gobierno de Pastrana, la llave maestra de la superación de la recesión económica está en la reducción de los “costos laborales” es decir, reducir los salarios, aumentar la jornada laboral sin pagar las horas extras o dominicales, eliminar las indemnizaciones por despido para poderlo hacer a carta blanca, aumento endemoniado de los ritmos de trabajo (productividad) y rebaja o eliminación de las prestaciones sociales (vacaciones, salud, cesantías y pensión) para así abaratar el costo de la mano de obra, lo que automáticamente hará subir los porcentajes de ganancia de los empresarios que hará de nuevo ’atractiva’ la inversión.

Ese es el sentido profundo de las leyes impulsadas por el gobierno para reformar nuevamente el código laboral y la reforma al sistema de pensiones: favorecer a los capitalistas. Un paso de avanzada de este Plan es la instalación de Zonas Económicas Especiales en las ciudades de Buenaventura y Valledupar, donde se están empezando a instalar las fábricas tipo Maquila con condiciones altamente favorables para que los capitalistas extranjeros entren a explotar mano de obra de bajo costo, para luego exportar todos su productos. Esta es la política de generación de empleo del gobierno: facilidades a granel para contratar trabajadores con salarios de hambre, estrechamente vinculada a la política de apoyo estatal a las exportaciones de esas mercancías producidas.

Pero el abaratamiento de la mano de obra y el trabajo en condiciones de semi esclavitud en las maquilas, al parecer no les es suficiente. Para cumplir con los pactos hechos con el FMI, se están tramitando nuevas leyes para vender todas las grandes empresas de generación, de distribución de energía eléctrica y todos los bancos estatales. Como ejemplo de esta política la más grande empresa minera de carbón a cielo abierto en América Latina Carbocol, que había costado 1.500 millones de dólares, ha sido vendida por sólo 398 millones. El Plan contempla además realizar obras de túneles, carreteras, aeropuertos e infraestructura ofertando al mejor postor, por el sistema de concesión, la construcción u operación de grandes proyectos para desarrollar la denominada “globalización” de la economía.

Respecto de la exploración y extracción de petróleo, en Colombia se plantea permitir mayores ganancias y concesiones, de las que tienen actualmente las transnacionales. Como botón de muestra de ello, está el desalojo de su territorio a la etnia U’ wa para garantizar la exploración y los intereses de la transnacional petrolera Oxy, de la cual es accionista el candidato del partido Demócrata norteamericano y ‘delfín’ político de Clinton en las elecciones presidenciales, Al Gore. Esta entrega de los recursos naturales es parte de una política integral acordada con el FMI llamada “Régimen de inversión extranjera” con la que se dará aún mayor protección, subsidio y garantías para “mejorar los términos que rigen las inversiones en los sectores petrolero y minero”. En pocas palabras todos estos planes son para acelerar la entrega de recursos y empresas a los intereses de los capitalistas imperialistas, los llamados “inversionistas extranjeros”.

Estamos ante la arremetida generalizada que están desarrollando todos los gobiernos en América Latina para modificar sustancialmente el nivel de vida y las condiciones de trabajo de los trabajadores y las capas mas empobrecidas de la población. Estamos, en pocas palabras, ante la contrarrevolución que en el terreno económico viene desarrollando imperialismo, buscando superar la crisis crónica de la economía mundial.

(Ver recuadro sobre las [ Diez estrategias del Plan .]

Por la derrota del Plan Colombia

El Plan Colombia fue elaborado por el gobierno de Pastrana conjuntamente con el gobierno imperialista de los Estados Unidos. Exigido por Thomas Pickering, redactado en Washington y defendido abiertamente por Clinton y la mayoría de los parlamentarios del imperialismo yanqui. Eso no es casual. Al igual que las negociaciones con la guerrilla, se trata de una política del gobierno de los Estados Unidos sustentada y presentada como política colombiana y latinoamericana.

Está completamente al servicio de los intereses imperialistas, de la mayor dominación semicolonial de Colombia, la región y de América Latina. Para nada tiene como objetivos la “paz” y mucho menos el bienestar de los trabajadores o la población más pobre de Colombia o sus países limítrofes. Sus objetivos son conseguir la derrota de las organizaciones guerrilleras, la estabilización política de los gobiernos del área, garantizar las abultadas ganancias de las transnacionales imperialistas, el control del negocio de las drogas, la imposición de los planes de hambre y ajuste contra los trabajadores y lograr la mayor expoliación, saqueo del país y de sus recursos naturales.

Este Plan significará un salto en el mayor sometimiento de los países de América Latina con relación al imperialismo, con sus consecuencias de violencia, miseria, superexplotación, desempleo, atraso y marginamiento para la mayoría de los trabajadores y los pobres. El prometido remedio gringo será mil veces peor que la enfermedad que argumentan van a curar. Este Plan de Clinton y Pastrana no se va a limitar a la ofensiva militar por la derrota de la guerrilla, sino que además significa una ofensiva estratégica del imperialismo para toda la región e involucra intereses económicos de largo alcance para el gobierno de los Estados Unidos y el conjunto del imperialismo.

Por ello, no pasa de ser una vana ilusión y una política completamente equivocada la tentativa de concertar con el imperialismo una “reformulación” del plan para que los millones de dólares de la “ayuda” no sean en armas sino que sean para “inversiones sociales”, como se proponen las ONG, las direcciones sindicales mayoritarias, los dirigentes de la izquierda reformista e incluso las direcciones de las organizaciones guerrilleras.

Dichas organizaciones están empeñadas en llevar adelante una política de pacto y concertación del Plan Colombia con el imperialismo y con el propio gobierno de Andrés Pastrana y otros gobiernos burgueses de América Latina, intentando lograr un “equilibrio” entre las inversiones militares del Plan respecto de las inversiones denominadas como sociales. Respondiendo a esa política, su esfuerzo fundamental no es la de organizar consecuentemente la lucha y la movilización antiimperialista por la derrota del Plan Colombia, buscando la realización de algún evento de carácter internacional antiimperialista, para organizar la movilización contra el Plan. Desafortunadamente, están por concertarlo con el imperialismo.

Al cierre de nuestra edición, se encontraban desarrollando en Costa Rica, la denominada “Conferencia Internacional sobre Paz y Derechos Humanos en Colombia” con la participación activa del gobierno colombiano, representantes del imperialismo norteamericano, junto a representantes de las guerrillas colombianas, de las ONG y de las organizaciones sindicales y de izquierda de América Latina, con el objetivo de intentar concertar y negociar con el imperialismo la destinación de los recursos del Plan Colombia . Consecuentes con su política de tratar de humanizar el capitalismo ahora pretenden la utopía de “humanizar” el plan más agresivo y ferozmente militar llevado adelante por el imperialismo en Colombia y América Latina.

Unidad de acción antiimperialista contra el Plan

La creciente intervención imperialista tiene su punta de lanza en este Plan. La reorganización de la lucha de los trabajadores, la juventud y la población para enfrentarlo se convierte en una necesidad inaplazable. Desafortunadamente, como resultado de la política de colaboración de clases y de continua concertación desarrollada por parte de los Partidos Comunistas, las distintas vertientes socialdemócratas, por parte de las propias direcciones guerrilleras y por la mayoría de las direcciones sindicales y políticas de los trabajadores, las luchas de resistencia han sido conducidas a continuas derrotas y la lucha antiimperialista se ha debilitado profundamente en América Latina.

Sólo un poderoso y masivo movimiento antiimperialista podrá impedir que siga avanzando la ofensiva yanqui. Las direcciones de las centrales sindicales, de las organizaciones estudiantiles campesinas y populares de América Latina, tienen ahora la posibilidad de reorganizar la lucha. Un encuentro internacional permitiría unificar la lucha y la movilización, anudando la lucha contra el Plan Colombia a las consignas del no pago de la deuda externa, a la lucha por la ruptura de los acuerdos con el FMI y por el desconocimiento de todos los pactos económicos, políticos y militares que atan a los países de Latinoamérica a los dictados imperialistas.

Con ese objetivo, se hace necesario el impulso de la más amplia unidad de acción antiimperialista buscando la unidad de los pueblos latinoamericanos contra el imperio. En primer lugar, unificar esfuerzos en la defensa de Cuba rechazando el bloqueo económico imperialista a que está sometida, exigiendo la devolución inmediata de la base militar de Guantánamo. El pueblo Cubano y Fidel Castro podrían colocarse a la cabeza del enfrentamiento al Plan Colombia , realizando un llamado todas las Centrales Obreras, a las fuerzas sindicales, políticas y antiimperialistas de América Latina a realizar un ENCUENTRO INTERNACIONAL ANTIIMPERIALISTA CONTRA EL PLAN COLOMBIA para organizar la lucha contra la intervención.

La necesidad de una amplia política de UNIDAD DE ACCION ANTIIMPERIALISTA está al orden del día. Alrededor de ella, las organizaciones trotskistas agrupadas en el CITO, impulsaremos una política de movilización clasista y revolucionaria en la brega por construir una nueva dirección marxista revolucionaria e internacionalista para los trabajadores y las masas. Hoy mas que nunca la lucha antiimperialista es parte indisoluble de la lucha contra el sistema capitalista y por la revolución socialista.


NOTAS

[1] El Tiempo de Colombia, 2000-08-30, pag. 1-3

[2] “Plan Colombia: Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado” pág. 14 y 16

[3] El Tiempo, 2000-02-15, pág. 7A

[4] “Plan Colombia: Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado” pág. 30, subrayado nuestro

[5] Idem. Págs. 30, 31 y 32, subrayado nuestro

[6] De acuerdo al “Programa de los Diez Puntos” su estrategia es la de “Trabajar por la conformación de un Gobierno Nacional pluralista, patriótico y democrático que se comprometa a ...: ... La doctrina militar y de Defensa Nacional del Estado, será bolivariana...Dijo el Libertador que ‘El destino del ejército es guarnecer la frontera’... Estímulo permanente a la producción, a la pequeña, mediana y gran industria ...Quienes mayores riquezas posean , más altos impuestos aportarán para hacer efectiva la redistribución del ingreso... Renegociación de los contratos con compañías multinacionales... Respeto a los compromisos políticos del Estado con otros Estados... Revisión total de los pactos militares... Renegociación de la Deuda Externa...” (VIII Conferencia Nacional de las FARC-EP, abril de 1.993. Resaltados nuestros).

[7] “Plan Colombia: Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado” pág. 17 y 18

[8] Idem. Pág. 18 y 19

[9] Noam Chomsky “La tragedia de Colombia”

[10] Es reveladora la posición sostenida por el Economista Milton Friedman, líder indiscutido de la escuela económica gestora del llamado ‘neoliberalismo’ los denominados Chicago Boys, quien en entrevista concedida en 1991 declaró:

[11] Yo legalizaría las drogas sometiéndolas exactamente a las mismas reglas a las que están actualmente sometidos el alcohol y los cigarrillos. El consumo de alcohol y cigarrillos causa, de lejos, más muertes que las drogas, pero muchas menos víctimas inocentes. Y las principales víctimas inocentes, en su caso, son las personas que mueren a causa de conductores embriagados. Y debemos hacer cumplir la ley que prohíbe conducir bajo el efecto del alcohol, de la misma forma en que debemos hacer cumplir la ley que prohíbe conducir bajo el efecto de la marihuana, la cocaína o cualquier otra cosa. Pero lo que yo haría, al menos como un primer paso, sería tratar las drogas exactamente de la misma manera en que tratamos el alcohol y el tabaco en la actualidad, sin ninguna diferencia [...] Lo que digo es: tratemos esto de la misma forma en que lo haríamos para el alcohol. Así que, presumiblemente, los avisos de drogas estarían prohíbidos. [...] Nada me asusta de la idea de que las drogas sean legales .” Entrevista publicada en la revista el malpensante nro. 25. Colombia, septiembre-octubre de 2000.

[12] Al respecto el “Programa Mínimo de Unidad” propuesto por el Partido Comunista Colombiano en su 17° Congreso, en 1.998 plantea en su punto 9° “Plan nacional y multilateral contra las drogas y apoyo internacional para la sustitución de las narcoeconomías” . Por su parte la “Plataforma para un gobierno de Reconstrucción y Reconciliación Nacional de las FARC-EP” conocido como el ‘Programa de los Diez Puntos’ y que constituye el eje de las negociaciones con el gobierno colombiano plantea en su punto 10° “Solución del fenómeno de producción, comercialización y consumo de narcóticos y alucinógenos, entendido ante todo como un grave problema social que no puede tratarse por la vía militar, que requiere acuerdos con participación de la comunidad nacional e internacional y el compromiso de las grandes potencias como principales fuentes de la demanda mundial de los estupefacientes” .

[13] “Plan Colombia: Plan para la paz, la prosperidad y el fortalecimiento del Estado” pág. 14 y16

[14] Idem. Pág. 31

[15] Respecto a esta engañosa política del imperialismo llamada “sustitución de cultivos”, es reveladora la experiencia aplicada en el Perú y su evidente fracaso, como lo reseña un columnista del diario burgués El Comercio de Lima: “Los esfuerzos que se realizan en la selva central para erradicar los cultivos de coca hasta hoy habrían dado pocos frutos, primero por la falta de una acción más directa en la sustitución de cultivos y segundo por lo difícil que resulta competir con los precios que tiene la hoja en el mercado ilegal. Otras barreras constituyen los magros presupuestos que se destinan al apoyo de los agricultores, a tal punto que quienes tienen que recuperar sus cultivos de cacao o café, abandonados por la violencia que vivió la selva central, optan por continuar produciendo el arbusto o, en último caso, por dejar sus tierras, tal como está ocurriendo ... Los colonos desean sustituir sus cultivos, pero cuando se les otorgue un apoyo más efectivo y directo, como a través de prestamos y dirección técnica, aparte de la construcción de caminos y servicios esenciales en la selva, para lo cual las entidades encargadas tendrían que definir mejor sus objetivos” ( El Comercio lunes, 16 de octubre del 2000, pág. a2).


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