Cuando la canoa hace agua
Mario Arribas
Junio 1998




El viejo dicho marino reza....”las mujeres y los niños primero...”, esa es una órden que un viejo capitán sabe dar a tiempo para salvar a ese grupo tan importante de personas. Pero antes que el sabio marino dé la órden, ya las ratas habrán salido de su escondite y buscado refugio en los botes salvavidas o inclusive ya se habrán tirado al mar, muriendo ahogadas muchas de ellas.

Al igual que los grandes buques, toda canoa corre el peligro de hacer agua y al cabo de un tiempo a la deriva, hundirse. Eso es un hecho y sería tonto negarlo.

Cuando un joven entra a un clan, se le dice que de ese momento en adelante será el único responsable de “remar su propia canoa” por el rio de la vida, y saber reconocer y sortear los escollos que en su camino encontrará. Es posible que tropiece con ellos y con el impacto la canoa sufra algún daño; es posible que no estemos preparados para remar como locos hacia el horizonte, y debido a ello perdamos el rumbo; es posible que otros que no les gusta que emprendamos esta aventura abran huecos a nuestra embarcación, para vernos fracasar; bien sea por envidia, o para que una vez que hayan logrado su objetivo, presentarse a ofrecernos una ayuda que mas beneficia a ellos que a nosotros.

Toda canoa es fragil, depende de nuestra pericia al remar y nuestra decisión de triunfar, el llevar a feliz término nuestro viaje.

La vida está llena de oportunidades para hacer las cosas mal; de hecho creo que es mas fácil portarse mal y hacer las cosas mal que portarse bien y hacerlas bien. En nuestro recorrido por el rio de la vida veremos muchas de esas oportunidades para hacer las cosas mal; unas son atractivas por como se presentan, otras por que representan quizás un atajo para llegar a donde queremos, sin medir las consecuencias de nuestras acciones. Seamos sinceros y caigamos en la realidad de que por humanos que somos, en mas de una vez tropezaremos de frente con ellas e inclusive en alguna caeremos, por lo menos una vez, aunque sea leve y brevemente.

Si nuestro futuro ya estuviera definido, si naciéramos aprendidos, si reconociéramos lo malo, sin lugar a dudas no necesitaríamos del roverismo y lo que él nos enseña.

Pero tambien por humanos herramos. Esos errores representan los golpes que nuestra canoa puede darse contra los escollos del rio. Y está de parte nuestra no permitir que por ellos haga agua y se hunda; porque si la canoa se hunde, nosotros vamos al fondo con ella.

Algunos pudieran decir, que si se hunde, bueno, pues nos lanzamos al rio, y seguimos a nado hasta el final; pero no, la idea es llegar con la canoa y con todo el cargamento de sabiduría que en ella vamos montando a lo largo de nuestro interminable remar por el rio de la vida.

El libro “Roverismo hacia el éxito”, menciona cinco escollos que podemos encontrar en nuestra vida. Muchos rovers créen que en la vida hay solo cinco escollos; y estan equivocados; estan tan equivocados como cuando créen que “el rio de la vida” es solo su paso por el clan. El rio de la vida comienza en el momento que te das cuenta de su existencia, –mas o menos al entrar al clan- y termina con la muerte, la cual espero sea dentro de muchos años despues de haber empezado a remar. Los escollos no son cinco piedras que encontrarás en el medio del rio; no son cinco, son cincuenta, quinientas, cinco mil, millones, quien sabe; lo que Baden-Powel hizo no fue enumerarlas, sino clasificarlas. Es posible que en tu vida te encuentres con el mismo escollo mucho mas de una vez, y cada vez que lo sortées con éxito, aprenderás como reconocerlo mejor a la distancia y vencerlo mas facilmente cuando lo vuelvas a encontrar.

Es posible que al empezar tu remar golpées la canoa y le abras mas agujeros que los que tiene un colador; cálmate, busca un sitio seguro, desmonta y ponte a repararla. Asegúrate de hacer un buen trabajo, para que esa reparación aguante un buen trecho antes de que vuelvas a enfrentar otro escollo.

Es de cobardes saltar al agua al primer impacto con un escollo, al igual que las ratas en el encabezado, y así como ellas los cobardes pueden correr igual suerte.

Remen, que en cada golpe de remo su remar se hará mas fuerte y preciso; con cada recodo del rio su experiencia y por ende su sabiduría aumentará. No teman tropezar con algún escollo; si hay algo que temer, es no darse cuenta del golpe y dejar que la canoa haga agua y se hunda.

Así que esten pendientes en su remar y cuídense, “...no permitan que la canoa, a pesar de los golpes, haga agua...”









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