Diario «1ra. Edición» Posadas, Misiones, 27 de enero de 1993

Coma el asado y vote en contra

 

El plan social anunciado por el Gobierno representa el fracaso del plan económico. Si hace falta alimentar a dos millones de chicos y a 350 mil embarazadas no estamos en el Primer Mundo si existe el "boom" argentino que el Gobierno se empeña en difundir en el exterior.

Durante 1992, el costo de vida aumentó un 17,5 por ciento mientras los salarios permanecieron congelados, perdiendo casi una quinta parte de su poder adquisitivo en doce meses y un 42 por ciento desde el comienzo del Plan de Convertibilidad. Ahora el gas aumenta del 9 al 15 por ciento en Buenos Aires y un 40 por ciento en Río Negro y Neuquén. ¿Eso es la estabilidad?

Menem dice que quien ve intenciones electoralistas en este plan es estúpido. Yo me declaro estúpido pero no soy corrupto ni mentiroso. Y este plan es una gran mentira, porque el gasto social del Presupuesto 1993 es exiguo. Su aumento disfrazado como asistencia al sistema jubilatorio es sólo un ardid contable.

Los gastos sociales tienen en este presupuesto una tendencia decreciente comparados con la última década. Unicamente la incorporación de gastos que antes no se contabilizaban permite engrosar las cifras, son precisamente las de seguridad social. Pero sólo 770 millones son destinados a Salud, y 2442 millones a Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, mientras que 7.600 millones se destinarán al pago de la deuda externa. El traspaso de los servicios de Educación y Salud a las provincias sin la equitativa partida de recursos provocará la multiplicación de conflictos en el interior. Que cada provincia quede librada a su suerte no condice con la idea de Nación.

El plan social es también una burla al pueblo que confió en las promesas de revolución productiva y salariazo. Solamente el programa materno infantil demandará un nuevo endeudamiento de 160 millones de dólares con el Banco

Mundial, cifra que apenas duplica el costo del avión presidencial y que equivale al 16 por ciento de la quiebra de la comuna porteña.

Para el Gobierno somos todos aborígenes. Y después del reparto de la campaña electoral, sólo progresarán los caciques. Ellos son los únicos beneficiarios de la industria de la pobreza, de la industria de las inundaciones y el colchón, de la caja PAN y de los bonos solidarios, de la industria de la Unidad Básica, del comité y del militante rentado. Ante la avalancha de recursos proselitistas, ya en 1946 un coronel llamado Juan Perón dio la respuesta: "coman el asado y voten en contra".

Los argentinos quieren trabajo y no limosnas. Y este gobierno sin presente ofrece peor futuro. Los mayores impuestos que prevé recaudar incidirán negativamente en las decisiones de inversiones, lo que a su vez acentuará las alzas de precios de una producción que crece por debajo de la demanda. La única solución que encuentra el gobierno es acentuar la apertura económica y la recesión interna. Exactamente lo contrario de lo que venimos proponiendo: acentuar la producción interna hasta satisfacer la demanda y exportar el remanente a precios marginales para poder competir en la guerra comercial internacional que se avecina.

Frente al modelo menemista en el que cada día son menos los que tienen más y más los que tienen menos, pretendemos trabajo para todos los argentinos y miseria para ninguno.

volver

volver al índice

Modin. Una patria con Justicia, Dignidad y Libertad