Casi una quinta parte del
Presupuesto 1993 impulsado por el Poder Ejecutivo está destinado al
pago de la deuda externa, ampliada por Martínez de Hoz, legalizada por
Sourrouille y pagada por Cavallo.
El círculo de la dependencia se
está cerrando en lo interno y en lo externo. Las empresas que
contrajeron la deuda externa privada, estatizada por Cavallo como
presidente del Banco Central durante el gobierno del general Bignone,
compraron las empresas públicas asociados con la banca extranjera
pagando con papeles de esa misma deuda.
Mientras tanto, luego de condenar
al hambre a los países africanos, la "comunidad
internacional" resuelve intervenir militarmente en Somalia tras la
dudosa máscara moral de la "injerencia humanitaria". En
síntesis: se ocupa militarmente el país para alimentar a los somalíes
hambrientos. ¿No sería más legítimo que se entregaran los alimentos
en los puertos o arrojándolos en la proximidad de los aeropuertos,
dejando que su distribución corra por parte de instituciones como
Cáritas o la Cruz Roja?
Somalia, como otras naciones
africanas, ha sobrevivido a muchas hambrunas y guerras tribales a lo
largo de su historia, pero como Estado nacional difícilmente pueda
sobrevivir a esta ocupación extranjera.
Las garras del empobrecimiento
ensombrecen también a nuestro continente. En Chile, durante el proceso
de ajuste, la carne y otros alimentos tenían precios tan prohibitivos,
que la mayoría de la población subsistía a base de cereales y
pescado, y por televisión se informaba cuántas calorías necesitaba
una persona y cuántos días podía sobrevivir bebiendo únicamente
agua.
Los poderosos del mundo codician
nuestro territorio. Acuñan slogans como "Amazonia, pulmón del
mundo", cuando la Amazonia no es del mundo sino de los
brasileños. América Latina es la última reserva territorial, y las
grandes extensiones de la Argentina son una tentación.
Estados Unidos declamó su
oposición a los golpes de Estado, pero calló cuando se produjo el de
Fujimori porque servía para garantizar el modelo de ajuste,
desnacionalización y empobrecimiento que pretende imponerse en todo el
continente.
Por eso, los argentinos no debemos
confundirnos, el cambio que se requiere necesita indispensablemente del
marco institucional. Cualquier intento de quebrar la legalidad
provendría de sectores interesados en garantizar el ajuste, o
necesariamente terminaría siendo instrumentado por ellos.
Dejemos de quejamos contra el
sistema; el sistema somos todos, decidámonos a ocuparlo para
administrarlo honradamente y reemplazar a los corruptos que lo detentan.
El mal no está en las estructuras, sino en el corazón de los hombres.
Si hoy se quebrara el orden
institucional, los corruptos irían presos por poco tiempo, hasta que
una nueva vuelta de tuerca del Pacto de Impunidad los liberara. Si los
derrotamos en las urnas, y son condenados por los jueces de la
Constitución, terminarán su vida donde deben estar: en la cárcel.
Por eso no vacilamos en reiterar
que estamos decididos a cumplir y hacer cumplir la Constitución. Somos
más democráticos que Sáenz Peña. Queremos que se convoque a.
elecciones cuanto antes en todas las provincias, porque confiamos en el
juicio de nuestro pueblo, al que sólo le temen los corruptos.
Y lo que queremos para nuestro
pueblo, también lo reivindicamos para los otros pueblos del mundo.
Ratificamos nuestra adhesión al principio de no intervención.
Rechazamos la dependencia y sostenemos la soberanía.
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