Los viejos partidos agonizan.
Vaciados de sus contenidos doctrinarios nacionales, sólo representan a
seudodirigentes que se sirven a sí mismos en vez de servir a la gente.
Han acordado un Pacto de Impunidad por el cual los unos no investigan a
los otros. Pero en el fondo son lo mismo porque sirven a los mismos
intereses.
Los grupos económicos que
contrajeron la deuda externa privada, luego estatizada por Cavallo
durante su gestión al frente del Banco Central durante la presidencia
del general Bignone, ahora compraron las empresas públicas que más
facturan con papeles de esa misma deuda. Son los que auspiciaron durante
años a la Fundación Mediterránea presidida por el propio Cavallo, y
los mismos que financiaron la campaña de Alfonsín y de Menem.
Ya en 1991 denunciamos ante la
Justicia al PJ y a la UCR por presunta violación a la Ley 23.298, que
prohíbe a los partidos políticos la recepción de aportes procedentes
de empresas concesionarias de obras y servicios públicas. Las pruebas
aportadas eran confesiones públicas, reproducidas por distintos medios
periodísticos, de funcionarios como Eduardo Bauzá, Armando Gostanián
y Luis Barrionuevo, que detallaban los aportes de esas empresas. Hasta
el momento no tenemos novedades.
El radicalismo no es oposición. En
agosto de 1989, cuando todavía era mayoritaria, la bancada de la UCR
votó las leyes de Reforma del Estado y de Emergencia Económica, que
son los principales instrumentos del modelo de desnacionalización y
empobrecimiento del gobierno menemista. Consta en el diario de sesiones
la confesión de Marcelo Stubrin: "Existe un modelo legislativo que
está a punto de otorgar al Poder Ejecutivo un conjunto de facultades
que nos parecen excesivas". De modo que sabían lo que estaban
haciendo.
El año pasado, el bloque radical
se rasgó las vestiduras frente al tratamiento de la Ley de
Hidrocarburos y no otorgó quorum. Pero si la hubiera votado en contra
se salvaba YPF, que era la principal palanca del desarrollo nacional.
Recientemente, los diputados radicales pidieron una interpelación al
Ministro del Interior por la intervención de la legislatura correntina,
mientras su correligionario Ideler Tonelli aceptaba la intervención a
Corrientes. En esa provincia, después de la anterior elección, la UCR
se alió con el PJ en el Colegio Electoral pero en la última terminó
aliada con el Pacto Autonomista Liberal. Esto es una burla a la voluntad
popular.
Nada puede esperarse de estos
partidos. Alfonsín aseguró que "con la democracia se come, se
cura y se educa", pero abandonó el gobierno en medio de la
hiperinflación y los saqueos. Menem prometió "revolución
productiva y salariazo", pero en realidad dio recesión,
desocupación y revolución corruptiva.
Frente al Pacto de Impunidad
bipartidista, surge la propuesta alternativa del MODIN para llevar a la
administración hombres y mujeres honrados y con amor a la Patria.
La solución debe ser doctrina, y
no a la inversa. Por eso para nosotros primero está el hombre y
después las leyes de mercado.
Debemos crear las condiciones para
que a ningún argentino le sea negado el uso y beneficio de los bienes
materiales y espirituales.
Hay que recomponer los mecanismos
que nos permitan recuperar el ahorro interno. El ahorro nacional,
adecuadamente orientado, transformado en inversión es la causa del
desarrollo. La inversión extranjera, que será siempre bienvenida, es
complemento de ese ahorro interno. Sin inversión no hay tecnología;
sin tecnología no hay desarrollo, y sin desarrollo habrá conflicto,
porque el desarrollo es el nuevo nombre de la paz, como bien definió
Paulo VI. El objetivo es crear más riqueza y distribuirla mejor.
Necesitamos salarios dignos para
desarrollar el consumo, dinamizar el comercio y activar la producción,
porque el salario no puede ni debe ser la ventaja comparativa de una
Argentina que tiene recursos naturales y capital humano más que
suficientes para establecer otros parámetros de competencia.
Nuestro mercado interno debe ser
tan poderoso, que su demanda sea capaz de cubrir los costos fijos de las
empresas, para que después puedan exportar excedentes de producción a
precios marginales.
Debe asegurarse que la tasa de
retorno de cualquier actividad económica sea mayor que la tasa de
interés real, porque no hay producción sin crédito.
Tiene que pagar más impuestos el
que más gana, por eso debe gravarse más el lucro que el consumo.
La economía social de mercado es
necesaria pero no suficiente, porque el sector privado, que tiene un
legítimo fin de lucro, no invertirá en la escuela pública, ni el
hospital, ni en la seguridad social, ni en la administración de años
atrás permitían comprar seis bolsas, como ejemplificó Monseñor
Hesayne. El año pasado, los 3.000 millones de dólares del déficit del
intercambio comercial con el exterior
significaron miles de puestos de trabajo menos para los argentinos,
porque cada vez que compramos un artículo importado pagamos mano de
obra extranjera. Este año puede duplicarse.
Si usted está sin trabajo o
sobreviviendo con changas, si le suspendieron las horas extras, si es
uno de los profesionales que está conduciendo un taxi, si es docente,
si usted está jubilado o si es uno de los empresarios que sufre por el
personal que deja en la calle porque tiene que bajar las cortinas de su
negocio, sabe de qué estoy hablando.
El modelo final del menemismo
alcanza solamente para el bienestar de un tercio de nuestra población.
El resto sobrevivirá con una dieta mínima, sin educación ni servicios
esenciales, diezmado por el cólera y otras enfermedades de la miseria.
La Argentina será como una Suiza y dos Haití. ¿En cuál vivirá
usted?
Pobres habrá siempre, no es un
mandato divino, sino una resignación humana. Nosotros no nos
resignamos. Hay otro camino: desarrollo con justicia social para forjar
una Argentina con pobres menos pobres y ricos menos ricos. Lo invitamos
a recorrerlo junto al MODIN.
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