El
gobierno de Menem intenta consolidar en la Argentina un modelo
neoliberal salvaje que acaba de derrumbarse en Estados Unidos. El premio
Nobel Paul Samuelson afirmó que Bush fracasó porque abandonó el
Estado. Uno de los artífices del "milagro japonés", el
ex-canciller Saburo Okita, asegura que "los mecanismos del mercado
no son infalibles; requieren la intervención del gobierno a través de
políticas de planificación". Y la revista "The Economist"
comentó en setiembre pasado que "sin la mezcla correcta de Estado
y mercado, los países nunca tendrán una infraestructura económica que
regule el crecimiento".
El Estado
debe fijar equilibrio entre la regulación y la iniciativa privada,
porque si el granjero no regula el gallinero, lo regula el zorro.
Mercado sin Estado, es mercado negro.
Los
norteamericanos acaban de tirar por la borda a los extremistas de
mercado que en los últimos cuatro años provocaron un aumento de su
tasa de desempleo del 5,4 al 7,8 por ciento, y un incremento de su
déficit fiscal de 155.000 a 350.000 millones de dólares.
Bush
proponía más de lo mismo: reducir el Estado, achicar el déficit
público y desregular aún más el mercado laboral. Clinton prometió
incrementar las inversiones en educación y salud, crear un fondo para
investigación y desarrollo, impulsar una red de centros para ayudar a
la pequeña y mediana empresa a incorporar nuevas tecnologías y
requerir al empresariado que destine el 1,5% de la nómina salarial al
entrenamiento de personal.
ANTES
DEL FIN
Cavallo dio
un paso atrás al borde del precipicio. Se estima que la balanza
comercial,
es decir la diferencia entre lo que compramos y lo que vendemos al
exterior, sumará este año un déficit de 2.000 millones de dólares,
que el ministro esperaba compensar con inversiones externas que no
llegan. Entonces aumentó un poco los aranceles y autorizó reintegros
selectivos a los exportadores. No alcanza porque actúa sobre los
efectos y no sobre las causas.
El sueño de
las inversiones extranjeras en realidad es una pesadilla. Desde 1989
hasta el primer semestre de este año, México ha pagado 44.000 millones
de dólares de su deuda externa; 29.000 millones en pago de intereses,
un 13% más de los 25.600 millones de inversiones extranjeras.
¿De qué
inversiones se trata? Las principales provienen de las terminales
automotrices norteamericanas, que envían sus autopartes para que sean
ensambladas por obreros mexicanos que cobran un dólar por hora,
mientras que en Estados Unidos esa misma mano de obra cuesta 11 dólares
la hora.
Muy pronto
sufriremos este fenómeno en carne propia. Por eso el gobierno impulsa
una "flexibilidad" laboral que deje sin protección a los
trabajadores. ¿Qué ocurrirá cuando se concrete el promocionado
MERCOSUR?. Aumentarán los salarios brasileños, bolivianos, paraguayos
y uruguayos, o bajarán los argentinos?
En los
términos en que está planteado MERCOSUR, Bolivia, Paraguay y
Uruguay terminarán girando como satélites económicos del Brasil -que
de por sí es un subcontinente- y la Argentina se verá gravemente
afectada, como ya lo está siendo: en los primeros ocho meses de este
año, acumulamos un déficit de 900 millones de dólares en la balanza
del intercambio bilateral.
Chile
intenta huir de esta maniobra trasnacional, negociando directamente con
los Estados Unidos. El precio no es bajo: Latinoámerica transfiere
anualmente un promedio de 750 dólares por habitante en pago de su deuda
externa; Chile 1300 por habitante.
Richard
Feinberg, ex funcionario del Departamento de Estado y del
Departament Tesoro norteamericano, estimó que Latinoámerica
transferirá a exterior entre 137.000 y 154.000 millones de dólares
en la próxima década.
Así es
imposible seguir pagando la deuda externa, habrá que ver otra
forma.
NUESTRA
PROPUESTA
La
corrupción sigue a la dependencia como la sombra al cuerno. El señor
Cavallo confesó pubhcamente que cobra 1.800 dólares del gobierno y
8.200 de la Fundación Mediterranea, una entidad auspiciada por los grupos
empresarios que se están beneficiando con las políticas que implementa
el ministro. ¿A quién servirá mejor?
En junio
pasado denunciamos que el 58% de la cartera de deudores en descubierto
del BANADE pertenece a empresas de la Fundación Mediterránea.
De modo que
esta gente no tiene plata para pagar sus deudas al Estado pero sí para
pagarle 98.400 dólares anuales al ministro Cavallo.
El modelo de
empobrecimiento y desnacionalización se caracteriza por la
concentración de riqueza. Solamente cuatro grupos empresarios (Techint,
Pérez Companc, Astra y Comercial del Plata) integraron los consorcios
adjudicatarios de más de la mitad de las empresas públicas
privatizadas. En la Argentina menemista el 40% más pobre de la
población percibe sólo el 14% del ingreso nacional y el 10% más rico
se queda con el 36%.
Para salir
de este pozo en el que nos hundieron quienes prometieron
"revolución productiva y salariazo", hay que hacer todo lo
contrario de lo que se está haciendo.
Nada de
bajar el "costo argentino". El salario no puede ni debe ser la
ventaja comparativa de un país que tiene recursos naturales y capital
humano más que suficientes para establecer otros parámetros de
competencia.
Nada de
reducir el consumo para no generar inflación. Necesitamos un mercado
interno tan poderoso, que su demanda sea capaz de cubrirlos costos fijos
de las empresas para que después puedan exportar sus excedentes de
producción a precios marginales. Las verdaderas causas de la
inestabilidad económica son la desinversión y la desindustrialización,
provocadas por la transferencia de la renta nacional al exterior.
Nada de
salarios deprimidos y desocupación. Salarios dignos para dinamizar el
consumo, activar el comercio y movilizar la producción; y ocupación
plena.
Nada de
transferencia de la renta nacional al exterior. Recuperemos la riqueza
que producimos los argentinos con nuestro trabajo, y orientando el
ahorro nacional hacia la inversión, lo convertiremos en desarrollo.
Porque sin inversión no hay tecnología; sin tecnología no hay
desarrollo, y sin desarrollo habrá conflicto social, porque el
desarrollo -como bien lo definió Paulo VI- es el nuevo nombre de la
paz.
Esta es
nuestra propuesta: trabajo y producción argentinos; recuperación del
mercado interno y de la renta nacional. En síntesis: desarrollo y
trabajo para todos; crear más riqueza y distribuirla mejor.
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