Diario «El Sol» 18 de febrero dc 1993

Que no lo dejen afuera

 

Un 10% de los argentinos habita en el primer mundo y un 40% en el cuarto. Los primeros reciben el 36% del ingreso nacional y los otros solamente el 14%. Casi la mitad de nuestra población (un 47%) no percibe lo necesario para comprar la canasta básica de alimentos y virtualmente un tercio carece de viviendas, servicios sanitarios, asistenciales y educativos, y hasta de vestimenta.

Somos como mendigos en una joyería. ¿Cómo es posible que seamos tan pobres rodeados de tanta riqueza?

La Argentina fue literalmente vaciada en las dos últimas décadas mediante cuatro vías: fuga de capitales; pago de una deuda externa usuraria; corrupción administrativa y entrega del mercado interno a través de la venta de las empresas públicas que más facturaban y de la apertura salvaje de las importaciones.

Martínez de Hoz aumentó sideralmente la deuda externa, Sourrouille la legitimó y Cavallo la paga, luego de haber estatizado la deuda privada cuando era presidente del Banco Central en el gobierno del general Bignone.

Este año, el 46% de todos los impuestos que pagaremos los argentinos será destinado a seguir saldando esta deuda.

El modelo de país elegido por Menem -y también por Angeloz y De la Rúa, que no harían algo muy distinto- implica una insólita concentración de riqueza. Solamente cuatro grupos económicos representan hoy un 50% de la economía nacional con un capital de 86.000 millones de dólares. Controlan la provisión de agua Corriente, gas, luz y combustibles; los servicios telefónicos y el transporte aéreo, ferroviario y terrestre por 10.000 kilómetros de rutas argentinas.

No es casual que se multipliquen los shoppings, las canchas de paddle, los country y los lofts para consumidores con alto poder adquisitivo, mientras que 10 kilos de lana no alcanzan para comprar media bolsa de harina, cuando cinco años atrás permitían comprar seis bolsas, como ejemplificó Monseñor Hesayne. El año pasado, los 3.000 millones de dólares del déficit del intercambio comercial con el exterior significaron miles de puestos de trabajo menos para los argentinos, porque cada vez que compramos un artículo importado pagamos mano de obra extranjera. Este año puede duplicarse.

Si usted está sin trabajo o sobreviviendo con changas, si le suspendieron las horas extras, si es uno de los profesionales que está conduciendo un taxi, si es docente, si usted está jubilado o si es uno de los empresarios que sufre por el personal que deja en la calle porque tiene que bajar las cortinas de su negocio, sabe de qué estoy hablando.

El modelo final del menemismo alcanza solamente para el bienestar de un tercio de nuestra población. El resto sobrevivirá con una dieta mínima, sin educación ni servicios esenciales, diezmado por el cólera y otras enfermedades de la miseria. La Argentina será como una Suiza y dos Haití. ¿En cuál vivirá usted?

Pobres habrá siempre, no es un mandato divino, sino una resignación humana. Nosotros no nos resignamos. Hay otro camino: desarrollo con justicia social para forjar una Argentina con pobres menos pobres y ricos menos ricos. Lo invitamos a recorrerlo junto al MODIN.

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