Principios del comunismo

F. Engels
PRINCIPIOS DEL COMUNISMO 



PRINCIPIOS DEL COMUNISMO 36


  I. ¿Qué es el comunismo?
  El comunismo es la doctrina de las condiciones de la liberación del 
  proletariado.
  II. ¿Qué es el proletariado?
  El proletariado es la clase social que consigue sus medios de subsistencia 
  exclusivamente de la venta de su trabajo, y no del rédito de algún capital; es 
  la clase, cuyas dicha y pena, vida y muerte y toda la existencia dependen de 
  la demanda de trabajo es decir, de los períodos de crisis y de prosperidad de 
  los negocios, de las fluctuaciones de una competencia desenfrenada. Dicho en 
  pocas palabras, el proletariado, o la clase de los proletarios, es la clase 
  trabajadora del siglo XIX.
  III ¿Quiere decir que los proletarios no han existido siempre?
  No las clases pobres y trabajadoras han existido siempre, siendo pobres en la 
  mayoría de los casos. Ahora bien, los pobres, los obreros que viviesen en las 
  condiciones que acabamos de señalar, o sea los proletarios, no han existido 
  siempre, del mismo modo que la competencia no ha sido siempre libre y 
  desenfrenada.
  IV. ¿Cómo apareció el proletariado?
  El proletariado nació a raíz de la revolución industrial, que se produjo en 
  Inglaterra en la segunda mitad del siglo pasado y se repitió luego en todos 
  los países civilizados del mundo. Dicha revolución se debió al invento de la 
  máquina de vapor, de las diver 
  
  sas máquinas de hilar, del telar mecánico y de toda una serie de otros 
  dispositivos mecánicos. Estas máquinas, que costaban muy caras y, por eso, 
  sólo estaban al alcance de los grandes capitalistas, transformaron 
  completamente el antiguo modo de producción y desplazaron a los obreros 
  anteriores, puesto que las máquinas producían mercancías más baratas y mejores 
  que las que podían hacer éstos con ayuda de sus ruecas y telares imperfectos. 
  Las máquinas pusieron la industria enteramente en manos de los grandes 
  capitalistas y redujeron a la nada el valor de la pequeña propiedad de los 
  obreros (instrumentos, telares, etc.), de modo que los capitalistas pronto se 
  apoderaron de todo, y los obreros se quedaron con nada. Así se instauró en la 
  producción de tejidos el sistema fabril. En cuanto se dio el primer impulse a 
  la introducción de máquinas y al sistema fabril, este último se propagó 
  rápidamente en las demás ramas de la industria, sobre todo en el estampado de 
  tejidos, la impresión de libros, la alfarería y la metalurgia. El trabajo 
  comenzó a dividirse más y más entre los obreros individuales de tal manera que 
  el que antes efectuaba todo el trabajo pasó a realizar nada más que una parte 
  del mismo. Esta división del trabajo permitió fabricar los productos más 
  rápidamente y, por consecuencia, de modo más barato. Ello redujo la actividad 
  de cada obrero a un procedimiento mecánico, muy sencillo, constantemente 
  repetido, que la máquina podía realizar con el mismo éxito o incluso mucho 
  mejor. Por tanto, todas estas ramas de la producción cayeron, una tras otra, 
  bajo la dominación del vapor, de las máquinas y del sistema fabril, 
  exactamente del mismo modo que la producción de hilados y de tejidos. En 
  consecuencia, ellas se vieron enteramente en manos de los grandes 
  capitalistas, y los obreros quedaron privados de los últimos restos de su 
  independencia. Poco a poco, el sistema fabril extendió su dominación no ya 
  sólo a la manufactura, en el sentido estricto de la palabra, sino que comenzó 
  a apoderarse más y más de las actividades artesanas, ya que también en esta 
  esfera los grandes capitalistas desplazaban cada vez más a los pequeños 
  maestros, montando grandes talleres, en los que era posible ahorrar muchos 
  gastos e implantar una detallada división del trabajo. Así llegamos a que, en 
  los países civilizados, casi en todas las ramas del trabajo se afianza la 
  producción fabril y, casi en todas estas ramas, la gran industria desplaza a 
  la artesanía y la manufacture. Como resultado de ello, se arruina más y más la 
  antigua clase media, sobre todo los pequeños artesanos, cambia completamente 
  la anterior situación de los trabajadores y surgen dos clases nuevas, que 
  absorben paulatinamente a todas las demás, a saber:
  I. La clase de los grandes capitalistas, que son ya en todos los países 
  civilizados casi los únicos poseedores de todos los medios
  
  de existencia, como igualmente de las materias primas y de los instrumentos 
  (máquinas, fábricas, etc.) necesarios para la producción de los medios de 
  existencia. Es la clase de los burgueses, o sea, burguesía.
  II. La clase de los completamente desposeídos, de los que en virtud de ello se 
  ven forzados a vender su trabajo a los burgueses, al fin de recibir en cambio 
  los medios de subsistencia necesarios para vivir. Esta clase se denomina la 
  clase de los proletarios, o sea, proletariado.
  V. ¿En qué condiciones se realiza esta venta del trabajo de los proletarios a 
  los burgueses?
  El trabajo es una mercancía como otra cualquiera, y su precio depende, por 
  consiguiente, de las mismas leyes que el de cualquier otra mercancía. Pero, el 
  precio de una mercancía, bajo el dominio de la gran industria o de la libre 
  competencia, que es lo mismo, como lo veremos más adelante, es, por término 
  media, siempre igual a los gastos de producción de dicha mercancía. Por tanto, 
  el precio del trabajo es también igual al costo de producción del trabajo. 
  Ahora bien, el costo de producción del trabajo consta precisamente de la 
  cantidad de medios de subsistencia indispensables para que el obrero esté en 
  condiciones de mantener su capacidad de trabajo y para que la clase obrera no 
  se extinga. El obrero no percibirá por su trabajo más que lo indispensable 
  para ese fin; el precio del trabajo o el salario será, por consiguiente, el 
  más bajo, constituirá el mínimo de lo indispensable para mantener la vida. 
  Pero, por cuanto en los negocios existen períodos mejores y peores, el obrero 
  percibirá unas veces más, otras menos, exactamente de la misma manera que el 
  fabricante cobra unas veces más, otras menos, por sus mercancías. Y. al igual 
  que el fabricante, que, por término media, contando los tiempos buenos y los 
  males, no percibe por sus mercancías ni más ni menos que su costo de 
  producción, el obrero percibirá, por término medio, ni más ni menos que ese 
  mínimo. Esta ley económica del salario se aplicará más rigurosamente en la 
  medida en que la gran industria vaya penetrando en todas las ramas de la 
  producción.
  VI. ¿Qué clases trabajadoras existían antes de la revolución industrial?
  Las clases trabajadoras han vivido en distintas condiciones, según las 
  diferentes fases de desarrollo de la sociedad, y han ocupado posición es 
  distintas respecto de las clases poseedoras y dominantes. En la antig¸edad, 
  los trabajadores eran esclavos de sus amos, como lo son todavía en un gran 
  número de países atrasados e incluso en la parte meridional de los Estados 
  Unidos. En la Edad Media eran siervos de los nobles propietarios de tierras, 
  
  como lo son todavía en Hungría, Polonia y Rusia. Además, en la Edad Media, 
  hasta la revolución industrial, existían en las ciudades oficiales artesanos 
  que trabajaban al servicio de la pequeña burguesía y, poco a poco, en la 
  medida del progreso de la manufactura, comenzaron a aparecer obreros de 
  manufacture que iban a trabajar contratados por grandes capitalistas.
  VII. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el esclavo?
  El esclavo está vendido de una vez y para siempre, en cambio, el proletario 
  tiene que venderse él mismo cada día y cada hora. Todo esclavo individual, 
  propiedad de un señor determinado, tiene ya asegurada su existencia por 
  miserable que sea, por interés de éste. En cambio el proletario individual es, 
  valga la expresión, propiedad de toda la clase de la burguesía. Su trabajo no 
  se compra más que cuando alguien lo necesita, por cuya razón no tiene la 
  existencia asegurada. Esta existencia está asegurada únicamente a toda la 
  clase de los proletarios. El esclavo está fuera de la competencia. El 
  proletario se halla sometido a ella y siente todas sus fluctuaciones. El 
  esclavo es considerado como una cosa, y no miembro de la sociedad civil. El 
  proletario es reconocido como persona, como miembro de la sociedad civil. Por 
  consiguiente, el esclavo puede tener una existencia mejor que el proletario, 
  pero este último pertenece a una etapa superior de desarrollo de la sociedad y 
  se encuentra a un nivel más alto que el esclavo. Este se libera cuando de 
  todas las relaciones de la propiedad privada no suprime más que una, la 
  relación de esclavitud, gracias a lo cual sólo entonces se convierte en 
  proletario; en cambio, el proletario sólo puede liberarse suprimiendo toda la 
  propiedad privada en general.
  VIII. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el siervo?
  El siervo posee en propiedad y usufructo un instrumento de producción y una 
  porción de tierra, a cambio de lo cual entrega una parte de su producto o 
  cumple ciertos trabajos. El proletario trabaja con instrumentos de producción 
  pertenecientes a otra persona, por cuenta de ésta, a cambio de una parte del 
  producto. El siervo da, al proletario le dan. El siervo tiene la existencia 
  asegurada, el proletario no. El siervo está fuera de la competencia, el 
  proletario se halla sujeto a ella. El siervo se libera ya refugiándose en la 
  ciudad y haciéndose artesano, ya dando a su amo dinero en lugar de trabajo o 
  productos, transformándose en libre arrendatario, ya expulsando a su señor 
  feudal y haciéndose él mismo propietario. Dicho en breves palabras, se libera 
  entrando de una manera u otra en la clase poseedora y en la esfera de la 
  competencia. El proletario se libera suprimiendo la competencia, la propiedad 
  privada y todas las diferencias de clase.
  
  IX. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el artesano?*
  X. ¿Qué diferencia hay entre el proletario y el obrero de manufacture?
  El obrero de manufactura de los siglos XVI-XVIII poseía casi en todas partes 
  instrumentos de producción: su telar, su rueca para la familia y un pequeño 
  terreno que cultivaba en las horas libres. El proletario no tiene nada de eso. 
  El obrero de manufacture vive casi siempre eh el campo y se halla en 
  relaciones más o menos patriarcales con su señor o su patrono. El proletario 
  suele vivir en grandes ciudades y no lo unen a su patrono más que relaciones 
  de dinero. La gran industria arranca al obrero de manufacture de sus 
  condiciones patriarcales; éste pierde la propiedad que todavía poseía y sólo 
  entonces se convierte en proletario.
  XI. ¿Cuáles fueron las consecuencias directas de la revolución industrial y de 
  la división de la sociedad en burgueses y proletarios?
  En primer lugar, en virtud de que el trabajo de las máquinas reducía más y más 
  los precios de los artículos industriales, en casi todos los países del mundo 
  el viejo sistema de la manufactura o de la industria basada en el trabajo 
  manual fue destruido enteramente. Todos los países semibárbaros que todavía 
  quedaban más o menos al margen del desarrollo histórico y cuya industria se 
  basaba todavía en la manufacture, fueron arrancados violentamente de su 
  aislamiento. Comenzaron a comprar mercancías más baratas a los ingleses, 
  dejando que se muriesen de hambre sus propios obreros de manufacture. Así, 
  países que durante milenios no conocieron el menor progreso, como, por ejemplo 
  la India, pasaron por una complete revolución, e incluso la China marcha ahora 
  de cara a la revolución. Las cosas han llegado a tal punto que una nueva 
  máquina que se invente ahora en Inglaterra podrá, en el espacio de un año, 
  condenar al hambre a millones de obreros de China. De este modo, la gran 
  industria ha ligado los unos a los otros a todos los pueblos de la tierra, ha 
  unido en un solo mercado mundial todos los pequeños mercados locales, ha 
  preparado por doquier el terreno para la civilización y el progreso y ha hecho 
  las cosas de tal manera que todo lo que se realiza en los países civilizados 
  debe necesariamente repercutir en todos los demás, por tanto, si los obreros 
  de Inglaterra o de Francia se liberan ahora, ello debe suscitar revoluciones 
  en todos los demás países, revoluciones que tarde o temprano culminarán 
  también allí en la liberación de los obreros.
  ___________
  * Aquí Engels deja en blanco el manuscrito para redactor luego la respuesta a 
  la pregunta IX. (N. de la Edit.) 
  
  En segundo lugar, en todas las partes en que la gran industria ocupó el lugar 
  de la manufactura, la burguesía aumentó extraordinariamente su riqueza y poder 
  y se erigió en primera clase del país. En consecuencia, en todas las partes en 
  las que se produjo ese proceso, la burguesía tomó en sus manos el poder 
  político y desalojó las clases que dominaban antes: la aristocracia, los 
  maestros de gremio y la monarquía absoluta, que representaba a la una y a los 
  otros. La burguesía acabó con el poderío de la aristocracia y de la nobleza, 
  suprimiendo el mayorazgo o la inalienabilidad de la posesión de tierras, como 
  también todos los privilegios de la nobleza. Destruyó el poderío de los 
  maestros de gremio, eliminando todos los gremios y los privilegios gremiales. 
  En el lugar de unos y otros puso la libre competencia, es decir, un estado de 
  la sociedad en la que cada cual tenia derecho a dedicarse a la rama de la 
  industria que le gustase y nadie podía impedírselo a no ser la falta de 
  capital necesario para tal actividad. Por consiguiente, la implantación de la 
  libre competencia es la proclamación pública de que, de ahora en adelante, los 
  miembros de la sociedad no son iguales entre sí únicamente en la medida en que 
  no lo son sus capitales, que el capital se convierte en la fuerza decisiva y 
  que los capitalistas, o sea, los burgueses, se erigen así en la primera clase 
  de la sociedad. Ahora bien, la libre competencia es indispensable en el 
  período inicial del desarrollo de la gran industria, porque es el único 
  régimen social con el que la gran industria puede progresar. Tras de aniquilar 
  de este modo el poderío social de la nobleza y de los maestros de gremio, puso 
  fin también al poder político de la una y los otros. Llegada a ser la primera 
  clase de la sociedad, la burguesía se proclamó también la primera clase en la 
  esfera política. Lo hizo implantando el sistema representativo, basado en la 
  igualdad burguesa ante la ley y en el reconocimiento legislativo de la libre 
  competencia. Este sistema fue instaurado en los países europeos bajo la forma 
  de la monarquía constitucional. En dicha monarquía sólo tienen derecho de voto 
  los poseedores de cierto capital, es decir, únicamente los burgueses. Estos 
  electores burgueses eligen a los diputados, y estos diputados burgueses, 
  valiéndose del derecho a negar los impuestos, eligen un gobierno burgués.
  En tercer lugar, la revolución industrial ha creado en todas partes el 
  proletariado en la misma medida que la burguesía. -Cuanto más rices se hacían 
  los burgueses, más numerosos eran los proletarios. Visto que sólo el capital 
  puede dar ocupación a los proletarios y que el capital sólo aumenta cuando 
  emplea trabajo, el crecimiento del proletariado se produce en exacta 
  correspondencia con el del capital. A1 propio tiempo, la revolución industrial 
  agrupa a los burgueses y a los proletarios en grandes
  
  ciudades, en las que es más ventajoso fomentar la industria, y con esa 
  concentración de grandes mesas en un mismo lugar le inculca a los proletarios 
  la conciencia de su fuerza. Luego, en la medida del progreso de la revolución 
  industrial, en la medida en que se inventan nuevas máquinas, que eliminan el 
  trabajo manual, la gran industria ejerce una presión creciente sobre los 
  salarios y los reduce, como hemos dicho, al mínimo, hacienda la situación del 
  proletariado cada vez más insoportable. Así, por una parte, como consecuencia 
  del descontento creciente del proletariado y, por la otra, del crecimiento del 
  poderío de éste, la revolución industrial prepare la revolución social que ha 
  de realizar el proletariado.
  XII. ¿Cuáles han sido las consecuencias siguientes de la revolución 
industrial?
  La gran industria creó, con la máquina de vapor y otras máquinas, los medios 
  de aumentar la producción industrial rápidamente, a bajo costo y hasta el 
  infinito. Merced a esta facilidad de ampliar la producción, la libre 
  competencia, consecuencia necesaria de esta gran industria, adquirió pronto un 
  carácter extraordinariamente violento; un gran número de capitalistas se lanzó 
  a la industria, en breve plaza se produjo más de lo que se podía consumir. 
  Como consecuencia, no se podían vender las mercancías fabricadas y sobrevino 
  la llamada crisis comercial; las fábricas tuvieron que parar, los fabricantes 
  quebraron y los obreros se quedaron sin pan. Y en todas partes se extendió la 
  mayor miseria. A1 cabo de cierto tiempo se vendieron los productos sobrantes, 
  las fábricas volvieron a funcionar, los salaries subieron y, poco a poco, los 
  negocios marcharon mejor que nunca. Pero no por mucho tiempo, ya que pronto 
  volvieron a producirse demasiadas mercancías y sobrevino una nueva crisis que 
  transcurrió exactamente de la misma manera que la anterior. Así, desde 
  comienzos del presente siglo, en la situación de la industria se han producido 
  continuamente oscilaciones entre períodos de prosperidad y períodos de crisis, 
  y casi regularmente, cada cinco o siete años se ha producido tal crisis, con 
  la particularidad de que cada vez acarreaba las mayores calamidades para los 
  obreros, una agitación revolucionaria general y un peligro colosal para todo 
  el régimen existente.
  XIII. ¿Cuáles son las consecuencias de estas crisis comerciales que se repiten 
  regularmente?
  En primer lugar, la de que la gran industria, que en el primer período de su 
  desarrollo creó la libre competencia, la ha rebasado ya; que la competencia y, 
  hablando en términos generales, la producción industrial en manos de unos u 
  otros particulares se ha convertido para ella en una traba a la que debe y ha 
  de romper; 
  
  que la gran industria, mientras siga sobre la base actual, no puede existir 
  sin conducir cada siete años a un caos general que supone cada vez un peligro 
  para toda la civilización y no sólo sume en la miseria a los proletarios, sine 
  que arruina a muchos burgueses; que, por consiguiente, la gran industria debe 
  destruirse ella misma, lo que es absolutamente imposible, o reconocer que hace 
  imprescindible una organización completamente nueva de la sociedad, en la que 
  la producción industrial no será más dirigida por unos u otros fabricantes en 
  competencia entre sí, sino por toda la sociedad con arreglo a un plan 
  determinado y de conformidad con las necesidades de todos los miembros de la 
  sociedad.
  En segundo lugar, que la gran industria y la posibilidad, condicionada por 
  ésta, de ampliar hasta el infinito la producción permiten crear un régimen 
  social en el que se producirán tantos medios de subsistencia que cada miembro 
  de la sociedad estará en condiciones de desarrollar y emplear libremente todas 
  sus fuerzas y facultades; de modo que, precisamente la peculiaridad de la gran 
  industria que en la sociedad moderna engendra toda la miseria y todas las 
  crisis comerciales será en la otra organización social justamente la que ha de 
  acabar con esa miseria y esas fluctuaciones preñadas de tantas desgracias.
  Por tanto, está probado claramente:
  1) que en la actualidad todos estos males se deben únicamente al régimen 
  social, el cual ya no responde más a las condiciones existentes;
  2) que ya existen los medios de supresión definitiva de estas calamidades por 
  vía de la construcción de un nuevo orden social.
  XIV. ¿Cómo debe ser ese nuevo orden social?
  Ante todo, la administración de la industria y de todas las ramas de la 
  producción en general dejará de pertenecer a unos u otros individuos en 
  competencia. En lugar de esto, las ramas de la producción pasarán a manos de 
  toda la sociedad, es decir, serán administradas en beneficio de toda la 
  sociedad, con arreglo a un plan general y con la participación de todos los 
  miembros de la sociedad. Por tanto, el nuevo orden social suprimirá la 
  competencia y la sustituirá con la asociación. En vista de que la dirección de 
  la industria, al hallarse en manos de particulares, implica necesariamente la 
  existencia de la propiedad privada y por cuanto la competencia no es otra cosa 
  que ese modo de dirigir la industria, en el que la gobiernan propietarios 
  privados, la propiedad privada va unida inseparablemente a la dirección 
  individual de la industria y a la competencia. Así, la propiedad privada debe 
  también ser suprimida y ocuparán su lugar el usufructo colectivo de todos los 
  instrumentos de producción y el reparto de los productos de común acuerdo, lo 
  que se llama la comunidad de bienes.
  
  La supresión de la propiedad privada es incluso la expresión más breve y más 
  característica de esta transformación de todo el régimen social, que se ha 
  hecho posible merced al progreso de la industria. Por eso los comunistas la 
  plantean con razón como su principal reivindicación.
  XV. ¿Eso quiere decir que la supresión de la propiedad privada no era posible 
  antes?
  No, no era posible. Toda transformación del orden social, todo cambio de las 
  relaciones de propiedad es consecuencia necesaria de la aparición de nuevas 
  fuerzas productivas que han dejado de corresponder a las viejas relaciones de 
  propiedad. Así ha surgido la misma propiedad privada. La propiedad privada no 
  ha existido siempre; cuando a fines de la Edad Media surgió el nuevo modo de 
  producción bajo la forma de la manufacture, que no encuadraba en el marco de 
  la propiedad feudal y gremial, esta manufacture, que no correspondía ya a las 
  viejas relaciones de propiedad, dio vida a una nueva forma de propiedad: la 
  propiedad privada. En efecto, para la manufacture y para el primer período de 
  desarrollo de la gran industria no era posible ninguna otra forma de propiedad 
  además de la propiedad privada, no era posible ningún orden social además del 
  basado en esta propiedad. Mientras no se pueda conseguir una cantidad de 
  productos que no sólo baste para todos, sine que se quede cierto excedente 
  para aumentar el capital social y seguir fomentando las fuerzas productivas, 
  deben existir necesariamente una clase dominante que disponga de las fuerzas 
  productivas de la sociedad y una clase pobre y oprimida. La constitución y el 
  carácter de estas clases dependen del grado de desarrollo de la producción. La 
  sociedad de la Edad Media, que tiene por base el cultivo de la tierra, nos da 
  el señor feudal y el siervo; las ciudades de las postrimerías de la Edad Media 
  nos dan el maestro artesano, el oficial y el jornalero; en el siglo XVII, el 
  propietario de manufacture y el obrero de ésta; en el siglo XIX, el gran 
  fabricante y el proletario. Es claro que, hasta el presente, las fuerzas 
  productivas no se han desarrollado aún al punto de proporcionar una cantidad 
  de bienes suficiente para todos y para que la propiedad privada sea ya una 
  traba, un obstáculo para su progreso. Pero hoy, cuando, merced al desarrollo 
  de la gran industria, en primer lugar, se han constituido capitales y fuerzas 
  productivas en proporciones sin precedentes y existen medios para aumentar en 
  breve plazo hasta el infinito estas fuerzas productivas; cuando, en segundo 
  lugar, estas fuerzas productivas se concentran en manos de un reducido número 
  de burgueses, mientras la gran masa del pueblo se va convirtiendo cada vez más 
  en proletarios, con la particularidad de que su situación se hace más precaria 
  e insoportable en la medida en que aumenta la 
  
  riqueza de los burgueses; cuando, en tercer lugar, estas poderosas fuerzas 
  productivas, que se multiplican con tanta facilidad hasta rebasar el marco de 
  la propiedad privada y del burgués, provocan continuamente las mayores 
  conmociones del orden social, sólo ahora la supresión de la propiedad privada 
  se ha hecho posible e incluso absolutamente necesaria.
  XVI. ¿Será posible suprimir por vía pacífica la propiedad privada?
  Sería de desear que fuese así, y los comunistas, como es lógico, serían los 
  últimos en oponerse a ello. Los comunistas saben muy bien que todas las 
  conspiraciones, además de inútiles, son incluso perjudiciales. Están 
  perfectamente al corriente de que no se pueden hacer las revoluciones 
  premeditada y arbitrariamente y que éstas han sido siempre y en todas partes 
  una consecuencia necesaria de circunstancias que no dependían en absoluto de 
  la voluntad y la dirección de unos u otros partidos o clases enteras. Pero, al 
  propio tiempo, ven que se viene aplastando por la violencia el desarrollo del 
  proletariado en casi todos los países civilizados y que, con ello, los 
  enemigos mismos de los comunistas trabajan con todas sus energías para la 
  revolución. Si todo ello termina en fin de cuentas, empujando al proletariado 
  subyugado a la revolución, nosotros, los comunistas, defenderemos con hechos, 
  no menos que como ahora lo hacemos de palabra, la cause del proletariado.
  XVII. ¿Será posible suprimir de golpe la propiedad privada?
  No, no será posible, del mismo modo que no se puede aumentar de golpe las 
  fuerzas productivas existentes en la medida necesaria para crear una economía 
  colectiva. Por eso, la revolución del proletariado, que se avecina según todos 
  los indicios, sólo podrá transformar paulatinamente la sociedad actual, y 
  acabará con la propiedad privada únicamente cuando haya creado la necesaria 
  cantidad de medios de producción.
  XVIII. ¿Qué vía de desarrollo tomará esa revolución?
  Establecerá, ante todo, un régimen democrático y, por tanto, directa o 
  indirectamente, la dominación política del proletariado. Directamente en 
  Inglaterra, donde los proletarios constituyen ya la mayoría del pueblo. 
  Indirectamente en Francia y en Alemania, donde la mayoría del pueblo no consta 
  únicamente de proletarios, sine, además, de pequeños campesinos y pequeños 
  burgueses de la ciudad, que se encuentran sólo en la fase de transformación en 
  proletariado y que, en lo tocante a la satisfacción de sus intereses 
  políticos, dependen cada vez más del proletariado, por cuya razón han de 
  adherirse pronto a las reivindicaciones de éste. Para ello, quizá, se necesite 
  una nueva lucha que, sin embargo, no puede tener otro desenlace que la 
  victoria del proletariado.
  
  La democracia sería absolutamente inútil para el proletariado si no la 
  utilizara inmediatamente como media para llevar a cabo amplias medidas que 
  atentasen directamente contra la propiedad privada y asegurasen la existencia 
  del proletariado. Las medidas más importantes, que dimanan necesariamente de 
  las condiciones actuales, son:
  1) Restricción de la propiedad privada mediante el impuesto progresivo, el 
  alto impuesto sobre las herencias, la abolición del derecho de herencia en las 
  líneas laterales (hermanos, sobrinos, etc.), préstamos forzosos, etc.
  2) Expropiación gradual de los propietarios agrarios, fabricantes, 
  propietarios de ferrocarriles y buques, parcialmente con ayuda de la 
  competencia por parte de la industria estatal y, parcialmente de modo directo, 
  con indemnización en asignados.
  3) Confiscación de los bienes de todos los emigrados y de los rebeldes contra 
  la mayoría del pueblo.
  4) Organización del trabajo y ocupación de los proletarios en fincas, fábricas 
  y talleres nacionales, con lo cual se eliminará la competencia entre los 
  obreros, y los fabricantes que queden, tendrán que pagar salaries tan altos 
  como el Estado.
  5) Igual deber obligatorio de trabajo para todos los miembros de la sociedad 
  hasta la supresión complete de la propiedad privada. Formación de ejércitos 
  industriales, sobre todo para la agricultura.
  6) Centralización de los créditos y la banca en las manos del Estado a través 
  del Banco Nacional, con capital del Estado. Cierre de todos los bancos 
  privados.
  7) Aumento del número de fábricas, talleres, ferrocarriles y buques 
  nacionales, cultivo de todas las tierras que están sin labrar y mejoramiento 
  del cultivo de la s demás tierras en consonancia con el aumento de los 
  capitales y del número de obreros de que dispone; la nación.
  8) Educación de todos los niños en establecimientos estatales y a cargo del 
  Estado, desde el momento en que puedan prescindir del cuidado de la madre. 
  Conjugar la educación con el trabajo fabril.
  9) Construcción de grandes palacios en las fincas del Estado para que sirvan 
  de vivienda a las comunas de ciudadanos que trabajen en la industria y la 
  agricultura y unan las ventajas de la vida en la ciudad y en el campo, 
  evitando así el carácter unilateral y los defectos de la una y la otra.
  10) Destrucción de todas las casas y barrios insalubres y mal construidos.
  11) Igualdad de derecho de herencia para los hijos legítimos y los naturales. 
  
  12) Concentración de todos los medios de transporte en manos de la nación.
  Por supuesto, todas estas medidas no podrán ser llevadas a la práctica de 
  golpe. Pero cada una entraña necesariamente la siguiente. Una vez emprendido 
  el primer ataque radical contra la propiedad privada, el proletariado se verá 
  obligado a seguir siempre adelante y a concentrar más y más en las manos del 
  Estado todo el capital, toda la agricultura, toda la industria, todo el 
  transporte y todo el cambio. Este es el objetivo a que conducen las medidas 
  mencionadas. Ellas serán aplicables y surtirán su efecto centralizador 
  exactamente en el mismo grado en que el trabajo del proletariado multiplique 
  las fuerzas productivas del país. Finalmente, cuando todo el capital, toda la 
  producción y todo el cambio estén concentrados en las manos de la nación, la 
  propiedad privada dejará de existir de por sí, el dinero se hará superfluo, la 
  producción aumentará y los hombres cambiarán tanto que se podrán suprimir 
  también las últimas formas de relaciones de la vieja sociedad.
  XIX. ¿Es posible esta revolución en un solo país?
  No. La gran industria, al crear el mercado mundial, ha unido ya tan 
  estrechamente todos los pueblos del globo terrestre, sobre todo los pueblos 
  civilizados, que cada uno depende de lo que ocurre en la tierra del otro. 
  Además, ha nivelado en todos los países civilizados el desarrollo social a tal 
  punto que en todos estos países la burguesía y el proletariado se han erigido 
  en las dos clases decisivas de la sociedad, y la lucha entre ellas se ha 
  convertido en la principal lucha de nuestros días. Por consecuencia, la 
  revolución comunista no será una revolución puramente nacional, sine que se 
  producirá simultáneamente en todos los países civilizados, es decir, al menos 
  en Inglaterra, en América, en Francia y en Alemania 14. Ella se desarrollará 
  en cada uno de estos países más rápidamente o más lentamente, dependiendo del 
  grado en que esté en cada uno de ellos más desarrollada la industria, en que 
  se hayan acumulado más riquezas y se disponga de mayores fuerzas productivas. 
  Por eso será más lenta y difícil en Alemania y más rápida y fácil en 
  Inglaterra. Ejercerá igualmente una influencia considerable en los demás 
  países del mundo, modificará de raíz y acelerará extraordinariamente su 
  anterior marcha del desarrollo. Es una revolución universal y tendrá, por eso, 
  un ámbito universal.
  XX. ¿Cuáles serán las consecuencias de la supresión definitiva de la propiedad 
  privada?
  Al quitar a los capitalistas privados el usufructo de todas las fuerzas 
  productivas y medios de comunicación, así como el cambio y el reparto de los 
  productos, al administrar todo eso con
  
  arreglo a un plan basado en los recursos disponibles y las necesidades de toda 
  la sociedad, ésta suprimirá, primeramente, todas las consecuencias nefastas 
  ligadas al actual sistema de dirección de la gran industria. Las crisis 
  desaparecerán; la producción ampliada, que es, en la sociedad actual, una 
  superproducción y una cause tan poderosa de la miseria, será entonces muy 
  insuficiente y deberá adquirir proporciones macho mayores. En lugar de 
  engendrar la miseria, la producción superior a las necesidades perentorias de 
  la sociedad permitirá satisfacer las demandas de todos los miembros de ésta, 
  engendrará nuevas demandas y creará, a la vez, los medios de satisfacerlas. 
  Será la condición y la cause de un mayor progreso y lo llevará a cabo, sin 
  suscitar, como antes, el trastorno periódico de todo el orden social. La gran 
  industria, liberada de las trabas de la propiedad privada, se desarrollará en 
  tales proporciones que, comparado con ellas, su estado actual parecerá tan 
  mezquino como la manufacture al lado de la gran industria moderna. Este avance 
  de la industria brindará a la sociedad suficiente cantidad de productos para 
  satisfacer las necesidades de todos. Del mismo modo, la agricultura, en la 
  que, debido al yugo de la propiedad privada y al fraccionamiento de las 
  parcelas, resulta difícil el empleo de los perfeccionamientos ya existentes y 
  de los adelantos de la ciencia, experimentará un nuevo auge y ofrecerá a 
  disposición de la sociedad una cantidad suficiente de productos. Así, la 
  sociedad producirá lo bastante para organizar la distribución con vistas a 
  cubrir las necesidades de todos sus miembros. Con ello quedará superflua la 
  división de la sociedad en clases distintas y antagónicas. Dicha división, 
  además de superflua, será incluso incompatible con el nuevo régimen social. La 
  existencia de clases se debe a la división del trabajo, y esta última, bajo su 
  forma actual, desaparecerá enteramente, ya que, para elevar la producción 
  industrial y agrícola al mencionado nivel no bastan sólo los medios auxiliares 
  mecánicos y químicos. Es precise desarrollar correlativamente las aptitudes de 
  los hombres que emplean estos medios. A1 igual que en el siglo pasado, cuando 
  los campesinos y los obreros de las manufactures, tras de ser incorporados a 
  la gran industria, modificaron todo su régimen de vida y se volvieron 
  completamente otros, la dirección colectiva de la producción por toda la 
  sociedad y el nuevo progreso de dicha producción que resultará de ello 
  necesitarán hombres nuevos y los formarán. La gestión colectiva de la 
  producción no puede correr a cargo de los hombres tales como lo son hoy, 
  hombres que dependen cada cual de una rama determinada de la producción, están 
  aferrados a ella, son explotados por ella, desarrollan nada más que un aspecto 
  de sus aptitudes a cuenta de todos los otros y sólo cono 
  
  cen una rama o parte de alguna rama de toda la producción. La industria de 
  nuestros días está ya cada vez menos en condiciones de emplear tales hombres. 
  La industria que funciona de modo planificado merced al esfuerzo común de toda 
  la sociedad presupone con más motive hombres con aptitudes desarrolladas 
  universalmente, hombres capaces de orientarse en todo el sistema de la 
  producción. Por consiguiente, desaparecerá del todo la división del trabajo, 
  minada ya en la actualidad por la máquina, la división que hace que uno sea 
  campesino, otro, zapatero, un tercero, obrero fabril, y un cuarto, especulador 
  de la balsa. La educación dará a los jóvenes la posibilidad de asimilar 
  rápidamente en la práctica todo el sistema de producción y les permitirá pasar 
  sucesivamente de una rama de la producción a otra, según sean las necesidades 
  de la sociedad o sus propias inclinaciones. Por consiguiente, la educación los 
  liberará de ese carácter unilateral que la división actual del trabajo impone 
  a cada individuo. Así, la sociedad organizada sobre bases comunistas dará a 
  sus miembros la posibilidad de emplear en todos los aspectos sus facultades 
  desarrolladas universalmente. Pero, con ello desaparecerán inevitablemente las 
  diversas clases. Por tanto, de una parte, la sociedad organizada sobre bases 
  comunistas es incompatible con la existencia de ciases y, de la otra, la 
  propia construcción de esa sociedad brinda los medios para suprimir las 
  diferencias de clase.
  De ahí se desprende que ha de desaparecer igualmente la oposición entre la 
  ciudad y el campo. Unos mismos hombres se dedicarán al trabajo agrícola y al 
  industrial, en lugar de dejar que lo hagan dos clases diferentes. Esto es una 
  condición necesaria de la asociación comunista y por razones muy materiales. 
  La dispersión de la población rural dedicada a la agricultura, a la por con la 
  concentración de la población industrial en las grandes ciudades, corresponde 
  sólo a una etapa todavía inferior de desarrollo de la agricultura y la 
  industria y es un obstáculo para el progreso, cosa que se hace ya sentir con 
  mucha fuerza.
  La asociación general de todos los miembros de la sociedad al objeto de 
  utilizar colectiva y racionalmente las fuerzas productivas; el fomento de la 
  producción en proporciones suficientes para cubrir las necesidades de todos; 
  la liquidación del estado de cosas en el que las necesidades de unos se 
  satisfacen a costa de otros; la supresión complete de las clases y del 
  antagonismo entre ellas; el desarrollo universal de las facultades de todos 
  los miembros de la sociedad merced a la eliminación de la anterior división 
  del trabajo, mediante la educación industrial, merced al cambio de actividad, 
  a la participación de todos en el usufructo de los bienes creados por todos y, 
  finalmente, mediante la fusión de la ciudad
  
  con el campo serán los principales resultados de la supresión de la propiedad 
  privada.
  XXI. ¿Qué influencia ejercerá el régimen social comunista en la familia?
  Las relaciones entre los sexos tendrán un carácter puramente privado, 
  perteneciente sólo a las personas que toman parte en ellas, sin el menor 
  motivo para la injerencia de la sociedad. Eso es posible merced a la supresión 
  de la propiedad privada y la educación de los niños por la sociedad, con lo 
  cual se destruyen las dos bases del matrimonio actual ligadas a la propiedad 
  privada: la dependencia de la mujer respecto del hombre y la dependencia de 
  los hijos respecto de los padres. En ello reside, precisamente, la respuesta a 
  los alaridos altamente moralistas de los burguesotes con motive de la 
  comunidad de las mujeres, que, según éstos, quieren implantar los comunistas. 
  La comunidad de las mujeres es un fenómeno que pertenece enteramente a la 
  sociedad burguesa y existe hay plenamente bajo la forma de prostitución. Pero, 
  la prostitución descansa en la propiedad privada y desaparecerá junta con 
  ella. Por consiguiente, la organización comunista, en lugar de implantar la 
  comunidad de las mujeres, la suprimirá.
  XXII. ¿Cuál será la actitud de la organización comunista hacia las 
  nacionalidades existentes?
  -Queda 37.
  XIII. ¿Cuál será su actitud hacia las religiones existentes?
  - Queda.
  XXIV. ¿Cuál es la diferencia entre los comunistas y los socialistas?
  Los llamados socialistas se dividen en tres categorías.
  La primera consta de partidarios de la sociedad feudal y patriarcal, que ha 
  sido destruida y sigue siéndolo a diario por la gran industria, el comercio 
  mundial y la sociedad burguesa creada por ambos. Esta categoría saca de los 
  males de la sociedad moderna la conclusión de que hay que restablecer la 
  sociedad feudal y patriarcal, ya que estaba libre de estos males. Todas sus 
  propuestas persiguen, directa o indirectamente, este objetivo. Los comunistas 
  lucharán siempre enérgicamente contra esa categoría de socialistas 
  reaccionarios, pese a su fingida compasión de la miseria del proletariado y 
  las amargas lágrimas que vierten con tal motive, puesto que estos socialistas:
  1) se proponen un objetivo absolutamente imposible;
  2) se esfuerzan por restablecer la dominación de la aristocracia, los maestros 
  de gremio y los propietarios de manufactures, con su séquito de monarcas 
  absolutas o feudales, funcionarios, soldados y cures, una sociedad que, 
  cierto, estaría libre de los vicios de 
  
  la sociedad actual, pero, en cambio, acarrearía, cuando menos, otros tantos 
  males y, además, no ofrecería la menor perspectiva de liberación, con ayuda de 
  la organización comunista, de los obreros oprimidos;
  3) muestran sus verdaderos sentimientos cada vez que el proletariado se hace 
  revolucionario y comunista: se alían inmediatamente a la burguesía contra los 
  proletarios.
  La segunda categoría consta de partidarios de la sociedad actual, a los que 
  los males necesariamente provocados por ésta inspiran temores en cuanto a la 
  existencia de la misma. Ellos quieren, por consiguiente, conservar la sociedad 
  actual, pero suprimir los males ligados a ella. A tal objeto, unos proponen 
  medidas de simple beneficencia; otros, grandiosos planes de reformas que, so 
  pretexto de reorganización de la sociedad, se plantean el mantenimiento de las 
  bases de la sociedad actual y, con ello, la propia sociedad actual. Los 
  comunistas deberán igualmente combatir con energía contra estos socialistas 
  burgueses, puesto que éstos trabajan para los enemigos de los comunistas y 
  defienden la sociedad que los comunistas quieren destruir.
  Finalmente, la tercera categoría consta de socialistas democráticos. A1 seguir 
  el mismo camino que los comunistas, se proponen llevar a cabo una parte de las 
  medidas señaladas en la pregunta... *, pero no como medidas de transición al 
  comunismo, sino como un medio suficiente para acabar con la miseria y los 
  males de la sociedad actual. Estos socialistas democráticos son proletarios 
  que no ven todavía con bastante claridad las condiciones de su liberación, o 
  representantes de la pequeña burguesía, es decir, de la clase que, hasta la 
  conquista de la democracia y la aplicación de las medidas socialistas 
  dimanantes de ésta, tiene en muchos aspectos los mismos intereses que los 
  proletarios. Por eso, los comunistas se entenderán con esos socialistas 
  democráticos en los mementos de acción y deben, en general, atenerse en esas 
  ocasiones y en lo posible a una política común con ellos, siempre que estos 
  socialistas no se pongan al servicio de la burguesía dominante y no ataquen a 
  los comunistas. Por supuesto, estas acciones comunes no excluyen la discusión 
  de las divergencias que existen entre ellos y los comunistas
  XXV. ¿Cuál es la actitud de los comunistas hacia los demás partidos políticos 
  de nuestra época?
  Esta actitud es distinta en los diferentes países. En Inglaterra, Francia y 
  Bélgica, en las que domino la burguesía, los comunistas todavía tienen 
  intereses comunes con diversos partidos democrá
  __________
  * En el manuscrito está en blanco ese lugar; trátase de la pregunta XVIII.(N. 
  de la Edit.)
  
  ticos, con la particularidad de que esta comunidad de intereses es tanto mayor 
  cuanto más los demócratas se acercan a los objetivos de los comunistas en las 
  medidas socialistas que los demócratas defienden ahora en todas partes, es 
  decir, cuanto más clara y explícitamente defienden los intereses del 
  proletariado y cuanto más se apoyan en el proletariado. En Inglaterra, por 
  ejemplo, los carlistas38, que constan de obreros, se aproximan 
  inconmensurablemente más a los comunistas que los pequeñoburgueses 
  democráticos o los llamados radicales.
  En Norteamérica, donde ha sido proclamada la Constitución democrática, los 
  comunistas deberán apoyar al partido que quiere encaminar esta Constitución 
  contra la burguesía y utilizarla en beneficio del proletariado, es decir, al 
  partido de la reforma agraria nacional.
  En Suiza, los radicales, aunque constituyen todavía un partido de composición 
  muy heterogénea, son, no obstante, los únicos con los que los comunistas 
  pueden concertar acuerdos, y entre estos radicales los más progresistas son 
  los de Vand y los de Ginebra.
  Finalmente, en Alemania está todavía por delante la lucha decisiva entre la 
  burguesía y la monarquía absoluta. Pero, como los comunistas no pueden contar 
  con una lucha decisiva con la burguesía antes de que ésta llegue al poder, les 
  conviene a los comunistas ayudarle a que conquiste lo más pronto posible la 
  dominación, a fin de derrocarla, a su vez, lo más pronto posible. Por tanto, 
  en la lucha de la burguesía liberal contra los gobiernos. Los comunistas deben 
  estar siempre del lado de la primera, precaviéndose, no obstante, contra el 
  autoengaño en que incurre la burguesía y sin fiarse en las aseveraciones 
  seductoras de esta acerca de las benéficas consecuencias que, según ella, 
  traerá al proletariado la victoria de la burguesía. Las únicas ventajas que la 
  victoria de la burguesía brindará a los comunistas serán: 1) diversas 
  concesiones que aliviarán a los comunistas la defensa, la discusión y la 
  propagación de sus principios y, por tanto, aliviarán la cohesión del 
  proletariado en una clase organizada, estrechamente unida y dispuesta a la 
  lucha, y 2) la seguridad de que el día en que caigan los gobiernos 
  absolutistas, llegará la hora de la lucha entre los burgueses y los 
  proletarios. A partir de ese día, la política del partido de los comunistas 
  será aquí la misma que en los países donde domina ya la burguesía.
   
  NOTAS
  36 El trabajo Principios del comunismo es un proyecto de programa de la Liga 
  de los Comunistas. Lo escribió Engels en París por encargo del comité comarcal 
  de la Liga. Como lo tenía por proyecto previo, Engels, en la carta a Marx del 
  23 al 24 de noviembre de 1847, propone renunciar a la forma de catecismo y 
  redactar un programa de la Liga de los Comunistas en forma de Manifiesto 
  Comunista. En el segundo congreso de la Liga de los Comunistas (29 de 
  noviembre-8 de diciembre), las opiniones de Marx y Engels fueron aprobadas por 
  completo; se les dio el encargo de redactar el programa de la Liga, que fue el 
  Manifiesto del Partido Comunista. Al escribirlo, los fundadores del marxismo 
  utilizaron una serie de tesis expuestas en los Principios del comunismo.
  En la obra Principios del comunismo Engels fundamentó teóricamente algunos 
  principios programáticos y tácticos muy importantes del partido proletario y 
  enseñó qué medidas debía aplicar el proletariado que conquistara el poder para 
  preparar el paso del capitalismo al socialismo.
  37 En el manuscrito, en lugar de respuesta a la pregunta 22, así como a la 
  siguiente 1a 23, figura la palabra ´quedaª. Por lo visto, estima que la 
  respuesta debía quedar en la forma que estaba expuesta en uno de los proyectos 
  previos, que no nos han llegado, del programa de la Liga de los Comunistas.
  38 Recibieron la denominación de cartistas los participantes en el movimiento 
  obrero de Gran Bretaña entre los años 30 y mediados de los 50 del siglo XIX 
  debido a la grave situación económica y la falta de derechos políticos. Este 
  movimiento transcurrió bajo la consigna de lucha por la aprobación de la Carta 
  del Pueblo que contenía las reivindicaciones de sufragio universal y varias 
  condiciones que garantizaban este derecho a los obreros. Según definición de 
  Lenin, el cartismo era "el primer movimiento proletario y revolucionario 
  amplio, verdaderamente de masas y políticamente formado".




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos de
      Marx y Engels





    Source: geocities.com/capitolhill/senate/3035

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