El programa militar de la revolución proletaria

V. I. Lenin
EL PROGRAMA MILITAR
DE LA REVOLUCION PROLETARIA 

   
   
   
  Escrito en septiembre de 1916. 
  Publicado por vez primera en sep-
  tiembre y octubre de 1917, en
  los numeros 9 y 10 de Jugend-
  Internationale.
  Firmado: N. Lenin
  En ruso se publicó por vez pri-
  mera en 1929, en las ediciones
  2 y 3, tomo XIX, de las Obras
  Completas de V. I. Lenin. 
   

   [blanca]
  


   

      En Holanda, Escandinavia y Suiza, entre los socialdemócratas 
  revolucionarios, que luchan contra esa mentira socialchovinista de la "defensa 
  de la patria" en la actual guerra imperialista, suenan voces en favor de la 
  sustitución del antiguo punto del programa minimo socialdemócrata: "milicia" o 
  "armamento del pueblo", por uno nuevo: "desarme". Jugend-Internationale ha 
  abierto una discusión sobre este problema, y en su numero 3 ha publicado un 
  editorial en favor del desarme. En las últimas tesis de R. Grimm[17] 
  encontramos también, por desgracia, concesiones a la idea del "desarme". Se ha 
  abierto una discusión en las revistas Neues Leben [18] y Vorbote [*]. 
  Examinemos la posición de los defensores del desarme. 


  I 
      Como argumento fundamental se aduce que la reivindicación del desarme es 
  la expresión más franca, decidida y consecuente de la lucha contra todo 
  militarismo y contra toda guerra. 
      Pero precisamente en este argumento fundamental reside la equivocación 
  fundamental de los partidarios del desarme. 


      * El Precursor. 
  
  Los socialistas, si no dejan de serlo, no pueden estar contra toda guerra. 
      En primer lugar, los socialistas nunca han sido ni podrán ser enemigos de 
  las guerras revolucionarias. La burguesía de las "grandes" potencias 
  imperialistas es hoy reaccionaria de pies a cabeza, y nosotros reconocemos que 
  la guerra que ahora hace esa burguesía es una guerra reaccionaria, esclavista 
  y criminal. Pero, ¿qué podría decirse de una guerra contra esa burguesía, de 
  una guerra, por ejemplo, de los pueblos que esa burguesía oprime y que de ella 
  dependen, o de los pueblos coloniales, por su liberacion? En el 5ƒ punto de 
  las tesis del grupo "La internacional", leemos: "En la epoca de este 
  imperialismo desenfrenado ya no puede haber guerras nacionales de ninguna 
  clase" -- esto es evidentemente erróneo. 
      La historia del siglo XX, siglo del "imperialismo desenfrenado", está 
  llena de guerras coloniales. Pero lo que nosotros, los europeos, opresores 
  imperialistas de la mayoría de los pueblos del mundo, con el repugnante 
  chovinismo europeo que nos es peculiar, llamamos "guerras coloniales", son a 
  menudo guerras nacionales o insurrecciones nacionales de esos pueblos 
  oprimidos. Una de las caracteristicas esenciales del imperialismo consiste, 
  precisamente, en que acelera el desarrollo del capitalismo en los países más 
  atrasados, ampliando y recrudeciendo así la lucha contra la opresión nacional. 
  Esto es un hecho. Y de él se deduce inevitablemente que en muchos casos el 
  imperialismo tiene que engendrar guerras nacionales. Junius, que en un folleto 
  suyo defiende las "tesis" arriba mencionadas, dice que en la época 
  imperialista toda guerra nacional contra una de las grandes potencias 
  imperialistas conduce a la intervencion de otra gran potencia, también 
  imperialista, que compite con la primera, y que, de este modo, toda guerra 
  nacional se conviate en guerra imperialista. Mas también este argu- 
  
  mento es falso. Eso puede suceder, pero no siempre sucede así. Muchas guerras 
  coloniales, entre 1900 y 1914, no siguieron este camino. Y sería sencillamente 
  ridiculo decir que, por ejemplo, después de la guerra actual, si termina por 
  un agotamiento extremo de los países beligerantes, "no puede" haber "ninguna" 
  guerra nacional, progresiva, revolucionaria, por parte de China, pongamos por 
  caso, en unión de la India, Persia, Siam, etc., contra las grandes potencias. 
      Negar toda posibilidad de guerras nacionales bajo el imperialismo es 
  teóricamente falso, erróneo a todas luces desde el punto de vista histórico, y 
  equivalente, en la práctica, al chovinismo europeo. ¡Nosotros, que 
  pertenecemos a naciones que oprimen a centenares de millones de personas en 
  Europa, en Africa, en Asia, etc., tenemos que decir a los pueblos oprimidos 
  que su guerra contra "nuestras" naciones es "imposible"! 
      En segundo lugar, las guerras civiles también son guerras. Quien admita la 
  lucha de clases no puede menos de admitir las guerras civiles, que en toda 
  sociedad de clases representan la continuación, el desarrollo y el 
  recrudecimiento -- naturales y en determinadas circunstancias inevitables -- 
  de la lucha de clases. Todas las grandes revoluciones lo confirman. Negar las 
  guerras civiles u olvidarlas sería caer en un oportunismo extremo y renegar de 
  la revolución socialista. 
      En tercer lugar, el socialismo triunfante en un país no excluye en modo 
  alguno, de golpe, todas las guerras en general. Al contrario, las presupone. 
  El desarrollo del capitalismo sigue un curso extraordinariamente desigual en 
  los diversos países. De otro modo no puede ser bajo el regimen de producción 
  de mercancías. De aquí la conclusión indiscutible de que el socialismo no 
  puede triunfar simultaneamente en todos los países. Triunfará en uno o en 
  varios países, mientras los demás seguirán siendo, durante algún tiempo, 
  países burgueses 
  
  o preburgueses. Esto no sólo habra de provocar rozamientos, sino incluso la 
  tendencia directa de la burguesía de los demás países a aplastar al 
  proletariado triunfante del Estado socialista. En tales casos, la guerra 
  sería, de nuestra parte, una guerra legítima y justa. Sería una guerra por el 
  socialismo, por liberar de la burguesía a los otros pueblos. Engels tenía 
  completa razón cuando, en su carta a Kautsky del 12 de septiembre de 1882,[19] 
  reconocía directamente la posibilidad de "guerras defensivas" del socialismo 
  ya triunfante. Se refería precisamente a la defensa del proletariado 
  triunfante contra la burguesía de los demás países. 
      Sólo cuando hayamos derribado, cuando hayamos vencido y expropiado 
  definitivamente a la burguesía en todo el mundo, y no sólo en un país, serán 
  imposibles las guerras. Y desde un punto de vista científico sería 
  completamente erróneo y antirrevolucionario pasar por alto o disimular lo que 
  tiene precísamente más importancia: el aplastamiento de la resistencia de la 
  burguesía, que es lo más difícil, lo que más lucha exige durante el paso al 
  socialismo. Los popes "sociales" y los oportunistas están siempre dispuestos a 
  soñar con un futuro socialismo pacífico, pero se distinguen de los 
  socialdemócratas revolucionarios precisamente en que no quieren pensar ni 
  reflexionar en la encarnizada lucha de clases y en las guerras de clases para 
  alcanzar ese bello porvenir. 
      No debemos consentir que se nos engañe con palabras. Por ejemplo: a muchos 
  les es odiosa la idea de la "defensa de la patria", porque los oportunistas 
  francos y los kautskianos en cubren y velan con ella las mentiras de la 
  burguesía en la actual guerra de rapiña. Esto es un hecho. Pero de él no se 
  deduce que debamos olvidar en el sentido de las consignas políticas. Aceptar 
  la "defensa de la patria" en la guerra actual equivaldría a considerarla 
  "justa", adecuada a los intereses del pro- 
  
  letariado, y nada más, absolutamente nada más, porque la invasión no está 
  descartada en ninguna guerra. Sería sencillamente una necedad negar la 
  "defensa de la patria" por parte de los pueblos oprimidos en su guerra contra 
  las grandes potencias imperialistas o por parte del proletariado victorioso en 
  su guerra contra cualquier Galliffet[*] de un Estado burgues. 
      Desde el punto de vista teórico sería totalmente erróneo olvidar que toda 
  guerra no es más que la continuación de la politica por otros medios. La 
  actual guerra imperialista es la continuación de la política imperialista de 
  dos grupos de gran des potencias, y esa política es originada y nutrida por el 
  con junto de las relaciones de la época imperialista. Pero esta misma época ha 
  de originar y nutrir también, inevitablemente, la política de lucha contra la 
  opresión nacional y de lucha del proletariado contra la burguesía, y por ello 
  mismo, la posibilidad y la inevitabilidad, en primer lugar, de las 
  insurrecciones y guerras nacionales revolucionarias; en segundo lugar, de las 
  guerras e insurrecciones del proletariado contra la burguesía; en tercer 
  lugar, de la fusión de los dos tipos de guerras revolucionarias, etc. 


  II 
      A lo dicho hay que añadir la siguiente consideración general. 
      Una clase oprimida que no aspirase a aprender el manejo de las armas, a 
  tener armas, esa clase oprimida sólo merecería que se la tratara como a los 
  esclavos. Nosotros, si no queremos convertirnos en pacifistas burgueses o en 
  oportunistas, no podemos olvidar que vivimos en una sociedad de clases, de la 


      * A. Galliffet, generel francés, famoso por la cruel represión que llevó a 
  cabo contra los publicistas de la Comuna de Paris de 1871. (N. de T.) 
  
  que no hay ni puede haber otra salida que la lucha de clases. En toda sociedad 
  de clases -- ya se funde en la esclavitud, en la servidumbre, o, como ahora, 
  en el trabajo asalariado -- , la clase opresora está armada. No sólo el 
  ejército regular moderno, sino también la milicia actual -- incluso en las 
  repúblicas burguesas más democráticas, como, por ejemplo, en Suiza -- , 
  representan el armamento de la burguesía contra el proletariado. Esta es una 
  verdad tan elemental, que apenas si hay necesidad de detenerse especialmente 
  en ella. Bastará recordar el empleo del ejército contra los huelguistas en 
  todos los países capitalistas. 
      El armamento de la burguesía contra el proletariado es uno de los hechos 
  más considerables, fundamentales e importantes de la actual sociedad 
  capitalista. ¡Y ante semejante hecho se propone a los socialdemócratas 
  revolucionarios que planteen la "reivindicación" del "desarme"! Esto equivale 
  a renunciar por completo al punto de vista de la lucha de clases, a renegar de 
  toda idea de revolución. Nuestra consigna debe ser: armar al proletariado para 
  vencer, expropiar y desarmar a la burguesía. Esta es la única táctica posible 
  para una clase revolucionaria, táctica que se desprende de todo el desarrollo 
  objetivo del militarismo capitalista, y que es prescrita por este desarrollo. 
  Sólo después de haber desarmado a la burguesía podrá el proletariado, sin 
  traicionar su misión histórica universal, convertir en chatarra toda clase de 
  armas en general, y así lo hará indudablemente el proletariado, pero sólo 
  entonces ; de ningún modo antes. 
      Si la guerra actual despierta entre los reaccionarios socialistas 
  cristianos y entre los jeremias pequeños burgueses sólo susto y horror, sólo 
  repugnancia hacia todo empleo de las armas, hacia la sangre, la muerte, etc., 
  nosotros, en cambio, debemos decir: la sociedad capitalista ha sido y es 
  siempre un 
  
  horror sin fin. Y si ahora la guerra actual, la más reaccionaria de todas las 
  guerras, prepara a esa sociedad un fin con horror, no tenemos ningún motivo 
  para entregarnos a la desesperación. Y en una época en que, a la vista de todo 
  el mundo, se esta preparando por la misma burguesía la única guerra legítima y 
  revolucionaria, a saber: la guerra civil contra la burguesía imperialista, la 
  "reivindicación" del desarme, o mejor dicho, la ilusión del desarme es única y 
  exclusivamente, por su significado objetivo, una prueba de desesperación. 
      Al que diga que esto es una teoría al margen de la vida, le recordaremos 
  dos hechos de carácter histórico universal: el papel de los trusts y del 
  trabajo de las mujeres en las fábricas, por un lado, y la Comuna de 1871 y la 
  insurrección de diciembre de 1905 en Rusia, por el otro. 
      El propósito de la burguesía es desarrollar trusts, empujar a niños y 
  mujeres a las fábricas, donde los tortura, los pervierte y los condena a la 
  extrema miseria. Nosotros no "exigimos" semejante desarrollo, no lo 
  "apoyamos", luchamos contra él. Pero ¿como luchamos? Sabemos que los trusts y 
  el trabajo de las mujeres en las fábricas son progresistas. No queremos volver 
  atrás, a los oficios artesanos, al capitalismo premonopolista, al trabajo 
  doméstico de la mujer. ¡Adelante, a través de los trusts, etc., y más allá de 
  ellos, hacia el socialismo! 
      Este razonamiento, con las correspondientes modificaciones, es también 
  aplicable a la actual militarización del pueblo. Hoy la burguesía imperialista 
  no sólo militariza a todo el pueblo, sino también a la juventud. Mañana tal 
  vez empiece a militarizar a las mujeres. Nosotros debemos decir ante esto: 
  ¡tanto mejor! ¡Adelante, rapidamente! Cuanto más rapidamente, tanto más cerca 
  se estará de la insurrección armada contra el capitalismo. ¿Cómo pueden los 
  socialdemócratas dejarse inti- 
  
  midar por la militarización de la juventud, etc., si no olvidan el ejemplo de 
  la Comuna? Eso no es una "teoría al margen de la vida", no es una ilusión, 
  sino un hecho. Y sería en verdad gravisimo que los socialdemócratas, pese a 
  todos los hechos económicos y políticos, comenzaran a dudar de que la época 
  imperialista y las guerras imperialistas deben conducir inevitablemente a la 
  repetición de tales hechos. 
      Cierto observador burgués de la Comuna escribía en mayo de 1871 en un 
  periódico inglés: "¡Si la nación francesa estuviera formada sólo por mujeres, 
  qué nación tan horrible sería!" Mujeres y niños hasta de trece años lucharon 
  en los días de la Comuna al lado de los hombres. Y no podrá suceder de otro 
  modo en las futuras batallas por el derrocamiento de la burguesía. Las mujeres 
  proletarias no contemplarán pasivamente cómo la burguesía, bien armada, 
  ametralla a los obreros, mal armados o inermes. Tomarán las armas, como en 
  1871, y de las asustadas naciones de ahora, o mejor dicho, del actual 
  movimiento obrero, desorganizado más por los oportunistas que por los 
  gobiernos, surgirá indudablemente, tarde o temprano, pero de un modo 
  absolutamente indudable, la unión internacional de las "horribles naciones" 
  del proletariado revolucionario. 
      La militarización penetra ahora toda la vida social. El imperialismo es 
  una lucha encarnizada de las grandes potencias por el reparto y la 
  redistribución del mundo, y por ello tiene que conclucir inevitablemente a un 
  reforzamiento de la militarización en todos los países, incluso en los 
  neutrales y pequeños. ¿¿Con qué harán frente a esto las mujeres proletarias?? 
  ¿Se limitarán a maldecir toda guerra y todo lo militar, se limitarán a exigir 
  el desarme? Nunca se conformarán con papel tan vergonzoso las mujeres de una 
  clase oprimida que sea verdaderamente revolucionaria. Les dirán a sus hijos: 
  "Pronto serás grande. Te darán un fusil. Tómalo y aprende bien a manejar 
  
  las armas. Es una ciencia imprescindible para los proletarios, y no para 
  disparar contra tus hermanos, los obreros de otros países, como sucede en la 
  guerra actual, y como te aconsejan que lo hagas los traidores al socialismo, 
  sino para luchar contra la burguesía de tu propio país, para poner fin a la 
  explotación, a la miseria y a las guerras, no con buenos deseos, sino 
  venciendo a la burguesía y desarmándola". 
      De renunciar a esta propaganda, precisamente a esta ptopaganda, en 
  relación con la guerra actual, mejor es no decir más palabras solemnes sobre 
  la socialdemocracia revolucionaria internacional, sobre la revolución 
  socialista, sobre la guerra contra la guerra. 


  III 
      Los partidarios del desarme se pronuncian contra el punto del programa 
  referente al "armamento del pueblo", entre otras razones, porque, según dicen, 
  esta reivindicación conduce más fácilmente a las concesiones al oportunismo. 
  Ya hemos examinado más arriba lo más importante: la relación entre el desarme 
  y la lucha de clases y la revolución social. Examinaremos ahora qué relación 
  guarda la reivindicación del desarme con el oportunismo. Una de las razones 
  más importantes de que esta reivindicación sea inadmisible consiste 
  precisamente en que ella, y las ilusiones a que da origen, debilitan y enervan 
  inevitablemente nuestra lucha contra el oportunismo. 
      No cabe duda de que esta lucha es el principal problema inmediato de la 
  Internacional. Una lucha contra el imperialismo que no esté indisolublemente 
  ligada a la lucha contra el oportunismo es una frase vacía o un engaño. Uno de 
  los princi- 
  
  pales defectos de Zimmerwald y de Kienthal,[20] una de las principales causas 
  del posible fracaso de estos germenes de la III Internacional, consiste 
  precisamente en que ni siquiera se ha planteado francamente el problema de la 
  lucha contra el opor tunismo, sin hablar ya de una solución de este problema 
  que señale la necesidad de romper con los oportunistas. El oportunismo 
  triunfó, temporalmente, en el seno del movimiento obrero europeo. En todos los 
  países más importantes han aparecido dos matices fundamentales del 
  oportunismo: primero, el socialimperialismo franco, cínico, y por ello menos 
  peligroso, de los Plejánov, los Scheidemann, los Legien, los Albert Thomas y 
  los Sembat, los Vandervelde, los Hyndman, los Henderson, etc.; segundo, el 
  encubierto, kautskiano: Kautsky-Haase y el "Grupo Socialdemócrata del 
  Trabajo"[21] en Alemania; Longuet, Pressemane, Mayeras, etc., en Francia 
  Ramsay McDonald y otros jefes del "Partido Laborista Independiente", en 
  Inglaterra; Mártov, Chjeídse, etc., en Rusia; Treves y otros reformistas 
  llamados de izquierda, en Italia. 
      El oportunismo franco esta directa y abiertamente contra la revolución y 
  contra los movimientos y explosiones revolucionarias que se están iniciando, y 
  ha establecido una alianza directa con los gobiernos, por muy diversas que 
  sean las formas de esta alianza, desde la participación en los ministerios 
  hasta la participación en los comites de la industria armamentista (en 
  Rusia)[22]. Los oportunistas encubiertos, los kautskianos, son mucho más 
  nocivos y peligrosos para el movimiento obrero porque la defensa que hacen de 
  la alianza con los primeros la encubren con palabrejas "marxistas" y consignas 
  pacifistas que suenan plausiblemente. La lucha contra estas dos formas del 
  oportunismo dominante debe ser desarrollada en todos los terrenos de la 
  política proletaria: parlamento, sindicatos, huelgas, en la cuestión militar, 
  etc. La particularidad principal 
  
  que distingue a estas dos formas del oportunismo dominante consiste en que el 
  problema concreto de la relación entre la guerra actual y la revolución y 
  otros problemas concretos de la revolución se silencian y se encubren, o se 
  tratan con la mirada puesta en las prohibiciones policíacas. Y eso a pesar de 
  que antes de la guerra se había señalado infinidad de veces, tanto en forma no 
  oficial como con carácter oficial en el Manifiesto de Basilea, la relación que 
  guardaba precisamente esa guerra inminente con la revolución proletaria. Mas 
  el defecto prin cipal de la reivindicación del desarme consiste precisamente 
  en que se pasan por alto todos los problemas concretos de la revolución. ¿O es 
  que los partidarios del desarme están a favor de un tipo completamente nuevo 
  de revolución sin armas? 
      Prosigamos. En modo alguno estamos contra la lucha por las reformas. No 
  queremos desconocer la triste posibilidad de que la humanidad -- en el peor de 
  los casos -- pase todavía por una segunda guerra imperialista, si la 
  revolución no surge de la guerra actual, a pesar de las numerosas explosiones 
  de efervescencia y descontento de las masas y a pesar de nuestros esfuerzos. 
  Nosotros somos partidarios de un programa de reformas que también debe ser 
  dirigido contra los oportunistas. Los oportunistas no harían sino alegrarse en 
  el caso de que les dejasemos por entero la lucha por las reformas y nos 
  eleváramos a las nubes de un vago "desarme", para huir de una realidad 
  lamentable. El "desarme" es precisamente la huida frente a una realidad 
  detestable, y en modo alguno la lucha contra ella. 
      En semejante programa nosotros diríamos aproximadamente: "La consigna y el 
  reconocimiento de la defensa de la patria en la guerra imperialista de 
  1914-1916 no sirven más que para corromper el movimiento obrero con mentiras 
  burguesas". Esa respuesta concreta a cuestiones concretas sería teórica- 
  
  mente más justa, mucho más útil para el proletariado y más insoportable para 
  los oportunistas que la reivindicación del desarme y la renuncia a "toda" 
  defensa de la patria. Y podríamos añadir: "La burguesía de todas las grandes 
  potencias imperialistas, de Inglaterra, Francia, Alemania, Austria, Rusia, 
  Italia, el Japón y los Estados Unidos, es hoy hasta tal punto reaccionaria y 
  está tan penetrada de la tendencia a la dominación mundial, que toda guerra 
  por parte de la burguesía de estos países no puede ser más que reaccionaria. 
  El proletariado no sólo debe oponerse a toda guerra de este tipo, sino que 
  debe desear la derrota de 'su' gobierno en tales guerras y utilizar esa 
  derrota para una insurrección revolucionaria, si fracasa la insurrección 
  destinada a impedir la guerra". 
      En lo que se refiere a la milicia, deberíamos decir: no somos partidarios 
  de la milicia burguesa, sino únicamente de una milicia proletaria. Por eso, 
  "ni un céntimo, ni un hombre", no sólo para el ejército regular, sino tampoco 
  para la milicia burguesa, incluso en países como los Estados Unidos o Suiza, 
  Noruega, etc. Tanto más cuanto que en los países republicanos más libres (por 
  ejemplo, en Suiza) observamos una prusificación cada vez mayor de la milicia, 
  sobre todo en 1907 y 1911, y que se la prostituye, movilizándola contra los 
  huelguistas. Nosotros podemos exigir que los oficiales sean elegidos por el 
  pueblo, que sea abolida toda justicia militar, que los obreros extranjeros 
  tengan los mismos derechos que los obreros nacionales (punto de especial 
  importancia para los Estados imperialistas que, como Suiza, explotan cada vez 
  en mayor número y cada vez con mayor descaro a obreros extranjeros, sin 
  otorgarles derechos). Y además, que cada cien habitantes de un país, por 
  ejemplo, tengan derecho a formar asociaciones libres para aprender el manejo 
  de las armas, eligiendo libremente instructores retribuidos por el Estado, 
  etc. Sólo en tales 
  
  condiciones podría el proletariado aprender el manejo de las armas 
  efectivamente para sí, y no para sus esclavizadores, y los intereses del 
  proletariado exigen absolutamente ese aprendizaje. La revolución rusa ha 
  demostrado que todo éxito, incluso un éxito parcial, del movimiento 
  revolucionario -- por ejemplo, la conquista de una ciudad, un poblado fabril, 
  una parte del ejército -- obligará inevitablemente al proletariado vencedor a 
  poner en práctica precisamente ese programa. 
      Por último, contra el oportunismo no se puede luchar, naturalmente, sólo 
  con programas, sino vigilando sin descanso para que se los ponga en práctica 
  de una manera efectiva. El mayor error, el error fatal de la fracasada II 
  Internacional, consistió en que sus palabras no correspondian a sus hechos, en 
  que se inculcaba la costumbre de recurrir a la hipocresia y a una 
  desvergonzada fraseologia revolucionaria (vease la actitud de hoy de Kautsky y 
  Cía. ante el Manifiesto de Basilea). El desarme como idea social -- es decir, 
  como idea engendrada por determinado ambiente social, como idea capaz de 
  actuar sobre determinado medio social, y no como simple extravagancia de un 
  individuo -- tiene su origen, evidentemente, en las condiciones particulares 
  de vida, "tranquilas" excepcionalmente, de algunos Estados pequeños, que 
  durante un periodo bastante largo han estado al margen del sangriento camino 
  mundial de las guerras, y que confían poder seguir apartados de él. Para 
  convencerse de ello basta reflexionar, por ejemplo, en los argu mentos de los 
  partidarios del desarme en Noruega: "Somos un país pequeño, nuestro ejército 
  es pequeño, nada podemos hacer contra las grandes potencias" (y por ello nada 
  pueden hacer tampoco si se les impone por la fuerza una alianza imperialista 
  con uno u otro grupo de grandes potencias) . . . , "queremos seguir en paz en 
  nuestro apartado rinconcito y proseguir nuestra política pueblerina, exigir el 
  desarme, tribunales de arbi- 
  
  traje obligatorios, una neutralidad permanente, etc." (¿"permanente", como la 
  de Bélgica?). 
      La mezquina aspiración de los pequeños Estados a quedarse al margen, el 
  deseo pequeñoburgues de estar lo más lejos posible de las grandes batallas de 
  la historia mundial, de aprovechar su situación relativamente monopolista para 
  seguir en una pasividad acorchada, tal es la situación social objetiva que 
  puede asegurar cierto éxito y cierta difusión a la idea del desarme en algunos 
  pequeños Estados. Claro que semejante aspiración es reaccionaria y descansa 
  toda ella en ilusiones, pues el imperialismo, de uno u otro modo, arrastra a 
  los pequeños Estados a la vorágine de la economía mundial y de la política 
  mundial. 
      En Suiza, por ejemplo, su situación imperialista prescribe objetivamente 
  dos lineas del movimiento obrero: los oportunistas, en alianza con la 
  burguesía, aspiran a hacer de Suiza una unión monopolista 
  republicano-democrática, a fin de obtener ganancias con los turistas de la 
  burguesía imperialista y de aprovechar del modo más lucrativo y más tranquilo 
  posible esta "tranquila" situación monopolista. 
      Los verdaderos socialdemócratas de Suiza aspiran a utilizar la relativa 
  libertad del país y su situación "internacional" para ayudar a la estrecha 
  alianza de los elementos revolucionarios de los partidos obreros europeos a 
  alcanzar la victoria. En Suiza no se habla, gracias a Dios, un "idioma 
  propio", sino tres idiomas universales, los tres, precisamente, que se hablan 
  en los países beligerantes que limitan con ella. 
      Si los 20.000 miembros del Partido suizo contribuyeran semanalmente con 
  dos céntimos como "impuesto extraordinario de guerra", obtendríamos al año 
  20.000 francos, cantidad más que suficiente para imprimir periódicamente y 
  difundir en tres idiomas, entre los obreros y soldados de los países beli- 
  
  gerantes, a pesar de las prohibiciones de los Estados Mayores Generales, todo 
  cuanto diga la verdad sobre la indignación que comienza a cundir entre los 
  obreros, sobre su fraternización en las trincheras, sobre sus esperanzas de 
  utilizar revolucionariamente las armas contra la burguesía imperialista de sus 
  "pro pios" países, etc. 
      Nada de esto es nuevo. Precisamente es lo que hacen los mejores 
  periódicos, como La Sentinelle, Volksrecht y Berner Tagwacht,[23] pero, por 
  desgracia, en medida insuficiente. Sólo semejante actividad puede hacer de la 
  magnífica resolución del Congreso de Aarau[24] algo mís que una mera 
  resolución magnífica. 
      La cuestión que ahora nos interesa se plantea en la forma siguiente: 
  ccorresponde la reivindicación del desarme a la tendencia revolucionaria entre 
  los socialdemócratas suizos? Es evidente que no. El "desarme" es, 
  objetivamente, el programa más nacional, el más especificamente nacional de 
  los pequeños Estados, pero en manera alguna el programa internacional de la 
  socialdemocracia revolucionaria internacional. 










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      hasta Mao
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  NOTAS 



    [16] El artículo "El programa militar de la revolución proletaria " fue 
  escrito en alemán en septiembre de 1916 para la prensa de los socialdemócratas 
  escandinavos de izquierda, que durante la Primera Guerra Mundial se 
  manifestaron en contra del punto del programa socialdemócrata relativo al 
  "armamento del pueblo" y lanzaron la errónea consigna del "desarme". 
      En diciembre de 1916 el articulo, redactado de nuevo, fue publicado en la 
  Recopilación del Socialdemócrata, t. II, con el titulo de "La consigna del 
  'desarme'" (véase V. I. Lenin, Obras Completas, t. XXIII). 
  
      En abril de 1917, poco antes de salir para Rusia, Lenin entregó el texto 
  en alemán del artículo a la redacción de la revista Jugend-Internationale ; el 
  articulo fue publicado el mismo año en sus núms. 9 y 10. 
      Jugend-Internationale órgano de la Liga Internacional de las 
  Organizaciones Socialistas de la Juventud, adherida a la izquierda de 
  Zimmerwald, se publicó desde septiembre de 1915 hasta mayo de 1918 en Zurich. 
  Lenin emite su juicio acerca de esta revista en la nota "La Internacional de 
  la Juventud" (véase V. I. Lenin, Obras Completas, t. XXIII).    [] 
    [17] Se alude a las tesis sobre la cuestión militar escritas por R. Grimm 
  (uno de los lideres del Partido Socialdemócrata de Suiza) en el verano de 1916 
  con motivo de la preparación del Congreso Extraordinario del mismo Partido. 
  Este Congreso, cuya celebración había sido señalada para febrero de 1917, 
  tenía que resolver la cuestión de la actitud de los socialistas suizos ante la 
  guerra.    [] 
    [18] Neues Leben (Vida Nueva ) órgano del Partido Socialdemócrata de Suiza; 
  se publicó en Berna desde enero de 1915 hasta diciembre de 1917. La revista 
  difundia los puntos de vista de los zimmerwaldianos de derecha; desde 
  comienzos de 1917 adopto la posición socialchovinista.    [] 
    [19] Véase C. Marx y F. Engels, Obras Completas, t. XXXV.    [] 
    [20] Se alude a las Conferencias Socialistas Internacionales celebradas por 
  los internacionalistas en Zimmerwald y Kienthal (Suiza). 
      La Primera Conferencia Socialista Internacional se celebró del 5 al 8 de 
  septiembre de 1915 en Zimmerwald. En la Conferencia se enfrentaron los 
  internacionalistar revolucionarios, encabezador por Lenin, y la mayoría 
  kautskiana. Lenin formó con los internacionalistas de izquierda el grupo de 
  izquierda de Zimmerwald, en el que sólo el Partido Bolchevique mantuvo una 
  posición acertada y consecuentemente internacionalista contra la guerra. 
      La Conferencia aprobó un manifiesto en el que se calificaba de 
  imperialista la guerra mundial; asimismo condenó la conducta de los 
  "socialistas" que votaron por los creditos de guerra y tomaron parte en los 
  gobiernos burgueses, y llamo a los obreros de Europa a desarrollar la lucha 
  contra la guerra y por la conclusion de un tratado de paz sin anexiones ni 
  contribuciones. 
      La Conferencia aprobó también una resolución de simpatía a las victimas de 
  la guerra y eligió una Comisión Socialista Internacional. 
      Acerca de la significación de la Conferencia de Zimmerwald, veanse los 
  articulos de Lenin "El primer paso" y "Los marxistas revoluciona- 
  
  rios en la Conferencia Socialista Internacional del 5 al 8 de septiembre de 
  1915" (V. I. Lenin, Obras Completas, t. XXI). 
      La Segunda Conferencia Socialista Internacional se celebró en Kienthal del 
  24 al 30 de abril de 1916. En esta Conferencia el ala izquierda actuó más 
  unida y fue más fuerte que en la Conferencia de Zimmerwald. Gracias a los 
  esfuerzos de Lenin, la Conferencia aprobó una resolución que criticaba el 
  socialpacifismo y la actividad oportunista del Buró Ejecutivo Socialista 
  Internacional. El manifiesto y las resoluciones aprobados en Kienthal fueron 
  un nuevo paso en el desarrollo del movimiento internacional contra la guerra. 
      Las Conferencias de Zimmerwald y de Kienthal contribuyeron a destacar y 
  agrupar a los elementos internacionalistas, pero no formularon abiertamente el 
  problema de la lucha contra el oportunismo, no adoptaron una posición 
  consecuentemente internacionalista y no aceptaron las tesis fundamentales de 
  la política de los bolcheviques: transformación de la guerra imperialista en 
  guerra civil, derrota del gobierno propio en la guerra y organización de la 
  III Internacional.    [] 
    [21] Grupo Socialdemocrata del Trabajo (Arbeitsgemeinschaft: Comunidad del 
  Trabajo ): organización de los centristas alemanes, fundada en marzo de 1916 
  por los diputados al Reichstag que se habían separado de la fracción 
  socialdemócrata del Reichstag. Este grupo fue el núcleo fundamental del 
  Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania, organización centrista 
  constituida en 1917 que justificaba a los social chovinistas abiertos y 
  propugnaba el mantenimiento de la unidad con ellos.    [] 
    [22] Los comités de la industria armamentista fueron creados en 1915 en 
  Rusia por la gran burguesía imperialista. Tratando de someter a los obreros a 
  su influencia y de inculcarles ideas defensistas, la burguesía ideó la 
  organización de "grupos obreros" anejos a esos comités. A la burguesía le 
  convenía que en esos grupos hubiese representantes de los obreros, encargados 
  de hacer propaganda entre las masas obreras en favor de una mayor 
  productividad del trabajo en las fábricas de materiales militares. Los 
  mencheviques partidparon activamente en esta empresa seudopatriótica de la 
  burguesía. Los bolcheviques declararon el boicot a los comités de la industria 
  armamentista y lo aplicaron eficazmente con el apoyo de la mayoría de los 
  obreros.    [] 
    [23] La Sentinelle, órgano de la organización socialdemócrata suiza del 
  cantón de Neuchatel (Suiza francesa), fundado en Chaux de Fonds en 1884. En 
  los primeros años de la Primera Guerra Mundial, el periódico mantuvo una 
  posición internacionalista. El 13 de noviembre de 1914, 
  
  en el núm. 265 del periódico fue publicado, en forma abreviada, el Manifiesto 
  del C.C. del P.O.S.D.R. "La guerra y la socialdemocracia de Rusia" (véase V. 
  I. Lenin, Obras Completas, t. XXI). 
      Volksrecht (El Derecbo del Pueblo ), órgano del Partido Social demócrata 
  de Suiza y de la organización socialdemócrata del cantón de Zurich. Se publica 
  en Zurich desde 1898. Durante la Primera Guerra Mundial el periódico presentó 
  artículos de los Zimmerwaldianos de izquierda. En el aparecieron tambión 
  artículos de Lenin, como por ejemplo, "Doce breves tesis sobre la defensa 
  hecha por G. Greulich de la defensa de la patria", "Sobre las tareas del 
  P.O.S.D.R. en la revolución rusa", "Las maniobras de los chovinistas 
  republicanos". Más tarde el periódico adoptó una posición anticomunista y 
  antidemocrática. 
      Berner Tagwacht (El Centinela de Berna ), órgano del Partido 
  Socialdemócrata de Suiza, publicado desde 1893 en Berna. Al comienzo de la 
  Primera Guerra Mundial el periódico insertó artículos de K. Liebknecht, de F. 
  Mehring y de otros socialdemócratas de izquierda. A partir de 1917 apoyó 
  abiertamente a los socialchovinistas y más tarde adoptó una posición 
  anticomunista y antidemocrática.    [] 




      From Marx to Mao
      (English)
      Desde Marx
      hasta Mao
      Textos
      de Lenin





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