SEIS. EL CASTILLO DE LAS SOMBRAS

 

Lisand despierta con un mal sabor en la boca y un fuerte dolor de cabeza. Durante un buen rato sólo puede quedarse acostada preguntándose en dónde está y qué ha pasado en las últimas horas, días, meses o años...

Recuerda nebulosamente algo de su infancia, junto a Presea y a muchas personas que las amaban a ambas y que tenían grandes esperanzas en las dos. Luego recuerda a Violeta.

La princesa Violeta, el Pilar de Céfiro. Tan dulce, tan amable, tan perfecta, por no mencionar lo hermosa que era. Lisand siempre se había sentido menos que Violeta, aún así, la quería mucho.

Pero eso fue antes, antes de que Violeta llegara a ser el Pilar. Violeta, Presea y Lisand crecieron y estudiaron juntas, las tres serían algún día las armeras mágicas. Entonces llegó Guruclef. En aquel entonces no parecía un niño, era la época en que Lantiz acababa de regresar por segunda vez de Autosan para descubrir con gran asombro por su parte que tenía un hermano y una hermana. Guruclef había adoptado la apariencia de un hombre un poco mayor que Zagato, porque al principio no había otra forma de imponer su autoridad sobre los dos rebeldes muchachos y su no menos problemática hermana... Presea y Lisand tenían trece años cuando lo conocieron y desde ese instante Lisand lo había escogido como "el amor de su vida". Se lo dijo algunos años después, durante el baile de celebración, cuando Violeta se convirtió en el Pilar.

Guruclef había bailado con ella, y ella aprovechó para decirle lo que sentía. Él sólo parpadeó un par de veces y la soltó.

-Perdóname -le dijo con voz neutra-, pero no puede ser.

¿No podía ser? ¿Así de simple? Él no quiso explicarle por qué, no le dio ninguna razón, al día siguiente había vuelto a su apariencia de antes, la de un niño, pese a las protestas de sus alumnos y nunca mencionó el incidente del baile. Dejó que aquello la devorara por dentro.

Pensó que, con algo de paciencia y cariño, él terminaría por prestarle atención, pero no fue así. Todo seguía igual.

Y un día, Violeta le regaló a él una espada. Una hermosa espada con la empuñadura de plata y un grabado de caballos salvajes. Guruclef había contemplado con admiración el regalo, pero no había querido aceptarlo al principio, argumentando que era un mago, no un guerrero.

Violeta se había reído al escuchar aquello, una risa llena de burla y desprecio, le puso la espada en las manos, le dijo que no se la daba para combatir sino por si alguna vez quería suicidarse por lo que le había ocurrido al primer Pilar de Céfiro, y se marchó riéndose todavía. Lisand deseó verla muerta.

Esa noche escuchó la voz de Notus por primera vez, Notus, que alguna vez había sido uno de los valar, y él le había dicho todos los secretos del Espíritu de Céfiro. Lisand no le prestó atención a las contradicciones, deseaba creerle a Notus y le creyó. Y cuando Notus le dijo que la única forma de liberar a Guruclef de su esclavitud como Base del Pilar era acabando con el vala Céfiro, Lisand se dedicó en cuerpo y alma a destruir al espíritu del planeta.

El primer paso había sido el más fácil. Convencer a Violeta de que debía tener el poder absoluto en lugar de limitarse a orar por el bienestar de Céfiro. Jamás se imaginó que pudiera haber tanta ambición en la princesa y tampoco se había imaginado el hecho de que Violeta temía a Guruclef y deseaba poder regir el destino de Céfiro sin su intervención; comprendió que eso tenía algo que ver con Mirai, el primer Pilar, pero nunca pudo averiguar de qué se trataba, claro que eso la tenía sin cuidado.

Y cuando Violeta desafió al mismísimo Céfiro en la Fuente del Fuego después de haber destruido a las Guerreras Mágicas que debían eliminarla, Lisand, la única testigo de aquel duelo, estaba convencida de que la princesa mataría al vala, ya que éste mismo había decretado que nadie de Céfiro podría matar al Pilar. Con lo que ninguna de las dos había contado era el hecho de que el vala Céfiro no estaba sujeto a esa ley, ya que había nacido mucho antes que el planeta, al mismo tiempo que los ainur... y Céfiro mató a Violeta.

Lisand sintió que enloquecía, todos sus planes se venían abajo y ella misma atacó, aprovechando que el vala estaba agotado, logró herirlo, pero él se defendió mejor de lo que esperaba y la hirió a su vez, dejándole la marca en forma de alas que luego intrigaría tanto a Caldina.

En algún momento, cuando ella estaba en el suelo, junto al cuerpo sin vida de Violeta, había llegado Clef y le había hecho olvidar todo, pidiéndole perdón por no poder amarla. Pero la voz de Notus se encargó de hacerla recordar, y ella había escapado del castillo para esperar una oportunidad mejor.

Contempló desde lejos el reinado de Esmeralda, su caída y la llegada de las nuevas Guerreras Mágicas, que esa vez sí lograron cumplir su misión. Y cuando Demoner puso en peligro a Céfiro, acudió a ayudar, para proteger a Clef. Sabía que sin un Pilar, él estaba arriesgando la vida para proteger a ese... ese espíritu maligno que lo trataba como a un esclavo. Al verlo tan débil y agotado, Lisand fue la única que comprendió que no resistiría mucho tiempo más. Céfiro debía morir cuando antes para que Clef viviera.

Y había cometido el error de tratar de conquistarlo.

Su mirada de horror cuando le dijo que había vuelto era algo que no se le olvidaría nunca. Pero podía superarlo, no era culpa de él, después de todo, sino de Céfiro.

Y cuando Notus y Melkor estuvieran libres, Céfiro las pagaría todas juntas.

Al llegar a ese punto, Lisand sonríe y se levanta. Es hora de ir a ver a los prisioneros y convencerlos amablemente de que abran las puertas de la prisión estelar y de la luna negra.

*** 

Ascot y Paris han agotado ya todos los temas de conversación y cada uno empieza a considerar al otro como una de las personas más aburridas del mundo, cuando la puerta de su calabozo se abre y los sirvientes de Lisand los llevan arrastrando hasta un salón en el que abundan las puertas de todas clases.

Aquello corfirmaba las suposiciones de Ascot: aquél castillo no se encontraba del todo en Céfiro, sino que era un lugar de paso a otras dimensiones, probablemente era el mismo lugar por el que los valar habían llegado a Céfiro.

-Muy bien, ya no los veo tan agresivos como la última vez -dice Lisand, con una sonrisa.

-De todos modos no vas a lograr nada de nosotros -respondió Paris con altivez-. No vamos a abrirle la puerta a ninguno de tus amigos.

Lisand mira a Ascot.

-Tú sí lo harías, ¿verdad? Melkor puede hacer que Marina te ame.

Ascot la mira a los ojos.

-¿En serio?

-¡¡Ascot!! -grita Paris.

-En serio... -dice Lisand.

 ***

Dentro del diamante en el pecho de la deva, Anaís está al borde de la desesperación. El paisaje escapa velozmente bajo ellas a medida que los balrogs se aproximan al extraño castillo que parece cambiar de forma, como si se retorciera.

-¡Saris! -grita la joven.

-¿Qué quieres? -la voz de la deva se escucha llena de frustración.

-¿Qué no hay manera de que puedas liberarte de esta cosa?

-¡Si la hubiera, ya lo habría hecho! Está anulando mis poderes.

-No lo entiendo, ¿por qué no lo hicieron desde el principio?

-¿Diversión? O tal vez querían capturarnos. Emm... tal vez querían capturarte.

-¿¿A mí??

 ***

Guruclef mira fijamente a las Guerreras Mágicas que quedan, tratando de concentrar sus pensamientos, es difícil. Pasar por el Fuego y apaciguar la tormenta mágica lo ha agotado más de la cuenta y comprende con algo de irritación que se encuentra al borde del colapso, no por la herida ni por la preocupación sino simplemente por cansancio. Sería el colmo de las ironías que Notus lograra sus propósitos cuando él cayera exhausto.

Y es todavía más difícil concentrarse en mantenerse dentro del presente (una voz que no logra identificar clama por que realice un viaje a su propia memoria) cuando Marina lo mira de una manera que le hace recordar a... ¿a quién?

Lantiz es otro que tiene una mirada extraña, como esperando algo de él. El silencio se está volviendo desesperante.

-Debemos ir al castillo... -dice Clef, con una voz apenas audible y que difícilmente consigue reconocer como la propia.

-¡Bien! -dice Lucy-. ¡Nos hemos retrasado mucho y todavía no estiendo por qué quisiste que esperáramos!

-Era necesario. Notus es algo que puedo manejar, pero a Melkor debemos enfrentarlo de otra manera.

-¿Qué otra manera? -dice Lantiz, con cara de desesperación-. ¡Habla de una buena vez!

Todos se están irritando,... ¿la influencia de Melkor tal vez? Guruclef sacude la cabeza, es demasiado pronto como para que Melkor pueda dominar voluntades tan fuertes como las de esos jóvenes, aunque las puertas estuvieran abiertas de par en par. ¿O sí podría?

-Lo que pasa es que no podremos recurrir a los genios esta vez.

-¿Ni siquiera a los genios oscuros? -pregunta Lantiz, alarmado.

-Sabes bien que no tengo poder sobre ellos, sólo despertarían si sus guerreras estuvieran aquí, y además, su misión no es ayudar a Céfiro... -Clef suspira-. Lo que trato de decir es: el castillo donde se encuentran las puertas dimensionales anula la magia de Céfiro.

-Creí que eso sólo pasaba en el Bosque del Silencio.

-También pasa en el Castillo de las Sombras, verás, cuando Notus y Céfiro llegaron a este planeta, Notus llegó al lugar donde ahora está el bosque y Céfiro a la montaña donde ahora se levanta el castillo. Son los lugares donde dejaron de ser Ainur y se convirtieron en Valar, los restos del poder que tenían antes hacen que estos dos lugares sean... inmunes a la magia.

-Fantástico. ¿Entonces por qué tenías tanta prisa por restaurar la magia?

-No hace falta ser irónico. La magia es sólo la mitad del asunto. Ahora que Céfiro está estable... más o menos... no hay peligro de que se desintegre mientras luchamos contra la otra mitad del problema, podremos enfrentar a Notus en el castillo.

-¿Podremos? ¿Sin los genios? ¿Sólo con las espadas?

-Y su voluntad.

-Bueno, ¿pues qué esperamos? -exclama Marina-. ¡Terminemos con todo de una buena vez!

Eso hace que los demás la miren alarmados.

*** 

Anaís trata de no gritar, aunque no puede impedir que se le escapen algunas lágrimas. Las tiras de cuero que le sujetan las muñecas están clavándosele en la piel. Se encuentra en un salón circular, donde hay una gran cantidad de puertas de todas formas y tamaños, sus brazos, extendidos, están sujetos a dos pilares de piedra, que no parecen tener otro propósito más que el de inmovilizar a un prisionero.

Frente a ella está Lisand, y más allá están Paris y Ascot, bien sujetos por los balrogs, que ahora sólo miden un poco más de dos metros y parecen ser más sólidos que antes.

Lisand tiene una expresión triste que sorprende a la Guerrera Mágica, parece incómoda por lo que está pasando...

-Guerrera Mágica Anaís, creo que ya conoces a Paris y Ascot.

-Así es -responde Anaís-, y tú eres Lisand, supongo.

-Correcto.

-¿Qué lugar es este?

-Aquí nació tu amigo, el Espíritu de Céfiro.

-¿En este sitio tan horrible?

-Lo que ves a tu alrededor es sólo una expresión de la verdadera naturaleza del Vala Céfiro, él no es otra cosa que un espíritu maligno que consiguió engañar a todos, mi querida Anaís, este mundo ha dependido de un ser diabólico al que no le importa usar a las personas para su propio beneficio.

-¿De qué estás hablando? ¡Céfiro no es malo! ¡No puede serlo!

-¿Dónde he escuchado eso antes?... -Lisand pone una expresión pensativa-. ¡Ah, sí, lo dije yo!... Yo también creía en él, hasta que Notus me contó la verdad.

-¿Por qué estás haciendo todo esto, Lisand?

-Por Guruclef.

La joven armera mira hacia una de las puertas, una que tiene refuerzos de hierro, y continúa hablando.

-Haría cualquier cosa por él, es lo único importante para mí.

-Él no está de acuerdo contigo, Guruclef está tratando de detenerte...

-Es porque está equivocado, pero cuando Melkor y Notus lo liberen del control de Céfiro, entenderá que esto es lo mejor para todos. Sé que me amará entonces.

-Tú estás loca. Céfiro dice que...

-¡Sé lo que Céfiro dice y también sé que está mintiendo! ¡Lo sé porque conozco a la guardiana de la luna negra! ¡¡¡Ella siempre supo que el Vala estaba mintiéndole a todos desde que la primera Guerrera Mágica asesinó a la princesa Mirai!!!

-Pero...

-¡Oh, cállate!

Lisand mira a Ascot.

-¿Estás listo para abrir la puerta?

-Pues la verdad... -Ascot duda unos instantes-. No voy a hacerlo.

-¿Qué? ¿Acaso no quieres que Marina te ame?

-Hasta hace unos minutos, pensaba que sí... pero creo que destruir al Espíritu de este planeta no es la mejor forma de conquistarla, disculpa...

Lisand hace un gesto de furia. Paris respira aliviado, por un momento realmente había pensado que Ascot abriría la puerta... pero entonces Lisand sonríe de nuevo y le hace una seña a los balrogs, uno de ellos se aproxima a Anaís y enrolla un tentáculo alrededor de su cuello.

-Oh, no... ¡No te atreverías! -exclama Paris, alarmado.

Lisand sólo sonríe y el balrog empieza a hacer presión sobre el cuello de la niña.

-¿Cuánto tiempo puede sobrevivir sin respirar una niña del Mundo Místico, Paris? ¿Quieres que lo averiguemos?

-¡Déjala en paz!

 ***

-Parece que todo está a punto de terminar -le dice la sombra al Espíritu de Céfiro.

-Eso espero -responde Céfiro.

El Fuego Blanco y el Fuego Salvaje se han apaciguado finalmente. El prado luce verde de nuevo y el árbol de flores blancas se alza en medio como si nunca hubiera habido un incendio ahí.

-Por cierto, ¿qué pasó con el muchacho que estaba esperándote?

-¿Quién?

-Sí que eres aburrido, hermano. No deberías hacerte el tonto conmigo y menos cuando te queda tan poco tiempo.

-Notus, aún puedes renunciar a esto...

-Eso no lo crees ni tú mismo. Eres demasiado orgulloso, Céfiro. ¿Te das cuenta de que es tu orgullo lo que nos ha llevado hasta este extremo?

-Yo no fui el que quiso exterminar la biósfera...

-Y yo no soy el que ha estado... Hum...

-¿Qué?

-Buenas noticias, la puerta de mi prisión está a punto de abrirse, en unos minutos podremos continuar esta conversación, pero cara a cara, como debe ser... y espada en mano, si es necesario, hermanito.

 ***

Una mano sujetó el brazo de Clef con más fuerza de la necesaria. No necesitaba verla para saber que era Marina, así que no apartó la mirada del salón... donde Paris estaba abriendo la segunda puerta.

-Justo lo que pensé que pasaría... -murmura él.

-¿Clef, qué vamos a hacer ahora?

-... No lo sé...

Continuará...

 

Notas de la autora:

Phew! Bueno, ya sé que no estuvo muy interesante, pero es que me faltaba hacer alguna conección entre lo que pasó en el cinco y lo que pasará en el siete...

Comentarios, sugerencias y tomatazos, pueden enviarlos a daga23@hotmail.com