OCHO

 

EL SILMARIL

 

 

 

   Un mundo imposible, de arquitectura retorcida, aberrante; calcinado bajo el fuego de muchos soles y al mismo tiempo helado, bajo un cielo en el cual es de noche y de día al mismo tiempo, como si la luz y la oscuridad estuvieran constantemente tratando de destruirse la una a la otra: la pesadilla de la prisión estelar se revela ante los ojos de los aliados de Céfiro mientras la inmensa forma oscura que es Melkor empieza a avanzar hacia la realidad de su dimensión. Casi todos caen de rodillas, presas del pánico.

   -¡Amo! -grita Notus, casi en éxtasis.

   Melkor, el Señor Oscuro, es mucho más alto aún que Zagato y su rostro está surcado por profundas cicatrices, recuerdo de sus batallas con elfos y valar, una corona de hierro ciñe su frente y todo él está envuelto en una capa negra que lo mismo puede ser de humo que de tela.

   Una mano que más bien parece una garra acaricia el cabello de Notus.

   -Bien, esclavo mío, has demostrado ser un siervo leal.

   Los ojos llamaeantes de Melkor se detienen en Guruclef, que desvía la mirada a toda prisa.

   -Pequeño.

   La mano de Melkor se cierra alrededor de la garganta del mago, para luego levantarlo hasta que sus pies quedan a unos centímetros del suelo.

   -Pequeño rebelde. Aún recuerdo cómo eras antes. Has caído muy bajo.

   -No tanto como tú -responde Clef, con voz entrecortada por la falta de aire-. Ya tienes lo que querías, ¿piensas matarme?

   -Eso depende de ti.

   Clef cierra los ojos, reuniendo fuerzas para gritar.

   -¡Zagato!

   Todas las miradas se dirigen hacia Zagato, que se queda clavado en su sitio sin saber qué hacer.

   -¡Abre la caja! -grita de nuevo el mago.

   Luego de unos segundos de vacilación, el joven obedece y, tan pronto como abre la caja de hierro, una luz dorada y plateada inunda el salón.

   -¿Q-qué es eso? -pregunta Ascot.

   -Esa luz... -murmura Lucy.

   -Es tan... maravillosa -dice Anaís.

   -Tan perfecta... -dice Marina.

   -Tan pura... -completa Paris.

   -Es un silmaril -dice Lantiz, sin poder creerlo-, un silmaril... La máxima obra de los elfos del Mundo Místico...

   -Los valar consagraron estas joyas de modo que nada mortal puede tocarlas sin consumirse en el poder que encierran -dice Ascot-. ¡Pero es imposible que haya uno aquí, se supone que los tres están para siempre fuera del alcance de todos!

   -Uno se perdió para siempre -murmura Clef-, otro fue convertido en Gil-Estel, la Estrella de la Gran Esperanza, pero este fue rescatado del fondo del mar cuando se hundió la Atlántida, y Manwë (1) me lo dio a guardar.

   -¿¿A ti?? -exclama Notus-. ¡¡¿¿Por qué a ti??!!

   -Porque ningún vala del Mundo Místico está a salvo de la maldición de Fëanor, pero en mí es más débil que en los Doce... Céfiro estuvo más tiempo en la Luz de los Ainur que ellos (2).  

   -Y aún así lo escondiste aquí, detro de una caja de hierro -dice Melkor, con voz reflexiva-, nadie está a salvo de ambicionar estas gemas maravillosas. Bien, pequeño, ya que me has devuelto una de las joyas de mi corona, tal vez te perdone la vida...

   La respuesta de Clef es una carcajada, bastante extraña, teniendo en cuenta que está medio asfixiado.

   -¡No le dije a Zagato que lo trajera para dártelo a ti, Morgoth (3)!

   Melkor frunce el ceño al escuchar el insulto.

   -¿Entonces, para qué, pequeño?

   Guruclef lo mira a los ojos por primera vez... y sonríe.

   -Zagato... ¡Rómpelo!

   -¡No puedo hacer algo así! -exclama Zagato, horrorizado con la sola idea.

   -¡Rómpelo! -grita de nuevo Guruclef, sintiendo que se le desgarra la garganta por el esfuerzo.

   El joven introduce la mano en la caja y saca la joya, asombrándose de sentirla como un ser vivo y palpitante, pero casi enseguida la bendición (¿o maldición?) del silmaril empieza a actuar y la materia viva empieza a arder, en pocos segundos es posible ver a través de la mano de Zagato, que parece haberse vuelto de cristal.

   -¡Apresúrate! -lo apremia Clef-. ¡¡Si no lo haces rápido, perderás la mano... y el resto del cuerpo!!

   -No lo harás -replica Melkor, calmadamente y fijando sus ojos de fuego en los de Zagato-. Nadie puede destruir un silmaril, no sin destrozar su propio espíritu. Si rompes la obra más perfecta de todo el universo, ya no tendrás cabida entre los humanos.

   Zagato contempla al ser oscuro sin poder apartar los ojos de aquella terrible mirada, el silmaril, ni frío ni caliente, sigue en su mano... su mano. Zagato es consciente como nunca antes (ni después) de su realidad física, en ese momento es capaz de diferenciar uno por uno todos sus músculos, huesos y órganos. Es consciente del ritmo de su corazón y del flujo de su sangre. Y del silmaril ardiendo sin calor en su mano izquierda, desintegrando las células una por una.

   No, no hay manera de alejar la mirada de los ojos de Melkor, eso resulta imposible para todos menos para los Ainur y el propio Eru. Ni siquiera un Vala podría resistir esa mirada, y Zagato lo sabe. Pero el silmaril está en su mano, y Zagato la cierra en un puño. Y apreta.

   La superficie de la gema se rompe como la cáscara de un huevo.

   La luz sagrada de los árboles de Valinor se derrama de su mano como si fuera líquida y se esparce por todo el salón, luego inunda todo el castillo y finalmente la montaña entera brilla con la luz dorada y plateada del silmaril.

   -Tú no puedes entrar aquí -dice Guruclef-. Te está vedado permanecer en ningún lugar que haya sido bendecido por la Luz.

   Melkor deja de mirar a Zagato, ahora mira al mago.

   "Va a matarlo" piensa Marina "No podrá entrar a la realidad de Céfiro, pero no se irá sin matar a Clef"

   Una sonrisa aparece en el rostro de Melkor, que suelta lentamente a Guruclef.

   -Así que en verdad te atreviste a hacerlo. Debo admitir que no lo esperaba. Pensé que guardarías el silmaril para ti, como le ocurrió a todos. No hubo elfo, humano, enano o demonio que no cayera bajo la maldición de Fëanor.

   -Si no hubiera estado bajo ese influjo, yo mismo habría roto la gema -responde Clef-. Por eso tuve que pedirle ayuda a Zagato, sabía que su fuerza de voluntad sería suficiente.

   Melkor enarca una ceja.

   -Creí que la persona con mayor fuerza de voluntad era la mortal llamada Lucy.

   -Tú mismo dijiste que quien rompiera un silmaril ya no tendría cabida entre los humanos... pues bien, hace ya hace años que Zagato renunció a tener un lugar entre los humanos, él mismo se recluyó en el Bosque del Silencio para convertirse en un ermitaño. Sólo Presea y yo lo sabíamos, así pues...

   -Manipulador hasta el extremo -señala Melkor-. Siempre jugando con los corazones de otros. Vas a proporcionarle una gran alegría a estas mascotas tuyas el día en que otros jueguen con tus sentimientos.

   -Eso es problema mío, ¿no crees?

   Melkor sonríe... y envía lejos a Guruclef de un bofetón.

   -No puedo quedarme, es cierto, ¡pero eso no significa que no pueda destruir tu pequeño planeta!

   Clef se pone en pie con dificultad, antes de sonreír a su vez.

   -Oh, no creas, estoy preparado. No estarás aquí ni un segundo más.

   -¿Tú y cuál ejército van a impedirme hacer mi voluntad?

   -No necesito un ejército. Están aquí las voluntades más poderosas de Céfiro y del Mundo Místico. Y de tu parte no hay más voluntad que la tuya. ¡¡Amigos míos, es hora de ponerle fin a esto!!

   Las Guerreras Mágicas y sus amigos se acercan a Guruclef, sólo Zagato sigue arrodillado en el suelo, sujetando su mano herida.

   -¿Estás listo, Zagato? -pregunta Clef con suavidad.

   -No... No lo estoy y no lo estaré nunca... no para luchar contra eso...

   -Sin embargo, debes hacerlo ahora, porque no habrá un después.

   Clef empieza a caminar hacia Melkor, da unos pasos, se detiene y mira a Zagato.

   -¿Puedo contar contigo?

   Lentamente, Zagato se pone en pie, con un gran esfuerzo, y logra colocarse al lado de Clef. Pronto, los ocho forman una hilera frente a la puerta, cerrándole el paso a Melkor y Notus.

   -¿Vas a quedarte ahí hasta que el poder del gran Melkor te arrolle, hermano? -pregunta Notus.

   -Nosotros sellaremos esa puerta -contesta... ¿Clef?...  algo extraño sucede, es Guruclef quien mueve los labios, pero la voz que se escucha es la del Espíritu de Céfiro.

   Marina toma la mano de Clef.

   -¿Qué es lo que ocurre? -le pregunta-. ¿Por qué hablas así?

   Él la mira con tristeza.

   -Esta es mi voz, Guerrera Mágica Marina. La voz de Guruclef, la voz de Céfiro... porque somos la misma persona.

   Marina parpadea, desconcertada, pero calla, esperando que Clef se explique.

   -Cuando los habitantes de este planeta se presentaron ante mí con su propuesta de crear un Pilar que me ayudara a mantener el equilibrio del mundo natural y el mundo mágico, pensé que no sería bastante y creé la Base del Pilar. Yo... me di cuenta de que eso traería como resultado cosas terribles y temí que si entregaba la Base a un ser humano, el desastre sería irremediable, por eso, me transformé en humano a mí mismo... y ese fue mi error...

   -¿Tu error?

   -Porque yo pensaba que la debilidad de los humanos no estaba en sus vidas cortas ni en su obstinación, ni siquiera en su facilidad para el mal: pensaba que su debilidad eran sus sentimientos, que los sentimientos de los humanos llevan a la destrucción... Y luego... descubrí que yo también tenía sentimientos. Es algo que he tratado de negar durante más de setecientos años y que ha lastimado a muchos a los que yo amaba... Ahora, Marina, no sé cómo va a terminar todo esto... sólo puedo desear lo mejor y prepararme para lo peor. Traté de desalentarte para que no sufrieras y sólo conseguí lastimarte a ti también, perdóname.

   -Te perdono. ¿Vamos a morir, Cl... Céfiro?

   -No lo sé. ¿Están todos listos, mis amigos? Esta podría ser la última batalla de todos nosotros.

   -Estoy listo -dice Zagato, sombrío.

   -Estoy listo -dice Lantiz, en el mismo tono.

   -Estoy listo -dicen Páris y Ascot al mismo tiempo.

   -Estoy lista -dicen Lucy y Anaís.

   -Estoy lista -dice Marina, finalmente.

   -En ese caso -Céfiro/Guruclef sonríe ampliamente-. ¡¡Cerremos esta puerta ahora y para siempre!! 

   -¡¡¡¡NOOOOOOOO!!!! -grita Notus.

   Una risa escalofriante corta los gritos de Notus. Melkor mira fijamente a Guruclef, y habla una última vez antes de que la prisión estelar le absorba.

   -Muy listo, muy listo... Tomando siempre decisiones difíciles... pero no puedes tener secretos para mí, pequeño. Sé el precio que has tenido que pagar para poder llegar hasta aquí. Sé a quién renunciaste para recuperar el control del Fuego y ese conocimiento me alegrará los días en mi prisión... Te has librado de mí por ahora, pero no has ganado, lo has perdido todo. ¡¡Escúchame, bien, pequeño, escucha a Melkor, que siempre pudo ver más lejos que ningún otro entre los ainur!! ¡No pasará mucho tiempo antes de que lamentes ese sacrificio y cada segundo de tu existencia! ¡Tu orgullo será la causa de todos tus males!

   Las puertas de luz se cierran, el aire deja de ondular; poco a poco, todo vuelve a la calma. Es cerca del mediodía y están en Céfiro, no en ese mundo de pesadilla que pudieron entrever unos instantes.

   El silencio es tan profundo que duele.

   -¿Notus? -pregunta Lisand.

   -Se ha ido -dice Guruclef-. Ahora comparte la prisión de Melkor.

   Lantiz toma a Clef por los hombros y habla despacio, con angustia.

   -¿Dónde... está... Zagato...?

   En efecto, Zagato ya no se encuentra con ellos. Todos escuchan al Espíritu suspirar, pero no parece que Clef lo haya hecho también. 

   -Se ha ido. Ya no hay lugar para él aquí, no lo ha habido desde la muerte de Esmeralda, y él lo sabía.

   Lantiz les da la espalda a los demás para que no vean que está a punto de llorar. Clef lentamente se deja caer de rodillas y cierra los ojos, con aspecto fatigado.

   -En verdad ha sido muy duro -murmura-. Pero Zagato no podía permanacer en el lugar donde destruyó al Silmaril, al menos no mientras la luz de la Joya permanezca aquí... él tendrá que estar lejos hasta entonces... serán unos cuantos años y el tercer silmaril habrá desaparecido para siempre, entonces podrá volver, si tiene suficiente fuerza de voluntad. Lo siento, Lantiz, pero no puedo hacer nada más, cualquier decisión que tomáramos tendría consecuencias dolorosas de cualquier manera...

   Marina se arrodilla cerca de él, dudando si hablar o no.

   -Pero... tú estás bien, ¿verdad? -pregunta finalmente.

   Por toda respuesta, Clef apoya la cabeza en el hombro de Marina, con tanta naturalidad como si estuviera acostumbrado a hacerlo desde siempre. La guerrera mágica lo contempla, desconcertada, Clef tiene los ojos cerrados y sonríe suavemente, justo como en su sueño...

   -¿Clef?

   Él sonríe un poco más ampliamente.

   -Sí, estoy bien. Estoy contigo, amada.

   Marina lucha unos instantes cosigo misma. Las palabras de Clef no tienen sentido después de todo lo que dijo como Vala Céfiro, pero cuando él abre los ojos y la mira, a la muchacha deja de importarle todo lo demás.

   Desde el extremo más alejado del salón, Ascot ve a Marina besar a Guruclef y frunce el ceño, de pronto es como si se hubiera abierto un abismo entre él y los demás. Sin duda, el mago, Vala o lo que fuera, tenía razón: cualquier decisión que se tomara sería dolorosa para alguno de ellos. Mientras piensa en eso, mira a los demás y descubre que Lantiz y Lisand (a quien Presea tiene fuertemente abrazada) están mirando a la extraña pareja, también con el ceño fruncido. Hay algo que no encaja como debería.

 

   No muy lejos de ahí, Libch toma conciencia de su propia existencia. Está viva, no cabe duda de ello, por un momento siente su cuerpo un poco débil, seguramente aún tiene que encontrar una fuente de energía antes de cumplir su deseo. ¿"Deseo"? Bah, eso no importa, finalmente, sonríe. Es fantástico estar viva.

   Cerca de ahí está la cueva y Libch entra en ella. Él está ahí... y parece estar muerto.

   Libch está a punto de gritar de rabia y frustración, pero se detiene, Céfiro, que ha luchado tanto por mantenerlo con vida, jamás lo mataría, eso es seguro. Él tan sólo está dormido.

   Con sus delgadas manos, toca el rostro del muchacho y sonríe con crueldad. Una energía no muy distante, pero sí más poderosa que la suya se acerca repentinamente. Libch frunce el ceño al reconocer que por el momento no podría enfrentarse a eso, volvería por el joven circunstancias más óptimas para ella. Extiende un brazo y se rodea de energía para desaparecer.

   Aparece de nuevo en un punto olvidado de Céfiro, cruza los brazos y puede sentir el agotamiento en su cuerpo. Aún no está lista para sus planes, tiene que esperar, tiene que descansar... Después podrá volver para llevarse el cuerpo que duerme en el otro extremo del planeta, no importa que duerma... echando hacia atrás su cabello, ella sonríe, ya se encargará de despertarlo, y entonces Céfiro lamentará cada segundo de su propia existencia, cuando todo su orgullo sea la causa de su destrucción.

 

 

-------------

(1)     (1)     El líder de los doce Valar que vencieron a Melkor en el Silmarillion.

(2)  Fëanor: el máximo artesano entre los elfos, otro personaje del Silmarillion. Quienquiera que posea un silmaril caerá bajo la tentación de no desprenderse nunca de la joya, al punto de no poder disfrutarla, y tendrá como enemigos a los descendientes de Fëanor que juraron perseguir por cielo, mar y tierra, sin punto de reposo, al cualquiera ajeno a su familia que posea un silmaril.

 Lo que Clef trata de decir ahí es que Céfiro está menos apegado a lo material que otros valar, porque tiene menos tiempo de pertenecer al universo físico.

(3) Morgoth = "oscuro enemigo del mundo" apodo que puso Fëanor a Melkor.

 

¿Qué es un silmaril? Bueno... ¡Vamos con Tolkien!

 

"En ese tiempo se hizo la que luego tuvo más renombre entre las obras de los Elfos. Porque Fëanor, llegado a la plenitud de su capacidad, había concebido un nuevo pensamiento, o quizás ocurrió que una sombra de preciencia le había llegado del destino que se acercaba; y se preguntaba cómo la luz de los Árboles, la gloria del Reino Bendecido, podría preservarse de un modo imperecedero. Entonces inició una faena larga y secreta, recurriendo a toda la ciencia y el poder que poseía y sus sutiles habilidades; y al cabo hizo los Silmarils.

   Los Silmarils tenían la forma de tres grandes joyas. (...) y el fuego interior de los Silmarils lo hizo Fëanor con la luz mezclada de los Árboles de Valinor, que vive todavía en ellos, aunque los Árboles hace ya mucho que se han marchitado y ya no brillan. (...) como si fueran en verdad criaturas vivientes, se regocijaban en la luz y la recibían y la devolvían con matices aún más maravillosos.

   Todos los que vivían en Aman sintieron asombro y deleite ante la obra de Fëanor. Y Varda consagró los Silmarils de modo que en adelante ninguna carne mortal, ni manos maculadas, ni nada maligno podría tocarlos sin quemarse y marchitarse; y Mandos predijo que ellos guardaban dentro los destinos de Arda, la tierra, el mar y el aire.

   (...) Y así fue que los Silmarils encontraron su destino: uno en los aires del cielo, y uno en los fuegos del corazón del mundo, y uno en las aguas profundas."

J. R. R. Tolkien, El Simarillion

 

Comentarios, sugerencias y tomatazos, pueden enviarlos a daga23@hotmail.com