La nueva historia de céfiro

Capítulo III

Más Problemas.

 

Geo y Zaz se encontraban en las afueras de una de las ciudades más grandes de Autosam.

 

- Ya no te deprimas, eso fue lo que él eligió.-

 

- Es que no lo entiendo Zaz, no entiendo su sacrificio y no entiendo a Lilandra. ¿Por qué no lo ha olvidado?-

 

- Ella debe ......-

 

La conversación fue interrumpida por una alarma proveniente de la ciudad, Geo y Zaz subieron a sus deslisadores y se marcharon.

En Céfiro Gurú Clef mostraba a todos una transmisión proveniente de Fahren en la cual una figura no muy definida pedía ayuda para salvar a la princesa Aska. Presea opino:

 

- Tenemos que mandar a alguien a Fahren para saber que esta ocurriendo-

 

- Yo iré y tu vendrás conmigo ¿verdad Anais?-

 

Paris miraba a la joven, ella asintió con una sonrisa en los labios. Lucy se percato de que Gurú Clef se había molestado por el ofrecimiento de Paris, todos se disponían a abandonar el cuarto cuando recibieron otra petición de ayuda por parte de Autosam.

 

- Gurú Clef, necesitamos de su ayuda, una ciudad a sido puesta bajo un raro poder mágico, la gente pelea y se hiere sin razón aparente.-

 

- Creo que Latis es el más indicado para ir, pronto estará en Autosam-

 

Geo no se alegro mucho al saber a quien mandarían para ayudarle pero tubo que resignarse.

Más tarde Gurú Clef llamo a Paris a su habitación.

 

-¿Qué ocurre?-

 

- Sabes que no puedes ir a Fahren, por lo menos no ahora porque....-

 

Paris se exalto siendo de espíritu rebelde no le gustaba recibir ordenes, su vida despreocupada de antaño y la gran libertad de la que gozaba en aquellos días no lo preparaban para ser el futuro gobernante de Céfiro, eso no le agradaba a Gurú Clef que debía prepararlo para que estuviera listo lo más pronto posible para asumir el trono de Céfiro.

 

- ¡Si ya lo sé, no ha pasado un día desde que tomaron esa decisión que no me lo recuerdes!.-

 

-¿Entonces?-

 

-¡Clef yo iré a Fahren!, con o sin tu aprobación, ¡yo no pedí tanta responsabilidad no la deseo!....si ya se lo que me vas a decir que piense en mi hermana, ¡nunca dejo de pensar en ella!, en cuanto amaba un planeta que no pudo disfrutar, encerrada en este lugar rezando por el bienestar del planeta, eso es lo que Lucy cambio ¡y yo no pienso convertirme en un prisionero de este castillo!, ¡así que me marchare a Fahren y tu no podrás hacer nada para impedirlo!-

 

-¡Paris no puedes escapar a tu destino!-

 

Paris no escucho las ultimas palabras de Clef porque ya había salido de la habitación dando un portazo, Presea había escuchado todo y observaba al próximo rey de Céfiro recargado en la puerta.

 

- Te sientes bien-

 

- Yo no quería tener este enfrentamiento con Gurú Clef pero...-

 

Paris guardo silencio, jamas confesaba sus verdaderos sentimientos, pero Presea lo intuyo.

 

- Pero quieres pasar el mayor tiempo posible con Anais antes de que vuelva a marcharse, yo creo que estas haciendo lo correcto, es bueno que luches por lo que quieres pero tienes que aprender más sobre responsabilidad.-

 

"Responsabilidad" palabra que en el ultimo año, Paris había aprendido a detestar.

 

Latis y Lucy partieron a Autosam, y a pesar de la oposición de Clef, Anais y Paris marcharon a Fahren. Antes de que se fueran Presea les entrego un aparato, a las dos parejas, que todavía estaban perfeccionando, combinaba la magia y la tecnología para transportarse rápidamente a cualquier lugar, así no harían un viaje tan largo y podrían regresar a Céfiro si había problemas.

 

En Ziceta las cosa no marchaban bien, Ascot estaba apunto de volverse loco, pasaba las noches en vela recordando todo aquello que le lastimaba el corazón, se decía así mismo que ese dolor amargo que sentía era poco castigo para el crimen que había cometido, tampoco comía y cada día se ponía más delgado y demacrado. Caldina y Ráfaga estaban muy preocupados por él. Y Marina no mejoraba, Tata y Tatra habían hecho todo lo que podían, pero la joven no había vuelto a abrir los ojos.

 

- Es como si ella ya no quisiera seguir viviendo-

- ¿Pero como una chica tan joven y con tantos motivos para vivir puede desear la muerte?-

 

Las princesas de Ziceta se equivocaban, Marina no deseaba morir. La pelea con Ascot había removido un viejo secreto que por mucho tiempo había guardado sin saberlo y mientras su cuerpo permanecía inerte su corazón, su alma y su mente trabajaban a gran velocidad para que todo su ser estuviera preparado para vivir el futuro que le esperaba, en pocas palabras Marina maduraba dentro de sí misma como una mariposa en su capullo.

 

- Marina, me escuchas Marina-

 

- ¿ Quién eres?-

 

- Algún día lo sabrás, por ahora vine a darte un consejo, confía más en ti misma, en tu corazón y deja de actuar impulsada por ese vanidoso orgullo que no te sirve de nada, ese orgullo tras del cual ocultas tu inseguridad y tu miedo.-

 

- Espera, no te vayas-

 

- Ya es tiempo de que despiertes-

 

Marina abrió los ojos y pudo contemplar el sol entrar por las ventanas, se encontraba en una litera cubierta de vaporosos velos, al lado había una silla lujosamente adornada con pedrería al igual que el tocador y los otros muebles de la habitación, la ventana tenía una hermosa vista daba a un cálida jungla donde podían verse varios elefantes de marfil alrededor de un lago. La habitación que la habían designado era la mejor del castillo de Ziceta, mientras ella dormía la ciudad Hindi había sido reconstruida. Ascot había pasado día y noche en esa labor, trataba de concentrarse completamente en ello pero las ultimas palabras de Marina resonaban en su cabeza, él ya sabía que el corazón de la chica pertenecía a otra persona pero escucharlo de su propia voz le dolía como si le clavaran un puñal en el corazón.

Caldina entro a la habitación como diariamente lo hacia para acompañar y hablarle a Marina. Ella estaba segura de que la escuchaba.

 

-¿Cómo te sientes el día de hoy?-

 

Caldina se llevo una gran sorpresa cuando Marina le contesto débilmente:

 

- Me duele todo el cuerpo, pero mucho más el pecho-

 

-¡Despertaste! ¡Estabamos tan preocupados por ti, pero al fin has despertado!.-

 

- ¿Por qué? ¿Qué fue lo que me ocurrió?-

 

- ¿No lo recuerdas?, ¿no recuerdas esa herida en tu pecho?-

 

Marina comenzó a hacer memoria, las imágenes llegaban a su mente como fantasmas, al principio no eran muy claras pero pronto revivió cada instante de la difícil batalla que había librado.

 

- Si, recuerdo que peleaba, mi enemigo era muy poderoso, él me hirió con la espada de Ráfaga, mi enemigo era......¡Ascot!. No, no puede ser

verdad.-

 

- Si, eso fue lo que paso, pero Ascot no estaba consiente de lo que hacia, ahora todos lo sabemos y lo hemos perdonado, pero el no se perdona por el daño que causo, principalmente no se perdona el haberte herido, esta muy cambiado, desde que terminaron de reconstruir la ciudad lo vemos muy poco, sale y vaga nadie sabe a donde va, siempre regresa con una flor para ti, entra como un fantasma la deja en el florero y se marcha. Lo he visto llorar.-

 

- ¿Por qué me cuentas eso?-

 

- Porque quiero pedirte que no seas muy dura con él, ya esta sufriendo bastante, lo más posible es que el también te evite, pero si llegan a encontrarse no lo lastimes demasiado, yo sé que...... -

 

Caldina fue interrumpida por la emocionada voz de la chica del mundo místico, esa chica que había dejado de ser una niña caprichosa y orgullosa para convertirse en una joven de nobles sentimientos.

 

- No podría.... él ha salvado mi vida tantas veces...que tal ves tenía todo el derecho de quitármela, yo ya lo he perdonado.-

 

- ¡Tú estas enamorada de Ascot!-

 

- No Caldina, no te equivoques, lo que ocurre es que ahora me doy cuenta de todo lo que Ascot me a ayudado y cuanto lo he hecho sufrir, tiene mi perdón, mi cariño y mi amistad por él esta intacta. Solo espero que eso lo compense por que no puedo otorgarle mi corazón que pertenece a otra persona-

Marina se puso de pie para poder mirar por la ventana del cuarto, llevaba tan solo un delicado camisón casi transparente sobre sí, su delgada figura que había ido adquirido formas de mujer en aquel año transcurrido, podía observarse perfectamente a través de la delicada tela. Una pequeña ráfaga de viento entro por la ventana moviendo los largos cabellos de Marina junto con su camisón, un rayo de sol ilumino su rostro que sonreía con la alegría de estar viva, Ascot la observaba desde la puerta, Caldina y Marina no se habían dado cuenta que llevaba mucho tiempo ahí parado, con una flor en la mano. Había escuchado casi toda su conversación, Ascot estaba petrificado, esperaba que Marina reaccionara de una manera mucho más cruel para con él y en cambio se encontraba con la calidez del corazón de la chica que no solo lo perdonaba si no que se entristecía por no po