LA ILUSIÓN DE SEGUIR
SIENDO "NIÑAS"
En el corazón de cada mujer hay una parte profundamente herida que se resiste a dejar de ser niña y soltar nuestras viejas ilusiones del pasado. Algo dentro de nosotras quiere seguir creyendo que un príncipe vendrá a rescatarnos y que las personas que amamos nos protegen, nos cuidan y quieren lo mejor para nosotras.
Sería muy bello que todo fuese así, pero no es la realidad. Tenemos que aprender a que nuestra Koré pueda convertirse en la “Reina” del Mundo Subterráneo. Tenemos que ayudarla a crecer para que pueda convertirse en una guía para otras y tener “la presencia regia de una Anciana Sabia que conoce los misterios que dan sentido a la vida y a la muerte”, como explica la analista jungiana Jean Shinoda Bolen.
¿Cómo hacer para que esta joven Diosa no se convierta en la “anti-Diosa” que sigue generando bloqueos, impidiendo nuestro crecimiento y expansión? Jean Shinoda Bolen, nos aporta algunas claves:

“La diosa Perséfone fue una hija despreocupada hasta que fue raptada y violada por Hades y, durante un tiempo, se convirtió en una novia a pesar suyo, indefensa y cautiva. Las mujeres-perséfone pueden evolucionar de la misma manera que lo hizo ella (convirtiéndose en la “Reina del Mundo Subterráneo”) o estancarse en su rol de Koré.
Vivir como la Koré significa ser la eterna niña que no se compromete con nada ni con nadie, porque elegir de una manera concreta elimina las otras posibilidades. Además, este tipo de mujer tiene la sensación de tener ante sí todo el tiempo del mundo para decidirse, así que espera hasta que algo le haga actuar. Vive en una Tierra de Nunca Jamás, como Wendy con Peter Pan y los niños perdidos, jugando sin rumbo en la vida. Si quiere crecer, tiene que volver a la vida real. Por supuesto, Wendy eligió volver. Se despidió de Peter Pan y tregresó a través de la ventana al a habitación de la infancia que había abandonado hacía tanto tiempo, sabiendo que entonces envejecería. El umbral que ha de atravesar una mujer Perséfone es psicológico.
Para crecer, una mujer Perséfone debe aprender a comprometerse y vivir de acuerdo con sus compromisos. Tiene dificultad en decir que sí y cumplir con lo que aceptó hacer. Cumplir plazos, acabar los estudios, casarse, criar un hijo o permanecer en un trabajo son cometidos difíciles para alguien que quiere jugar en la vida. El crecimiento exige que luche contra la indecisión, la pasividad y la inercia: debe decidirse y continuar comprometida cuando la elección deja de ser divertida.
El carácter taimado, la mentira y la manipulación constituyen problemas potenciales de carácter para las mujeres Perséfone. Al sentirse indefensas y dependientes de otras personas más poderosas, pueden aprender a conseguir lo que quieren de manera indirecta. Pueden esperar a que llegue el momento oportuno para actuar, o utilizar la adulación. Tal vez solo digan una parte de la verdad o mientan totalmente antes que enfrentarse directamente con otra persona.
Las mujeres Perséfone suelen evitar el enfado. No quieren que la gente se enfurezca con ellas. Se sienten dependientes de la generosidad y de la buena voluntad de aquellas personas a las que perciben con más poder. Por ello suelen tratar a sus madres, padres, maridos, empleadores y maestros como patrones cuyos favores tienen que ganarse.
El narcisismo también es otro escollo que sortear para algunas mujeres Perséfone. Pueden llegar a estar tan ansiosamente centradas en sí mismas que pierden su capacidad para relacionarse con los demás. Sus pensamientos están dominados por cuestiones sobre sí mismas. Este tipo de mujeres pasa muchas horas frente al espejo. La gente solo existe para darles reflejos de ellas mismas, para proporcionarles superficies reflectantes en las que mirarse (*)”

Para poder hacer un compromiso, es preciso luchar con la Koré que vive en nuestro interior. Una manera es activar otros arquetipos de Diosas. La que más ayudaría es, sin ninguna duda, nuestra querida Hécate, que es también la Vieja Bruja del Invierno. Si buscamos su paralelo en Astrología, las energías de Hécate son análogas a las de Plutón, que es justamente Hades, el raptor de la joven Perséfone. Como siempre, los extremos se tocan. Sabiendo que en el interior de una joven aparentemente indefensa y sometida se oculta el inmenso poder de la Transformación, podemos ir más allá de todos nuestros obstáculos y frustraciones.
La tarea no será fácil porque implica el más arduo de todos los desafíos: arrojar bien lejos todas nuestras muletas y hacernos cargo de nuestro propio Poder. Un Poder que lejos de ser autoritario y patriarcal, es amoroso y curativo. Desplegarlo con responsabilidad (compromiso) y sabiduría no solo nos permitirá no atraer más “plutones” que vengan a aplastarnos debajo de sus pies sino disolver la totalidad del sistema de dominio (patriarcal), transmutándolo en una forma de vida más amorosa, creativa y constructiva. En definitiva: estaremos rescatando a la Diosa para que vuelva a caminar, con todo el esplendor de su Gracia Sanadora, sobre la Tierra.

Sandra Román

(*) Jean Shinoda Bolen, “Las Diosas de Cada Mujer”. Editorial Kairós.

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