EDITORIAL:
El Año Nuevo del Hemisferio Sur
La primera misión de esta editorial es agradecer a las más de 600 personas que recorrieron las páginas de la edición número 0, de nuestra revista virtual. Gracias también por los elogios recibidos, por las muestras de afecto y las palabras de estímulo que nos impulsan a continuar abriendo nuevos caminos de regreso hacia la Diosa.
Lo hacemos con la guía de nuestra amorosa “Chakana”, que es el nombre con el cual nuestras hermanas y hermanos del pueblo quechua llaman a la Cruz del Sur.
Durante la última luna llena tuve la mágica oportunidad de celebrar una ceremonia frente al Cerro Uritorco (el vientre embarazado de nuestra Madre Tierra) y a las muy femeninas Gemelas (sus pechos nutrientes y generosos). De pie sobre una gran piedra sagrada en la que nuestros ancestros Comechingones tallaron nada menos que 33 morteros, las cuatro estrellas brillantes me indicaron las direcciones a las cuales invocar en el inicio y en el cierre de mi ritual nocturno. Bajo la luz plateada de la Mama Quilla (a quien podemos también llamar Selene, Diana, Hécate, Ix Chel, Isis, Arianrhod, Kwan Yin, Tchang ‘ O y de mil maneras más) pude sentir (y ver) la presencia imponente de las guardianas del lugar, quienes me acompañaron todo el tiempo y me dispensaron una bendición muy especial, en nombre de todas las mujeres que amamos a la Diosa en este lado del planeta. Lo supe al día siguiente, cuando tuve la noticia de que nuestro Templo de la Diosa en la Argentina está muy cerca de materializarse y será precisamente allí, en Capilla del Monte. Aún no puedo revelarles demasiados detalles. Hace falta recorrer mucho camino todavía y son necesarias muchas manos y voluntades que estén dispuestas a trabajar para nuestra Madre, comprometiéndonos amorosamente en la construcción de su nueva morada: un hogar que no solamente servirá para honrarla con festivales y ceremonias sino también para todas nuestras hermanas que quieran trabajar o capacitarse en terapias femeninas y profundizar su camino hacia la Diosa.
Quienes estén de acuerdo en sumarse con su trabajo o alguna otra forma de colaboración, por favor hágannoslo saber por email a chakana1@yahoo.com . Todas las propuestas serán muy bienvenidas.
Y ahora nos resta desarrollar el “misterioso” título de nuestra editorial. Ya que a much@s les habrá sorprendido que estemos hablando de “fin de año” en esta época. Es que acostumbramos celebrarlo en diciembre, junto con el resto del mundo, siguiendo los ciclos que rigen en el Hemisferio Norte y que son en realidad todo lo opuesto. Lo que nos indica que un año ha llegado a su fin es el ritmo de la propia Naturaleza, que nos muestra de un modo muy evidente los ciclos de muerte y renacimiento: el tiempo de las cosechas y  del verano quedó atrás y también el otoño y el tiempo de preparar la tierra y sembrar, dando comienzo a un nuevo ciclo agrícola: al nuevo año. En invierno se hacen planes y proyectos reunidos al calor del hogar, mientras las semillas aguardan pacientemente en el surco. Toda la Naturaleza parece haber muerto. A nuestro alrededor todo se muestra seco y estéril: los árboles desnudos, la tierra pelada… pero debajo de ella late la vida… la tumba es el útero del cual brotará la semilla, juntando fuerza y valor para romper su cáscara e iniciar su viaje hacia la luz, transformada en planta. La noche el solsticio de invierno, la más larga del año, nos dice que el amanecer del nuevo año está próximo. En el norte, los druidas aún conservan la costumbre de permanecer en vigilia alrededor de las piedras de Stonehenge, aguardando la salida del sol que asomará exactamente desde la llamada “piedra talón”. Los antiguos egipcios celebraban el mismo rito en el templo de Hathor, en Denderah. Desde la puerta principal del templo podía verse a Sothis, la “estrella-perro” que es también la Madre Isis, salir desde el horizonte anunciando que a ella la seguiría el sol… y esos mismos rituales son celebrados aquí por nuestras hermanas y hermanos del Tawantinsuyo, desde tiempo inmemorial. Es el festival que denominan “Inti Raymi”: el Regreso del Sol…
Tras la noche más oscura del año, un nuevo amanecer anuncia que la estrella centro de nuestro sistema solar comenzará permanecer más tiempo entre nosotr@s, bendiciéndonos con su calidez y con su luz.
Así dejaremos también atrás la noche oscura que vive nuestro castigado país. Y podemos (y debemos) hacer mucho para lograrlo. Lo primero de todo es comenzar a respetar nuestro sagrado suelo y los sagrados ciclos de la naturaleza, que son los ciclos de la vida. sI continuamos siguiendo a contramano de nuestro reloj biológico, vulnerando nosotr@s mism@s nuestros propios ritmos… cómo podemos pretender que nos respeten los patriarcas del Fondo Monetario Internacional? Si cedemos nuestro poder y lo ponemos en las manos de los ladrones… qué nos hizo pensar que no irían a robarnos?
Finalmente, poniéndonos nuevamente en contacto con los ciclos de la Naturaleza y con la abundante generosidad de nuestra Madre Tierra, nos daremos cuenta de cuán poca falta nos hacen los bancos, los sistemas financieros y las estructuras del poder patriarcal. Latiendo al mismo ritmo nuestros corazones con el corazón de la Pachamama, daremos a luz una forma de vida diferente: la verdadera vida y no el simulacro cotidiano para el cual nos armamos con miles de máscaras, malgastando nuestra preciosa energía y nuestro precioso tiempo sobre este bello planeta, al que tanto se esfuerzan por destruir...
Hagamos algo para rescatarlo y para salvarnos. Todavía estamos a tiempo.

                                                                                    Sandra Román

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