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Herichthys carpintis

 Por  Manuel Zapater


Este es el nuevo nombre científico de "Cichlasoma" carpintis, pez que fue muy popular en España hace unos años, pero que desde algún tiempo es difícil de encontrar en el comercio. El cambio de género corresponde a la reestructuración de Cichlasoma por el ictiólogo sueco Sven Kullander a finales de los años 80.

Esta razón, su desaparición casi total de los circuitos comerciales fue la que impulsó a José Luis Blanco en su viaje de colecta a México junto a Juan Miguel Artigas a conseguir y traer esta especie a España. Tras desembalar una noche todos los peces y ver que José Luis había traído alevines de Herichthys carpintis y Herichthys cyanoguttatum, decidió quedarse él con esta segunda especie y darme a mi los primeros. De nuevo agradecer desde aquí a los dos el haberme conseguido estos peces que yo sólo conocía por fotos y buscaba infructuosamente hacía mucho tiempo.

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Río Huichihuayan, lugar de colecta de Herichthys carpitis  (21º 28' 76'' N   098º 58' 01'' W)

Estos dos peces son confundidos desde hace mucho tiempo debido a la similitud entre las dos especies, denominándose comúnmente a ambos como "Texas", lo que debe ser únicamente aplicado a Herichthys cyanoguttatum que es el único cíclido que se encuentra de manera natural en los Estados Unidos. Es de señalar que hasta hace pocos años, el verdadero "Texas", no había sido importado a Europa, donde el único pez que conocíamos era, por tanto, Herichthys carpintis.

La principal diferencia entre las dos especies se encuentra en el color y tamaño de las "perlas" brillantes que adornan sus cuerpos, ya que son de mayor tamaño y de un tono más turquesa en el Herichthys carpintis, mientras que en el Herichthys cyanoguttatum son apenas como puntos de color azul oscuro. Si se ven ambas especies una al lado de la otra es relativamente sencillo observar estas diferencias, aunque no tanto si están por separado. El Herichthys carpintis presenta también en sus opérculos unas líneas irregulares que no están presentes en Herichthys cyanoguttatum.

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Herichthys carpinis recién colectado

En resumen, yo me traje a casa 7 alevines de apenas 4 cm, tras más de 30 horas de estrés de viaje en pleno mes de enero. Pronto empezaron a evidenciar las consecuencias de este viaje, obligándome a tapar todas las posibles salidas del acuario de 140 l donde quedaron instalados con un grupo de Paratilapia polleni de tamaño similar. A pesar de las precauciones tomadas y de atrapar más de un pez al vuelo durante la distribución de comida o los cambios de agua, pronto quedaron solamente 3, que crecían sin aparentes problemas (a parte de algún que otro coscorrón contra la tapa cuando se encendía la luz del acuario...)

El agua de mantenimiento y reproducción ha sido siempre la del grifo de mi ciudad, con un pH de aproximadamente 7,8 y una dureza de unos 25 GH.  La temperatura ha oscilado entre casi 30 º C en verano y 21 º C en invierno, aunque es posible que puedan vivir sin problemas hasta 18 ºC.

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Herichthys carpintis, ejemplar salvaje criado en acuario

 

Personalmente, en peces de latitudes casi templadas, pienso que es beneficioso un reposo invernal de un par de meses, con un fotoperiodo más corto de lo normal y una temperatura baja para poder lograr después la reproducción cuando aumenten estos dos parámetros. Se trata de estimular a los peces y recrear las condiciones de su medio natural, en el cual no están constantemente a 25 º C, como a veces pasa en los acuarios. Además de ello, otra idea que puede aplicarse es la de reducir el volumen de agua en cada cambio durante los meses de invierno, con objeto de que los peces noten la mejora de la calidad de la misma junto al aumento en las horas de luz y a la subida de la temperatura. Esto supone una apuesta segura para conseguir la reproducción de muchos cíclidos centroamericanos. Evidentemente debemos asegurarnos de no bajar la temperatura más de lo adecuado, pero 21-22 º C son tolerados sin problemas por la mayoría de las especies.

En verano, como suelo hacer siempre, pase los peces a un depósito de 1.000 l en un invernadero. Para entonces los peces medían ya unos 6-7 cm y empezaban a colorearse con la librea de celo, por lo que pienso que podrían haberse reproducido de no ser por la superpoblación de este depósito, en el que además de los Paratilapia polleni, había un buen grupo de Labeotropheus trewavasae, Labidochromis exasperatus, Neolamprologus brichardi y N. leleupi y un "Cichlasoma" facetum. En el mes de septiembre, cuando los saqué de este depósito medían cada uno un par de centímetros más y fueron trasladados a un acuario de 450 l junto a las Paratilapia.

Como mi intención era dejar un periodo de reposo en el cual no hubiera altercados serios entre los peces y a la vez que las Paratilapia pasaran una temporada a baja temperatura para madurar sexualmente, no instalé un termostato en este acuario, dejando que la temperatura se estabilizara entre 20-21 º C hasta el mes de febrero.

Entonces decidí preparar un acuario para los Herichthys carpintis, ya que era evidente que nunca lograría reproducirlos en compañía de los demás peces.

Con este fin preparé un acuario de 200 l equipado con un filtro externo de tipo mochila, con un fotoperiodo de 14 horas/día y una temperatura de 26 º C. Esperaba que la nueva situación estimulara la formación de una pareja entre los tres peces que me quedaban para poder dejarla sola en este acuario. En estos momentos tenía con seguridad un macho y los otros dos peces podían ser hembras o machos dominados, no estaba seguro de ello.

Así pues, trasladé los tres peces a su nuevo acuario junto con un "Cichlasoma" facetum y una Tilapia híbrida roja. Esperaba que estos dos peces sirvieran para desviar un poco la agresividad del macho de Herichthys carpintis, así como para estimular la defensa de un territorio.

La decoración del acuario estaba compuesta por unas macetas de barro y unas grandes tejas apoyadas sobre piedras que formaban una especie de cuevas en las que podían refugiarse los peces perseguidos.

Pronto fue evidente que la presencia de la Tilapia de más de 20 cm asustaba a los Herichthys carpintis, ya que sus bruscos desplazamientos y ansia por la comida eran demasiado para los intentos del macho de Herichthys carpintis de defender un territorio. Decidí retirar a este pez y el cambio de comportamiento del macho fue casi inmediato, apropiándose del hueco que quedaba debajo de la teja más grande y alejando de esta zona al resto de los peces. Unos días después, el más grande de los otros dos peces pasó a ser respetado cuando se acercaba al macho, con lo cual supuse que se trataría de una hembra. Es curioso reseñar que un par de días después era esta hembra la que ocupaba el antiguo territorio del macho, no dejando acercarse ni siquiera al macho a su antiguo territorio.

Fue entonces, cuando tras un cambio de agua de un 40 % en una tarde, la pareja empezó a situarse más o menos junta, expulsando a los otros dos peces, que estaban realmente asustados. El vínculo entre los dos peces no parecía demasiado fuerte, limitando a respetarse mutuamente y a abrir sus opérculos cuando se encontraban. El tamaño era entonces de unos 13 cm para el macho y 11 cm para la hembra (sin contar la aleta caudal).

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Herichthys carpintis, pareja en acuario.

Pocos días después, al echarles de comer, encontré el cadáver del pobre "Cichlasoma" facetum, el primero en sufrir las consecuencias de la formación de la pareja. Antes de una semana encontré completamente destrozado el cuerpo del otro Herichthys carpintis, que era el más pequeño de los tres. Suponiendo que debía haber alguna razón para ello, ya que los otros dos peces habían cambiado su librea por la de celo, me dediqué a examinar con atención el acuario, encontrando un grupo de larvas en el suelo del acuario, junto al cristal posterior del mismo, en una zona que previmamente había sido despejada de arena por los padres.

La librea de celo de estos peces es la que aparece siempre en las fotos de los libros, ya que es realmente bonita, presentando de color casi completamente negro toda la mitad posterior del cuerpo, así como la parte inferior de la mitad anterior. El color de fondo de la parte superior del cuerpo se vuelve más claro de lo habitual, presentando así un acusado contraste que también se encuentra en otros cíclidos centroamericanos como el "Cichlasoma" bartoni.

Volviendo a los alevines, empezaron a nadar 3 días después de haberlos visto yo, así que calculo que el tiempo necesario para la reabsorción del saco vitelino puede ser de unas 96 horas a 26 ºC. Su tamaño me pareció muy grande en comparación a otros cíclidos como los Archocentrus. El número aproximado de alevines en esta primera puesto calculo que está alrededor de los 400, aunque dado que los padres no han alcanzado aún su tamaño máximo es de esperar que las próximas puestas sean incluso más numerosas.

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Herichthys carpintis, macho vigilando sus crías

La vigilancia de los alevines parece corresponder inicialmente al macho, que es quien se sitúa cerca de ellos casi todo el tiempo, pasando la hembra al cuidado cuando el macho me amenaza al acercarme a los cristales para observar los alevines. De todas maneras, he llegado a observar, en los primeros días después de la eclosión unos relevos extremadamente rápidos entre los progenitores, de apenas 10 segundos cuando se sentían amenazados. El macho despliega completamente sus aletas, abre sus opérculos negros y llega incluso a golpear el cristal con sus dientes si mi presencia o la de cualquier otro observador le molesta demasiado. Una vez que los alevines nadan ya de forma independiente, al alcanzar unos 6-7 mm, debido a su elevado número, ambos progenitores deben estar pendientes de ellos para evitar una dispersión demasiado grande.

Es de señalar la timidez de los padres, quizás debida a que el acuario está bastante descubierto, lo que pienso corregir en breve con unas cepas que están curándose en estos momentos. Esta timidez llega a tal extremo que nunca he visto comer a los padres, que siempre lo hacen una vez que nadie los está observando.

Nada más empezar a nadar son capaces de comer sin ningún problema nauplios de Artemia, que devoran con avidez, así como comida en polvo para alevines que mojo con agua antes de distribuirla para lograr que se hunda.

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Herichthys carpintis, juveniles "F1" criados en acuario

En cuanto al comportamiento de estos peces, de acuerdo con mi experiencia, lo mejor es conseguir un pequeño grupo de juveniles y dejar que se escoja una pareja. En muchos cíclidos centroamericanos el hecho de conseguir dos peces adultos de distinto sexo y pretender la formación de una pareja lleva al fracaso, acabando trágicamente para el más débil de los dos, que suele ser la hembra. En el caso de hacer las cosas correctamente y disponer de un grupo de juveniles, nada más que estemos seguros de poseer una pareja deben retirarse los demás peces, ya que si no corren grave peligro. Es muy posible que en un acuario de mayor tamaño, por encima de 400 litros sí puedan convivir con otros cíclidos de carácter y tamaño similar, que pueden ser elegidos entre otros centroamericanos de tamaño mediano-grande, como otros ex "Cichlasoma".

En cualquier caso, Herichthys carpintis es un pez con una coloración y comportamiento muy interesante, nada exigente en cuanto a los parámetros del agua y cuyo mantenimiento requiere únicamente de una cierta experiencia con otros cíclidos para comprender y anticipar sus reacciones y un acuario de volumen superior a 200 litros para lograr su reproducción.

Manuel Zapater, 05/2001.

 

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