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Julidochromis ornatus

Autor: Manuel Zapater. 


Siguiendo con los cíclidos del lago Tanganyka, era lógico que el siguiente artículo tratara sobre uno de los más bellos y asequibles por su tamaño y exigencias.

Julidochromis ornatus es un pez de cuerpo fusiforme, de color amarillo más o menos intenso y con tres líneas longitudinales que lo atraviesan, pasando la primera de ellas justo por debajo del ojo, la segunda justo por encima y la última al límite de la aleta dorsal.

El tamaño es de 6 - 7 cm., siendo los machos ligeramente más grandes que las hembras. Las aletas son amarillas y están bordeadas por una línea negra y otra azul. La caudal presenta en su inicio una mancha negra más o menos circular.

El dimorfismo sexual es prácticamente inexistente y no será fácil diferenciar a la pareja hasta que esta se forme; en ese momento, el más grande podemos pensar que será el macho y el menor la hembra, aunque esto no es válido para todas las especies de este género.

En su medio natural, es un habitante de las zonas rocosas, pasa el tiempo entrando y saliendo de fallas y grutas, siempre con el vientre paralelo al sustrato, a escasa distancia de este. Así, no es raro verlo nadar en vertical hacia arriba o abajo, siguiendo el contorno de las rocas.

La alimentación es predominantemente carnívora, comiendo pequeños invertebrados, aunque en acuario acepta bien la comida seca o las papillas congeladas que le podamos ofrecer, pero agradece los alimentos vivos o congelados como larva roja o negra de mosquito, artemia, daphnia, etc.

Para su mantenimiento hay que seguir unas pequeñas reglas si no se quiere caer en un error bastante común y perder todos los individuos. Si bien Julidochromis ornatus ignora completamente al resto de especies (a no ser que se sienta molesto o amenazado), las relaciones interespecíficas dentro de este género son particularmente problemáticas. No es raro pensar en que debido a su tamaño, un pequeño acuario podría albergar varios ejemplares de este bonito pez, pero siempre hay que tener en cuenta que se trata de un cíclido y los peces de esta familia tienen todos un cierto carácter. Si lo que se quiere es conseguir una pareja para reproducirla en un acuario destinado a ellos dos, lo mejor es conseguir un grupo de media docena de juveniles de 3 a 4 cm de longitud y ponerlos en un acuario de 80 a 100 l de volumen. La decoración estará compuesta por rocas que creen multitud de huecos por los cuales puedan pasar los peces, también se pueden añadir otros elementos decorativos como macetas, cáscaras de coco, etc. Las plantas son opcionales aunque alguna muy resistente del tipo de Vallisneria asiatica, Anubias nana o A. barteri, son recomendables.

No queda más que ofrecerles unas buenas condiciones de mantenimiento y esperar a que el de mayor tamaño empiece a delimitar un territorio, en ese momento tendremos identificado ya al macho dominante y deberemos observar cuidadosamente a los demás a ver si a alguno de ellos se le permite permanecer dentro del territorio o si todos son expulsados. Cuando pensemos que se ha formado una pareja, deberemos retirar al resto de peces, ya que de lo contrario, en cuanto empezaran a reproducirse, acabarían con todos ellos.

Las condiciones del agua corresponden a las normales de mantenimiento de cíclidos de los grandes lagos del Este de África: pH superior a 7,5, dGH de 25 º, iluminación durante 10 h. diarias, filtración aproximadamente 2 a 3 veces el volumen del acuario por hora. Al estar el acuario poco poblado, los cambios de agua semanales pueden limitarse a un 15 - 20 % del volumen total. Son muy resistentes a las enfermedades y de las que puedan contraer, la mayoría se curan fácilmente con medicamentos comerciales, sin dejar ninguna secuela aparente.

La otra opción de mantenimiento de este cíclido es en acuario comunitario del lago Tanganyka. En este caso ocupará una parte en la zona rocosa, que deberá ser bastante importante. En un volumen superior a 200 l. es posible que puedan convivir varias parejas de esta especie, siempre que hayamos previsto elementos que les puedan servir de referencia para partir dividir los territorios.

Los compañeros ideales son los Lamprologus y Neolamprologus de tipo brichardi, leleupi, brevis, ocellatus, cilindricus, etc.

También puede introducirse en un acuario mixto de especies del Malawi y del Tanganyka, siempre y cuando se elijan especies no demasiado agresivas como Labidochromis caeruleus o L. exasperatus, Iodotropheus sprengerae, Cynotilapia afra, etc. En este caso se seguirán las mismas reglas en cuanto a decoración que en el anterior, pero siempre teniendo en cuenta que es necesario un espacio despejado en el cual los incubadores bucales puedan excavar sus cráteres durante la época de reproducción y se eliminarán las plantas, que serían consumidas por éstos.

En el acuario de la pareja, una vez sola, las reproducciones son automáticas, aunque poco perceptibles, ya que al ser un ponedor sobre sustrato escondido, lo más normal es que nos demos cuenta de ellas, cuando veamos a la pareja vigilar cerca de la entrada de una cueva, maceta o coco, o bien directamente cuando veamos los alevines.

La frecuencia de las puestas es muy variable, de dos a cinco semanas y el número de huevos está en función de esta frecuencia de menos de 20 huevos para puestas muy próximas a unos 100 para otras muy espaciadas.

Los alevines, en cuanto pueden nadar libremente, acompañan a sus padres en busca de comida. Pueden ser alimentados fácilmente, ya que los padres comen sobre ellos y así los pequeños pueden aprovechar los trozos desperdiciados. Aceptan perfectamente nauplios de artemia a los pocos días de empezar a nadar. Cuando alcanzan un cm y son más independientes recomiendo sacarlos cuidadosamente del acuario y pasarlos a otro de crecimiento. De todos modos, si esto no se hace, hasta que la densidad en el acuario no sea demasiado grande, las alevines de distintos tamaños conviven perfectamente.

Uno de los principales riesgos que se dan en el mantenimiento de las parejas de cualquier especie de Julidochromis es el "divorcio". Con esto me refiero a que necesitan de una tranquilidad absoluta y en caso de intervenir en el acuario de una manera que para la mayoría de las especies podría ser normal, por ejemplo, sifonar el fondo, coger algún resto con un salabre, retocar la decoración o las plantas..., la pareja puede estresarse de tal manera que no sólo se rompa, sino que incluso el mayor puede llegar a matar al más débil en unas pocas horas.

Este comportamiento no ha sido todavía comprendido y algunas parejas son mucho más susceptibles que otras, pero aun así, lo mejor será no arriesgarnos demasiado y saber que la decoración definitiva debe instalarse ya desde el principio, los cambios de agua se harán tomando la misma desde el extremo opuesto del acuario, etc.

Sin embargo esta posibilidad no debe ser la que nos haga pensar dos veces antes de adquirir un grupo de alevines de esta especie, ya que con un mínimo de cuidados tendremos unos peces verdaderamente atractivos, fáciles de mantener y la posibilidad de obtener gran cantidad de alevines con los que poblar muchas otros acuarios.

La mayor dificultad de mantenimiento de estos peces es, como en todos los cíclidos, la de conseguir unos buenos ejemplares, ya que, extrañamente, no suelen encontrarse en las tiendas de acuariofilia.

 

 © Manuel Zapater, julio 1999.

 

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