El "periodico" enlinea: la telemática, al servicio de la información escrita.

Cuba. La Habana.
Diciembre de 1996
En el home page del Centro de Estudiantes de Comunicación Social.
Mendoza. Argentina.


Prof. Dr. Jose Manuel de Pablos (jpablos@ull.es)
Departamento de Ciencias de la Informacion Universidad de La Laguna (Tenerife, Canarias; Espanna)


[Este trabajo ha sido presentado en congresos o conferencias en el Colegio de Periodistas de Costa Rica y publicado en su revista cientifica, "Sinergia"; en la Universidad Jorge Tadeo Lozano del Caribe, en Cartagena de Indias (Colombia); en la Universidad de La Habana y en la Universidad de Cartagena, y publicado en su revista, "Unicarta". Se trata de un avance de lo que en breve sera un libro, que igualmente sera colocado en la Red, en este Web y en el de la Piramide de Ciencias de la Informacion del Campus de Guajara de la Universidad de La Laguna (http://www.piramide_guajara.ull.es/bibl ioteca), en fase de creacion]

* * * * * * * * * * * * Permítanme unas palabras introductorias, referidas al título de estetrabajo. ¿Por qué la voz periódico aparece entre comillas? ¿a qué tipo de información nos referimos? Nos explicaremos. El periódico actual servido impreso en un soporte de papel es un viejo producto industrial de una época económica sin relación alguna con la tan aplaudida y a la vez denostada era presente de las autopistas de la información y la sociedad de la información.
Ya me arrepiento de haber citado eso de "autopistas de la información", que pongo entre comillas, como en el título hice con la palabra referida al diario, término éste que también hay que poner entrecomillado: "diario". (Acabaremos presentando una comunicación sobre el valor actual de las comillas, mejor, la necesidad de las comillas en las etiquetas comunicativas).
* * *

En un tiempo en el cual entramos cada día más en el imperio de la telemática o informática a distancia, cuando el concepto fantástico de tiempo real se extiende y nos acostumbra a él como si en todo tiempo el acceso a las fuentes informativas no haya sido otra cosa que acudir a un banco de datos donde estaba todo a nuestra disposición y a la espera de ser utilizadas, eso de tener que transcurrir 24 horas para recibir o tener acceso a un nuevo servicio informativo, el periódico impreso, no parece muy lógico ni tiene todo el futuro en sus manos. Algo está cambiando y eso es indudable. No vamos aquí a referirnos al problema del papel, de sus costos, y a las posibilidades materiales o económicas -no ya ecológicas, porque entonces acabaríamos antes, pero que mucho antes- dificultades materiales y económicas, decíamos, para que el diario impreso en papel pueda seguir subsistiendo durante mucho más tiempo y hacerlo como único formato de periodismo escrito.
De hecho, los periódicos norteamericanos impresos en tamaño sábana han empezado en 1996 a reducir sus proporciones, con unos enormes beneficios en ahorro de papel al disponer de un formato menor.
Para empezar, el privilegio de ser la única forma de leer noticias o comentarios ya la ha perdido el periódico clásico. Y lo ha hecho después de haber cedido en otra cuestión anterior, antes de la cual prácticamente era el único medio de solvencia para informar a la gente.
La aparición de múltiples formas de radio y de televisión ha roto de tal modo el espectro informativo, que poco a poco el diario en papel se ceñirá al dominio de una verdadera elite de la sociedad, lo cual sucedería mucho antes si en la lucha por su persistencia no se diera el fenómeno repugnante del periodismo amarillo. Esa manera de hacer "información" escrita (éstas de ahora son unas comillas diferentes a las anteriores) es una de las últimas asideras que le quedan a un cierto tipo de periódico clásico, popular y de masas, ése que sale una vez cada 24 horas al encuentro con sus clientes: a una cita con unos lectores que, si desean estar bien informados, no pueden permitirse el lujo de estar al día informativo solamente por las páginas del diario. Lo podrá estar, sí, en el momento de su lectura, que no siempre es a primeras horas de la mañana y muchas veces lo será en un tiempo más avanzado del día, cuando más de una de las noticias encontradas en el papel impreso ya están superadas por otras que las revocan o envejecen, que las superan. Se dará, entonces, el hecho paradójico de encontrarnos con una noticia que ya ha perdido parte de su sustancia, de ser la comunicación de una nueva y de mantener un interés cierto, que lo dejará de ser de forma automática desde que sepamos que la tal nueva ya no lo es, al quedar superada por otra novedad informativa que ha cambiado sus fundamentos informativos y causa primera de ser noticia.

Este proceso de cambio sobre el tiempo es un aspecto natural y consustancial a las noticias, hasta el punto de que toda noticia tiene un tiempo medio de validez o de vida propia, pasado el cual su interés se centrará en el valor hemerográfico o de documentación histórica que tuvo la noticia que fue. En esta realidad de finales del siglo XX, el periódico, las redacciones, están luchando porque el tiempo de vida media de las noticias tratadas en las salas de redacción mantengan su vida propia hasta su entrada en página, hasta su llegada a las máquinas impresoras, hasta su puesta en los puntos de distribución.
Muchas de las noticias -no ocurre tal cosa con los comentarios u opiniones- van muriendo a medida que avanza el horario de los redactores. Las noticias nunca son originales o personales, aunque lo puedan ser en contadas ocasiones. La noticia, toda noticia, la puede tener el diario de la competencia y puede tenerla de forma más completa que nosotros, de ahí parte de la fragilidad de la información periodística clásica o convencional. Más sólido y original será el producto de un proceso de investigación periodística, sobre el que puede haber una cierta seguridad o garantía de originalidad y pertenencia a nuestra redacción en exclusiva o con una exclusividad más posible que ante la noticia normal, del día a día. Nada de esto sucede con la opinión, que estará atemperada y ajustada al estilo o pensamiento de su autor y, por ello, goza de mayores cotas de originalidad, o sea, de pervivencia.

**************
Durante el tiempo de elaboración de un periódico, algunas de las notas -en algunos momentos muy singulares- se van relevando de su lugar en las premaquetas, para dar lugar a noticias de refresco o diferentes, si las primeras ya perdieron todo o parte de su valor. Hay noticias vivas y otras que pronto son moribundas. Con aquellas primeras noticias retiradas de la circulación futura del medio impreso habrá ocurrido que tuvieron una validez incapaz de mantener la periodicidad de encuentro del periódico o diario con sus lectores. Como su tiempo de persistencia ha sido menor de las 24 horas de vida media válida (A1?) del diario, han sido sacadas del proyecto de periódico y se han perdido. O se han despreciado. Como prefieran. Fueron noticias de vida corta, de interés indudable para los servicios informativos de radio, ése que acude a su cita con la gente cada hora -con puntualidad radiofónica- y es capaz de crear oyentes adictos a la información periodística. Con el periódico no sucede tal cosa.
Hasta hoy, la disculpa que siempre se ha dado era que la radio, sobre todo, y la televisión (bien hecha) eran medios calientes, capaces de servirnos la noticia en directo y siempre muy fresca, mientras que el impreso que aparecía a la mañana siguiente daba las noticias reflexionadas, meditadas y otras historias que quien haya trabajado en una redacción sabe que nunca es así, o no suele ser lo, que en las redacciones no hay tiempo para reflexionar ni para meditar sobre los acontecimientos del día -o es poco el que hay-; que la jornada de trabajo, por mucho que se adelante su comienzo, nunca da para el sosiego y suele acabar siendo una forma de cuasi locura.
¿Entonces, es acaso válido aquel argumento comunicativo que parecía intentar dar validez y solvencia al retraso indudable con que el periódico sale a la calle, con un lapsus de 24 horas entre ediciones, frente a una radio que informa con una frecuencia de menos de 60 minutos y, en ocasiones, que son la más, sin interrumpir sus emisiones, las 24 horas de cada día, los siete días de la semana? Por eso las comillas a la palabra periódico del título: en la época de la informática, cuando la información, el acceso a ella, es o puede ser automático -o sea, en tiempo real, si así lo deseamos-, que tengamos que esperar 24 horas para disponer de un medio de información cual es el diario, así denominado por esa periodicidad tan extensa en el tiempo, parece cuanto menos una incongruencia con la nueva situación mediática hacia la que vamos, con una velocidad además imparable y vertiginosa.
Cuando nos encontramos en medio de estas reflexiones que son bastante antiguas en lo referido a la validez del impreso periodístico en soporte papel y aparición cada 24 horas, aparece la popularidad de la informática y ésta, además, en neologismo original de nuestro paisano Luis Arroyo (véase su interesante libro "Del bit a la telemática"), se hace telemática cuando tenemos la posibilidad de acceder a sus potencialidades operativas desde la distancia. La revolución de la informática se hace macrorrevolución en la telemática y de ello se va a aprovechar la información periodística, las empresas de medios de comunicación impresos, que no pueden dejar pasar la oportunidad que las nuevas vías de comunicación ofrecen para servir noticias escritas. Hemos dicho nuevas vías de comunicación, frente al tópico incorrecto de "autopistas de la información", que ya antes dejamos claro que, de usarlo, sería entre comillas. No es la red de redes una autopista en modo alguno, por razones varias y claras. Una autopista une dos puntos muy determinados y, a la vez, separa todo el territorio que antes del trazado de la autopista era uno y ahora son dos o uno, pero dividido eincomunicado.
La autopista tiene entradas, en accesos que suelen ser peligrosos, extremo que no se contempla en las redes telemáticas interconectadas. Igualmente, por las autopistas la circulación es peligrosa, casi igual en uno y otro sentido, y abundantes los accidentes que en ella se suceden, mientras que en la red de redes no hay tales sucesos, la circulación siempre es mayor desde el usuario particular (los grandes servidores ponen datos a disposición de los usuarios en general) y nadie circula más deprisa que otro por cuestiones de posibilidades individuales o personales, como suele suceder con los automóviles que atraviesan las vías rápidas que son las autopistas.

No, pues, a esta nomenclatura, que aplicada a la telemática es un vulgarismo que nada tiene que ver con la filosofía de lo digital: una autopista es una obra dura, frente a la ligereza de todo lo informático, y de un muy alto coste, frente a las cada más baratas formas de acceso a cualquier herramienta informática.

Ante estas reflexiones entre el periódico y la inmediatez de la radio de que antes hablamos, hay un hecho nítido a úvor del impreso. No es otro que el fuerte impacto que el texto escrito tiene frente al texto hablado: uno permanece y el otro se desvanece en la memoria de los oyentes. Uno persiste de forma visual ante el lector y el radiado con enorme rapidez empieza a ser interpretado y alterado por cada oyente.
Sucede que mientras el primero mantiene su fidelidad, escrita e impresa, sin posibilidad de ser cambiada por el lector ante la página de periódico, el otro, el mensaje escuchado, se condiciona a las posibilidades de recuerdo que el oyente pueda tener. De recuerdo y del ambiente sonoro en que escuchó la palabra radiada.
En ese campo, el periódico es insustituible y sólo podría ser superado o al menos igualado por un nuevo medio que de igual manera ofreciera sus informaciones en el mismo formato de texto impreso.
Volvemos aquí a clarificar la palabra "impreso", que ponemos entre comillas, como al principio hicimos con otras. Decimos impreso de forma genérica y por extensión al texto escrito, pero puede haber medios -y a los hay- que ofrecen los textos escritos, con posibilidades visuales de ser leídos, pero no son impresos, en sentido tecnológico o material, aunque mantengan la misma textura visual. O sea, no son productos de un proceso de impresión al estilo Gutenberg o de cualquier otra manera moderna de dejar constancia de un texto en un soporte físico, como sucede con las impresoras láser, que originan texto en modo impreso, pero sin un fenómeno de impresión, por tanto no son impresos si hablamos en puridad y aplicaremos la palabra por extensión, aunque hemos de aceptar el consenso de su incorrección. Podíamos hablar tal vez de pseudoimpresos.
Avancemos en nuestra tesis, la de los "periódicos" en línea. Mejor, enlínea, de igual modo que el on line inglés se transforma en online, con significado exclusivamente informático, a modo de neologismo intencionado. Antes, hagamos una nueva aclaración.
En el futuro, cuando nos refiramos a los periódicos electrónicos -como otros los llaman- hemos de empezar a acostumbrarnos a dejar de usar la palabra periódico cuando se trate de un servicio informativo escrito que encontremos en redes, al menos cuando esta figura nueva se haga real de verdad. ¿Qué queremos decir con esto? Decimos que los actuales diarios electrónicos -El País Electrónico, ABC Electrónico...- son medios limitados y sin la autonomía que algún día tendrán, que tecnológicamente tienen en potencia.
Son medios limitados porque se cargan una vez cada 24 horas, en contra de cualquier idea de tiempo real o de las altas posibilidades que posee la informática, en sí, y la telemática al transmitir aquella y ponerla en posiciones alejadas de su punto emisor.
No disponen de la autonomía que es de suponer que podrán tener cuando empiecen a desarrollarse -fíjense que decimos "empiecen"-, porque se están limitando de forma artificial y temerosa a ser solamente una especie de versiones ligeras y cortas de los diarios de cabecera clásica que están soportando en las redes interconectadas. Con estas dos limitaciones de entrada hay que contar cuando se hable de los actuales e incipientes periódicos enlínea, o sea, accesibles desde la red de redes. Decíamos que éstas son algunas de las causas que aconsejan que estos nuevos medios dejen de denominarse "periódicos", porque su actual periodicidad no obedece a condicionamientos tecnológicos, sino a cuestiones ajenas a su realidad tecnológica, a meras decisiones empresariales, por lo general de empresas que entienden que por simple prestigio han de disponer de un "periódico electrónico", de su versión en la red de redes.
No hablemos, entonces, de "periódicos" enlínea o "periódicos" electrónicos, porque la referencia que hemos de hacer lo será a auténticos servicios informativos frente a "periódicos" o "diarios". Hablaremos entonces de un nuevo medio más parecido a la radio -auténtica radio escrita- que a los clásicos periódicos de siglos anteriores. Hablamos de un servicio informativo que ha de tener la inmediatez de la radio, de su constante realimentación informativa, y de la forma de presentación igual a la del texto escrito del libro y el periódico clásico actual.
Otra cuestión en la misma línea de las aclaraciones de la nueva nomenclatura que tratamos de exponer la encontramos en la errónea manera de referirse a periódicos "electrónicos", como si la versión modernizada del diario clásico no fuera ya desde hace algunos años un producto electrónico. El moderno rotativo diario o semanario -que lo mismo da- es un puro producto electrónico. Periódicos y revistas, como las redacciones de las agencias de prensa, son lugares de trabajo bañados del influjo de la electrónica. De esta forma, electrónica es la moderna redacción de textos y su recepción o transmisión, según los casos , de igual manera que electrónica es la llegada de telefotografías, la maquetación de las páginas y la digitalización de las imágenes que se colocan en las planas, hasta la consecución de las artes finales. Todo el trabajo de la preimpresión es electrónico.
Es producto de un imparable proceso electrónico, que después sufre una magnífica fractura tecnológica de marcha atrás, cuando llega la hora de acceder a una manera material de encontrarse con sus clientes y entonces retrocede tecnológicamente varios siglos -volvemos a la Edad Media- y se carga de vieja tecnología modernizada - modernizada, pero vieja, a la postre-, para hacer de esas labores un producto impreso con idéntica filosofíao modus operandi que la empleada por Gutenberg allá hacia 1441 en Maguncia. Ésta es la gran tragedia de la actual prensa, voz que nos viene de aquella especie de lagar que empleó Gutenberg, una prensa de pisar uvas para imprimir sus primeras páginas, que cosidas y encuadernadas acabaron siendo libros, los primeros libros, los incunables primeros.
Llamar electrónico al "periódico" digital y telemático, pues, es un error o una mala aplicación del concepto, tal y como acabamos de ver. No lo es, por el contrario, usar la misma voz aplicada al correo. Decir E-mail (Electronic mail o correo electrónico) es correcto, porque el correo tradicional sigue siendo igual hoy que ayer: se escribe el mensaje en su soporte papel, se necesita un contenedor que llamamos sobre y le fijamos un pedacito de papel, muchas veces una pequeña obra de arte, a la que siempre llamamos sello y se colecciona por su hermosura; además, todo ese paquete ligero se deposita en un lugar físico llamado buzón u oficina de correos, de donde alguien lo recogerá a unas horas determinadas y lo distribuye según sus destinos, después de transportarlo físicamente, todo ese proceso a lo largo de varios días.
El correo tradicional o clásico es un producto paradigmático de lo analógico y preinformático, por tanto nada electrónico. Por estas razones, al alterarse radicalmente todo ese procedimiento y hacerse digital y transmitirse por una red, esa nueva forma de correo es 100 por 100 electrónica, de ahí que en este caso sea plenamente válido que hablemos de E-mail o correo electrónico. Es ésta una cuestión diferente al periódico, que como henos dicho y todo el mundo sabe, hace ya años que es digital o electrónico en la úse de su preparación o edición.
Sólo le hace últa pasar a otro estadio, o sea, hacerse igualmente telemático. A la vista de lo anterior, parece fácil entender que en la citada no puede ser la forma futura de distribuir un producto electrónico, sobre todo si por electrónico (E-mail, periódico electrónico...) empezamos a entender de manera consensuada y errónea un tipo de mensaje escrito distribuido por una red telemática, a pesar, insistimos, en el error de léxico, de interpretar electrónico por telemático, lo que sin duda es cierto en el otro sentido. Todo lo telemático es electrónico, pero no todo lo electrónico es telemático.
Llegados a este punto, parece que estamos en disposición de recapitular y contemplar algunas consideraciones a lo apuntado anteriormente, aunque sólo sea a modo de conclusiones provisionales:
1BA) El periódico moderno es un producto que en su úse de preimpresión es todo un auténtico proceso electrónico.
2BA) La telemática ya hace tiempo que está plenamente establecida en las redacciones periodísticas, pero sólo en el sentido de entrada de información por elaborar -y no de salida de esa misma información y del resto que hubiera, ya editada-, a pesar de que esta tecnología lo es en los dos sentidos: el de entrada el de salida de la información. Su actual empleo autolimitado en las empresas periodísticas sería semejante al de una autopista que sólo estuviera abierta en el sentido de entrada a una población, pero cerrado a la salida, que se seguiría haciendo en diligencias o trenes, en vehículos de otro tiempo, como hacemos con un soporte de otro tiempo cuando ese producto electrónico lo distribuimos en un soporte medieval.
3BA) La presencia de periódicos en redes más parece responder a un fenómeno de prestigio y de estar donde empieza a figurar la competencia.
4BA) La idea antigua de "prensa", "diario" y "periódico" nada tiene que ver con el nuevo léxico telemático, porque no tienen relación con el concepto o filosofía de las formas de servicio informático que se pueden generar desde las redes interconectadas a bancos de datos abiertos y disponibles, que en nuestro caso pueden ser periodísticos.
5BA) Los conceptos elementales de tiempo real y primer impulso están por establecer en los denominados "periódicos electrónicos", que son cargados una vez al día y su verdadero impulso sigue siendo la presión de las planchas de offset sobre delgadas láminas de bobinas de "árboles muertos", en el decir de Nicholas Negroponte (en su libro "El mundo digital", Ediciones B, Barcelona, 1995 ).
6BA) El auténtico servicio informativo escrito enlínea será aquel que se vaya cargando de nuevas unidades informativas a medida de que éstas estén disponibles y puedan presentarse maquetadas con espacio suficiente para alojar reclamos de publicidad, porque sólo con publicidad seguirán siendo rentables los servicios informativos. No parece viable un servicio escrito posible sólo con lo que se pudiera cobrar por acceder a él; la doble vía de financiación parece que seguirá siendo indispensable, sobre todo la conexión con anunciantes y agencias de publicidad.
7BA) SegBn lo anterior, el actual periódico clásico destinado a grandes núcleos de población y con vocación de ser un medio de masas -o sea , con gran presupuesto en su ejecución y grandes números- podría ir reduciendo su tirada material y limitarse a servir a un público siempre existente de amante de la lectura sobre el soporte medieval que es el papel, todo lo cual pondría en evidencia al actual negocio de los diarios en papel, a pesar de que es muy difícil que este tipo de medio pudiera desaparecer, lo que parece bastante imposible y sería muy penoso. Al llegar a este cruce de caminos, veríamos que los nuevos media tienen dos posibilidades de nacimiento y esta realidad la podremos ver en los próximos años, no demasiados:
* Una realidad es que las cabeceras clásicas se vayan transformando cada vez más en productos 100% digitales -telemáticos, con mayor precisión-, al desembarazarse, para una cierta porción de la audiencia, de la necesidad mecánica de la impresión física y distribución analógica, de manera que su distribución -mejor, emisión o captación por parte de los clientes - lectores- se haría a partir del banco informático que originaran con las noticias ya redactadas o editadas y "liberadas" por su autor.
Las actuales empresas que hagan esto, es justo que al final de un período indeterminado, cuando se vaya a realizar el control voluntario de su difusión, presentarán una novedad muy singular y sin marcha atrás. Hasta ese momento, el 100% de su difusión era la venta o suscripciones de ejemplares analógicos o físicos. Ahora, a partir de la colocación enlínea de una versión "electrónica", ¿ésta valdrá en el momento de controlar la nueva difusión? o se entenderá que es un medio diferente y de control independiente. C9sta es una duda que con toda razón asaltará a los controladores de la difusión de los diarios clásicos. Si admitieran que la cabecera es la misma, aunque presentada de otra forma y consideraran que las páginas telemáticas no contienen elementos diferentes a los del diario físico, entonces una cierta porción del 100% de la difusión se contabilizaría por esta vía. Sería un control semejante al de los oyentes de una emisora de radio, con la sensible diferencia de que aquí el número de seguidores está garantizados por el contador automático de personas que hayan accedido al servicio enlínea.
Pero lo más importante sería que por vez primera, el diario o periódico se habrá hecho radio.
Esto es, una nueva porción de la distribución se habrá realizado sin necesidad del pesado proceso de la impresión, tan caro siempre y, por tal razón, el "diario" se habrá hecho un poco radio -como dijimos-, pues llega a sus seguidores sin excesivo gasto material en su hechura final, al estilo de la radiodifusión. La empresa editora habrá empezado a cambiar de estilo:
de empresa editora tenderá a empresa difusora, con todo el recorte de inversión en maquinaria pesada terminal que esto supondrá en su día.
Estas empresas deberán tener claro que lo suyo no es imprimir, sino difundir información escrita, que no tiene porqué ser siempre impresa. Este concepto es parte de la clave. La aceptación de tal filosofía es el motor que producirá la potenciación de los "periódicos" enlínea real, frente a los actuales "periódicos electrónicos", como versión ligera de grandes servicios informativos impresos en papel.
* Si las viejas cabeceras analógicas propiedad de compañías bastante rentables no toman tal decisión, es obvio que aparecerán nuevos empresarios más dispuestos (y capaces), seguidores (y conocedores) de los nuevos conceptos; serán éstos quienes establezcan los auténticos servicios (y negocios) informativos escritos de la era digital. Ya tenemos algunos ejemplos. El problema de estos nuevos medios telemáticos estriba en darse a conocer a la masa de telelectores o, mejor, telectores, y lograr que su trabajo tenga la rentabilidad suficiente para que su esfuerzo valga la pena. Los cibernautas irán encontrando poco a poco estos nuevos medios, cuyas posibilidades de persistencia dependerá de que la competencia que en algún momento les pueda hacer la cabecera clásica no llegue a ser destructiva. Tenemos dos ejemplos:
- la revista española Quercus se edita en papel, pero -sin abandonar el soporte analógico- creó un BBS al que podrían acceder sus suscriptores mediante el pago de un abono, por medio de cuyo pago recibirían una clave de paso. Las ventajas para la empresa era que en ese nuevo medio se evita el amplio gasto de maquetación, artes finales, fotomecánica (en color), imprenta y distribución. Para los lectores, que tendrían a su disposición un volumen informativo enorme comparado con lo limitado de la publicación en papel. De hecho, desde la existencia del BBS se pone en él todo lo que prácticamente llega a la redacción, aparte de que los artículos científicos se colocan íntegros, sin necesidad de hacer un resumen amplio requerido por el problema del espacio en el papel. Queda claro que en el mundo digital o ambiente cibernético el espacio no es problema: todo el espacio es nuestro y además gratuito y se puede disponer de todo el necesario, hasta hacer una publicación en la práctica infinita, si así se deseara o se necesitara. El siguiente paso del editor de Quercus, Benigno Varillas, era pasar al WWW, como decisión lógica en la vía emprendida. - cuando el Tour de 1996, en el mes de julio, El País Electrónico de un día ofrecía la información de la etapa de ayer. Es obvio que el telector que una tarde acude a un servicio telemático no va a tener especial interés por los datos que ya le han servido los diarios en la edición de esa mañana. Lo que desean es la última hora, o sea, las noticias que de verdad lo son, aquellas que se acaban de producir o que tienen muy poco tiempo de vida y no momias informativas de la jornada anterior.
El buceador en las páginas "electrónicas" de El País se quedaba con la idea de que allí no iba a encontrar noticias frescas, al menos como las que le pudiera ofrecer la radio. Pero, en el marco constante de sorpresas y novedades del ciberambiente, el telector se podía encontrar al final de toda la información fósil ofrecida por El País Electrónico una muy interesante llamada: "Si desea información al minuto, conecte con Worldmedia". A este servidor de información basado en París y escrito en inglés, puesto en WWW, se accede directamente desde el pronto desde el interior de El País Electrónico, haciendo uso de una de las formidables posibilidades de enlace o conexión que tiene la red interconectada en el campo del hipertexto. Las pasarelas entre servidores es uno de los instrumentos más revolucionarios del Web.
Una vez dentro del servidor parisino y al margen del lugar de su localización geográfica, el telector se encuentra con un auténtico servicio escrito informativo y en tiempo casi de radio. En el caso que nos ocupa, Worldmedia iba ofreciendo pequeños párrafos periodísticos, con las incidencias o novedades -o sea, las noticias- que van apareciendo y a las que sus redactores tienen acceso. Todo esto, de una forma contundente viene a demostrar que el buen uso de la telemática informativa es posible y puede incrementar la satisúcción del lector o sus niveles de información personal. Nos podrán decir que nadie sabe cómo se financia Worldmedia, que no sabemos quiénes son sus propietarios o que no están claras sus intenciones. Todo eso estará bien. Lo malo será que mientras lo discuten o lo investigan quienes así piensan, los nuevos medios telemáticos sin el pesado lastre de la actual moderna tecnología de impresión acaben por imponerse, por darse a conocer y de hacerse su nicho mediático.
C9se será un momento de ruptura tecnológica y no de involución, del que sólo podrá salir ganando la información "periodística" y abierta, en largo y lento proceso de intercambio, de cabeceras, en este caso, como suele suceder a lo largo de toda renovación o revolución tecnológica.


  Plan de Estudio

Reforma del Plan

Producciones

Investigaciones.

  Cursos y congresos.

Volver a Comunicación Social

Ir a la Universidad Nacional de Cuyo.


Si usted tiene alguna duda, requiere de algún tipo de información o simplemente quiere comunicarse con nosotros escríbanos a comunicacion@oocities.com


Estas páginas son mantenidas por Mariano Blejman. También en la W.W.W.