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Pidamos por los que son juzgados |
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Oremos Por quienes necesitan escuchar a Dios. Por quienes creen que pueden juzgar a los demas. Y por quienes son juzgados |
Explicación de la imágen superior: El río de sangre, los pies descalzos de Jesús, el pantalón sucio del hombre, por haberse arrastrado en el mundo, se desploma y es sujetado por los brazos y las manos traspasadas de Jesús. En una mano se ve la fuerza de la mano que lo sostiene y en la otra ternura que lo acerca a su pecho. Con la mano izquierda sostiene un clavo grueso y grande y con la derecha, un martillo duro y pesado. La camiseta lila, como símbolo de penitencia y conversión. Las manos de Jesús están abiertas para recibir y sostener; las manos del hombre están cerradas porque toman los instrumentos de dolor: el martillo y el clavo. Los pies de Jesús están descalzos como símbolo de desprendimiento, dejo a un lado lo Divino y se hizo hombre. El hombre con zapatos ha caminado mucho y está atado. La túnica blanca de Jesús simboliza su santidad. En la cara del hombre se descubre cansancio, el seño fruncido de dolor, sus ojos cerrados, como diciendo: “¡No aguanto más, no puedo con esta carga ó sufrimiento de mis pecados cometidos¡”. Su pelo despeinado mostrando abandono y como diciendo: ¿ Qué he hecho con mi vida? Todo el aspecto del hombre denota que se rinde, se entrega, se arrepiente de todo... El rostro de Jesús con la cabeza inclinada, manifiesta bondad infinita y ternura sin límites. Jesús calla y derrama una lágrima de amor por su hijo que ha vuelto a sus brazos. La cabeza tapada, como hacían los judíos al orar y entrar al templo, es la presentación de su hijo arrepentido ante el Padre Justo, y el río de sangre de Jesús que le dice: “Padre, míralo a través de mis llagas, mi sangre, mi sacrificio. Míralo puro y santo porque pagué por sus pecados, porque te amo a tí, no puedes ver el pecado, y lo amo a él, que cansado está de pecar.” Jesús lo sostiene en la luz de su gloria, lo ha sacado de la oscuridad que vemos en el fondo del cuadro y lo lleva hacia adelante a una nueva vida, por su sangre derramada, a una vida abundante, las muchas azucenas blancas, y lo lleva a vida eterna, por permanecer abrazado y unido a Él. Ahora que haz observado cada uno de los detalles del cuadro, cierra tus ojos y medita que este hombre desmayado en los brazos de Jesús eres TU... Cada vez que peco tomo mi martillo y el cruel clavo, para lastimar despiadadamente el ser de mi Señor. ¡PERDON DIOS MÍO, PERDON¡ ¡SOY UN PECADOR ARREPENTIDO¡ |