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Toti Vollmer


Av. Principal, Qta. Ditirambo, Santa María, Caracas Tlf. 285-6249 e-mail: mav4@cantv.net


En inmenso contraste con mi distinguida compañía de página web, yo no cuento con una larga lista de reconocimientos en mi recién estrenada carrera dentro del mundo del teatro. De hecho solo me he ganado uno: el premio de dramaturgia que celebró los 20 años del Grupo Bagazos en 1999. Y lo atesoro como el más grande de mis éxitos porque me cambió la vida de muchas maneras. Pero en vista de que me invitaron a llenar este vasto espacio virtual voy a aprovecharlo para contarles la historia de mi vida y del qué me trajo por aquí... una especie de curriculum comentado... una oda al juego que juegan las sincronías. Ustedes dirán.

Nací en Caracas un martes 13, en Junio de 1967, originalmente como un tumor uterino de mi mamá, hasta que su buen ginecólogo se dio cuenta de que el cáncer tenía pulso. Soy la décima de 10 hermanos y eso ha marcado mi vida en varios sentidos: vivir en colectivo te afina el ingenio para tratar de destacarte como la más algo... sea desordenada, echadora de broma, gritona, cariñosa, impuntual o contestataria... cualquier excusa sirve para tratar de adquirir una identidad independiente a la muy pesada que impone el "pertenecer" obligada.

Esta circunstancia aparte de convertirme en una sobreviviente y en una gran curiosa, me regaló la necesidad inmensa de expresarme. Escribir era terapia contra los pleitos y despechos, un hobby que mataba el aburrimiento, una herramienta para manipular a la gente o para enamorarla... en todo caso percibí desde chiquita el poder de la palabra y me fascinó. Y por eso desde siempre escribí... desde siempre y desde el closet. Pero como recién salgo casi no me atrevo a definirme como escritora. No se crean... todavía no me es fácil concevirme en singular, en individual ...

A pesar de mi fijación con la palabra, académicamente rodé por varias especialidades... coquetée con la idea de ser enfermera, bióloga, astronauta, música, algo relacionado con computación... casi cualquier cosa menos monja, hasta que cuando llegó la hora de escoger me fui por derecho. Dos semanas me bastaron para darme cuenta de que no quería ser abogada. Entonces trabajé durante casi un año en el área de sistemas de un banco. No sé qué fue más persuasivo, si la gente gris e impersonal que cohabitaba en esa oficina o la gripe que se resistía a abandonarme gracias al gélido aire acondicionado del sitio, pero me dí cuenta que esa tampoco era mi vocación. Ante la incertidumbre estudié una carrera muy humanista y flexible que se llama Idiomas.

Allí aprendí a leer o a LEER con letras bien grandotas, primero nombres inmensos de nuestro lado del mundo: Paz, Neruda, Benedetti, Borges, García Márquez, García Márquez, García Márquez... y luego conocí y me enamoré de autores anglos como Woolf, Joyce, Lawrence, Keats, Shaw y los más contemporáneos Beckett y Osborne. Me maravilló la poesía negra de Giovanni, Angelou, Walker y la blanquísima de Frost, Whitman y Yeats. Por fin descubrí lo que quería hacer con mi vida: leer y escribir. Y entonces me gradué y me tocó ganarme la vida y mi sueño lo vendí por un sueldito de maestra de inglés.

Pero la Vida ha sido generosa conmigo. Y en pleno desestímulo me regaló la oportunidad de estudiar una maestría en la Universidad de Cornell, NY. Allá mi curiosidad se inflamó, se me iba de las manos una vez más pero logré encarrilarla hacia una especialización en psicología educativa y desarrollo humano. Y en ese lugar, sitio de culto al conocimiento, al saber y a la creatividad, me atrapó la Academia... conocí gente mítica a quién había leído y que me impresionaron no sólo por su sabiduría sino sobre todo por su generosidad de ideas. Y aprendí mucho de los libros y más de la gente. Aprendí que el invierno, aunque dure seis meses no congela las ganas... al contrario, las renueva. Y descubrí que la investigación me daba vida... la cualitativa, la etnográfica, la de la gente... y que la publicación me inflaba el ego. Entonces investigué y publiqué específicamente en temas relacionados con los valores de los adolescentes y sobre la psicología de la mujer.

Regresé a Caracas queriéndome comer al mundo y con unas ganas enormes de terminar el doctorado que tuve que abandonar en Cornell. Pero la realidad no tardó en espabilarme, en desinflarme el ego aquél. Me dí cuenta que comerse el mundo es un lujo que uno se puede dar sólo después de hacer mercado, pagar el alquiler, la luz y el gas.

Un día de esos, ganándole la carrera a la cotidianidad, me escapé al teatro a ver una obra que la gente comentaba mucho: "El aplauso va por dentro" de Mónica Montañés. Y me encantó. Sobre todo me fascinaron dos cosas: el uso del lenguaje y la manera como el público se permitía envolverse en la historia... cómo reía y lloraba y anticipaba... porque se identificaba, se veía reflejado en ese teatro de espejo (como lo llama el dramaturgo y director Gerardo Blanco). En ese momento me di cuenta que tenía una idea dándome tumbos en la cabeza y que deseaba ser escrita así... en parlamentos... en teatro. Y comencé a escribir el primer borrador de lo que sería "Secreto a Voces" en servilletas de papel, atrás de la chequera... hasta en algún programa de mano extraviado en mi morral. Ese intenso proceso duró como tres semanas... hasta que sentí que me había sacado la historia del cuerpo... más no del disco duro.

La próxima etapa requería de un valor que tenía guardado en algún sitio no muy a la mano de mi experiencia. Fue una tremenda lección de humildad el darle el borrador a alguien para que lo leyera, lo evaluara y dictaminara si yo servía para eso o colgaba el teclado y me dedicaba a afinar violines, embalsamar cabezas de venado o vender lotería. Afortunadamente la persona que lo leyó, hoy mi gran amiga Mónica Montañés, tuvo la generosidad de diagnosticar que yo servía para escribidora. Y yo me lo creí.

Así como para darle carácter de seriedad a mi inquietud hice unos cursos de guión donde pulí mucho el borrador y eventualmente lo envié al concurso de dramaturgia que celebraba los 20 años del Grupo Bagazos. "Secreto a Voces" resultó ganadora y el premio, el mejor premio que le pueden dar a nadie, fue su puesta en escena. El 27 de Octubre del 2000 estrenamos en la sala Horacio Peterson del Ateneo de Caracas, bajo la dirección del mago Gerardo Blanco y con las muy aplaudidas actuaciones de Claudia Nieto como Rosana, Aura D’Arthenay como Andrea, Bélgica Delón como Sofía, Johana León como Isabel y Odra Rumbos como Elena. Vino mucho público, tanto que nos prorrogaron la temporada y nos dieron la Sala de Conciertos. Por fortuna también logramos llenarla. Hoy tenemos miles de proyectos tanto con "Secreto... " como con los montajes que promete Bagazos para los años que vienen.

A raíz de mi salida del closet como escritora se me abrieron unas oportunidades maravillosas en este mundo tan nuevo para mí. Simultáneamente con el montaje de "Secreto... " estoy teniendo el privilegio de trabajar como libretista en una historia para la televisión de César Miguel Rondón y Mónica ... menuda escuela para aprender el oficio de escribir.

Mis planes son muchos. Sigo con un hambre insaciable por seguir escribiendo teatro entre otras razones porque me maravilla la magia de ver en tridimensional un sueño plano, me fascina la respuesta inmediata del público -risa, llanto, silencios espesos de expectativa- y aunque me releo y suena utópico, me encanta la idea de poner a la gente a verse de frente y cuestionarse. Mi intención es seguir ahondando en los temas que ocupan a las mujeres de mi generación, y a la riqueza de su psicología. Y de permitírmelo el grupo Bagazos me encantaría poder asociar mi nombre y mis ganas al de ellos en el futuro. Planes hay muchos...

Ya de salida les cuento que yo, por de pronto, no puedo sino estar agradecidísima con la Vida por los improbables desvíos a los que me ha arrastrado. Y más agradecida todavía por la gente extraordinaria con quienes me ha tocado la bendición de trabajar estos últimos meses... como le dije a alguien muy querido: "te fregaste porque llegué para quedarme" y, aquí entre nos, no me pienso poner muy exigente... me conformo aunque sea con abrir y cerrar el telón.

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