Mercenario

A Paola

 

Vago por los terrenos de la pasión, sin más víveres que mi esperanza.

Soy la perdición de los elefantes.

Vengo a instaurar la monarquía de los murciélagos.

Mis armas son un saco de alebrijes y los dientes de un cisne,

abatido por las balas del desprecio.

Me guían una brújula vacía y un astrolabio, bajo estrellas invisibles.

Extraño las gélidas barracas de la certidumbre,

extraño tener un rumbo fijo y no poder buscar los rastros de su aroma.

Me han dado la dolorosa oportunidad de cumplir esta misión,

para después perderme en un campo de placeres.

La dicha me corroe.

 

 

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Carlos Sánchez-Anaya