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Máscara y muerte | ||||||||||
La máscara que usaba no generaba miedo alguno, a pesar de darle un aspecto grotesco. Caminaba lentamente y su vista se dirigía al suelo. Nunca logré ver que levantara la mirada. Sus movimientos expresaban la profunda tristeza que vivía. Se paseaba por las sombras de la acera opuesta a la del farol. Nunca saludaba ni volteaba la cara hacia nadie. Vivía para sí mismo, hablaba para sí mismo, vagabundeaba en su propio mundo, un mundo que solo él conoce. Cuando alguien se acercaba a hablarle y le ponía una mano sobre el hombro, se echaba a correr; con lágrimas en los ojos y una desesperación impresionante, pedía que le dejaran solo. Una vez, comenzó a caminar hacia mí. Me disponía a permitirle seguir su camino cuando me dijo: -¿Está usted vivo? Lo extraño de su pregunta me dejó en silencio un momento. -Por supuesto, estoy parado frente a usted -contesté. -Señor, el hecho de que esté usted parado frente a mí no implica que esté usted vivo... yo estoy parado frente a usted -respondió, con una voz que parecía venir de las entrañas de la tierra. Dí un par de pasos hacia atrás y él continuó: -No tema, más daño le puede hacer la persona delante suyo en cualquier fila. Yo vivo en otro lugar, aquí existo sin existir, me ve sin que yo esté frente a usted. -¿Cómo es eso posible? -pregunté. Y el sólo dijo: -Amigo, todo lo imposible se vuelve posible en algún punto de la Historia, lo he visto ocurrir una y otra vez. Le hemos dado la vuelta al planeta, hemos pisado la luna, hemos creado clones y otros seres, como usted... o como yo. Ahora sé lo que soy, 700 años de esa Historia... sin que lo sospechara siquiera. |
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Carlos Cid Guillén | ||||||||||
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