LA AUTOEVALUACIÓN

 

“El crecimiento personal, la adquisición de la ciencia, el dominio del arte, y la competencia profesional, dependen de la habilidad de la persona para reflexionar sobre lo que hace mientras lo está haciendo. Y esta habilidad se aprende y desarrolla en forma consciente “

Schon, 1.987

 

La autoevaluación, es una de la es estrategias metacognitivas generadoras de autonomía, esta estará conformada por las siguientes características:

 

Ø      Extensión: Una página. (fuente: Times News Roman letra tamaño 12)

Ø      Debe contener un título que refleje su estado de ánimo o sus aciertos o sus fortalezas o sus obstáculos o sus perspectivas futuras. ( ver cómo construir un título)

Ø      Los aprendizajes alcanzados durante la semana ¿Qué aprendí?

Ø      Interiorización, reconstrucciones y resignificaciones ¿Qué desaprendí?

Ø      Las dificultades ¿Qué dificultades encontré?

Ø      Metas de mejoramiento ¿Qué alternativas de solución se plantea para superar las dificultades identificadas?

Ø      ¿Cuáles son sus conclusiones?

Ø      Cuatro fases dentro de su desarrollo: Autoverificación, autorreflexión, autodiagnóstico y autorregulación.

Ø      Requiere de una análisis previo y una síntesis (ver síntesis)

 

AUTOEVALUACIÓN DE PROCESOS, CONOCIMIENTOS, ACTITUDES Y PRODUCTOS.

 

El proyecto de aprendizaje exige que el participante reconozca y valide conscientemente: el proceso o curso de acción que lleva a cabo para ejecutar el ejercicio; los conocimientos y resignificaciones que construye; las actitudes y valores que adquiere, y los productos, materiales y artefactos que elabora.

Un proceso,  es un curso de acción progresivo, constituido por una secuencia de actividades estructuradas en forma de fases, etapas o estadios, al cabo de los cuales se esperan transformaciones o cambios que generalmente permiten alcanzar la meta.

Se entiende por conocimiento los significados y las reestructuraciones que el participante construye durante el desarrollo del proyecto en virtud de la interacción entre los conocimientos existentes en la estructura cognoscitiva del individuo y la información nueva con la cual él entra en contacto.

 

Como ya se dijo, una actitud es una predisposición mental durable de un individuo que le permite reaccionar inmediatamente a favor o en contra, pero de manera consistente, hacia un estímulo exterior.

 

Finalmente, se denomina producto y artefacto el material escrito y los objetos que, como evidencia de logro, ha elaborado el participante con los aprendizajes adquiridos en el proceso.

Procesos, conceptos, actitudes y productos deben ser motivo de reflexión sistemática con el fin de autodiagnosticar logros, necesidades, fortalezas y debilidades. Este ejercicio servirá de base para escribir una autoevaluación y formular un plan de mejoramiento y cambio que es lo que se llama autorregulación.

 

Como se puede observar, el proyecto tiene su dinámica propia por cuanto: los procesos promueven en el individuo un acto cognitivo que genera Aprendizajes Significativos con los cuales se elaboran Productos y Artefactos y se adquieren o modifican actitudes y valores.

 

La autoevaluación, entendida como una oportunidad de aprendizaje donde el participante se cuestiona a sí mismo; juzga objetiva y constructivamente su propio trabajo y sus propias realizaciones; reconoce las causas internas de sus aciertos y errores; y adopta estrategias para mejorar los primeros y corregir los segundos, es un componente insustituible del Aprendizaje Autónomo.

 

Dentro del curso, la autoevaluación comprende cuatro fases:

 

Autoverificación, autorreflexión, autodiagnóstico y autorregulación.

 

La Autoverificación, consiste en comprobar hasta qué punto los procesos, procedimientos y productos reúnen las especificaciones y los requisitos establecidos en las guías e instrucciones de aprendizaje semanal y en los demás documentos que se producen en el curso.

 

La autorreflexión tiene sentido retrospectivo y mediante un ejercicio de comparación y contraste pretende hallar la coherencia de los resultados a la luz de la teoría y de los procesos e instrucciones. Concretamente, pretende medir el grado en que los resultados internos y externos (escritos, orales, materiales) traducen las intenciones del proyecto; incorporan las teorías, experiencias y observaciones de “otros”; demuestran el aprendizaje de procesos, de conocimientos, de habilidades y destrezas, de actitudes y valores y de hábitos y modelos mentales; revelan el esfuerzo empleado para ejecutar la tarea de manen coherente y significativa; dan cuenta del aprendizaje acumulado aportando nuevos marcos y nuevo sentido para la acción dentro del natural contexto de tensión y conflicto entre lo real y lo posible.

 

Sin embargo, estas tensiones y conflictos cognitivos pueden convertirse en fuerza productiva cuando la teoría se conecta con la práctica y la práctica se conecta con la teoría para producir nuevos saberes: científico, técnico, práctico y praxeológico. De esta manera se evitará un enfrentamiento entre el visionario del proyecto y el práctico del mismo.

 

La autorreflexión bien llevada conducirá fácilmente al autodiagnóstico de necesidades, esto es, a identificar todos aquellos factores intrínsecos y extrínsecos que dificultan los aprendizajes o que contribuyen a mantener las inconsistencias que presentan los resultados del proceso de aprendizaje.

 

La autorregulación es la acción remedial que emprende el participante para satisfacer las necesidades y resolver los problemas identificados. Pues no es suficiente señalar las dificultades y obstáculos que nos asedian es menester proponerse vencerlos y superarlos lo cual implica esfuerzo, voluntad y convicción.

 

La autorregulación parte del principio de que la competencia del participante en la ejecución del proyecto es perfectible. Asume que las creencias y prácticas pueden someterse a un control eficiente y racional cuando el aprendiente toma conciencia de sus determinantes causales y de la forma de eliminarlos.

 

En, síntesis, la autoevaluación persigue acrecentar la autonomía o racionalidad del aprendiente y trata de conseguirlo, interpretando el proyecto de aprendizaje como problemático porque los fines que persigue, las relaciones intrapersonales e interpersonales que crea y la forma de vida social que ayuda a construir, pueden apoyar o impedir el progreso y el cambio auténticos del participante.

Por otra parte, también busca el cambio de los participantes estimulando y promoviendo el conocimiento de sí mismos que no sólo les facilite percibir sus creencias y formas de hacer las cosas, sino que también los libere de ideas erróneas y prácticas equivocadas que han heredado de la tradición y la cultura.

 

En consecuencia, el participante debe desarrollar la habilidad de autoevaluación y habituarse a hacerla cada semana antes de someter los documentos elaborados anteriormente a la crítica del pequeño grupo y del consejero.

 

 

La Crítica

Cuenta Weisinger (1.981), que originalmente crítica significaba evaluación objetiva de ideas y acciones, señalando tanto los méritos como los deméritos de un objeto, una situación, un producto o una persona, con el fin de comunicar, influenciar y motivar.

 

Esta clase de crítica ayudaba a mirar realísticamente las metas, los cursos de acción y los resultados; señalaba nuevas habilidades y recursos; aumentaba el nivel de tolerancia ante la diversidad de opiniones. En cierto modo el mensaje de la crítica era algo así: “Quiero decirte esto porque estoy seguro que te ayudará y fortalecerá nuestros lazos de amistad”.

Sin embargo, con el correr de los días dominé la connotación negativa del término, lo cual hizo difícil tanto formular como recibir críticas. Pues es molesto para quien la quiere hacer y mucho más para quien la recibe.

 

En el curso, la coevaluación y la heteroevaluación pretenden criticar a otros con el ánimo de comunicar cierta información que puede ser provechosa y benéfica para el sujeto criticado. La crítica se convierte así en una herramienta de evaluación para estimular y mejorar el crecimiento personal y las relaciones mutuas. Es una interacción positiva y productiva entre dos actores.

 

Más aún, el factor decisivo en la formación de la autonomía para aprender y en el crecimiento y desarrollo integral del individuo es la autoevaluación, que acompañada de la reflexión autocrítica, contribuye a la generación y uso del conocimiento.

La forma como la autoevaluación contribuye al aprendizaje, se explica así:

 

La motivación de logro, según Weiner (Areus 1.994) depende de la forma como las personas evalúan, perciben e interpretan las causas de sus éxitos o fracasos. Se han identificado cuatro causas primeras de éxito o fracaso: la habilidad, el esfuerzo, la dificultad de la tarea y la suerte.

 

Quienes ejercen control sobre sí mismos, atribuyen el éxito a sus habilidades y el fracaso a falta de esfuerzo. Quienes carecen de control sobre sí mismos, creen que el éxito depende de la suerte y el fracaso de una falta de habilidad que no pueden superar por sus propios medios. Generalmente, culpan a otros y buscan razones fuera

de sí mismos. Su autoconcepto también es bajo.

 

La autoevaluación es un excelente medio para que los individuos adquieran confianza en sí mismos y se apropien de procesos y estrategias que favorecen el rendimiento y la eficiencia.

 

Otro componente necesario para incrementar la motivación de logro es la habilidad

para formular metas realistas, las cuates permiten determinar un curso de acción, osea, las actividades que facilitarán el logro de las mismas.

 

A continuación, se muestra el diagrama de funcionamiento e interrelación de estas

variables.

 

DIAGRAMA DEL FUNCIONAMIENTO DE LA AUTOEVALUACIÓN.

Weiner afirma: Cuando la autoevaluación es positiva, los estudiantes se proponen metas (1) más altas y comprometen más recursos personales o esfuerzo (2). De la combinación de estos dos depende el logro (3). Una autoevaluación (4) positiva del logro eleva el autoconcepto que crea confianza en sí mismo (5) Al tiempo que desarrolla control interno que se traduce en responsabilidad consigo y con los demás (Rolheiser, 2.000).

 

LA AUTOCRÍTICA.

Aunque la autoevaluación se reconoce por sus beneficios, es una práctica difícil de llevar a cabo, primero, por su complejidad que exige adecuada preparación previa y, Juego, por su significado. Hasta cierto punto, ha resultado más cómodo (por aquello de la zona de comodidad) recibir la crítica del otro antes que pronunciarse sobre sí mismo. Por otra parte, no es raro que la crítica ajena sea más benigna que la propia, especialmente cuando esta se hace con plena conciencia y responsabilidad.

¡Recuerde!. Cuando uno ha cometido una falta, difícilmente la olvida y difícilmente se perdona. Esta es otra razón por la cual hay resistencia hacia la autoevaluación.

Para explicar este fenómeno, la psicología nos dice que existe una relación entre la crítica y la autoimagen. Esta relación puede ser constructiva o perversa, de acuerdo con las circunstancias.

 

En primer lugar, el concepto que uno se forma de su yo, esto es, como se ve uno así mismo, depende en alto grado de fluentes externas. Influye mucho en la construcción de nuestra autoimagen, el pensar cómo nos ven los demás y cómo nos juzgan. Al internalizar los procesos que para criticarnos emplean los demás, no sólo los tomamos como si hieran propios sino que además los empleamos para medirnos y juzgarnos a nosotros mismos.

 

A lo anterior, se suma el hecho de que en situaciones de autocrítica debemos asumir los dos papeles: juez y parte, crítico y beneficiario. Con el agravante de que, a veces, llegamos a ser demasiado duros e injustos en el desempeño de cada uno de esos roles.

 

Interrelaciones entre Actitud y Crítica.

Examinar la influencia que sobre la crítica ejerce la actitud de una persona, con sus componentes cognitivo, afectivo y conativo, es una condición necesaria durante el desarrollo de habilidades requeridas para dar y recibir una crítica. En efecto, las creencias que mantenemos, los sentimientos que experimentamos y las acciones que ejecutamos bien independientemente o integradas en una actitud, dan forma y color a una crítica externa o a una autocrítica.

 

Influencia de las creencias o pensamiento declarativo. Se sabe de siglos atrás, que las personas no se molestan por las cosas mismas (la oscuridad, las inyecciones o el cáncer), sino por lo que de ellas se piensa. Es decir, es el significado que para nuestras vidas les asignamos a los eventos lo que les da el poder de afectamos para bien o para mal.

 

Por cuanto la cognición es una característica individual, cada persona tiene su propia perspectiva conceptual tanto para juzgar como para aceptar el hecho, esto es, cada uno critica o valora una crítica en forma diferente y. a veces, en forma contraria.

Las expectativas, representadas en los estándares de calidad que nos hemos fijado, en las metas que para nosotros hemos establecido yen las promesas y apuestas mentales que nos hemos hecho, influyen sobre quien formula una crítica como sobre quien la recibe. De ahí que elevadas aspiraciones irreales y sin fundamento pueden originar críticas inefectivas y aún destructivas para quien las hace y frustración y desinterés para quién las recibe,

 

El diálogo o conversación privada que sostenemos en silencio cuando vamos a evaluar a otro o esperamos ser evaluados por lo que hemos hecho, influye cual una profecía que se autosatisface en las decisiones que hayamos de tomar.

 

Influencia de los sentimientos o pensamiento normativo. Cuando decimos que nos sentimos alegres o tristes, tranquilos o agresivos, románticos o deprimidos, estamos expresando una emoción o un estado de ánimo que viene acompañado de cambios fisiológicos. En vista de que la crítica generalmente tiene una connotación negativa, tanto evaluar a otro como autoevaluarse produce estados emocionales que, a veces, se convierten en obstáculo para cumplir satisfactoriamente esa función.

Si se logra construir en el grupo un clima emocional y social donde la evaluación se considere una experiencia agradable y formativa, la crítica generará expectativas positivas y aumentará tanto el nivel de tolerancia para aceptar y aplicar, como la capacidad para desempeñarse satisfactoriamente.

 

La Investigación Protagónica y la Autocrítica

La investigación protagónica, que también podría llamarse investigación de “yo sobre yo”, se caracteriza porque el investigador es, al mismo tiempo, objeto y sujeto de la investigación.

Por consiguiente, solamente él elige el tema, el objetivo, el foco de interés, la evidencia requerida y, lo más importante, el proceso de análisis de dicha evidencia. La importancia y valor de esta investigación, obedecen al hecho de que el individuo puede tomar conciencia del razonamiento utilizado y de las variables que subyacen a su comportamiento el cual, aunque se manifiesta en diferentes ocasiones, difícilmente se puede observar desde el exterior.

 

En este caso, y solamente cuando el investigador es autocrítico, él se halla en una posición privilegiada para estudiar una situación, identificar sus problemas y generar soluciones que no impliquen peligros y riesgos, evitando de esta manera, generar la llamada disonancia crítica que se hace presente cuando se distorsiona la información y las evidencias por temor a represalias.

 

El proyecto de aprendizaje semanal, tiene como referente la investigación protagónica y se fundamenta en la metacognición estimulada por la autoevaluación.

 

LA METACOGNICLÓN:

APROXIMACIÓN A UN CONCEPTO “DIFUSO”

 

Tomado de: Marc Romainville.

“Savoir Parler de ses Methodes“. 1.993.

Surgido al final de los años sesenta, el concepto de “Metacognición” ha invadido progresivamente las investigaciones tanto en psicología cognitiva como en educación. Aunque el término es reciente, Fisher y Mandl (1.984) anotan que la preocupación por esta reflexión sobre el pensamiento, responde a una larga tradición filosófica que puede iniciarse en la célebre divisa preconizada por Sócrates “Conócete a ti mismo”, retomada luego por la psicología1.

A medida que el apasionamiento por este concepto se extendía, fue utilizado en contextos cada vez más disímiles. El resultado de esto es naturalmente que las definiciones varían de un autor a otro y que las realidades subyacentes pueden ser de naturaleza bastante diferente. El análisis de una muestra de definiciones (Flavell, 1976; Brown, 1.987; Lawson, 1.984; Fisher y Mandl, 1.984; Noel, 1.988; Pramling, 1.988; Brown et al., 1.983; Haller, 1988; Pressley et al,, 1.985; Short y Ryan, 1.984; Pinard, 1.986; Yussen, ¡.985; Weinert, ¡.987; Pressley et aL, 1.984 y Gombert, 1.990) permite identificar dos fuentes principales de confusión en las definiciones dadas por los diferentes autores.

·        La distinción entre lo cognitivo y lo metacognitivo no siempre es clara (Brown, 1.983). Así, estrategias que se habían catalogado como cognitivas hace algún tiempo, aparecen ahora bajo la etiqueta de metacognitivas. En el campo de las investigaciones sobre la lectura, por ejemplo, la tendenca actual, como Jo subraya Brown, es considerar como metacognición toda acción estratégica emprendida durante la lectura (volver atrás, por ejemplo).

·        Además, Brown (1983) subraya que la mayoría de las definiciones son heterogéneas: La metacognición se define a la vez como un conocimiento que el sujeto posee de su cognición y como la regulación de la misma. Las definiciones engloban a la vez conocimientos declarativos sobre cognición y conocimientos procedimentales de control sobre la misma.

A título de ejemplo, citaremos una definición ¿‘ida por uno de los pioneros en la materia (Flavell, 1976. p. 232):

“La metacognición hace referencia al conocimiento que uno tiene de sus propios procesos cognitivos, de sus productos o de lo que está relacionado con ellos, como serían, las propiedades de las informaciones o de los datos pertinentes para su aprendizaje. Por ejemplo, existe metacognición cuando noto que tengo mayores dificultades para aprender A que para aprender B; cuando me impresiona tener que verificar C antes de aceptarlo como un hecho; cuando me parece que debería examinar a fondo cada distractor de una selección múltiple, antes de decidir cual es el mejor; cuando pienso que sería mejor anotar D porque podría olvidarlo... La metacognición se relaciona, entre otras cosas, con el control activo, con la regulación y la orquestación de estos procesos. en función de los objetos cognitivos y de los datos a los que se refieren habitualmente para contribuir al logro de una meta concreta”.

 

Desde los primeros trabajos, dos fenómenos de naturaleza diferente aparecen englobados, lo que volverán heterogéneas la mayoría de las definiciones. Por ejemplo, Gomhert (1.990, p.27) describe muy explícitamente la metacognición como un dominio con dos componentes.

1. Los conocimientos introspectivos conscientes que tiene un individuo de sus propios estados y procesos cognitivos.

2. Las capacidades que tiene este individuo para controlar y planificar deliberadamente sus propios procesos cognitivos para la realización de una

meta o de un objetivo determinado”

 

A continuación, éstos dos componentes de la metacognición serán analizados y definidos, indicaremos en qué se diferencian y finalmente, trataremos de precisar qué clase de relaciones existen entre estos dos fenómenos.

 

EL CONOCIMIENTO DE SU COGNICIÓN

El primer componente concierne al conjunto de conocimientos de que dispone un

sujeto sobre su funcionamiento cognitivo. Estos conocimientos son el resultado de

la puesta en marcha, por parte del sujeto, de procesos mentales (análisis, explicitación, etc.) sobre su funcionamiento cognitivo. Los componentes básicos de la metacognición son los siguientes: los procesos metacognitivos, el objeto sobre el cual se ejercen y los resultados de estos procesos (los conocimientos metacognitivos). Aparecen divergencias en cuanto a estos tres componentes de la metacognición:

·        En cuanto al proceso: ¿Cuál es su grado de generalidad?. Las definiciones evocan algunas veces un proceso muy general (ejemplo: “reflexión crítica”), otras veces un proceso más particular. El asunto es saber: ¿A partir de qué grado de sofisticación del proceso se habla de metacognición?. ¿es suficiente que el estudiante explicite su funcionamiento cognitivo?, ¿es necesario que llegue a analizarlo, es decir, que establezca relaciones entre los componentes de su funcionamiento cognitivo?.

·        En cuanto al objeto sobre el cual se opera el proceso metacogntivo: ¿se trata del funcionamiento cognitivo, es decir, de sus propias maneras de tratar la información?, en otras palabras, ¿se trata de conocimientos generales de psicología cognitiva (por ejemplo, ley de la capacidad de memoria)?, ¿o de conocimiento de sí mismo, de su propio funcionamiento cognitivo?, ¿se trata de procesos, de estrategias cognitivas o de resultados de estos procesos (por ejemplo, su propio nivel de comprensión)?.

·        En cuanto a los conocimientos: ¿cuál es el grado de conciencia o de accesibilidad de estas informaciones?. De nuevo aparecen variaciones importantes, por ejemplo, entre Flavell que habla de sensibilidad, de conocimientos intuitivos y Lawson, que reserva el término de metacognición a la situación en la cual el estudiante dispone de conocimientos explicitables de su cognición.

 

Revisemos los tres componentes del acto metacognitivo. Nos limitaremos a una presentación sintética

LOS PROCESOS METACOGNITIVOS

El rasgo común a los procesos metacognitivos es que se trata de procesos de segundo orden (Weinert, 1.987), es decir, de operaciones cognitivas sobre operaciones cognitivas, de un acto intelectual sobre un acto intelectual. Por lo demás, es precisamente esa la significación del prefijo meta: “lo que rebasa, engloba”. Como lo subrayan Fishery Mandl (1.984), la metacognición está más caracterizada por una actitud particular (de toma de distancia, de una retrospección en relación con su cognición), que por comportamientos.

 

Aunque nuestra investigación se centra principalmente en los conocimientos metacognitivos, es decir, en los resultados cognitivos de la metacognición, comprende igualmente componentes más efectivos: así, el desarrollo de conocimientos metacognitivos supone que el estudiante acepta tomar distancia en relación con su funcionamiento cognitivo, y así puede cuestionar su eficacia, por ejemplo. Estos conocimientos se construyen progresivamente con base en una actitud retroproyectiva en relación con su aprendizaje: el estudiante debe colocarse espontáneamente a distancia de su funcionamiento cognitivo y dirigirle una mirada analítica. A la inversa, se puede plantear la hipótesis de que un entrenamiento metacognitivo permitiría desarrollar esta actitud de distanciamiento.

 

El Objeto de la Melacognición

El objeto sobre el cual se efectúa la operación de distanciamiento y de análisis se define con frecuencia como la actividad cognitiva en general (Lawson, 1.984) pçro más particularmente se define como la actividad cognitiva propia del sujeto. Esta puede fragmentarse en diferentes procesos mentales: comprensión, memorización, percepción, resolución de problemas. Muchos autores hablan de metacomprensión, de metamemoria, de metapercepción y de metan-esolueión de problemas.

 

Los Resultados

El resultado de esta operación de segundo orden es el conjunto de conocimientos metacognitivos. Según Brown (1.983), éstos responderían a ¡as siguientes características:

 

·        Serían estables, es decir, que los conocimientos sobre un dominio particular

(ejemplo, ¡os límites de la memoria a corto plazo), tendrían cierto grado de permanencia y de accesibilidad.

·        Serían falibles: algunas teorías personales, elaboradas a partir de experiencias cognitivas, pueden resultar incorrectas,

·        No se desarrollarían sino tardíamente en la evolución de un individuo, puesto que

suponen capacidad de representaciones mentales y de distanciamiento.

·        Fruto de un trabajo de análisis, serían, por definición, accesibles a la conciencia y

en consecuencia, explicitables a través de verbalizaciones (Lawson, 1.984; Pinard,

1.986).

·        Se construirían progresivamente a partir de la interpretación de experiencias

cognitivas anteriores.

 

Se han propuesto muchas clasificaciones para los conocimientos metacognitivos (Chi, 1.987; Fisher y Mandl, 1.984; Brown, 1.980; Flavell, 1.987). A título de ejemplo, expondremos en detalle una de ellas.

 

FlavelI introdujo una distinción entre los conocimientos metacognitivos y las experiencias metacognitivas:

 

·        Los conocimientos metacognitivos representan una parte de nuestro conocimiento adquirido, el cual se relaciona con el funcionamiento cognitivo. Se dividen en cuatro subcategorías:

ü      Variables personales: es el conjunto de conocimientos que posee sobre sí y sobre los demás. Flavell, (1987) distingue entre ellos los conocimientos intra-individuales, es decir, aquellos conocimientos de sus preferencias, de sus propias estrategias cognitivas frente a diferentes tareas y contextos (ejemplo: saber que memorizó con dificultad los nombres propios), los conocimientos inter-individuales, es decir, aquellas variaciones que existen entre diferentes agentes de tratamiento de la información (ejemplo: saber que yo memorizo más rápido que Pablo) y los conocimientos universales, es decir, diferentes aspectos de la cognición humana en general (ejemplo: conocer la capacidad de la memoria a corto plazo).

ü      Variables ligadas a la tarea: son los conocimientos sobre los efectos de cierto tipo de informaciones que se han de tratar (ejemplo: saber que textos muy densos y muy poco redundantes exigen mayor esfuerzo para su comprensión).

ü      Variables ligadas a las estrategias: son los conocimientos que conciernen a los medios que deben emplearse para alcanzar las metas fijadas y, más particularmente, su eficacia relativa (ejemplo: saber que una imagen visual interactiva facilitará más la retención de una pareja de palabras que la simple autorrepetición).

ü      Finalmente, los conocimientos ligados a la manera como interactúan estos tres grupos de variables para influenciar la actuación del estudiante (ejemplo: interacción tarea/estrategia: saber que repetir los itemes de una lista puede ayudar a memorizarlos pero no a comprenderlos).

 

·        Mientras los conocimientos metacognitivos hacen referencia a conceptos almacenados en la memoria, las experiencias metacognitivas son reacciones conscientes, frente a una actividad cognitiva en curso o anterior, pero sin que necesariamente se sepa interpretarlas o explicarlas (Flavell, 1987; Yussen, 1.985), Por ejemplo, tener la sensación de no entender algo, de que no se conoce el significado de tal palabra serían más bien experiencias metacognitivas.

 

LA REGULACIÓN DE SU COGNICIÓN

El segundo componente presente en la mayoría de las definiciones hace referencia al control y la regulación de su cognición. Según Brown (1983), estos procesos implican actividades de planificación (establecer un plan de acción), de control durante el aprendizaje (evaluar durante la actividad cognitiva) y de verificación de los resultados.

Esta noción es semejante a la noción de “agente ejecutivo” en los modelos cognitivos de tratamiento de la información. Este aspecto se refiere más a actividades, comportamientos y estrategias de regulación que a actitudes de reflexión y de análisis generadores de conocimientos.

Este segundo componente permitió a algunos autores ampliar considerablemente la gama de comportamientos y actitudes llamadas metacognitivas. Así, Haller et al. (1988), realizaron un meta-análisis sobre el efecto del entrenamiento metacognitivo en la comprensión de la lectura. En algunas investigaciones, las estrategias de autocuestionamiento, de resumen y de paráfrasis se consideran como metacognitivas, porque, por una parte, favorecen y, por otra, permiten controlar la comprensión.

 

Relación entre Conocimiento y Regulación de su Cognición

‘Estos dos fenómenos, aunque tienen relaciones complejas, parece que deben distinguirse por las siguientes razones (Brown, 1983; Pinard, 1986):

 

·        Los conocimientos metacognitivos son el resultado de un acto intelectual de reflexión y de análisis de su cognición. Son pues el resultado de un proceso consciente, en consecuencia, son accesibles y el individuo puede ponerlas de presente en caso de verbalizaciones. Un conocimiento sería así por definición explicitable (Lawson, 1984; Brown, 1983). Por el contrario, todos los procesos de regulación de su cognición no son necesariamente conscientes y pueden resultar, por ejemplo, de una adaptación automática a experiencias cognitivas anteriores.

 

·        Por otra parte, Cavanaugh (1.982) anota que desde el punto de vista del diseño experimental, una fbsión entre estos dos aspectos, puede conducir a una imposibilidad de explicar las actuaciones: así, frente a una actuación mediocre, es útil saber si resulta de un uso deficiente o nulo de conocimientos metacognitivos adecuados o de un uso de conocimientos inadecuados.

 

Como ya lo señalamos arriba, estos componentes tienen relaciones complejas y dialécticas entre sí. Por una parte, se puede plantear la hipótesis de que los conocimientos metacognitivos son una de las fuentes de los mecanismos de control (Savanaugh, I982;Lawson, 1984; Melot, 1991). Estos conocimientos serían activados y utilizados para escoger procesos eficaces de regulación. Esta relación plantea el complejo problema del vínculo entre estos conocimientos metacognitivos y el desempeño o la eficacia del sujeto (Cf. Punto 2). Por otra parte, la hipótesis complementaria puede igualmente defenderse: es precisamente cuando se ponen en marcha procesos de control de nuestra cognición cuando acumulamos progresivamente conocimientos metacognitivos (Lawson, 1984).

 

METACOGNICIÓN Y MOTIVACIÓN

Como lo subraya Weinert (1987), las investigaciones sobre la metacognición, así como las que se han realizado en el campo de la motivación, aunque son ampliamente independientes, han generado conceptos relativamente pn5ximos. En efecto, los dos campos parecen estrechamente ligados. Así, una parte importante de la investigación sobre la motivación se ha consagrado a la imagen que de sí construye progresivamente un estudiante: ciertos conocimientos metacognitivos intervienen probablemente en la construcción en esta imagen de sí, por ejemplo, en la construcción de la percepción de sus capacidades. De la misma manera, se puede plantear la hipótesis de que ciertos componentes motivacionales (ejemplo: un estilo de atribución externo) representan un freno para el desarrollo de conocimientos metacognitivos: el estudiante que explica su actuación por causas externas no llegaría jamás a cuestionar sus estrategias cognitivas ni a ejercer sobre ellas una actividad de análisis y mejoramiento. No obstante, los dos campos parecen estar en relación estrecha. Así, las investigaciones específicas de los dos campos parecen ser, en ciertos casos, facetas cognitivas y afectivas de un mismo objeto (Weinert, 1987): por ejemplo, el estudio de expectativas de éxito o de fracaso en el terreno de la motivación y el estudio de las predicciones de desempeño en el terreno de la metacognición.

 

Por lo demás, empiezan a aparecer investigaciones relacionadas con la intersección de los dos campos: Fabricius y Hagen, citados por Weinert (1987), han estudiado el vínculo entre el juicio metacognitivo y las atribuciones causales. Bouffard — Bouchard (1989) se ha inclinado por la relación entre la autoeficacia y la metacognición, al igual que Cavanaugh y Green (1990).

 

CONCLUSIONES

El concepto de metacognición aparece pues, al término de esta revisión crítica de la literatura, como un concepto con dos componentes: designa a la vez el conjunto de conocimientos que posee un individuo sobre su funcionamiento cognitivo al igual que sobre sus capacidades para regular este funcionamiento. Estos dos aspectos, probablemente, están ligados estrechamente: por una parte, la regulación de su cognición se apoya en conocimientos metacognitivos activados, y, por otra, es al momento de poner en marcha procesos de control cuando el individuo desarrolla sus conocimientos metacognitivos. Sin embargo, razones teóricas (esencialmente la diferencia de grado de conciencia que puede haber entre conocimientos y mecanismos de regulación) y metodológicas llevan a diferenciar netamente estos componentes.

 

Formato:

AUTOEVALUACIÓN DE LA TAREA

NOMBRE:____________________________________

GRUPO ________________________ SEMANA __________

ASIGNATURA: ________________________ FECHA __________

 

A. El Análisis

1. Puntos de referencia para reflexionar sobre la tarea.

a. Claridad en la concepción de la tarea. ¿Lo que estoy haciendo es lo que piden las instrucciones?.

b. Duración. ¿El tiempo empleado es adecuado?. Si no, ¿en dónde me excedí?. ¿Con qué rapidez debí hacerla”.

c. ¿Tenía claridad en los conocimientos y habilidades necesarios para llevar a cabo la tarea?.

d. ¿Conocía los métodos requeridos para realizar el trabajo?. ¿Comprendía las reglas del juego pertinentes?

e. ¿Visualicé la complejidad de la tarea? Cuáles eran los puntos difíciles?.

f. ¿,Preví los recursos necesarios para desarrollar el ejercicio?.

g. ¿Tuve claro el grado de exactitud y precisión con que debía realizar la tarea?.

h. ¿Preparé un plan de la tarea con el fin de distribuir el trabajo en el tiempo y ejercer el control?.

2. Puntos de referencia para reflexionar sobre aspectos de calidad.

Para algunos autores, la autoevaluación de calidad propia de la tarea puede centrarse en los siguientes aspectos:

a. ¿Produce satisfacción, desarrolla habilidades y facilita el logro de metas?. b. ¿Permite fijar metas personales y de grupo?.

e. ¿Fomenta motivación intrínseca?. ¿Crea la necesidad de hacer otras tareas que se derivan de la principal?.

d. ¿Crea identificación y sentido de pertenencia a la Especialización?.

e. ¿Promueve altos niveles de pensamiento y tiene en cuenta las diferencias individuales?.

f. ¿Facilita los ajustes personales, familiares y ocupacionales?.

g. ¿Permite el ejercicio del aprendizaje autónomo?.

3. Criterios para reflexionar sobre sus productos

Para llevar a cabo la reflexión sobre los puntos de referencia anotados, se recomienda tener en cuenta los siguientes criterios:

a. Consistencia. Buscar inconsistencias o diferencias entre la tarea realizada y la tarea solicitada o ideal, Explicarse las razones para las diferencias.

b. Integridad. Buscar vacíos y falta de datos o hechos comparando los proyectos con la tarea solicitada o ideal. Explicar las razones.

c. Funcionalidad. ¿Los resultados o productos que se obtienen en cada paso del proceso se justifican?. ¿Son necesarios?. ¿Aportan algo al paso siguiente y al resultado final?. ¿Cuáles?.

4. Núcleos generadores de apreciaciones y conclusiones derivadas de la reflexión.

Complete los siguientes núcleos de conclusiones de acuerdo con los hallazgos de sus reflexiones,

1. La tarea fue significativa para mi porque:

_______________________________________________________

2. La tarea demuestra mi comprensión sobre:

3. Estoy muy orgulloso de esta tarea porque:

______________________________

4. No estoy satisfecho con esta tarea porque:

_______________________________________________________________________________________

5. Algo que yo quiero que los demás vean en esta tarea es: _______________________

 

6. Una cuestión que quiero profundizar como resultado de esta tarea es: ____________

 

7. Esta tarea muestra mi progreso hacia el logro de mi meta porque: ______________________________________________________________________

8. Esta tarea demuestra un desafío porque: ______________________________

 

5. Resultados de la autorreflexión.

Hecha la reflexión del proceso, de los conceptos y de los productos, el participante estará en capacidad de registrar en este punto:

a. Sus logros, sus necesidades, sus fortalezas y sus debilidades con respecto a las exigencias de la tarea semanal.

b. Las acciones de mejoramiento o cambio que en diversos aspectos de los procesos, conceptos y productos intenta emprender.

 

B. La Síntesis

Escribir una página de autoevaluación para la consejería según los siguientes puntos:

 

a. Colóquele un título que refleje su estado de ánimo o sus aciertos o sus fortalezas o sus obstáculos o sus perspectivas futuras.

 

b. Redacte la síntesis de sus reflexiones teniendo en cuenta los siguientes aspectos:

 

Ø      Problemas, obstáculos y necesidades con respecto a la tarea y sus causas.

Ø      Medios y recursos que puede aporrar el participante para solucionarlos o satisfacerlos.

Ø      Disposición de ánimo del participante para cooperar con sus compañeros y consejeros en busca de soluciones.

Ø      Prioridades que otorga a la solución de los problemas y a los cambios deseados para el inmediato futuro.