SNTE
Sección XVIII
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LUCHAMOS POR LA FELICIDAD DE TODOS,
PORQUE SOLO DE ESA FORMA,
TAMBIÉN SEREMOS FELICES.
Cuando
en el otoño de 1994 el magisterio michoacano se lanzó a la lucha, lo hizo
fundamentalmente por la dignificación de los trabajadores de la educación que
realizaban sus labores en las escuelas y en las oficinas administrativas, cuyo
salario había sido reducido a situaciones intolerantes.
La
lucha de aquel entonces fue, finalmente, la lucha por la unidad de los
trabajadores de la educación que desde 1989, por la acción del Estado y el
charrismo sindical, había dividido artificialmente al magisterio en dos bandos,
en “democráticos” e “institucionales”, cuando la mayoría tratábamos de hacer de
nuestro sindicato una organización única y unida de lucha y de cambio.
Fue
1994 el parteaguas con el que se inició la nueva dimensión de lo que hoy es el
magisterio michoacano, un magisterio alejado de la tutela del Estado y de la
burocracia oficialista, como cuerpo de dirección administrativa en todos los
niveles educativos.
No
se quedó el magisterio anclado en sus intereses gremiales, sino que fue más
allá, y resolvió su estrategia general de lucha, la que puso por encima de sus
intereses particulares y de gremio, el bien común de la educación y el
bienestar general de la población.
Las
peticiones de los educadores y trabajadores de apoyo a la educación rebasaron
nuestros intereses particulares y se convirtieron en voces críticas de las
decisiones políticas que en materia educativa el Gobierno Federal y el estatal
asumieron contra los educandos, los educadores y los padres de familia. Por eso
fue posible que los recursos económicos para becas y desayunos escolares en las
escuelas públicas crecieran significativamente, beneficiando a más del 25% de
la población en edad escolar que se encuentra inscrita en las escuelas.
Fue
la decisión y perseverancia de los educadores y padres de familia la que hizo
crecer la matrícula en educación secundaria, garantizando, desde 1997, la
entrega de libros de texto gratuitos, lo que vino a beneficiar a más de 180 mil
alumnos en el ciclo escolar 1999-2000 y garantizó, a pesar de las graves
condiciones de las familias, la permanencia de miles de alumnos en educación
media básica, con un incremento en la matrícula de más del 35%, respecto a
1996.
Los
libros de texto gratuitos representan una conquista social entendiéndolos como
propiedad definitiva de los alumnos, en contraposición a la intención del
Gobierno del Estado de convertirlos en libros de consulta otorgados en
resguardo, es decir, que debían utilizarse en el transcurso del año y
regresarse al término del ciclo escolar. La confianza en la fuerza organizada
de los maestros y los padres de familia logró imponer al gobierno estatal la
gratuidad y donación definitiva de los libros a los alumnos. Todos los alumnos
los posee en propiedad, aún cuando algunos padres de familia firmaron el
resguardo temporal de los mismos.
Efectivamente, en Michoacán,
algunos aspectos de la gratuidad educativa han crecido en la educación
secundaria, gracias a nuestra determinación de hacer realidad un aspecto de la
obligación del Estado para sustentar económicamente la educación. Sin embargo,
aún en este momento, cada año, más de 30 mil egresados de la primaria no
ingresan a la secundaria y según las cifras oficiales más de 88 mil niños, de 4
a 5 años de edad, no tienen una escuela para su formación preescolar.[1]
Y en la educación primaria un poco más de 40 mil niños abandonan sus
estudios por su pobreza.[2]
Hace falta elevar los niveles de lucha popular por la educación pública para
que nadie se quede sin acceder a ella ni la abandone. La posibilidad de
desarrollo y bienestar de todos está ligada al derecho real a la educación, que
hoy a muchos niega la pobreza.
Los educadores hemos
superado las simples críticas y hemos asumido el papel de luchar
responsablemente contra la política educativa neoliberal, que ha hundido a la
educación pública, y por mantener y multiplicar socialmente las conquistas
educativas, exigiendo mayores recursos para la educación y mejores salarios que
garanticen una educación de alta calidad para todos los educandos, desde la
educación inicial hasta la universidad. No sabemos cuándo lo lograremos de
manera definitiva, pero sí sabemos que lucharemos hasta alcanzar nuestros
objetivos.
La UNESCO recomienda para
los países en desarrollo, como el nuestro, que el gobierno destine 12 centavos
de cada peso del Producido Interno Bruto para la educación, sin embargo, el
actual gobierno conserva los niveles de gasto educativo en un 4.2% del PIB,
(cuatro centavos de cada peso), por lo que mantiene a las escuelas en pésimas
condiciones y a los educadores con bajos salarios, los que representan una
tercera parte del salario de los maestros de Panamá, país más pobre que el nuestro.
Muchos
han dicho que la lucha de los maestros es una lucha que afecta la educación de
los niños al dejarlos sin clases por unos días; nosotros decimos que el
gobierno mantiene todos los días del año a miles de niños sin escuela y sin
maestros.
Demandando
mejores condiciones para la educación pública, de vida y de trabajo, para los
trabajadores de la educación, le entregamos nuestro Pliego Petitorio al
gobierno el 11 de febrero del año en curso, y hasta ahora no hemos tenido una
respuesta adecuada. Así ha procedido el Gobierno durante los últimos años, con
el afán de desprestigiar al magisterio y a la educación pública, buscando, más
tarde, su privatización.
El
Gobierno estatal, año con año, sólo atiende al magisterio hasta que han pasado
muchos días de lucha y se ha fortalecido nuestra movilización; cuando no ha
podido desprestigiar socialmente al magisterio, o sea, que el gobierno sólo
responde hasta que la fuerza de la movilización lo obliga. Este gobierno no
otorga lo que legítimamente debe darle a la educación, incumpliendo así su
responsabilidad de mejorar las condiciones de la educación pública en todos los
sentidos. El gobierno le ha venido apostando, desde hace cinco años, a la
confrontación y a la derrota de los trabajadores de la educación, para beneficiar,
supuestamente, a los niños y jóvenes y a la educación en su conjunto.
En esta confrontación el
gobierno ni siquiera ha dado la cara de manera franca, jamás ha querido acudir
a debates públicos con el magisterio; más bien, con argucias ha promovido desde
los medios de comunicación, el enfrentamiento entre los padres de familia y los
maestros. Para el Gobierno es muy satisfactorio ver algunos enfrentamientos
entre padres de familia y maestros, desviando así la atención de su perjudicial
desempeño educativo.
Así,
mientras algunos maestros y padres de familia se confrontan acicateados por
agentes del gobierno incrustados en las escuelas y las comunidades, éste les
niega a miles de niños y jóvenes el derecho a la educación y a un futuro
promisorio.
Los
maestros hemos luchado por mayores recursos para la educación y el gobierno
sistemáticamente los ha negado. Entretanto, decide medidas para que los
banqueros se enriquezcan con recursos públicos a través del FOBAPROA-IPAB (con
la asignación, en los primeros días de mayo, de 30 mil millones de pesos
adicionales, para los bancos SERFIN y BANCRECER), mientras, en contrapartida,
miles de ahorradores pierden su dinero en algunas cajas populares, sin que el
gobierno acuda en su apoyo. El Gobierno está empeñado en que los ricos sean más
ricos y los pobres seamos más pobres.
Los gobiernos federal y
estatal son los verdaderos responsables de la situación que actualmente priva
en el país y en la educación. Es la burocracia gobernante la responsable del
fracaso en el que nos encontramos.
¿Cuántos niños y jóvenes no
logran cursar sus estudios por falta de recursos económicos, producto de la
pobreza en que nos han metido? ¿Cuántos niños viven en la vagancia y la
orfandad por causa ajenas a su voluntad? ¿Cuántos de los que terminan sus
estudios no tienen posibilidad de conseguir trabajo y se ven obligados a
abandonar la familia y a arriesgarse peligrosamente en las fronteras para
lograr el sostenimiento de sus familias? ¿Cuántos migrantes michoacanos han
muerto al intentar cruzar la frontera con Estados Unidos? ¿Cuántos delinquen
por la falta de oportunidades en nuestra tierra? ¿Quién
es pues, el responsable del atraso y del infortunio nacional y estatal: el
gobierno o los maestros?
Nosotros
hemos luchado, a la par, por los intereses colectivos y por los nuestros, como
trabajadores de la educación. El pueblo mexicano, y los maestros como parte de
él, está harto de ser siempre quien tenga que aportar los mayores sacrificios,
ante las dificultades por las que atraviesa el país, para que unos pocos sigan
enriqueciéndose aún más. No consideramos justo que el sueldo mensual de un
diputado sea igual a doce meses del salario de un maestro. Un secretario de
Estado recibe oficialmente en un mes lo que un maestro gana en dos años y
medio, imaginen cuánto gana oficialmente el gobernador, respecto a lo que gana
un maestro.
Particularmente los
maestros, en conjunción de esfuerzos con los padres de familia, logramos los
libros de texto gratuitos para secundaria; pudimos sostener por más de cuatro
años el pago permanente para más de mil compañeros de educación preescolar,
primaria y telesecundaria y para más de 600 compañeros de educación secundaria
con más de cuatro mil horas-clase; con nuestro esfuerzo también logramos la
basificación de sus plazas y horas para atender a más de 50,000 mil alumnos.
Además, logramos garantizar
la contratación de los maestros egresados de las escuelas normales oficiales,
que desde 1995 hasta la fecha representan un total de 3,250 maestros
contratados; beneficiando con ello a más de 81,000 alumnos y 6,500 grupos de
educación preescolar y primaria.
Hemos sido los maestros los
que hemos obligado al gobierno estatal y federal a aportar mayores recursos
para las escuelas, que han representado más aulas construidas, más espacios
remodelados, más anexos construidos y más equipos en las escuelas para el
desempeño de la labor educativa. Todo esto está registrado en los documentos de
acuerdos firmados por los maestros con las autoridades estatales en los últimos
cinco años de lucha.
La lucha no ha sido, ni es
fácil. Dejar la familia, marchar por las calles a pleno sol, trasladarse
cientos de kilómetros a las manifestaciones, enfrentar la provocación y
represión de las fuerzas policiacas, las amenazas del gobierno (descuentos
salariales, actas administrativas, multas, cárcel, etc.) no son cosas fáciles,
exigen una gran voluntad de triunfo y un elevado espíritu de sacrificio de los
educadores por una Patria con oportunidades para todos.
El gobierno trata por todos los
medios de responsabilizar a los maestros del fracaso en la educación. Además,
tomando como pretexto las luchas magisteriales por salvar la educación pública
y elevar su calidad, el gobierno intenta destruir nuestra organización y
reprimirnos hasta donde sea posible.
Nuestra
lucha no es de un día. Ni puede interpretarse como la decisión de los
trabajadores de la educación para, continuamente, afectar el aprendizaje de los
niños; por el contrario, nuestra lucha intenta cerrarle el paso a la decisión
del gobierno de cancelar toda posibilidad de vida digna para las futuras
generaciones. Tenemos claro que si no luchamos en el presente no habrá mañana
para nuestros hijos. Habría que preguntarnos: ¿Qué nos espera sin una actitud
combativa y generosa? ¿Qué será de nuestros hijos, si hoy los condenamos a
padecer nuestro conformismo? ¿Es eso lo que ellos merecen?
Hoy
vamos a la jornada de lucha en medio de las mentiras del gobierno y los medios
de comunicación, que emplean la calumnia y la manipulación. Vamos, a pesar de
que el gobierno ha hecho mella en algunos de nuestros compañeros y padres de familia
y de que a éstos les será difícil comprendernos, a pesar de la contundencia de
nuestros argumentos y de la justicia de nuestras exigencias. Vamos, porque
creemos que sólo el que se esfuerza alcanza el triunfo; porque sólo el que se
arriesga gana, porque sólo luchando, pese a los sacrificios, será posible
lograr un México mejor para todos. Vamos a la lucha a pesar de que algunos
padres de familia se sentirán obligados a aceptar los llamados del gobierno
para evitar la cancelación de las dádivas. Vamos, a pesar de todo, porque
creemos que algunos hombres y mujeres del país y del estado, deben sostener una
actitud de dignidad y decoro ante el avasallamiento neoliberal que nos ha sido
impuesto. Vamos, porque el maestro luchando también está enseñando. Vamos
porque dejar de luchar es empezar a
morir, y nosotros estamos vivos. Vamos, porque legalmente nos asiste el derecho
y, moralmente, el deber. Vamos, porque creemos en la construcción de la Patria
que soñaron, a través de la historia, muchos mexicanos y por la que dieron su
vida.
Con el paro de labores el 11
de mayo, intensificaremos nuestras jornadas de lucha, no para que los niños
pierdan clases, sino que, como lo han hecho los heroicos estudiantes de la
UNAM, para que las aulas siempre estén abiertas para todas y todos.
No
intentamos confrontarnos con los padres de familia, ni siquiera con quienes no
compartimos opiniones, pues ellos no son nuestros enemigos. Por el contrario,
pensamos que en la medida en que se sumen a las demandas de mayor presupuesto
para educación, de mejores escuelas para nuestros hijos, de salarios justos
para los maestros y para todos los trabajadores, de desayunos y uniformes
escolares para los alumnos, de más y mejores empleos para nuestros jóvenes, de
mayor seguridad pública, de la derrota del narcotráfico y de una vida digna
para todos los que poblamos esta Patria; este esfuerzo será menos pesado y
costoso para quienes luchamos ahora, para quienes nos mantenemos firmes en la
lucha a pesar de lo doloroso y difícil que ello resulta.
Invitamos por ello a quienes
hoy dudan a escucharnos y, si no nos acompañan, por lo menos que respeten
nuestra determinación de lucha. No le demos el gusto al gobierno de vernos
pelear entre nosotros, mientras que ellos, los gobernantes, imponen las medidas
económicas, políticas y educativas en particular lesivas al pueblo, y en premio
se enriquecen. Busquemos, con nuestra inteligencia, entendernos y ayudarnos.
Nadie hará por nosotros lo que a nosotros corresponde. Vayamos juntos por
nuestra Patria y por la educación.
¡Por la defensa de la educación pública!
¡Por la derogación de la Ley Estatal de Educación,
que
afecta la gratuidad!
¡Por elevar a rango
constitucional la aplicación del 12% del
PIB a la educación
pública!
¡Por mejores salarios para
los trabajadores de la educación y
para todos los trabajadores del país!
¡Por la creación de plazas
para el personal de apoyo
y asistencia a la educación!
¡Por la jubilación
dinámica!
¡Por la solución al pliego
de demandas del CGH de la UNAM!
¡Por el cumplimento de los
Acuerdos de San Andrés Larráinzar!
¡Por la unidad de todos
los trabajadores!
¡Por una Patria digna y
justa para todos los mexicanos!
Mayo de 2000
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Sección XVIII
Michoacán