PARA TODAS LAS MUJERES DEL MUNDO

 

 

Toda la naturaleza es un anhelo de servicio.

Sirve la nube, sirve el viento, sirve el surco.

Donde haya un árbol que plantar, plántalo tú.

Sé tú el que apartó la piedra del camino, el odio entre los corazones, las dificultades del problema.

Hay la alegría en ser sano y la de ser justo.

Pero hay, sobre todo, la hermosa, la inmensa alegría de servir.

Qué triste sería el mundo si todo en él estuviera hecho, si no hubiera un rosal que plantar, una empresa que emprender.

No sólo se hace mérito con los grandes trabajos, hay pequeños servicios: Adornar una mesa, ordenar unos libros...

El servir no es faena de seres inferiores.

Dios, que da el fruto y la luz, sirve.

Y tiene fijos los ojos en nuestras manos y nos pregunta cada día: ¿Serviste hoy? ¿A quién?

¿A tu amigo? ¿A tu madre?

¿A tu prójimo?

Y así, pudiera llamársele a Dios, EL QUE SIRVE Solo Dios puede crear, pero tú puedes valorizar lo que Él creó.

Solo Dios puede dar la vida, pero tú puedes transmitirla y  entregarla.

Solo Dios puede dar la fe, pero tú puedes dar testimonio.

Solo Dios puede infundir esperanza, pero tú puedes restituir la confianza del humano.

Solo Dios puede dar la fuerza, pero tú puedes enseñar a tu hermano a amar.

Solo Dios puede dar alegría, pero tú puedes indicarla a los otros. Solo Dios es la luz, pero tú puedes hacerla brillar en el mundo.

Solo Dios es vida, pero tú puedes dar la alegría de vivir.

Solo Dios puede hacerlo imposible, pero tú podrás hacer siempre lo que es posible.

Solo Dios puede operar milagros, pero tú puedes hacer el sacrificio.

Solo Dios puede hacer germinar la simiente del bien, pero tú puedes plantarla en el corazón humano.

Solo Dios se basta a sí mismo.

Pero Él prefirió contar contigo.

 

Anónimo