EL
CANTO DEL CORAZÓN
De:
Historias del espíritu, historias del corazón, Jack Kornfield, 1974
"Los
miembros de una tribu de África oriental utilizan un canto especial para cada
miembro de la tribu, el cual le es asignado antes de su nacimiento.
En
dicha tribu la fecha de nacimiento de una criatura no es el día del parto, ni
siquiera el día de la concepción, como en otras comunidades. Para ellos la
fecha de nacimiento coincide con el instante en que la madre piensa por primera
vez en ese hijo o hija.
La
madre, consciente de sus intenciones de concebir un hijo con un hombre específico,
se aleja para sentarse solitaria a la sombra de un árbol grande.
Allí
se sienta y escucha con atención hasta que puede oír el canto de la criatura
que ella espera traer al mundo.
Una
vez que ha oído la canción, vuelve a la aldea y se la enseña al padre para así
poder cantarla juntos mientras hacen el amor, invitando a la criatura a que se
les una.
Cuando
se realiza la concepción, la madre le canta la canción al hijo que lleva en el
vientre, y luego se las enseña a las ancianas y a las parteras de la aldea, de
manera que durante los trabajos del parto y el instante del nacimiento, la
criatura sea bienvenida con dicho canto.
Después
del nacimiento, todos los miembros de la aldea aprenden la canción de cada niño
y se la cantan cuando se cae o se hace daño.
Se
canta también en momentos de triunfo, en rituales y durante la iniciación.
Cuando
llega la edad adulta, el canto se convierte en parte de su ceremonia
matrimonial.
Al final de su vida, sus seres queridos rodean su lecho de muerte y entonan el canto por última vez.
"Oír
una historia así nos hace anhelar esa capacidad de escuchar y quisiéramos que
nuestra vida y nuestro canto fueran considerados y guiados desde tan alta
magnificencia.
Pero
nos han desviado y nos han atraído al mundo del mercado. Llevamos vidas
complejas en tiempos metalizados donde impera la ambición y nos dirigen desde
fuera. Con cuánta frecuencia hemos olvidado escuchar..."
Equipos
de música, videos, radios, bocinas, trenes, voces por doquier, máquinas que no
cesan ni de día ni de noche, corridas, empujones... Todo en el mismo día, a
toda hora. Llegamos a casa aturdidos, cansados, y caemos rendidos...
En
ese aturdimiento día a día dejamos de escucharnos y de escuchar... y un día
cuando el silencio se hace presente volvemos a encontrarnos pero tantas cosas
pasaron, tantas dejamos pasar, tantas palabras nos guardamos y ya no podemos
pronunciarlas porque es tarde...
En
el silencio y en la calma podemos descubrirnos, podemos ver más allá.
Podemos
crear un pequeño mundo nuestro, sentarnos en una plaza o cerca de un río o
debajo de un árbol y detenernos a escuchar... Y en ese silencio profundo y
nuestro encontraremos esa voz que nos guía... esa voz que pocas veces oímos
porque ante los problemas de la vida optamos por sumergirnos en el ruido,
aturdirnos y escapar...
Alin
Austin nos dice:"No mantengas en silencio tu voz interior: permítete
escucharla.
Procura
estar en buenos términos con la persona que vive dentro de ti. No cuesta nada
ser un espíritu libre".
Reflexión: Graciela Heger - Texto incorporado: Alin Austin