LA
RAZÓN Y LA PASIÓN
Vuestra
alma es, a menudo, un campo de batalla donde vuestra razón y vuestro juicio
combaten contra vuestras pasiones y vuestros apetitos.
Ojalá
pudiera yo ser el pacificador de vuestras almas, y transformar la discordia y la
rivalidad de vuestros elementos en unidad y melodía.
Pero,
¿cómo podría yo hacerlo a menos que vosotros mismos fuerais también
pacificadores, o mejor aún, amigos de todos vuestros elementos?.
Vuestra
razón y vuestra pasión son el timón y las velas de vuestra alma navegante.
Si
vuestras velas o vuestro timón se rompen, sólo podréis navegar a la deriva o
permanecer inmóviles en medio del mar.
Porque
la razón, si reina por sí sola, restringe todo impulso; y la pasión,
abandonada a sí misma, es un fuego que arde hasta su propia destrucción.
Así,
que vuestra alma eleve vuestra razón a la altura de vuestra pasión, y así
esta última podrá cantar; y que dirija vuestra pasión para que ella pueda
vivir una resurrección cotidiana y, como el fénix, renazca de sus propias
cenizas.
Quisiera
que considerarais vuestro juicio y vuestros apetitos como lo haríais con dos huéspedes
queridos en vuestra casa.
Ciertamente,
no honraríais a un huésped más que al otro, porque quién presta más atención
a uno de los dos, pierde el amor y la confianza de ambos.
Cuando,
entre las colinas os sentáis a la sombra fresca de los álamos blancos,
compartiendo la paz y la serenidad de los campos y de los prados, entonces, que
vuestro corazón diga en silencio: " Dios reposa en la Razón".
Y
cuando la tempestad y el viento poderoso sacudan los bosques, y el trueno y el
relámpago proclamen la majestad de los cielos, entonces, que vuestro corazón
diga con temor y respeto: "Dios actúa con pasión".
Y
ya que oís un soplo en la esfera de Dios y una hoja en el bosque de Dios, también
vosotros deberíais reposar en la Razón y moveros en la Pasión.
Khalil Gibran