MIRRINGA MIRRONGA
Mirringa
Mirronga, la gata candonga va a dar un convite jugando escondite, y quiere que
todos los gatos y gatas no almuercen ratones ni cenen con ratas.
"A
ver mis anteojos, y pluma y tintero, y vamos poniendo las cartas primero.
Que
vengan las Fuñas y las Fanfarriñas, y Ñoño y Marroño y Tompo y sus niñas.
"Ahora
veamos qué tal la alacena.
Hay
pollo y pescado, ¡la cosa está buena! Y hay tortas y pollos y carnes sin
grasa.
¡Qué
amable señora la dueña de casa! "Venid mis michitos Mirrín y Mirrón.
Id
volando al cuarto de mamá Fogón por ocho escudillas y cuatro bandejas que no
estén rajadas, ni rotas ni viejas.
"Venid
mis michitos Mirrón y Mirrín, traed la canasta y el dindirindín, ¡y zape, al
mercado! que faltan lechugas y nabos y coles y arroz y tortuga.
"Decid
a mi amita que tengo visita, que no venga a verme, no sea que se enferme que mañana
mismo devuelvo sus platos, que agradezco mucho y están muy baratos.
"¡Cuidado,
patitas, si el suelo me embarran ¡Qué quiten el polvo, que frieguen, que
barran
¡Las
flores, la mesa, la sopa!... ¡Tilín!
Ya
llega la gente. ¡Jesús, qué trajín!".
Llegaron
en coche ya entrada la noche señores y damas, con muchas zalemas, en grande
uniforme, de cola y de guante, con cuellos muy tiesos y frac elegante.
Al
cerrar la puerta Mirriña la tuerta en una cabriola se mordió la cola, mas olió
el tocino y dijo "¡Miaao!"
¡Este
es un banquete de pipiripao!"
Con
muy buenos modos sentáronse todos, tomaron la sopa y alzaron la copa; el
pescado frito estaba exquisito y el pavo sin hueso era un embeleso.
De
todo les brinda Mirringa Mirronga: – "¿Le sirvo pechuga?" –
"Como usted disponga, y yo a usted pescado, que está delicado".
–
"Pues tanto le peta, no gaste etiqueta: "Repita sin miedo". Y él
dice: – "Concedo".
Más
¡ay! que una espina se le atasca indina, y Ñoña la hermosa que es habilidosa
metiéndole el fuelle le dice: "¡Resuelle!" Mirriña a Cuca le golpeó
en la nuca y pasó al instante la espina del diantre, sirvieron los postres y
luego el café, y empezó la danza bailando un minué.
Hubo
vals, lanceros y polka y mazurca, y Tompo que estaba con máxima turca, enreda
en las uñas el traje de Ñoña y ambos van al suelo y ella se desmoña.
Maullaron
de risa todos los danzantes y siguió el jaleo más alegre que antes, y gritó
Mirringa: "¡Ya cerré la puerta! ¡Mientras no amanezca, ninguno
deserta!"
Pero
¡qué desgracia! entró doña Engracia y armó un gatuperio un poquito serio dándoles
chorizo de tío Pegadizo para que hagan cenas con tortas ajenas.
Rafael Pombo - Colombia