TRES VISIONES DE LA REALIDAD

Hay varias maneras de mirar el mundo. En lenguaje filosófico diríamos que hay varias cosmovisiones. Todos concuerdan con la idea de que algo existe, pero cada una se distingue por sus presupuestos en cuanto a qué es lo que existe. En otras palabras, cada cosmovisión representa una visión distinta de la realidad.

Por varios siglos la cosmovisión predominante en el mundo occidental era la cristiana, derivada de la Biblia. Se concebía el universo como la creación de Dios dentro de la cual el hombre ocupaba un lugar especial por ser la imagen misma del Creador. Hacia fines del siglo XVII esta imagen se resquebrajó y fue desplazada por una cosmovisión naturalista que poco a poco se transformó en la posición oficial de los círculos académicos y llegó a afectar profundamente el pensamiento del hombre común en las grandes urbes. Hoy asistimos a un cambio radical en la manera de mirar el mundo: la cosmovisión naturalista va cediendo lugar a un monismo panteísta de fuerte colorido oriental. Para entender mejor el cambio que está ocurriendo, vale la pena comparar la cosmovisión panteísta con la cristiana y la naturalista.

LA COSMOVISION CRISTIANA

Estrictamente, el cristianismo no es una filosofía, como tampoco un sistema ético ni una religión. En el meollo de la fe cristiana está Jesucristo, de tal manera que se puede afirmar que el cristianismo es Jesucristo. Sin embargo, la fe en Jesucristo, no viene sola: viene de la mano con una manera de mirar al mundo; presupone una cosmovisión. La confesión: "Creo en Jesucristo" conduce a la pregunta "¿Quién es éste Jesucristo en quién crees?", y la respuesta a ésta pregunta nos lleva a afirmaciones específicas en cuanto a Dios y al hombre, la naturaleza y la historia. En otras palabras, nos lleva a la formulación de una cosmovisión. El "Hecho de Cristo" (para usar una expresión de la teología moderna que quiere destacar la centralidad de Jesucristo en el cristianismo) no es un hecho aislado. Deriva su sentido de la relación que guarda con la realidad, a la vez que provee la perspectiva de la cual la fe cristiana interpreta la misma . Una vez que se reconoce la cosmovisión cristiana tiene como punto de referencia a Jesucristo, se hace obvio que la visión cristiana del mundo requiere un acto de fe. Sólo con ojos cristianos se puede ver la realidad cristianamente. Resulta así que la elaboración de una filosofía cristiana no es meramente un ejercicio intelectual, sino una tarea espiritual mediante la cual la fe busca entendimiento. (1)

Las limitaciones de este artículo apenas nos permiten sugerir los postulados básicos de la cosmovisión cristiana muy sintéticamente. Aunque a simple vista estos postulados no tengan relación directa con la fe en Jesucristo, lo cierto es que la pregunta "¿Quién es este Jesucristo en quién crees?" Puede contestarse coherentemente sólo dentro del marco de referencia de la cosmovisión que ellos representan.

1. La fe cristiana presupone la existencia de Dios como un ser personal, racional y moral que se revela al hombre.

En otras palabras, presupone una cosmovisión teísta, pero no referido a un teísmo cualquiera, sino al teísmo implícito en la revelación del Padre del Señor Jesucristo. Afirmar que Dios es personal es afirmar su conciencia, su capacidad de reconocerse así mismo como Dios; es consecuentemente negar que Dios sea meramente un poder, una fuerza, un principio o una idea. Es afirmar que es Alguien; no algo; Alguien que vive, piensa y actúa, no algo cuya existencia sólo puede concebirse como un predicado de la naturaleza o la historia. El que concibe a Dios como en términos impersonales, de hecho lo concibe como una realidad inferior al hombre y remueve la base misma de la personalidad humana. Pero además elimina la posibilidad de la comunión con Dios. La cosmovisión cristiana reconoce la racionalidad que se detecta en la naturaleza (y sin la cual la ciencia sería absolutamente imposible) y la relaciona con Dios. Para la mente humana el mundo es cosmos (orden) y no caos porque el Dios que lo creó es un ser racional. Si el pensamiento emana del cerebro como la bilis del hígado, no se puede afirmar que un pensamiento es falso o verdadero y, consecuentemente, no se puede aseverar que este pensamiento ("el pensamiento emana del cerebro como la bilis del hígado") es verdadero. Puesto que de una causa enteramente irracional no puede originarse un pensamiento válido, el pensamiento racional sólo es posible si la Razón no forma parte de ese sistema de fuerzas irracionales que es la Naturaleza.

Dios provee la base no sólo para el pensamiento racional sino también para la moral. Si no es posible discernir entre el bien y el mal, entonces nadie que sufra una injusticia puede reclamar justicia y nadie puede hacer juicio moral contra la explotación. El juicio moral requiere una base moral, un criterio para distinguir entre el bien y el mal. En las palabras de C. S. Lewis: "No hay escapatoria: si hemos de continuar haciendo juicios morales (y digamos lo que digamos, seguiremos haciéndolos), entonces debemos creer que la conciencia del hombre no es un producto de la Naturaleza. Sólo es válido si es el resultado de alguna sabiduría moral absoluta, una sabiduría moral que existe enteramente 'por cuenta propia' y no es el producto de la Naturaleza amoral e irracional". (2)

Si Dios es un ser personal, racional y moral, no es de sorprenderse que a la vez sea el Dios que se revela al hombre. ¿Quién que lo conciba en esos términos (como personal, racional y moral) puede creer que Dios no se dará a conocer al hombre, usando para ello no sólo los fenómenos o procesos naturales sino también medios directos que manifiesten con mayor nitidez su voluntad para la vida y la historia humanas? El hecho de la revelación especial es parte esencial de la cosmovisión cristiana.

La existencia de Dios el Padre del Señor Jesucristo no se comprueba por una inferencia lógica. Es, más bien, la base misma de la personalidad, la razón y sentido moral del hombre, el primer postulado de la cosmovisión cristiana en relación con la cual la confesión "Creo en Jesucristo" cobra sentido.

2. La fe cristiana presupone que la naturaleza es la creación de Dios y que en relación a ella él es trascendente e inmanente.

En otras palabras, da por sentado que toda la realidad material depende para su existencia de Alguien que la creó y la sustenta, que se diferencia de ella a la vez que está presente en ella. Aunque etimológicamente lo "natural" es aquello que emerge o sigue "por cuenta propia", la cosmovisión cristiana entiende el mundo físico como algo derivado y dependiente de Alguien, y, consecuentemente, sin existencia propia. Entiende que aparte de la Naturaleza, con todos los fenómenos y los procesos que en ella funcionan "por cuenta propia" hay una Realidad personal, racional y moral de la cual emerge la realidad espacio-temporal. Entiende, además, que esa realidad "sobrenatural" permea a la Naturaleza con su presencia, la sostiene con su poder, la organiza con su razón y le imprime un propósito moral con su voluntad. Así, pues, el orden material depende de un orden invisible, espiritual, "sobrenatural" y éste a su vez se manifiesta por medio del primero y actúa libremente en él. Creer en Jesucristo es creer él como la Palabra por medio de la cual Dios hizo y sustenta todas las cosas, el principio y fin de la creación y la historia. (3) La fe cristiana, consecuentemente, supone una cosmovisión según la cual la Naturaleza no existe por su cuenta sino que depende de Alguien que la sostiene con su palabra poderosa.

3. La fe cristiana presupone que el hombre es "la imagen de Dios" creado para amar a Dios y a su prójimo.

Como imagen de Dios el hombre ha recibido de Dios la vocación de representarlo en el mundo, para lo cual el Creador le ha hecho, no una cosa, sino una persona racional y moral. Si el hombre fuese meramente la culminación de un proceso natural, no habría explicación alguna para el lugar especial que ocupa dentro de ese complejo sistema de relaciones que es la Naturaleza. Lo que lo distingue de todas las cosas y lo coloca por encima de todas ellas es precisamente aquello que no puede derivarse de la Naturaleza: su personalidad, su razón y su sentido moral, que hacen de él alguien capaz de relacionarse moralmente con el mundo creado y con su prójimo. El hombre es hombre porque es la creación especial de Dios. Creer en Jesucristo, es creer en él como la imagen de Dios por excelencia, el modelo según el cual los que confían en él son conformados al propósito del Creador. "Cristo es lo mejor de la humanidad. No es sólo la Revelación de Dios a la humanidad, sino también la revelación de la humanidad a sí misma. En él tenemos en forma perfecta lo que el hombre es según la idea que Dios tiene de él. Vemos en que sentido el hombre es la imagen de Dios y cómo la humanidad sirve de órgano perfecto para la Revelación de Dios" (4)

4. La fe cristiana presupone la existencia del mal natural y moral como un hecho que afecta a la creación y particularmente al hombre.

La realidad temporal es inseparable del hombre y por lo tanto en ella incide el pecado del hombre, es decir, la rebelión de éste contra su Creador, su intento de vivir en autonomía de Dios. A causa de la caída en el pecado, el corazón humano está orientado hacia algo o alguien que toma el lugar de Dios, y todas las relaciones del hombre con Dios, con su prójimo y con la creación están dislocadas. La situación de alienación del hombre con su Creador, con su prójimo y con la creación, es el oscuro telón de fondo contra el cual se proyecta el mensaje de redención de Cristo. La fe en éste implica el reconocimiento de la necesidad que el hombre tiene de la intervención de Dios para transformarlo en todas sus relaciones.

5. La fe cristiana presupone finalmente que Dios ha actuado de manera definitiva por medio de Jesucristo, y continúa actuando por medio de su Espíritu para re-orientar el corazón del hombre y hacer a éste partícipe de la renovación de toda la creación.

Esta es, en efecto, la afirmación central del Evangelio y sólo puede entenderse en conexión con la presentación neo - testamentaria de Jesucristo como la encarnación misma de Dios, el Dios-Hombre cuyo sacrificio está en el centro del propósito redentor de Dios que abarca la totalidad de la creación. La obra de Jesucristo ha desatado en la historia los poderes de una nueva era que continúan haciéndose presentes por medio del Espíritu Santo y que se orientan a la restauración del cosmos y de la vida humana en todas sus dimensiones.

La cosmovisión cristiana satisface las exigencias de la razón, porque provee la más coherente visión del mundo. Pero también satisface las exigencias del corazón ya que presenta como la base de la existencia de la realidad temporal y del hombre a un Ser con quien podemos comunicarnos y a quien Cristo lo reveló como Padre.

LA COSMOVISION NATURALISTA

Para rastrear el origen del naturalismo moderno tendríamos que remitirnos a René Descartes (1596-1650) que, pese a su adherencia al teísmo cristiano, concibió al universo como un gigantesco mecanismo constituido por "materia en movimiento". A partir de él, y con el aporte posterior a otros pensadores, poco a poco fue tomando forma una cosmovisión cuyo presupuesto básico sería que no hay realidad última aparte de la material y que, consecuentemente, el único medio para conocer la realidad "objetivamente" es la ciencia.

Si la única realidad es la material, se sigue que el mundo es eterno, aunque no siempre haya sido igual. La Naturaleza es autónoma, no depende de nada ni de nadie; es un vasto proceso espacio-temporal que funciona "por cuenta propia". Es un sistema cerrado en el cual rige inflexiblemente la ley de la causa y el efecto. Por lo tanto excluye toda posibilidad de toda intervención "desde afuera", ya sea por parte de una Realidad "sobrenatural" (que en el esquema naturalista no existe) o por parte del hombre (que en este esquema, como todas las cosas está también incluido en el sistema de fenómenos y procesos naturales).

Para el naturalista, la personalidad misma es el resultado de la interrelación de factores químicos y físicos y está destinada a desaparecer con la muerte. La historia humana forma un todo continuo con la historia natural y puede explicarse como un proceso evolutivo autónomo. Y la ética tiene que ver con valores creados por el hombre que hacen posible la convivencia en una cultura determinada.

Uno de los problemas del naturalismo es su absoluta falta de coherencia. Habla del "valor infinito del hombre", pero explica la personalidad humana como resultado del azar y niega así la base de la dignidad humana. Erige a la razón como el criterio ultimo de la verged (es "rationalist"), pero identifica la mente con el cerebro y remueve así la posibilidad de que el pensamiento no sea otra cosa que un epifenómeno de la materia. Concibe al hombre como el autor de su propio destino, pero lo coloca en un sistema cerrado de causas y efectos e imposibilita así que se afirme que el hombre actúa o puede actuar libremente, como un ser moral.

Pero el problema del naturalismo no está únicamente en el campo de la lógica, sino también a nivel de las exigencias del corazón. "Priva de Dios al mundo y lo transforma todo en un universo insoluble, la historia en un escenario de ilusiones despedazadas, la creencia en el progreso en una superstición y la vida en general en un cuento narrado por un idiota, lleno de sonido y furia, sin sentido alguno". (5)

LA COSMOVISION MONISTA - PANTEISTA

Aunque la cosmovisión naturalista sigue ejerciendo una marcada influencia en el mundo occidental, la literatura, el arte y hasta la misma ciencia moderna muestran que está en decadencia. En su lugar va tomando forma una nueva cosmovisión esencialmente antirracionalista, relativista y sincretista, emparentada con las religiones orientales. Se trata de un monismo panteísta con la cual millones de personas buscan refugio de las amenazas de una hecatombe atómica, la destrucción ecológica, la falta de sentido en la vida y el nihilismo que caracterizan la civilización tecnológica. Es un neo - paganismo en el cual cobra vigencia la manera de mirar al mundo del hombre primitivo.

El monismo panteísta está por detrás del sistema Adraita Ventara, la Meditación Trascendente del Yoga Maharashi Mahesh, la Luz Trascendente del Gurú Maharaj Ji. Pero también extiende su influencia a círculos académicos donde existe la búsqueda de "una nueva conciencia" en que lo místico y lo oculto (a lo cual se accede por medio de técnicas de meditación o por medio de drogas) ocupa un lugar prominente. En su versión occidental este monismo panteísta retiene en cierta medida el lenguaje del naturalismo respecto al hombre, pero no por eso abandona el énfasis del monismo panteísta oriental en la experiencia mística como la clave para el conocimiento de la realidad. En palabras de James W. Sire: "se podría definir la nueva conciencia como una versión occidental del misticismo oriental en que el énfasis metafísico del Oriente es reemplazada por un énfasis en la epistemología...ver, experimentar y percibir la unidad de la realidad, es la sustancia misma de la vida". (6)

Para el hinduismo, Atman (el alma humana, cada persona) es B r a h m a n (el Alma del cosmos). Dios es la Realidad: es todo lo que existe y nada existe que no sea Dios. Conocer la Realidad es tomar conciencia del Uno indivisible que es Brahman; es superar la diversidad y llegar a la unidad de todas las cosas. Nada que no sea Dios tiene existencia real: Es Maya, ilusión. A esta esfera pertenece todo lo individual, incluyendo al hombre. Dios es la Realidad, y la meta de la vida es yoga, la unión con él, la absorción en el Uno. Los caminos que conducen de Maya a Brahman son múltiples. Para la unión con el Uno, las ideas o creencias no tienen importancia; lo que importa es tener una técnica que conduzca a la conciencia de la unidad con la Realidad, y las técnicas varían. El que toma conciencia de su unidad con el Uno, supera la auto-conciencia personal, el dualismo entre el sujeto y el objeto y la diferencia entre el bien y el mal, todo lo cual pertenece al ilusorio mundo de Maya.

Los postulados básicos de la "nueva conciencia", la cosmovisión que está tomando forma en Occidente, hacen eco al monismo panteísta hindú, pero lo "enriquecen" y lo "corrigen" con un enfoque vinculado al naturalismo. Para esta nueva conciencia, la Realidad última es el ego, y todo lo que existe, existe en función de esa Realidad. La Realidad está unificada con el ego, pero se manifiesta en términos de un mundo visible (accesible a la percepción ordinaria) y mundo invisible, el cual el ego accede por medio de otros medios que alteran la conciencia, tales como la meditación y las drogas. El mundo visible no es ilusorio: es "real" y está sujeto a la ley de causas y efectos. Pero puede ser re-ordenado por el ego, ya que cualquier cosa que el ego ve, percibe, crea o imagina, existe. El ego se realiza cuando toma conciencia de que el ego y la Realidad última son uno, es decir, cuando llega a la "conciencia cósmica" en que se rompe el dualismo entre el cosmos y el creador del cosmos y desaparece el temor a la muerte.

En su análisis de esta cosmovisión, James W. Sire (7) distingue tres versiones según la actitud adoptada frente a la naturaleza de la realidad:

1.La versión ocultista, en que los seres y las cosas que se perciben en la conciencia cósmica existen aparte del ego consciente. Esta versión está emparentada con el animismo, y provee el marco de referencia para mucho de los mediums, brujos y hechiceros que actúan en el mundo moderno.

2.La versión psicodélica, que concibe a estos seres y cosas como proyecciones del ego consciente, a veces bajo el efecto de las drogas.

3.La versión conceptual relativista, para la cual hay una distancia muy grande entre la percepción de la realidad y la realidad objetiva, y consecuentemente un modelo conceptual de la realidad es una estructura de símbolos como cualquier otro.

El problema fundamental del monismo panteísta radica en su negación de Dios como el Dios trascendente de la Biblia, con lo cual se elimina toda base para la ética. Si Dios es inseparable del hombre, o si el ego es la Realidad última, no es posible distinguir entre el bien y el mal. Además, ¿Quién que crea que la meta del individuo es alcanzar la unidad con Brahman la "conciencia cósmica" querrá ocuparse de combatir el mal y fomentar el bien en un mundo ilusorio o cuando su lucha no sea en función de su propio ego?

El monismo panteísta conduce al fin y al cabo al nihilismo epistemológico, puesto que remueve la base para distinguir entre la verdad y el error. Si no se puede conocer la realidad excepto por medio de una experiencia esotérica, y la única realidad es que el individuo experimenta como tal, da igual decir que existo o no existo. "O el ego es dios y la nueva conciencia es una ampliación de las implicaciones de ello, o el ego no es dios y entonces está sujeto a la existencia de otras cosas diferentes a él". (8) El monismo panteísta moderno es un neo-paganismo en que se identifica la salvación con un escape de la realidad mediante el uso de técnicas, que encierran al hombre dentro de sí.

El Evangelio es un mensaje de liberación del egocentrismo mediante el poder de Dios y para una vida plena en la cual el hombre encuentra sentido en una nueva relación con el Creador, con el prójimo y con la creación.

René Padilla.

Notas Bibliográficas

(1)Toda filosofía, no sólo la cristiana, está arraigada en las motivaciones del corazón.
(2) Miracles, Mac Millan Company, Nueva York, 1955, pp.47-48.
(3) Comparar Juan 1:3; Colosenses 1:15-17; Hebreos 1: 3.
(4) James Orr, The Christian View of God and the World, W. B. Eerdmans, Grand Rapids, 1954, p. 121.
(5) Ibid. p. 53.
(6) The Universe Next Door, Inter-Varsity Press, Downers Grove, 1976, p.159
(7) Ibid. pp.174 ss.
(8) Ibid. p.202.