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CÓMO ENFRENTAR UNA ENTREVISTA LABORAL

El hecho de ser hombre o mujer no debería marcar diferencias en el proceso de búsqueda de trabajo ni en el desempeño del mismo. Sin embargo, aún admitiendo que la situación de la mujer en el terreno laboral ha mejorado mucho en los últimos años, todavía queda un largo camino para su incorporación efectiva en las mismas condiciones que los hombres. Las mujeres se integran generalmente en organizaciones creadas por hombres, con sus reglas implícitas. Esta cultura laboral "masculina" dificulta a menudo el desarrollo de nuestra carrera profesional. No pretendemos, ni nos corresponde, hacer juicios de valor al respecto, pero si queremos intentar impedir que determinadas trabas obstaculicen el acceso a ese deseado puesto de trabajo.

En primer lugar incidiremos en la importancia de nuestra actitud cuando afrontamos una entrevista y en cómo impedir que un grato intercambio de experiencias y pareceres derive en un absurdo e innecesario enfrentamiento. 
Posteriormente nos centraremos en el transcurso de una entrevista. Analizaremos algunas de las preguntas "comprometidas" más recurrentes, así como los prejuicios más frecuentes que deberemos combatir.


LA ACTITUD DURANTE UNA ENTREVISTA DE TRABAJO

Es interesante estudiar cómo afrontamos las entrevistas de trabajo desde un punto de vista psicológico. Al fin y al cabo este condicionará nuestra actitud. Insistimos que, aún cuando determinados aspectos que describimos aquí no son en absoluto privativos de la mujer, es muy importante tenerlos en cuenta. No hay que olvidar que asumir posiciones en la empresa inferiores a su titulación, o capacidad real, es más frecuente entre las mujeres. Y esto parte de un mal planteamiento profesional desde el principio. Tal vez hayamos tenido malas experiencias anteriormente o nuestra educación no haya fomentado en exceso la autoestima, pero sea como fuere, tenemos que poner los medios para no traicionarnos a nosotras mismas, ofreciendo una imagen real y positiva de nuestra trayectoria profesional y nuestras capacidades para desarrollar las tareas que nos propongamos.

Durante una entrevista todos sentimos la necesidad inconsciente de protegernos, de repeler posibles ataques o evitar incursiones en terrenos que consideramos delicados para nosotras. Adoptamos entonces determinados comportamientos que si no tomamos conciencia de ellos pueden ser muy contraproducentes para el transcurso correcto de la entrevista. Debemos evitar aquellas respuestas o reacciones que pudieran dejar traslucir sentimientos de inferioridad que, desde luego, por nuestra condición de mujer, no nos corresponden.

Para apoyar estos argumentos citamos a continuación algunos de los mecanismos de defensa que distingue Dominique Dupont-Viau en su interesante libro "L'entretien d'embaûche au féminin" (Ed. Rebondir) y que dan lugar a la adopción de determinadas actitudes:

La timidez
Probablemente, todos tenemos un mayor o menor grado de timidez. No nos creamos un "caso especial". Podemos encontrarnos con grandes tímidos en el mundo del espectáculo o incluso en la política. No lo dude, una vez que comencemos a responder a las primeras preguntas, el temor inicial desaparecerá. Nuestro aplomo aparecerá si realmente creemos en lo que decimos. Además créannos: el entrevistador/a es consciente de que ésta no es una situación fácil para el entrevistado. 

La agresividad
No lo olvidemos: En el transcurso de una entrevista el que debe llevar el peso de la misma es el entrevistador. No es una buena idea intentar conducirla nosotras, Y menos de forma que pueda interpretarse como agresiva. "Saber escuchar es de sabios" Nunca mejor dicho. Si lo hacemos, tendremos el tiempo necesario para optar por aquella respuesta que más beneficie a crear una imagen con el perfil adecuado para el puesto en cuestión. No confundamos los términos seguridad con agresividad. 

La jactancia
Tal vez se sienta tentada de demostrar su valía, méritos o cualidades haciendo alarde de ellos. No es necesario. Es probable que si lo hace predisponga a su interlocutor en su contra. Sea paciente y permita que éste los descubra, será más efectivo. 

La exageración
Aunque hayamos pasado por situaciones difíciles que nos hubiera gustado evitar, no es indicado enfatizarlas. Si dramatizamos podemos dar la impresión de no haber sabido asimilarlas y, por tanto no ser capaces de enfrentarlas de nuevo. La moderación es una excelente cualidad que seguro apreciará nuestro entrevistador/a.

La obcecación
¿Quién decía que en la medida está la virtud? Cegarse y aferrarse a un argumento es contraproducente. No se trata de tener razón, se trata de pactar, de llegar a acuerdos. La razón ya la podremos disfrutar en la intimidad. Seamos asertivos. Si viene el caso podremos, por supuesto, mostrar nuestra disconformidad, pero procuremos ofrecer a cambio nuevos argumentos o propuestas.

La excusa
No tiene que rendir cuentas a su entrevistador/a. Si en algún momento tomó una decisión fue por alguna razón, ¡explíquela! No se justifique. Y si la tomaron por usted (por ejemplo en caso de despido) intente atenuar aquello que no le beneficie y comente los beneficios que le han aportado esa situación/experiencia . Y recuerde:
¡Dé a sus acciones la línea de coherencia que tienen!

La falsedad
En ningún caso es conveniente mentir. Tarde o temprano se delatará. Ahora bien, si ha asumido más responsabilidades de las que las que en un principio conllevaba el puesto, no dude en subrayarlas. Y si su sueldo no corresponde al del mercado, equipárelo. Una buena frase en el momento de negociar el sueldo es: "estoy ganando actualmente tanto pero por las responsabilidades, implicaciones que conlleva este puesto considero que un sueldo justo sería..."

Dominique Dupont-Viau recoge también la importancia de saber detectar los prejuicios inherentes a cualquier entrevista de trabajo.

LOS PREJUICIOS

Durante la entrevista de trabajo es cuando tenemos la oportunidad de demostrar nuestras capacidades y aptitudes para el puesto.

Pero es posible que entre nosotras y la consecución de nuestros objetivos se interponga una barrera que nos resultará difícil franquear. Nuestro entrevistador/a puede estar impregnado de prejuicios, posiblemente fruto de la cultura laboral tradicional, que provoquen su parcialidad. Saber reconocer ciertas reticencias comunes hacia el trabajo de la mujer nos permitirá rebatirlas mejor

Determinadas preguntas, por lo demás habituales en cualquier entrevista, adquieren una connotación especial cuando se formulan a las mujeres. Sobre todo para trabajos y sectores de mayor tradición masculina. Trataremos de resolver, en este apartado, las preguntas más comprometidas que suelen provenir de los siguientes prejuicios:

Pregunta: El trabajo tal vez implique prolongar su horario. ¿Supone esto algún problema?

Prejuicio: Las mujeres tienen menor disponibilidad laboral. Son reticentes a prolongar su horario habitual.

Respuesta: No, por supuesto que si fuera necesario prolongaría mi jornada.

Durante nuestra argumentación deberemos incidir en que la disponibilidad no se debe asociar a agotadoras jornadas de trabajo, en las cuales el hecho de "estar" asegura el rendimiento. Nunca debe primar el tiempo de trabajo sobre la calidad del mismo: si una persona trabaja bien y es eficaz no necesitará estar presente más horas de las estipuladas. Salvo por supuesto si las circunstancias del trabajo y las responsabilidades puntualmente así lo exigen. 

Es oportuno en este caso mencionar el concepto de organización. Reflexiona detenidamente acerca de la tuya en el terreno personal y laboral. Probablemente en más de una ocasión a las exigencias de tu profesión hayas debido añadir las propias de tu vida personal, como son la organización de la casa y/o familia. Lejos de ser esto un demérito, lo que denota es que tienes capacidad de gestión y de organización de recursos. 

Pregunta: Me parecen correctos sus argumentos pero lo que quería decir es que este puesto exige disponibilidad absoluta, ¿Supone esto algún problema para usted?

Prejuicio: La mujer no se compromete lo suficiente con la empresa

De nuevo el planteamiento responde a una forma de pensar un tanto anticuada, por no decir obsoleta. ¿Pero, cómo rebatir esto? Hay que dar al concepto de compromiso una nueva perspectiva: el trabajo no puede menoscabar el desarrollo personal en otros ámbitos, ya que este desarrollo beneficiara en última instancia a la empresa. 

Efectivamente, destacar nuestra disponibilidad y compromiso para todo lo que afrontemos en serio y, por supuesto, también para la empresa donde trabajamos.

Pregunta: ¿Es consciente de que, sobre todo en este sector y empresa, va a tratar casi exclusivamente con hombres? ¿Si surgiera un conflicto en su entorno, cómo lo resolvería?

Prejuicio: Este es un trabajo de hombres 

Algunas empresas cuando definen el perfil de la persona que están buscando concluyen: "en este puesto se requiere un hombre" Y lo justifican con argumentos aparentemente coherentes: va a tener que enfrentarse a hombres, una mujer no será capaz de hacerlo y discutir, no le van a respetar…

¿No suena a atavismo? ¿Por qué entonces se requiere mi presencia? Intentaremos resolver las dudas de nuestro interlocutor. Desde nuestro punto de vista no existe una forma "masculina" infalible para resolver problemas o tratar conflictos, lo que si habrá es una forma correcta de hacerlo. Si necesitamos que la autoridad provenga no de la razón sino de otro soporte exterior ¿testosterona? es probable que al menor inconveniente imprevisto quedemos en evidencia.

Si defiende coherentemente su experiencia profesional y expone sus objetivos y sus logros con convicción, ningún entrevistador debería poder mantener sus prejuicios iniciales. Pero si lo hace, no se canse. No merece la pena. Intente acabar la entrevista de la forma mas adecuada posible y, por supuesto no se inhiba si considera que debe decir lo que piensa.


Pregunta: ¿Cuál es su situación familiar?
Prejuicio: En cuanto pueda se quedará embarazada

Tal vez nuestro entrevistador deje translucir cierta inquietud sobre nuestra condición de mujer y por tanto nuestra posible maternidad. Y probablemente no lo haga de forma expresa. Una vez más nos veremos en la obligación de iluminarlo y aclarar sus dudas.

Ante todo no permitamos que, si percibimos esta actitud, se soslaye el tema. Es importante tranquilizarle. Nosotras somos las principales interesadas en aclararlo.

Por supuesto en primer lugar nunca se debe decir en una entrevista que nos estamos planteando tener un hijo si es el caso. Sobre lo que sí que hay que incidir es que tener un hijo exige un esfuerzo de planificación en el que somos conscientes de que deberán confluir nuestros intereses personales con los profesionales. A estas alturas la mujer asume y quiere que la maternidad no suponga una interrupción sin fecha de la actividad laboral, sino más bien un pequeño receso que, sin duda, la enriquecerá como persona y por lo tanto como trabajadora. 

Otros argumentos incidirán sobre el hecho que las tareas que implican el nacimiento y posterior cuidado de nuestro hijo serán compartidas generalmente con nuestra pareja, que con seguridad asumirá su "paternidad responsable". Y, en la mayoría de las ocasiones, se puede trabajar hasta pocos días antes del parto.

Pero lo más destacable tal vez sea que, en el propio proceso de maduración personal, el hecho de tener un hijo ocupa un lugar privilegiado, una experiencia insustituible, que además de estrictamente necesaria para el progreso de la civilización, seguro revertirá en una aportación cualitativamente importante para la empresa. 

Me gustaría concluír con unas reflexiones esperanzadoras. Hoy en día se habla mucho de la inteligencia emocional como baluarte de la vida personal y del buen funcionamiento de las organizaciones. Y las mujeres saben muy bien como canalizar correctamente sus emociones ya que siempre han prestado mucha importancia a las relaciones personales. Los directivos de las empresas han tomado conciencia de que el equilibrio personal garantiza el equilibrio profesional. Los gurús del management así lo proclaman: la transformación de nuestra economía requiere contar con personal creativo, flexible e intuitivo, cualidades que siempre se han atribuído al sexo femenino. Durante los procesos de selección de personal el interés por las candidaturas femeninas está aumentando: los cargos directivos se plantean hoy en día en términos de oportunidad y no de carrera profesional. Y quien está más acostumbrado hoy en día a asumir esa flexibilidad laboral es la mujer. 

Y, por último no queremos dejar de hacerte una recomendación ¡Aprovecha los beneficios de las nuevas tecnologías! Internet es una fuente inagotable de información y la mujer está muy presente, afortunadamente no sólo con webs dedicadas a la moda o cuidado de los hijos!

Seamos capaces de adaptarnos a las nuevas situaciones y asumamos la importancia tanto a nivel personal como profesional de detectar los cambios: "El cambio ocurre, anticípate al cambio, controla el cambio, adáptate al cambio con rapidez, cambia, disfruta del cambio, prepárate para cambiar con rapidez y disfrutar otra vez".

No nos queda más que desearte buena suerte.

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Elite Latin@ - Guatemala 2001