Los Huaches en Merida

En Mérida, existen, aparte de una creciente población de extranjeros "de extranjia" como me llamaba una amiga directora de escuela, una también creciente y no siempre bienvenida colonia de personas provenientes de la ciudad de México, también conocido como el D.F.

Los Yucatecos, gente en su gran mayoría amables y muy hospitalarios siempre y cuando vengas de visita y no a quedarte en su bello refugio del mundo real, sienten una gran aversión hacia lo que comúnmente llaman 'los huaches'. Un 'huach' es cualquier persona que viene de 'fuera' y que habla con una entonación distinta a lo aporreado que se habla aqui; puede ser de Toluca, Guadalajara, Querétaro o Guerrero; todos son huaches, tal vez con la excepción de los de Monterrey, quienes por su forma muy particular de hablar y la manera en que les duele extraer la cartera de su bolsillo, merecen una mención honorífica aparte.

A manera de comentario cultural, se dice que el término 'huach' viene de los Mayas, quienes, poseedores de una lengua maravillosamente onomatopéyica, llamaban así a cualquier persona que venía del norte y quien vestía de huaraches, chanclas o sandalias. El sonido que hacían estas personas al caminar era asi como huach huach huach hauch, y por eso, se les llamaban 'huaches'. Desde luego la palabra 'huach' en si es una españolización del término original maya; wach.

El diccionario Maya Cordemex (1980, Ediciones Cordemex, Mérida, Yucatán) que por cierto es una excelente fuente de interesantes botanitas lingüísticas, dice en la página 905 lo siguiente:

"WACH : azteca, mexicano" y declara lo siguiente: "en Yucatán se dice a la persona que viene de otras entidades federativas (mexicanas), situadas fuera de la península yucateca; por más que he hecho, no he logrado saber el origen de la palabra wach; solo supongo que se deriva de la otra palabra wa-paach; el wa-paach es persona alta y muy delgada, seguramente asi eran los aztecas que llegaron a Yucatán durante la epoca precolonial y por mala pronunciación la palabra se contrajo, formando wach."

Hoy en día, en las fiestas y reuniones se habla con tono de recelo y con miradas alrededor para asegurarse de que no haya ningún(a) huach presente, de como se esta cambiando la ciudad (para mal, claro) con tantos huaches que están llegando a la ciudad. El crimen va en aumento, las propiedades y las casas se venden a precios estratosféricos; hasta la comida, el ultimo bastión de la cultura yucateca, se esta cambiando por menús de comida huach. Tacos al pastor, gringas, huaraches, sopes y flautas son algunos de los platillos invasores que amenazan los paladares de las nuevas generaciones de Meridanos, quienes lentamente empiezan a preferir estas nuevas opciones culinarias a los tradicionales panuchos, salbutes y caldos de pavo que antes eran los exclusivos snacks de noche para los parroquianos.

Se critica desmedidamente a las actitudes de los huaches, quienes, según el folclor actual, vienen con actitudes de prepotencia y despotismo como si fueran los nuevos conquistadores y los que habitaban aqui unos cuantos indios brutos, lo cual es la peor ofensa para esta gente tan consciente de sus raíces y la claridad de su piel. Los huaches vienen con mucho o poco capital y se establecen en todos lados; ponen tiendas, restaurantes, fondas; traen comida extraña, forman clubes, escuelas para los pequeños huaches; en efecto, cambian por completo ese 'feeling' tan provinciano y anhelado que tenia Mérida ' en los buenos tiempos'.

Mucha de esta crítica se la merecen los defeños que vienen aqui con su arrogancia típica de cualquier persona proveniente de la capital de cualquier país; lo mismo pasa en Francia, cuando los Parisinos viajan por el campo o algún pueblo de provincia; los Argentinos tienen la fama de pesados no por la gente de los pequeños centros urbanos, sino por los que vienen de la capital Buenos Aires.

Los huaches en Mérida son clasificables en cuatro grupos principales, de los cuales seguramente existen combinaciones, permutaciones y aberraciones, como es el caso del Yuca-Huach, término algo despectivo que se refiere a aquel Yucateco, quién, desde chico, vivió en la ciudad de México y regresa a esta tierra con un aire de superioridad para reirse del faisán y el venado como si él no fuera parte de esta cultura. Otra mutación es el Yucateco agringado, también conocido como Pocho, quién vive en la tierra prometida desde que se fue de ilegal a cosechar fresas en Ridgecrest, California, es ahora inmigrante legal allá, y regresa hablando una extraña mezcla de español e inglés (porque se le olvido, proclama cási orgulloso) y manejando un auto del tamaño de un barco de calado profundo pero con placas de California, eso si. Pero el caso del Pocho y su sublime forma de pensar seria para otra crítica en otra ocasión. Regresemos a las cuatro principales clasificaciones de huaches que vienen a Mérida:
 

El Huach Fresón
Este es aquel que viene 'con lana' porque la heredó, la prestó para nunca devolverla, o quien tiene una fuente misteriosa de ingresos que nadie conoce. También puede llegar a la ciudad de Mérida como alto ejecutivo de alguna maquiladora o institución bancaria, ya que la oficina central (en la Cd. de México, claro) no confia en nadie de aqui para ver sus cosas en la entidad). Viene con la esposa bonita, medio güerita, y con dos o tres hijitos igualmente casi gringos en apariencia quienes irán a estudiar en las mejores (según sus compatriotas ya establecidos aqui) escuelas, y si no viene ya trabajando para alguien, casi siempre pone un negocio propio para un mercado que ha identificado plenamente en la Ciudad de México, pero que todavia no existe en Mérida. Pero, como tiene dinero, eso no le preocupa tanto, y vive feliz en las mejores zonas de Mérida, comprando siempre la casa más grande o si no la hay, haciéndola a su medida. Maneja auto de lujo, anda bien vestido, y su actitud va desde conquistador nuevo pero con cierta elegancia hasta majadero prepotente y déspota. A primera vista, es encantador y excesivamente amable, al punto de empalagar, pero en cuanto averigua quién eres, o más bien quién no eres, te deja de frecuentar, para continuar su eterna lucha arribista. Este grupo es tolerado por los Yucatecos, sobre todo los de la clase media, quienes siempre sienten alguna atracción hacia el dinero y el status social que una gran casa o un automóvil pueden implicar, a menos que no se lleven con el/ella; entonces se volverán víboras despiadadas en su afán de destrozarlo/la con comentarios tijerescos (invento lingüístico mío) a la primera oportunidad.

El Huach Quebrado
Le ha ido mal en la gran ciudad, asi que viene a probar su suerte en un lugar menos hostil y definitívamente más barato. Tiene cara de náhuatl, trae un montón de escuincles a quienes mete a escuelas públicas o tal vez una particular no tan cara, y trata de ganarse la vida trabajando en algun taller, tienda, restaurant o algo similar. Si pone algun negocio, seria una taquería en el garage de su casa, o quizá un expendio de refrescos y chicles, pero no aspira a mayores logros comerciales. Este grupo no se integra muy bien con la población nativa, ya que existe una clara idea de las clases sociales para los Yucatecos, y este tipo de persona no encaja en sus esquemas para nada; por lo tanto los integrantes de esta clasificación conviven socialmente con otros de su misma situación, y se quejan un poco de que los Yucatecos son muy cerrados en cuanto a sus grupos sociales.

El Huach Amargado
No tenía nada en el D. F., pero los tres pesos que le sobraron, que no le iban a conseguir nada en la capital, le proporcionan la oportunidad en esta Mérida la otrora blanca, de empezar con una base económica más o menos bien, ya que no se pueden comparar los costos de la vida en México con los de Mérida. Físicamente se puede confundir con los primeros dos grupos, ya que esta clasificación es más bien de tipo psicológico, no de nacimiento o linaje. En general se compra una casa en la mejor zona residencial que sus medios le permiten, quejándose de la terquedad de los Yucatecos que no le querían vender aquella casa, o que le pusieron trabas para que no entrara a cierto vecindario. Al instalarse en su nuevo domicilio, se queja de lo ridículo que es el nombre del fraccionamiento y que los acabados no son como los que tenia en la ciudad de México. He aqui un punto importante. Es la más marcada característica de las personas en esta clasificación: se pasan toda la vida balbuceando ante sus compatriotas huaches, estupefactos e incrédulos Yucatecos y hasta extranjeros de extranjia a quienes trata de impresionar, de como su casa/amigos/escuela/servicios públicos/calles/tiendas/discotecas/restaurantes/canales de televisión/ o lo que quieras, era mejor en la ciudad de Mexico y que todo aqui es una porqueria. Casi siempre, y muy según ellos, estas personas eran muy importantes en la ciudad de México, conocían a Fulano (y Mengano) de Tal, ganaban tanto, comían en aquel lugar, y generalmente eran entes tan superiores que nos deberíamos sentir orgullosos todos quienes estamos presentes ante una de estas vehementes descargas verbales, de conocerlos. Este grupo de pobres desilusionados ha creado en un 95%, la mala fama que tienen los huaches en Mérida.

El Huach Agradecido
En todos los grupos sociales, existen personas amables, sinceras y centrados en su realidad. Aunque pequeño, existe un grupo reducido de lo que yo llamo Huaches Agradecidos en la ciudad de Mérida. Esta conformado por individuos y familias quienes generalmente vienen en estado confortable; es decir, tienen dinero, buena educación, han viajado extensamente por México y algunas partes del mundo, y son muy conscientes del mundo que les rodea. Físicamente son personas que parecen a los que salen en los anuncios de la TV mexicana; gente bonita que aún viviendo en las mejores zonas residenciales no sienten la imperiosa necesidad de comprobar su importancia con autos ostentosos o lujos innecesarios. Vienen a instalarse en Mérida porque han decidido, después de cuidadoso análisis y viajes por diferentes sitios, que Mérida ofrece la calidad de vida que ellos buscan; que la seguridad, las costumbres, la oferta y calidad de servicios y el ambiente relajado y tranquilo es lo que buscan en un lugar para vivir y crecer a sus hijos. No paran de comentar con auténtico agradecimiento y nada de empalagoso lo lindo que es la ciudad, que rica esta la comida, que bien se vive aqui y casi siempre sale a relucir su vergüenza o pena ajena por los comentarios negativos de huaches de los anteriormente mencionados tres grupos. Las personas que se encuentran en esta clasificación siempre causan buena impresión entre la población local, ya que no solamente tienen el dinero necesario para la aceptación social, sino también traen la grata sorpresa de ser personas realmente encantadoras y sinceras.


Como mencioné anteriormente, seguramente existen cientos de variaciones o combinaciones de los cuatro grupos aqui identificados; esta es solamente una clasificación general y no pretende ser todo un estudio científico-social o antropológico, aunque creo que cada Yucateco o hasta el huach que lee esto con una mente abierta, puede identificar uno o dos conocidos dentro de alguna de estas categorías.

Lo que tiene que reconocer el Yucateco, por más amargado que sea, es que los 'waches' han invertido en Mérida y traído nuevos estándares en cuanto al servicio y la calidad de las tiendas y negocios que han establecido; el ejemplo más claro es el de los supermercados, ya que la Comercial Mexicana, Carrefour y hasta Chedraui han mejorado mucho la oferta en este segmento del mercado, aunque existen todavía Yucatecos tan orgullosos que no van a esos establecimientos, prefiriendo comprar en San Francisco y Super Maz, porque en las nuevas tiendas 'los pasillos son demasiados anchos'.

Los capitalinos siguen llegando a Mérida. Es natural, dado que su hábitat natural se está volviendo inhabitable con toda la tensión de una grán ciudad aunado al aire contaminado, el crimen desenfrenado y el espantoso tráfico. Poco a poco el país entero, no solo Mérida, va sintiendo esta migración, absorbiendo a los defeños y su cultura, lo cual es un proceso normal, y es parte -  junto con la enorme influencia de la televisión que transmite la imagen de México como país desde un punto de vista totalmente centralista - de una gran homogeneización de la cultura mexicana. Por el otro lado, los diferentes lugares del país impondrán a los recién llegados sus características culturales más pronunciadas, influyendo así en el comportamiento y manera de pensar de los ahora ex-capitalinos. Yucatán tiene la enorme ventaja de contar con tradiciones y una cultura muy arraigadas, que, en mi humilde opinión, resultará en más huaches ayucatecados, que yucatecos ahuachados.