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INDEPENDENCIA Y ESTADO / PALAIS DE
TOKYO >
intervenciones
on line / tercera semana de octubre / 2002
En el pasado mes de febrero
y luego de años de expectativa, se
inauguró
en Paris, en el edificio del mismo nombre, el Palais de Tokio, un
espacio para el arte contemporáneo
en el que el Ministerio de Cultura de
Francia invirtió millones
de dólares. La idea era readecuar un gran
edificio situado al borde
del Sena, al lado del Museo de Arte Moderno
y enfrente de la torre
Eiffel.
Nicolas
Bourriaud y Jerome Sans, dos figuras jóvenes de la escena
parisina,
fueron designados por el Ministerio para concebir y
programar
este super proyecto que aspiraba devolver a Paris el brillo
de
otras épocas como centro de avanzada enlas artes. Para ello sus
entusiastas
directores trabajaron duro y tomaron todos los riesgos:
nada
de paredes blancas y espacios inmaculados. La apuesta fue
la
de transformar un edificio de los años treinta en una especie de
espacio
abandonado: concreto y vigas a la vista. Cero panelería y
grandes
espacios.
Se
programó para tres años, tiempo en el cual Bourriaud y Sans
dejarían
el mando a nuevos directores con nuevas ideas. Todo pintaba
muy
bien.El espacio definitivamente prometía. Pero no. Ha generado
demasiada
polémica a todos los niveles: sus críticos cuestionan tanto
el
excesivo presupuesto destinado a un super galpón que quiere
parecer
un Squat o una fabrica "tomada" por artistas, como
la
"calidad" de su programación.
Por
otra parte dicen que los espacios son tan grandes y las obras tan
insignificantes
que la gente no las ve o simplemente no hay una
diferencia
clara entre "obra" y "edificio". Para rematar, el nuevo
gobierno
está pensando seriamente en no dar ni un euro para su
funcionamiento
el año entrante y mucho menos para los que siguen. Lo
más
posible es que cierre a fin de año.
Que
pasó realmente? Pueden las instituciones –invirtiendo el
cometario
de Bernardo Rengifo- jugar impunemente con lo
no-institucional?
Tiene futuro la idea de que el Estado financie la
construcción
de galpones, squats y lugares maquillados de "espacios
independientes"?
Es posible para las instituciones "absorber" los
modos
de operar de las prácticas independientes?
No
es el Palais de Tokyo el perfecto ejemplo de lo que Juan Andrés
Gaitán
señalaba como la capacidad de las instituciones "para
absorber
los instantes de resistencia, lavarlos y fijarlos, darles
un
acabado y devolverlos "convertidos" a la esfera publica."?
Álvaro Medina, curador:
Lo que ha pasado en el
Palais de Tokyo de Paris, si se me permite el
paralelo,
es que sus directores le dieron mas importancia al marco que al
cuadro,
al pedestal que a la escultura, a la pantalla que a la película, al
formato
del monitor que al video, y la parafernalia de un edificio agredido
que
a lo que eventualmente y de manera rotativa se exhibía. Espacio enorme
en
el que uno tenia que vagar entre una obra y otra para encontrar algo que
ver.
En sus nueve mil metros (me atengo al dato que la información me ha
dado),
se desplegaba lo que en nuestro tercer mundo podía caber en menos de
tres
mil. Si hoy vamos al grano, ha sido mas el éxito de la propaganda que los
hechos
reales, sobre todo a la luz del monumental presupuesto que se
manejaba.
Dicho
lo anterior, grotesco y lamentable me parece que el nuevo gobierno de
derechas
presidido por el señor Chirac cierre el Palais de Tokyo. Si la
medida
es un atentando a la libertad de expresión, esto no basta para pensar
que
los responsables del formato le dieron mas importancia al formato que al
arte,
y más importancia a ellos como curadores endiosados que al artista
silencioso
que se jodía en su taller. De acuerdo a cierta tendencia aun
vigente,
la trascendencia la acaparaba el curador y no la obra exhibida De
manera
que borrados los curadores del mapa de la burocracia francesa, es
posible
que las nuevas tendencias queden huérfanas si tener la culpa En mi
opinión,
se hundieron todos solitos.
Tal
vez los curadores soñaron con hundirse. Y tal vez soñaron que al momento
de
hundirse los salvaría el clamor de protesta del mundo entero. Lamento el
naufragio.
Lo lamento porque había cosas interesantes en las experiencias y
por
eso, el salvavidas que les envío solidariamente desde Bogota, es el de
expresar
con franqueza la frustración que he sentido al visitar las extensas
salas
del fatigado Palais, coherente y estupendo cuando allí funcionaba el
muy
modesto y francamente efectivo Centro Internacional de la Fotografía.
Como
es lógico, no creo que los artistas hubieran imaginado semejante
naufragio,
pero a veces el oportunismo es más poderoso que el rigor, y que
la
seriedad, y que la creatividad personal.
Y
abajo la derecha de siempre, siempre!, por inveteradamente estúpida. En
vez
de replantear el proyecto, lo van a eliminar. Es la falta de imaginación
de
todos los tiempos, sea en Francia o en Colombia. Y es el innegable
exceso,
de parte y parte, de los engreídos y arrogantes de todos los siglos,
para
los que es más satisfactorio el impacto social y económico de salir en
la
pagina cultural de un periódico que la trascendencia humana y real de la
obra
realizada. Y más importante complacer las presiones de los idiotas que
creen
que saben de cultura, que satisfacer a los que hacen con su sangre y
con
su alma la cultura. Al respecto, señores y señoras, ojo con lo que nos
espera,
en materia de culturita, bajo el gobiernillo del doctorcito Uribe
Vélez.
Por
Dios, no me digan ahora que estoy exagerando
Ricardo
Arcos-Palma, crítico:
He seguido con interés la serie de reflexiones que
giran alrededor de
la relación entre institución y estructuras “independientes”. Creo
que la independencia es un ideal, una especie de no-lugar, atopico y
por ende utópico. Me explico con un ejemplo sencillo tomado de
nuestra propia historia (que en ocasiones olvidamos): luego de
nuestra deseada independencia de la Madre Patria, independencia
comercial, política y social, pasamos por un periodo conocido como el
de la Patria Boba, donde España intento una vez mas la conquista en
ese famoso periodo de la Reconquista. La independencia fue un
espejismo que hasta hoy continua, a otro nivel por supuesto. Lo mismo
sucede con el adolescente que harto de la tutela parental, decide
irse de casa y alcanzar la independencia. Para ello tiene que
depender de otro tipo de tutela, laboral, educativa, etc. Para no ir
mas lejos, aquí cabe perfectamente la dialéctica del maestro y el
esclavo: el maestro es maestro gracias a la presencia del esclavo y
el esclavo es esclavo gracias a...adivinen! La institución necesita
de las estructuras “independientes” para legitimar su
institucionalidad, así como las estructuras independientes necesitan
de la institución para “legitimar” su “independencia” de.
En lo referente al ejemplo de Jaime Iregui sobre el Palais de Tokyo ,
me parece pertinente hacer énfasis en lo siguiente: Si bien es cierto
que este “espacio de creación contemporánea”, nace de la relación
Estado (institución) y asociación (estructura “independeinte”) su
funcionamiento es completamente libre a nivel de gestión y
financieramente hablando. Quizás es el mejor ejemplo de esta relación.
Ahora bien, en ningún momento el Estado, intento legitimar algo que
era antes institucional.
Con la reapertura del Palais de Tokyo, se pretendía
dar una
“utilidad publica” a este monstruo de la
arquitectura. Ahora bien esa
utilidad publica -como lo explica Pierre Restany,
presidente de la
asociación-, “tiende a un nuevo humanismo, como yo lo
anuncié al final
de los años 50s con Yves Klein, y también en mayo del
68, cuando
justamente yo cerraba el Palais de Tokyo por
inutilidad publica”.
Si hoy la viabilidad de tal
proyecto esta en juego es por la falta políticas
culturales que
aseguren un equilibrio entre lo institucional (en este caso
proveniente del Estado)y lo asociativo o “independiente”. Ahora bien
no es de extrañar cuando el gobierno francés esta mas preocupado por
recortar los presupuestos destinados a la educación y la cultura y
aumentar los de la seguridad. Creo que en Colombia estamos lejos,
pero muy lejos de tal relación (utópica)entre El estado y lo
independiente, que da como resultado, en el caso francés, el espacio
del Palais de Tokyo, donde “la utilidad publica -por utilizar las
palabras del mismo Restany el día de la inauguración-,ha vuelto con
todas sus esperanzas, todos sus sueños y el deseo de seguir
viviendo”. Cual es la utilidad publica entonces, de lo independiente
si no se tiene enfrente lo institucional?
Jaime
Iregui, artista y moderador de Modus
Operandi:
En el marco de esta
discusión, en donde se han presentado
modos
de operar de espacios y proyectos en Colombia, Ecuador
y
Francia, me parece que lo interesante es conocer precisamente
cómo
estos espacios conocidos como “independientes”, operan y
circulan
por los diferentes contextos. La discusión sobre si la
independencia
en términos metafísicos es posible podría ser tema
para
otro debate. En este, creo que la propuesta es contrastar
experiencias
y formas de funcionar.
OPERAR EN FRANCIA
Para
darle un poco de contexto al caso del Palais de Tokyo, es
bueno
saber que en Francia el Ministerio de Cultura inició hace
unos
años la aplicación de un proceso de descentralización que
consiste
básicamente en apoyar con financiación proyectos en las
regiones
dirigidos por asociaciones artísticas y culturales de
carácter
independiente.
Es
decir, no se trata de continuar girando dineros a los
museos
e instituciones de provincia, el asunto es descentralizar
no
sólo fondos sino modos de operar y poder de decisión.
Esto
materializa una forma de independencia que es fundamental
y
que en este foro se trató en el texto de introducción:
los
criterios que rigen una de estas asociaciones -programación,
contenidos,
funcionamiento- están determinados por la asociación y no
por
el Estado. Surgen del pensamiento artístico y no de políticas institucionales.
Dichas
asociaciones están compuestas en su mayoría por gente de
teatro,
artes plásticas, músicas y danza. La gran mayoría recibe
apoyos
de instituciones locales como alcaldías, municipalidades y
empresa
privada. Los dineros del Ministerio no llegan a todas y
por
lo tanto, pueden subsistir sin su apoyo.
Tanto
en Francia como en los demás países del mundo, la mayoría
de
este tipo de asociaciones surgen por voluntad de los
artistas.
Otras por voluntad del Estado, como es el caso de la
asociación
creada para Palais de Tokyo y de la cual es presidente
el
ampliamente conocido -y establecido- crítico Pierre Restany que,
si
no estoy mal, fue designado para ese cargo por el Ministerio de
Cultura
y Comunicación de Francia.
Por
supuesto, el tipo de ayudas que reciben para funcionamiento
varía
de acuerdo al contexto en que se inscriben. En el caso del
Palais
viene en su mayoría de uno o dos organismos del Estado,
razón
por la cual, si el funcionario de turno decide no seguir
apoyándolo
por uno u otro motivo, el proyecto puede paralizarse
o
como se piensa va a suceder: cerrarse definitivamente.
Por
ello si se cierra el Palais el gobierno entendería que es
mejor
no ponerse a crear asociaciones “libres y autónomas” como
sucedió
con el Palais y en cambio continuar apoyando la gran
cantidad
de espacios que funcionan en toda Francia y con los
cuales
tienen niveles más bajos de compromiso como es el caso
de
La Friche en Marsella, que en febrero de este año fue la
anfitriona
del primer Encuentro Internacional de Espacios
Independientes
y que contó con 80 invitados de Europa, América,
Asia
y Africa.
MECANICA NACIONAL
En
Colombia los espacios independientes funcionan cada uno con
modelo
y formas de operar propios. Ser independiente aquí es
arreglárselas
como pueda. Se da prácticamente por “default”
pues,
como es por todos bien conocido, las instituciones
nuestras
(salvo dos o tres casos) a duras penas pagan nómina,
y
muy ocasionalmente aportan para un proyecto independiente.
En
vez de asociaciones de artistas con forma jurídica
(se
intentó hace unos años crear una y fue un fracaso) hay
proyectos
que funcionan como organizaciones sin ánimo de lucro
(La
Rebeca, Bienal de Venecia, Fundación Equilibrio) y reciben
apoyos
de organismos nacionales e internacionales. Otros como
Valdez,
Asterisco, Espacio Vacío, Nadieopina y Laboratorio de
Artistas,
autogestionan sus apoyos con becas, apoyos del
I.D.C.T.,
subastas, fiestas, alquileres y dinero propio.
Además,
los motivos para que estos espacios operen, no creo que sea
por
una falta de apoyo de las instituciones, una moda, o como estrategia
de
infiltración en el microscópico “mainstream” local.
Hace
años que dejamos de esperar propuestas institucionales que
ayuden
en la construcción de sentido, que día a día se hace más
y
más necesario en un medio como el colombiano, donde la violencia
y
el sinsentido rompe records cada minuto.
Bernardo
Rengifo, filósofo:
No resulta fácil decidir por que “no funcionó” el
Palais de Tokio, y no
pretendo intentar algo semejante. Además de desconocer las premisas de fondo
que
se establecieron para su uso (¿bajo qué condiciones
se podrían haber expresado allí
marginalidades, excluidos...?), y de carecer de
información suficiente sobre las políticas
culturales a las que pudieron articularse las
intenciones del proyecto en el contexto francés
(grupos de artistas, intelectuales,
administradores...), tampoco se sabe exactamente
qué va a ocurrir con ese espacio.
No obstante, el problema no cesa de poner en juego la pregunta sobre la
relación con el orden institucional en las producciones estéticas de hoy;
pregunta que ni debe ser conducida a una dialéctica entre opuestos ni a una
”metafísica” que reduzca la importancia que merece el problema de los
desplazamientos de significación, creación, gestión, estetización... que se
experimentan en el presente (no sólo en el “Primer Mundo”). Me parece que
esa pregunta podría alcanzar mayor resonancia a condición de sustituir la
relación dialéctica “Instituciones-Trasgresión” por la relación subjetiva
”Instituciones-Marginalidades” en este caso; porque los procedimientos de
marginación tampoco son exclusivos del individuo frente al Estado.
A partir de algunos datos presentados por Jade Lingaard en su exposición, se
pudo observar que existía en el Estado una voluntad por integrar
institucionalmente un flujo heterogéneo de creación para reconvertirlo en
materia de expresión circulante. En ese sentido, puede parecer que los
flujos de subjetivación estética, bajo ciertas condiciones, pueden
resistirse a una institucionalización programática del tipo “espacio
expositivo”.
Resulta visible, entonces, que las instituciones
tampoco pueden jugar
inocentemente con lo no-institucional; pero, precisamente, no cesan de
intentarlo, especialmente cuando lo no-institucional parece traducirse -en
este caso- como potencia constructiva de territorios existenciales de
autorreferencia.
De acuerdo con Juan Andrés Gaitán. Las instituciones pueden literalmente
absorber flujos de resistencia y devolverlos como subjetividad comunicativa
estandarizada. Conferir a un espacio el carácter de “supermercado artístico”
(o Disneylandia Estética), bajo una virtualidad neutralizada por cortes
estratégicos de capital, puede ser otra manera de suspender su operatividad.
Y naturalmente, a ello sólo puede responder un inquietante vacío.
Pero es aquí donde valdría la pena preguntarse si precisamente “no funcionar
era la manera de funcionar de ese espacio”. ¿Transpolítica bajo una
transestética, como lo plantea Baudrillard? Si el Estado pretende convertir
la intención inicial para ese espacio en lugar de visibilidad para una
creación consensualista, para una transparencia homogeneizante del acto
creador, entonces sólo produce un enorme simulacro, el efecto inerte de una
parálisis cultural, cargada de signos inútiles.
Perversidad del Estado en su intento de reconversión de un signo de
naturaleza secreta y marginal, en un signo que pueda ofrecerse a una
publicidad que se ampara en la sospechosa “legitimidad” de una exposición de
todos los gestos bajo la homogénesis del consumismo estético.
¿Disuasión cultural en la nueva transestética? ¿Inercia de una simulación
que, en su barrido implosivo, quiso reducir subjetividades marginales a un
espacio limitado que sólo puede devolver los residuos del mismo simulacro
que lo ha fundado?
No lo sabemos con certeza. Pero, sin duda, el Estado dispone de numerosas
prácticas de resingularización allí donde puedan surgir modalidades de
subjetivación heterogéneas. ¿Establecer la naturaleza local de esas
prácticas, y sus posibles salidas, sería parte del trabajo estético hoy?
Milena
Bonilla, artista:
El comentario de Bernardo Rengifo acierta en lo que
corresponde a una
especie de “simulacrización” cultural por parte del Estado en el
caso del Palais de Tokio.
No es gratis que la historia legitime precisamente procesos
socio-culturales que tuvieron un comienzo aislado, o por decirlo así,
marginal (aunque bueno, miremos quién hace la historia.). Es el caso de
la
Comuna del 48, el Muralismo Mexicano, la salida de las mentes rusas bajo el
régimen Stalinista (ni hablar de Alemania), mayo del 68 (Situacionismo) y de
ahí en adelante miles de casos en micro y macro. Con estos ejemplos
quiero
apuntar a que estos procesos fueron dados en ambientes reaccionarios donde
precisamente surgieron por presión de diferente orden en cada caso.
El tema de los espacios independientes es pertinente en la medida en que se
tenga claro que se dan precisamente por escape o dislocación de unos
estigmas depositados y fatigosos al interior de lo que se llama la industria
cultural. Los espacios independientes o los intentos de accionar modelos
de
operar del arte diferente, funcionan en principio como fugas de un aparato
circulatorio escleroso pero dominante. En ese sentido, el caso de lo
sucedido en París es un síntoma del fracaso de las imposturas al interior de
algo que debe darse ‘naturalmente’; lo digo porque no me parece que tenga
mucho sentido que el proceso se dé a la inversa, es decir, el estado intenta
aprehender apriori una situación (porque no es sólo un espacio) que ha
venido generándose precisamente desde fracturas institucionales, desde
inoperancias comunicacionales y esto es algo que únicamente se puede
señalar desde procesos creativos.
Entonces, en ese orden es falso o impostado que un
gobierno arme un monstruo
(como el doctor Frankenstein, armando vida con
pedazos de seres muertos) con cara de espacio
independiente pero con una sustancia inerte
ideológicamente.
La intención de un espacio independiente puede tener muchas directrices,
pero una de las más importantes es la de revitalizar procesos que otrora
fueron pertinentes pero que la misma “institucionalización” (vaya virus!),
atrapa para generar diferentes tipos de mercado. La utopía o utopización
de
las ideas acerca del arte y su inserción en la vida dan cabida a movimientos
por parte de artistas y pensadores allegados para abrir brechas de
comprensión hacia diferentes públicos; es en este sentido en el que el
trabajo académico se vuelve tan importante, pero por lo general, este tiene
un efecto de rebote cuando viene la práctica, incluso dentro de la misma
institución académica, al encontrarse con limitantes ya sea de espacio o de
lo que las políticas de la Escuela desean para sus estudiantes. Es
así
como viene un pensamiento recurrente: Si no puedes contra tu enemigo (o no
lo entiendes), únetele (y esto para los dos lados del ring). Michel Serres
apunta que no puede haber contradicción entre dos personas si una de ellas
habla un lenguaje que la otra no entiende, entonces ¿aquí que pugna,
conversación o discusión puede haber si los dos lenguajes son diferentes?.
No se trata de hacer ver víctimas o victimarios, es sencillamente hacer
visible que un problema de proyectación como el que ocurre en este momento
con el Palais de Tokio, se da por un desconocimiento mutuo (artistas-estado)
y por la manifestación material o materialización de intereses de
diferente
orden.
Juan
Andrés Gaitán, artista:
Esta discusión sobre lo
institucional y lo independiente ha venido
desarrollándose
en torno a un paralelo Francia / Colombia, dos países
donde
la esfera de la cultura se encuentra fuertemente centralizada
(Paris
y Bogotá) aunque en Francia, y en otros países como Inglaterra,
Alemania,
incluso España, se han producido intentos de
descentralización
(la Tate en Liverpool y en St.Yves, Documenta en
Kassel
y los Proyectos de Munster, el Guggenheim Bilbao, etc.) estos
intentos
han sido mas bien muestras de capital flexible, en donde el
centro
se desplaza pero no se disuelve, y claramente, aunque no es
necesario
notar, la Tate, la Documenta y el Guggenheim son tres de las
instituciones
(si no “las” tres instituciones) que mueven el mercado
actual
del arte en el mundo. Siendo centros de peregrinaje, su
fragmentación
a la vez produce movimientos alternos dentro
del
mismo peregrinaje cultural, lo que llamamos turismo cultural.
Pero
el problema que quiero apuntar acá es ligeramente diferente a esto, la
Tate
y el Guggenheim son instituciones que funcionan con recursos
privados,
el Guggenheim es ya una corporación y la Tate va en camino
(anunciado)
a convertirse en una entidad corporativa. Entonces el
problema
que quiero apuntar: los movimientos independientes en Estados
Unidos,
Canadá, Inglaterra, se estructuran en contraposición a las
entidades
corporativas, no en contra del estado, y en muchos casos es
el
Estado (especialmente en países que se consideran ligeramente
socialistas
como Canadá, Francia, Suecia) el que patrocina estos
espacios
independientes por medio de agencias gubernamentales para la
promoción
cultural. Esto no sucede únicamente en el área de las artes
visuales,
también es un fenómeno en el campo musical, danza, teatro,
etc.
Los
movimientos subculturales, por otra parte (frecuentemente
acoplados
a una escena musical, y últimamente también acoplándose a
escenas
de las artes visuales) no hacen una distinción entre la
infraestructura
del estado y la corporativa, las dos son
representativas
de un poder establecido. El artista contemporáneo debe
entonces
ser consciente de dos aspectos en su voluntad de independencia:
primero
está la conciencia de las instituciones que manipulan las
esferas
culturales y las formas de resistir tendencias de
institucionlaizacion;
segundo está la conciencia de estar practicando
dentro
de un campo que ha producido su propio terreno de accion,
llamese
arte visual, historiografia, literatura, el artista existe en
la
medida en que su campo de accion es ya una institucion, y en la
medida
en que su posicion en la sociedad es una institucion: el
artista,
el historiados, el escritor.
No
pretendo denunciarnos, o auto denunciarnos, como agentes
institucionales,
sino como productores dependientes de una estructura
social
que acepta y acomoda la producción cultural como parte
necesaria,
aunque a veces marginal. Lo que quiero anotar es que lo que
nos
preocupa en este momento es una presión por ejercer nuestra
profesión
no como agentes dentro de una estructura social, sino además
como
productores dentro de un mercado socio-económico, en donde los
productos
de nuestra práctica deben desdoblarse velozmente en ganancias
económicas,
participar activamente en un mercado bursátil, representar
de
inmediato su valor corriente. Creo que es esta presión, que a veces
proviene
del estado, en otros casos de corporaciones, y frecuentemente
de
los dos, lo que intenta resistir el artista independiente.