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sábado, 20 de noviembre
de 2004 |
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Tomado El TiempoLa industria petrolera
en Colombia, concesiones, reversión y asociaciones Por: Eduardo Sáenz Rovner Bajo el sistema de concesiones
producía el 1.19% del crudo mundial y ocupaba el octavo puesto como productor
en el mundo en 1927. En 1905, el coronel José Joaquín
Bohórquez, veterano de la guerra de los Mil Días, le presentó a Roberto de
Mares unas muestras de petróleo obtenidas en el campamento de Infantas, cerca
al poblado de Barrancabermeja, durante una de sus expediciones por las selvas
de la región en busca de caucho. Otro veterano de la misma guerra,
el general conservador Virgilio Barco, también encontró petróleo en las
selvas del Catatumbo, a donde había ido inicialmente tras sus riquezas
vegetales. De Mares obtuvo una concesión a
treinta años en la zona aledaña a Barrancabermeja, aprovechando su cercana
amistad con el presidente Rafael Reyes, su padrino de bodas, mientras Barco
se hacía a otra concesión similar en el Catatumbo. Bohórquez no tuvo tanta
suerte, ya que sólo recibió una pensión por parte del Estado durante los
últimos años de su vida. De Mares se vio obligado a
postergar varias veces el inicio de la explotación petrolera por no contar
con los recursos suficientes. En 1915, y de manera casual, De Mares conoció
al especulador norteamericano John Leonard, quien se interesó en el negocio. Leonard viajó a lo que se
conocería como la Concesión De Mares, y de regreso a su país interesó a tres
de sus compatriotas: George Crawford, Joseph Trees y Michael Benedum. Años
más tarde este último narraba la fascinación que les causó el potencial de la
zona en donde "la tierra olía a petróleo", aunque se preguntaban
sobre cómo se las "arreglarían con los cazadores de cabezas de la
región, las serpientes venenosas y las boas constrictoras". En 1916 Crawford, Trees y Benedum
fundaron la Tropical Oil Company en Wilmington, Delaware. Tres años después,
el gobierno colombiano aprobó el traspaso de la Concesión a la Tropical y
cuatro años más tarde las acciones de ésta fueron vendidas a la International
Petroleum Company de Toronto, una subsidiaria de la poderosísima Standard Oil
de New Jersey. Así, la Standard se hizo a los
promisorios campos petrolíferos de la Concesión de Mares, que en 1927
representaban su principal fuente de explotación fuera de los Estados Unidos. Esta multinacional norteamericana
se veía como una compañía comercial y como un agente civilizador que llevaba
progreso al trópico. Gibb y Knowlton, los historiadores oficiales de la
Standard, narraron así los comienzos de la explotación, en palabras que hacen
eco a las pronunciadas por Benedum: "Esta búsqueda constituye uno de los
[episodios] épicos de la industria del petróleo. La Concesión De Mares era por sí
misma salvaje una tierra de temperaturas hirvientes, aguaceros increíbles y
tribus nativas nada amigables [...] Los exploradores no encontraron
facilidades de ninguna clase, ni en Barranca ni en Infantas, de vivienda para
el hombre blanco [...] Las enfermedades tropicales eran
rampantes, y la mayoría de los nativos del lugar estaban enfermos,
desnutridos y desacostumbrados a la disciplina del trabajo sistemático".
The Lamp, la revista institucional de la Standard, fue explícita en esta
clase de calificativos cuando publicó un artículo sobre la Concesión titulado
"Civilización en la selva". En otro artículo advirtió sobre
el contraste "entre las dificultades de obtener el crudo en Texas u
Oklahoma, y las que se encontraron las compañías pioneras en las regiones
extranjeras incivilizadas del mundo [...] Una parte considerable de los
gastos iniciales son debidos al trabajo médico y de salubridad para proteger
no solamente a los hombres blancos enviados al campo nuevo, sino también a
los empleados nativos". A pesar de los anteriores
comentarios, los orígenes de la explotación de la Concesión De Mares marcaron
el encuentro de dos mundos, dos formas diferentes de ver la vida. Así, el
historiador norteamericano Jonathan Brown nos ofrece una fascinante
descripción de los orígenes de la industria petrolera en México: el choque de
valores entre una tradición anglosajona, liberal y libertaria y una estructura
social mexicana, profundamente jerarquizada, y ambigua hacia la penetración
del capital norteamericano. La inversión extranjera en México
traía no sólo explotación, un trato racista hacia los "nativos",
intrigas, compra de políticos, etc., sino también progreso material,
desarrollo económico, transferencia tecnológica, servicios públicos,
salubridad y hospitales. Este es el carácter dual del desarrollo capitalista
y de la modernización. Tenía pues razón la Standard, en
la década de los años veinte, cuando proclamaba que sus facilidades
hospitalarias eran las mejores del país. No era accidental que en temas de
salubridad e higiene hubiese puntos de vista comunes entre la Standard y Raúl
Eduardo Mahecha, líder sindical de izquierda quien organizó varias huelgas
contra la Tropical. Mahecha condenaba el uso de bebidas alcohólicas e
inculcaba en los hombres las buenas maneras en la mesa, la higiene corporal,
el uso del vestido apropiado, etc. La inversión extranjera no venía
sola. También se imponían ritmos de trabajo moderno. En otro artículo de The
Lamp, la compañía reconocía la rápida adaptación del obrero colombiano a su
nueva forma de vida, según ésta motivada por los salarios más altos y las
nuevas condiciones de salud e higiene hasta entonces desconocidos por la gran
mayoría de los colombianos. Sin embargo, veinte años después
un general del ejército colombiano sostenía en un informe que los obreros
harían cualquier cosa para evitar el trabajo: "He podido darme cuenta de
la inmensa actividad [sic] de enfermedades venéreas que existen entre los
trabajadores de la Compañía [...] y se tiene la seguridad, por el enorme
aumento, de que con tales enfermedades se trata solamente de eludir el
trabajo". Las regalías recibidas por la
Nación fluctuaban entre el 6 y el 10% de la producción bruta de los campos.
En 1941, el gobierno colombiano presentó una demanda ante la Corte Suprema de
Justicia, argumentando que la Concesión De Mares debía revertir al país en
1946, y no en 1951 como sostenía la Tropical. La Corte falló durante la segunda
presidencia de Alfonso López Pumarejo a favor de la compañía. Según el
historiador Rene de la Pedraja, quien basa su investigación en archivos
norteamericanos, colombianos y británicos, López Pumarejo, quien durante años
habría sido sobornado por las compañías petroleras, presionó a los
magistrados. En diciembre de 1948, el gobierno
colombiano expidió un decreto presidencial creando una compañía petrolera que
asumiría la Concesión De Mares después de su reversión al Estado en agosto de
1951. Las negociaciones de la transición fueron sostenidas entre el gobierno
colombiano, la multinacional norteamericana, la misión diplomática de los
Estados Unidos en Bogotá y capitalistas colombianos (en particular los
industriales de Medellín), para organizar la nueva compañía y decidir sobre
las contribuciones económicas y técnicas de cada uno de los grupos
interesados. Aunque los administradores
locales de la Tropical querían participar en la nueva empresa, los ejecutivos
de la Standard en los Estados Unidos no estaban de acuerdo. Estos sostenían
que a menos que pudiesen controlar el 51% de la compañía -lo que el gobierno
colombiano no permitiría- no trabajarían en una empresa dominada por el
Estado. Además, tenían más interés en
desarrollar los campos petroleros en el Medio Oriente y no se sentían a gusto
con los problemas laborales que encaraban en Colombia. Los representantes de
la embajada norteamericana en Bogotá y el Departamento de Estado trataron de
persuadir a la Standard a que permaneciese en Colombia, ya que consideraban
importante que los Estados Unidos asegurasen reservas petroleras en el
hemisferio occidental, un área del mundo con la cual se sentían seguros, para
no tener que depender de las reservas de un Medio Oriente inestable y en el
cual no tenían hegemonía política. A su vez, los industriales
colombianos se preocupaban por el flujo normal de combustible. La refinería
operada por la Tropical representaba la mayor fuente de combustible del país;
así, cuando los trabajadores entraban en huelgas prolongadas, la economía se
paralizaba. Sin embargo, para diciembre de
1948, después de la represión que siguió a los eventos del Bogotazo, los
trabajadores petroleros en la Concesión fueron debilitados y su incidencia en
las negociaciones para la formación de la nueva compañía fueron mínimas. En meses anteriores, la retórica
nacionalista de los obreros había sido bastante enérgica. De esto era
consciente el gobierno, que tenía infiltrada a la Unión Sindical Obrera
(USO), tal y como se puede leer en el siguiente informe al entonces director
general de la Policía Nacional: "El detective No 37 informa que los
obreros cuentan con apoyo económico de muchos sindicatos del país [...] Los mismos obreros hablan
insistentemente de que cuentan con el apoyo moral y económico de sindicatos
petroleros de Venezuela, Perú y México [...] Los detectives me informan [que]
la primordial preocupación de los trabajadores del petróleo en huelga, es la
de hacerle sentir al gobierno por todos los medios de la razón y la cordura,
la necesidad de nacionalizar la industria del petróleo". De todas formas, durante las
negociaciones los obreros no fueron tenidos en cuenta; Rafael Rangel, el
"alcalde popular" que se tomó la alcaldía de Barrancabermeja con el
apoyo, entre otros, de la USO durante el Bogotazo, huyó a San Vicente de
Chucurí y allí organizó una guerrilla liberal contra el gobierno. Los líderes de la USO habían sido
encarcelados y varios de ellos asesinados. La USO fue suplantada por dos
sindicatos afiliados a la conservadora Unión de Trabajadores Colombianos
(UTC), y sólo recuperaría su influencia en 1957, meses después de la caída
del general Gustavo Rojas Pinilla. Los industriales colombianos,
agremiados en la Asociación Nacional de Industriales (ANDI), estaban
interesados en dominar la nueva compañía petrolera. Entre sus exigencias le
pedían al gobierno que expulsase a los miles de colonos que desde los años
veinte se habían tomado terrenos de la Concesión. Además, la ANDI exigía que el
Estado se responsabilizara de la carga prestacional dejada por la Tropical.
Los industriales manifestaron en repetidas ocasiones que Colombia no debía
seguir los pasos de México y Bolivia, países que habían expropiado a las
compañías petroleras extranjeras en los años treinta. También insistían en que las
nacionalizaciones sentaban un precedente en contra del sistema de libre
empresa. En un principio, el gobierno fue receptivo a las peticiones de los
industriales. Sin embargo, estos fueron incapaces de conseguir el capital
necesario para la expansión de la vieja e insuficiente refinería de
Barrancabermeja. El 7 de agosto de 1950, Laureano
Gómez asumió la presidencia en un clima de represión política y laboral,
acompañado por fuertes dosis de violencia. Gómez quería tener una relación
más cercana con los Estados Unidos. Los encargados de la Oficina de las
Repúblicas Americanas en el Departamento de Estado lo percibían como un
simpatizante fascista, anti-norteamericano y dictatorial. En esta percepción
influía, no sólo la conducta de Gómez, sino también las presiones de algunos
intelectuales y políticos liberales colombianos en el exilio. Gómez quería mejorar sus
relaciones con los norteamericanos y atraer capital extranjero a la economía
colombiana. Su cambio de actitud se refleja en las palabras del congresista
norteamericano James I. Dolliver, quien asistió a la posesión presidencial de
Gómez: "La experiencia pasada [de Gómez] ha levantado gran controversia.
En diferentes ocasiones ha sido pro-falangista y anti-norteamericano, pero
sus pronunciamientos en el día de su posesión, incluyendo su tributo al papel
norteamericano en Corea, indicaron en ese momento que él era
pro-norteamericano". Mientras tanto, los
representantes del gobierno estadounidense se reunían con lo ejecutivos de la
Standard, y acordaron solicitarle al Banco Mundial que presionase a Colombia
para que ofreciese mejores condiciones a la inversión extranjera. Finalmente,
la International Petroleum Company, otra subsidiaria de la Standard, presentó
una propuesta al gobierno colombiano. El gobierno presidido por Gómez
decidió crear la Empresa Colombiana de Petróleos, Ecopetrol, que explotaría
los campos petrolíferos de la antigua Concesión con la asesoría técnica de la
International. Esta, a su vez, prestaría el capital para la expansión de la
refinería en Barrancabermeja (tiempo después, el Banco Mundial haría otro
préstamo con el mismo fin). La International operaría la
refinería durante diez años, y la Esso, otra subsidiaria de la Standard, se
encargaría de la distribución de los derivados del petróleo en Colombia. El
25 de agosto de 1951, la Concesión De Mares finalmente revirtió a la Nación.
En frases de The Lamp, esta es parte de la descripción de los hechos de ese
día: "El evento era único: nunca antes una propiedad petrolera
importante, desarrollada por una compañía privada, había regresado a la
Nación en virtud de la expiración de su contrato [...] A la hora de la reversión, 600
personas, la mayoría de ellos prominentes en el gobierno o en los negocios,
permanecían apretados en el Club Internacional en El Centro cantando el himno
nacional". Con el sistema de concesiones
Colombia obtuvo regalías muy bajas, incluso desventajosas si se las compara
con las de otros países del Tercer Mundo. Esto ha llevado al historiador Rene
de la Pedraja a argumentar sobre el poco interés que la élite colombiana ha
tenido en el desarrollo energético y económico del país. odríamos sugerir entonces que los
grupos dominantes han estado más interesados en defender los precios y los
mercados cafeteros, unos, y otros en proteger la industria nacional a
cualquier costo. El argumento de De la Pedraja
podría encontrar una réplica en las palabras de un reciente presidente de
Ecopetrol, quien comenta con ironía, que incluso las políticas petroleras del
dictador venezolano Juan Vicente Gómez, gobernante de su país entre 1909 y
1935, eran más nacionalistas que las de sus colegas colombianos. Dice él: "Esta es la base
para hablar de diferencias entre las participaciones de un Estado rico [...]
administrado por un dictador, calificado de ignorante, y una dirigencia
siempre ausente con respecto a una industria que pudiera ser la base de
nuestro desarrollo y equilibrio social". A pesar de todo, Colombia no pudo
ser ajena a desarrollos internacionales. Si bien es cierto que desde 1969
Ecopetrol había sido facultada por el gobierno para explotar terrenos diferentes
a los de la antigua Concesión De Mares, fue sólo como consecuencia de la
crisis petrolera de 1973 que Colombia dejó de otorgar nuevas concesiones, a
pesar de que las antiguas caducasen al cabo de los términos convenidos. Así, por medio de un decreto de
emergencia económica de octubre de 1974, se abolió el sistema de concesiones
en Colombia y se empezaron a implantar contratos de asociación que ya eran
comunes en otros países. Hoy día, mediante los contratos
de asociación, la compañía privada asociada corre con los riesgos de
exploración, exceptuando los contratos de riesgo compartido, donde Ecopetrol
asume parte de estos costos. Si el campo resulta
comercializable, el 20% del producto bruto se paga como regalías y a la
empresa asociada le es reembolsada la mitad de sus gastos. De ahí en
adelante, al menos en teoría, Ecopetrol recibe entre un 50 y un 70% siguiendo
una escala que depende del total de la producción acumulada en un campo dado. En cualquier país del mundo, los
escritos sobre el tema de las compañías petroleras generalmente vienen
cargados de emociones y de intereses. Existen dos discursos con muy pocos
puntos de encuentro. Así, en nuestro país, algunos autores parecen reflejar
el intenso sentimiento de Pablo Neruda quien, en el Canto General, describe a
los abogados criollos de las multinacionales como "enanos oscuros",
mientras las compañías petroleras "compran países, pueblos, mares... " Otros colombianos, más
cercanos al corazón de las empresas, consideran que es su deber mostrar a los
pioneros de la industria petrolera en Colombia más "[como] héroes que
[como] villanos, [quienes] merecen un puesto especial en la historia
económica de Colombia por su contribución a la riqueza y bienestar del
país". Sin embargo, la historia no es tan sencilla. Las negociaciones sobre las
diferentes modalidades de explotación del petróleo, además de haber sido
fruto de presiones, no siempre ortodoxas, son también el resultado de
condiciones externas tales como la repartición de esferas geopolíticas de
influencia a nivel mundial, los procesos de descolonización desde la segunda
Guerra Mundial, y las condiciones de la oferta internacional del crudo. Además, como ya se señaló, la
expansión del capitalismo y la implementación de nuevas formas de
organización del trabajo y de la distribución de la riqueza, constituyen
procesos plenos de contradicciones y matices. |
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