continuación de la crónica 3 (15/09/2003)
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Crónicas del seminario
    En éste momento, un seminarista toma la palabra y sostiene que las necesidades existen, que hay necesidades básicas que existen y que deben satisfacerse (Esto es una reconstrucción a posteriori, por lo que no es una reproducción exacta)
   
Toman la palabra los docentes: nosotros no estamos diciendo, con nuestro recorrido de aires críticos del funcionalismo, que no existan las necesidades básicas de las que hablás. Primero estamos diciendo, o mejor intentando demostrar, cuan deudor es el funcionalismo del organicismo del siglo XIX y de finales del siglo XVIII. Por otra parte, nos preguntamos porqué no pensar que las instituciones son también productoras de necesidades. Hemos dicho que las instituciones producen subjetividad, esto es modos posibles y no posibles de ser sujeto, agregamos que en la sociedad capitalista, de la cual el funcionalismo es la teorización que viene a sostenerla y legitimarla, se construye una subjetividad que entre otras cosas, no pueden pensarse por fuera de la categoría de necesidad; y éste es tal vez la función de las instituciones modernas que el funcionalismo no diagnosticó.
     Veamos, no negamos que nuestro cuerpo enferme en un momento determinado y que debamos concurrir al médico, pero también nos preguntamos hasta qué punto las instituciones de salud no construyen esa idea de salud sostenida desde la enfermedad, hasta qué punto las instituciones de salud no construyen la demanda de salud. El auge que existe sobre el cuidado del cuerpo, en un momento poseía una fundamentación estética que respondía a un criterio de belleza, actualmente a éste criterio se le sumó el del bienestar, el de poseer un cuerpo sano. A la postre esto se ha mediatizado y muchos programas de TV están destinados a crear una subjetividad desde allí.
     Venimos hablando que para el funcionalismo, lo que da sentido a las instituciones, es la satisfacción de necesidades. Tomemos por un momento a Malinowski quien realiza un análisis funcional de las culturas. Respecto a las instituciones el sostiene que éstas, mas allá de la particularidad de las cultura de la que se trate, tienen el propósito de cubrir necesidades e identifica dos tipos de necesidades, las necesidades primeras, éstas son los que entendemos como necesidades básicas y las necesidades segundas, éstas son aquellas que construye una cultura y que por esto contribuye a sostener el orden instituido por esa cultura.
     Ahora bien, para el funcionalismo de Parsons las instituciones tienen una estructura. La estructura de Parsons es identificable a los roles y pautas de conductas preestablecidas. No olvidemos que pensar la distribución de roles a partir de pautas de conductas preestablecidas, y todo esto pensado como estructura, equivale a proponerlos como un invariable en el seno de las instituciones. Digámoslo sin velos, sostener esto equivale a sostener que nos es posible pensar las instituciones y la sociedad sin una división social; podemos decir división social del trabajo o bien sociedad de clases si desean una terminología marxista.
     Claramente el organicismo y el funcionalismo, son teorizaciones que vienen a legitimar y fundamentar al capitalismo como modo único de organización. Pero no solo por esto pretendemos ponerlo en cuestión (retomaremos mas adelante)
     Vemos otra visión de la institución y de la institucionalización, también creada en EEUU. Nos referimos a la concepción de Peter Berger y Thomas Luckman. Ellos nos llevan a un supuesto momento de inicio de una sociedad y proponen imaginar dos personas solas en una isla o en el lugar físico que quieran. ¿Cómo esas dos personas construyen una sociedad? ¿Cómo esas dos personas construyen instituciones? Ante todo aclaremos que para ellos las instituciones son parte de una sociedad, con lo cual continúan en la línea del organicismo y del funcionalismo. Ahora, por otro lado, reconocen que la sociedad y las instituciones son producto de un proceso de institucionalización, por lo que son una construcción histórico-social y en éste punto –al menos por un momento- se separan de las anteriores teorizaciones.
     Estos sostienen que la institucionalización es un proceso de una tipificación de conductas habituadas, o si desean decirlo como ellos, "una tipificación recíproca de acciones habituadas por tipos de actores". Nuevamente, la sociedad y la institución no puede pensarse son roles, segundo, el énfasis está puesto en los modos de hacer; en efecto las instituciones controlaran y legitimarán los modos de hacer, pero además, es a partir de los modos de hacer que se institucionalizan esas formar que controlaran y legitimaran y que se llamaran instituciones.
     Esta concepción es visualizada claramente en los lineamientos planteados por las anteriores, con la sola diferencia que se reconoce la historicidad de las instituciones.

     En éste momento una seminarista toma la palabra y se refiere a cómo en una institución los roles implican un saber sobre ese rol que se desempeña
(versión reconstruida a posteriori)
    Docentes: En efecto, por eso decimos que la distribución de roles es funcional al capitalismo. Tomemos si quieren a Max Weber. El propone dos pilares centrales del capitalismo uno es la racionalización y otro es la burocratización. Este último es una organización jerárquica con roles bien delineados y con un alto grado de profesionalización en el desempeño de esos roles. Esto tal vez ayude a comprender el incremento de las profesiones que se produce actualmente y esa necesidad de delimitar los campos del pensar y del hacer por parte de una profesión. Es así que nosotros nos afanamos en hacer estallar las fronteras de nuestra profesión como Psicólogos.
     Para retomar, tanto en el organicismo, cuanto en el funcionalismo, así como en las ideas de Berger y Luckman, la institución es inscripta en una espacialidad determinada, una espacialidad que desde lo que vimos de Castoriadis, podemos decir que es el espacio de lo instituido. La institución es sinónimo de lo instituido. No olvidemos que lo instituido se propone como universal, único y natural.

     En la dimensión de lo instituido habíamos ubicado el eje de la heteronomía. Los modos de ser y de hacer heterónomos se definían por el hecho de que sus fundamentos, la ley, es trascendente a ellos, es dada por otro. Por lo tanto, queda invisibilizado el hecho de que éste es producto de la creación histórico-social. Claro está que para nosotros, la institución existe en lo instituido, pero no puede agotarse en ello. Existe en ella la dimensión de lo instituyente, de lo imaginario radical, de lo poiético, que es líquido, que se escapa por los intersticios de lo instituido, que insiste desde allí pro-vocando críticamente a lo instituido.
     Cuando pensamos a la institución la pensamos en dos dimensiones que hemos llamado Lo institucional y las instituciones. Por Lo institucional entendemos ese magma de significaciones sociales imaginarias instituidas por una sociedad dada. Por su parte las instituciones son Lo institucional hecho carne, hecho cuerpo, son la materialización de aquel.

     Ahora, es necesario re-pensar la espacialidad de la institución, lo que nos llevará a re-pensar nuestras intervenciones a la institución.. A éste respecto, preferimos pensar la institución como un tejido, en el que se enlazan puntos y esos puntos darán lugar a otros que serán distintos al anterior. Pensamos en un tejido institucional rizomático, en el cual las barreras son esponjosas, difusas, efímeras. El tejido es multidimensional y define una espacialidad de atravesamientos múltiples donde existen órdenes de determinación, pero donde también existe la creación, lo poiético, que creará un nuevo eides. El tejido institucional produce anudamientos, de las instituciones, de Lo institucional, de un sujeto, del deseo, de los cuerpos...

     Por hoy dejamos aquí, ya que no tenemos mas tiempo.