EL BAÑO DE LA OFICINA

Por Granamante




Con mis manos podía sentir la suavidad de esas nalgas grandes y hermosas, y mi boca no dejaba de moverse de un pecho a otro

El plan era, que una ex-compañera de trabajo, se hiciera cargo de una sucursal que estaba próxima a abrir, pero por los trámites que se tardaron, ella optó por conseguir otro trabajo, pero me envió a su sobrina, a la cual ya conocía desde que ella tenía 13 años, pero 6 años después, estaba hecha una mujer, aunque en primera instancia no le presté atención, solo hasta que me di cuenta, que cada mañana que iba a la oficina, para checar los pendientes, a ella se le iban los ojos conmigo.

Aunque aún así, no pensaba aprovecharme de la situación, pues además conocía a su papá también de varios años, solo que cuando su papá se aprovechó de un trabajo que le encargué, que no me lo hizo y como quiera me cobró como si lo hubiera hecho, pues comprendí que no era un buen amigo como creía.

Así que empecé a ver más como mujer a Diana, (así le llamaré), observé como me miraba, le puse atención a su cuerpo, tenía una cintura pequeña, pero unas nalgas grandes y hermosas, que fue lo que más gustó, así que decidí hacerle caso.

Una mañana, aprovechando que estaba sola, empecé a platicar con ella, primero asuntos de trabajo, pasando sin que se diese cuenta al terreno personal, y resumiendo la plática le dije lo siguiente:

El amor es tan bonito, que cuando un hombre llegue a ti, te tomé de las manos y en ese contacto, haga que tu cuerpo se estremezca completamente, y sientas cuando acerque sus labios a los tuyos, que con un beso suave, la sangre de tu cuerpo empieza a elevar la temperatura, y descubras que en ese beso dulce, le estás entregando tu alma y tu cuerpo.

Entonces él, pasará de esos besos tiernos, a besos más apasionados, que se trasladarán de tu boca a tus mejillas, a tu cuello, y cuando acerqué su boca a tus oídos, sentirás el calor de su voz, diciéndote que eres el amor de su vida, y precisamente tu vida le pertenecerá, y sus besos se apoderarán de tu cuerpo.

Tu mente ya no pensará más, pues el calor de tu cuerpo, estará pidiendo a gritos, que esos besos que estás recibiendo, lleguen a los lugares más escondidos, y la humedad de tu vagina, será como un imán que atraiga rápidamente su lengua, esa lengua que te llevara a disfrutar de los placeres más misteriosos e intensos de tu ser.

Mientras le decía todo esto, sus ojos no parpadeaban, realmente se podía percibir en su cara, toda la excitación que sentía en esos momentos, de repente su respiración era más agitada y ni una palabra salía de su boca.

Y luego, a la llegada de tu primer orgasmo, sentirás el deseo inmenso de sentirte penetrada, y gozaras tanto que desearas que ese pene permanezca toda la vida dentro de ti, haciéndote sentir la mujer más feliz del universo. Al ver el sudor de sus manos, que descansaban en el escritorio, decidí que era el momento de marcharme.
Así que me levanté de la silla, y le dije, bueno, ya me voy.

Ella estaba del otro lado del escritorio, estiré mi mano y me acerqué para despedirme de beso, ese beso se lo di muy cerca de la boca y sin despegar mis labios, los recorrí a su boca, recibiendo un beso apasionado de parte suya.

Me pasé del lado donde estaba ella, la empecé a besar, la tomé de sus nalgas y la apreté de tal manera que su vagina quedara a la altura de mi verga que estaba ya parada. Al oído le dije que fuera al baño, se desvistiera y allí me esperara.

Cerré la puerta con llave, enseguida fui al baño y allí me estaba esperando aún con sus pantaletas puestas y el sostén que apenas podía suportar el incremento de sus pezones que adornaban sus hermosos y grandes pechos.

Me quité la camisa y se acercó a mí para besarme apasionadamente, rápidamente mi boca fue a su cuello, quité su sostén para dejar libres sus pechos y hacerlos presa de mi boca sedienta, mientras mis manos acariciaban sus nalgas por encima del calzón, y luego se los levanté para meterle la parte de atrás
entre sus nalgas para que pareciera como si trajera un hilo dental.

Con mis manos podía sentir la suavidad de esas nalgas grandes y hermosas, y mi boca no dejaba de moverse de un pecho a otro, luego metí mi mano entre su calzón para sentir sus vellos púbicos y el sudor de su vagina combinado con los jugos que eran expulsados por su excitación, lo cual me facilitó meter un dedo, luego dos, entre su vagina, y con sus mismos jugos recorría toda su vagina, estimulando su clítoris, sus gemidos eran más intensos, pero no deseaba que se viniera con el movimiento de mis dedos.

La puse empinada hacia una pared del baño, de espaldas hacia mí, hice a un lado su calzón, y empecé a chupar desde su vagina hasta su ano, tomándome y disfrutando el delicioso sabor de sus jugos, luego le volví a meter mis dedos en la vagina, haciendo un movimiento como de tijeras y mi lengua se fue a estimular su vagina, haciendo que chorros de jugos se fueran directos a mi boca, escuchando como un grito orgásmico salió de su boca y sus piernas apretaron mi cabeza.

Quité sus calzones, y así como estaba empinada la empecé a penetrar, era bellísimo ver como sus nalgas hacían la forma de un corazón muy grande, que chocaban en mi estómago y vientre, sintiendo el placer inexplicable de escuchar ese “ploap ploap”, en cada metida de verga que le daba y como sus jugos se escurrían entre sus piernas y las mías.

La excitación que me producía ver la hermosura de su ano, como se contraía, hizo que mi mano derecha, se humedeciera con sus jugos vaginales y así al mismo tiempo le metiera un dedo entre su ano, sin perder concentración en la penetración, con la mano izquierda rodee su cintura para llegar hasta su clítoris, de tal manera que al mismo tiempo, estimulaba su clítoris, su ano y con mi verga, su vagina, haciéndola explotar en un orgasmo muy intenso.

Aceleré mis movimientos y antes de venirme, saqué mi verga y le salpiqué sus nalgas y espalda de mi leche, luego con mi mano se la embarré, tomé un papel y le limpié lo que quedaba de sus jugos y mi leche, me hinqué, abrí sus nalgas y le di un beso en su vagina, puse mis mejillas en sus nalgas, la apreté fuerte, le volví a dar otro beso, pero ahora en ese corazón grandote que me había dado tanto placer, y procedimos a vestirnos.

El problema era que estaba tan mojado del sudor, que no podía vestirme, pues empaparía toda mi ropa, así que me refresqué con agua y me sequé con el papel para manos, me despedí con un beso suave y tierno de ella y salí a escondidas para que no me vieran los chismosos del local de a lado.

Autor: Granamante



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