- Poblada desde el paleolítico, la región fue escenario de la migración celta(-400) y de la expansión de los germanos hacia el Oeste y Sur (-200), a expensas de los primeros.
- Las incursiones germánicas a las Galias y las grandes confederaciones en que se organizaron los germanos (siglo III) constituyeron una seria amenaza para Roma, cuyos territorios imperiales ocuparon en gran parte al desplazarse hacia el Oeste presionados por los hunos (hacia 433 - 453).
- La penetración religiosa y económica efectuada por la dinastía carolingia facilitó el proceso de unificación de los pueblos germánicos, cuyas primeras ciudades comenzaron a surgir en torno a los monasterios que cubrieron sus tierras (Fulda, 744; Corvey, 822).
- Con la primera división del imperio de Carlomagno (843), el reino de los francos, en el Este, gobernado por Luis el Germánico, emergió como el núcleo del Estado alemán.
- Las incursiones de normandos, eslavos y magiares precipitaron la disgregación del poder de los monarcas y el crecimiento del feudalismo, resurgiendo las antiguas comunidades étnicas o ducados nacionales: Baviera, Suabia, Franconia, Lorena y Sajonia, cuyos duques se constituyeron en los magnates más poderosos de Alemania.
- La instauración de la dignidad imperial se inició a partir del siglo X, cuando Otón I el Grande extendió su autoridad a todo el reino germánico, conquistó Italia y fue proclamado emperador al constituir el Sacro Imperio Romano Germánico (962). Sus sucesores extendieron su autoridad sobre Polonia y Hungría, así como sobre los papas.
- El poder monárquico, ante la dificultad de imponer su autoridad en todo el Imperio, entró en proceso de disgregación, a lo que contribuyó la pugna entre los emperadores y los papas durante los siglos XI y XII, conocida como la "querella de las Investiduras".
- La conquista de Prusia por los Caballeros Teutónicos (siglo XIII), fue seguida de una vasta colonización agrícola, y el incremento de esta producción condicionó el desarrollo de la economía comercial. Bajo este impulso, las florecientes ciudades de Lübeck, Hamburgo, Bremen y Colonia se asociaron y constituyeron la Liga Hanseática, cuyo tráfico se extendió por los mares
Báltico y del Norte y penetró en la Alemania occidental por su red fluvial. La prosperidad de las ciudades fortaleció el poder de príncipes y magnates, determinando la formación de los grandes patrimonios (de Sajonia-Baviera y de Suabia primero, y mucho más tarde los de Luxemburgo y los Habsburgo), originarios de las dinastías que se sucedieron en el poder, en el que destacó Federico I Barbarroja (1.152 - 1190), el más prestigioso de los
soberanos germánicos de la Edad Media.
- A la muerte de Federico II se abrió un turbulento período llamado Gran Interregno (1.250 - 1.273), en el que ninguno de los soberanos elegidos pudo imponer su autoridad, lo que condujo a la separación de Italia y Alemania y la aparición en ésta de numerosos principados autónomos que convirtieron el Imperio en una institución más nominal que efectiva. No obstante, el poder imperial alcanzó su apogeo con Carlos V, que ostentó también la corona de
España, pero, ante la Reforma de Lutero, el emperador no pudo evitar la conversión al protestantismo de muchos príncipes poderosos, interesados en la secularización de las inmensas riquezas eclesiásticas.
- La paz de Augsburgo (1.555) consagró la división política y religiosa de Alemania, que condujo a la guerra de los Treinta Años (1.618 - 1.648). Con la paz de Westfalia acabó la guerra, e implicó el desmembramiento de Alemania y su consecuente estancamiento económico.
- A partir de mediados del siglo XVIII comenzó la lenta recuperación de Alemania y el surgimiento de Prusia como gran potencia, bajo el reinado del gran elector Federico II el Grande.
- Las guerras napoleónicas liquidaron el moribundo Sacro Imperio (1.806), creándose la Confederación del Rin.
- Tras la derrota de Napoleón, el Congreso de Viena (1.815) creó la Confederación Germánica, en la que prevalecieron los intereses de los Estados particulares. No obstante, la formación por Prusia en 1.835 de la Zollverein (Unión Aduanera), de la que Austria quedó excluida, estimuló a la burguesía a luchar por un Estado liberal y unificado.
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