Mi país imaginario

Situadas al sur del Océano Índico, las seis pequeñas islas que componen el archipiélago Yune, gozan de un clima cálido en verano y templado en invierno, aunque por su relativa proximidad al continente antártico, tampoco es extraño que entre los meses de agosto y septiembre se produzcan ocasionales nevadas. Por contra, su carácter insular y su orografía montañosa, que delata un origen volcánico (aunque la actividad sísmica sea nula desde hace más de trescientos años), colaboran decisivamente a atemperar los rigores del verano.

La fauna y la flora del archipiélago no es muy diferente de la que podemos observar en otras islas cercanas como Lua-Lua, Halamadrid o las Sandwichiis: destacan como especies autóctonas la palmera Yami "Denesis Yamitis" y el gato común europeo de pelo corto Yune "Felix Yune", al que los nativos llaman "Miau Miau".

Mucho más difícil es aportar datos fidedignos a cerca de su historia. Sabemos que Vasco de Gama ya conocía esta islas, pues recaló en ellas tras bordear el cabo de Buena Esperanza, sin embargo, al estar alejadas de las rutas marítimas hacia Asia, nunca dejaron de ser lugar de paso ocasional.

A finales del s. XX, merced a su secular aislamiento internacional decidieron abrirse al mundo, eligiendo para la labor de representarlas ante los organismos internacionales al joven Carlos Aitor Yuste (vaya usted a saber porqué) al que concedieron el título de cónsul vitalicio.

Actualmente se encuentran en vías de ingresar en la Sociedad de Naciones Oníricas,  así como en la UNESCO, cuentan con una población de 10.000 habitantes, uno ingresos per capita de 18.000 euros y una de las ligas de fútbol con más proyección de todo el Índico sur.