De Rafael Ramón Castellanos

Alfonso Rumazo González

A un paso del centenar de años de existencia el maestro insigne, pleno de lucidez y de bolivarianismo creador, murió el pasado 27 de junio. Múltiple en la creatividad fue un biógrafo infatigable de la América hispana y sus paladines, desde el argentino San Martín, el cubano José Martí; el irlandés O'Leary, la ecuatoriana Manuela Sáenz; los venezolanos Miranda universalísimo, Simón Rodríguez continental, Bolívar -el Libertador- y Antonio José de Sucre creador del derecho internacional humanitario.

Además, novelista imponente con su obra 'Justicia, la mala palabra', que muchas opiniones óptimas recibió entre la multitud de intelectuales de América, concursantes y el Jurado, en el Premio Internacional Rómulo Gallegos.

También cultor del panamericanismo desde la base genética de los imperios indígenas; pensador genial y humanista, por todos los espacios del saber en ese ámbito tan poblado de grandes profesores; fue ensayista profundo y demócrata militante, no en uno, sino en todos sus ensayos, para hacerse aún más pedagogo en la selección impoluta del pensamiento robinsoniano del educador de pueblos y socialista de acciones filosóficas perentorias del pulpero de Azángaro, hacedor de velas de cebo en Valparaíso, elevado civilizador en Latacunga, primer secretario de Estado para la Educación en Bolivia y escultor de la teoría social de 'inventamos o erramos'.

Cuántas generaciones desfilaron por su cátedra universitaria; cuántos profesionales impulsados por sus lecciones magistrales; cuántos basamentos deparó a la integración hispanoamericana.

Siempre sumaba propuestas y multiplicaba logros y aciertos. Maravillosas remembranzas traigo a la mente para celebrar su permanencia eterna entre nosotros: en la celebración del bicentenario del Natalicio del Libertador, el Jefe del Estado, Luis Herrera Campins, en las Ediciones de la Presidencia de la República, hizo editar, O'Leary, primer edecán del Libertador dentro del conjunto de tributos organizados por José Luis Salcedo Bastardo, presidente de la Comisión respectiva; en 1985 recibió entre muchas otras imparangonables condecoraciones, la 'Orden de la amistad y de la paz' en primera clase, presea de la Alcaldía del Municipio Pampán que destaca en su medular concepción los principios de la paz, de la autodeterminación de los pueblos y del rechazo, sea cual sea su naturaleza, a la guerra, intranquilidad del orbe; en 1993, en ejercicio de la Presidencia de la República, Ramón J. Velásquez, ordenó la edición en tres volúmenes de sus ocho biografías consagratorias de cita ya hecha; en 1999, el libro homenaje Obras de Alfonso Rumazo González que sobre su vida y su acción le dedicó el actual Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías; luego la edición de sus obras - biografías, novela y ensayos en 2001 - como testimonio de voluntad colectiva de la venezolanidad que hizo el gobernador del estado Sucre, Ramón Martínez. Apenas un muestrario de cuánto estimará por siempre nuestro país a este ecuatoriano impaciente por hacer patria bolivariana ayer, hoy y mañana, porque la inmortalidad lo cobija ya.