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Son
las de Santa Felicitas, en Barracas · A partir de hoy sonarán solamente hasta
las 9 de la noche
Para
el cura Dante Galleazzi, las campanadas que sonaban día y noche cada 15 minutos
en la Iglesia Santa Felicitas, era música deliciosa. Para algunos vecinos,
ruidos molestos. Tan molestos que la Fiscalía Contravencional ordenó, en enero
de este año, que "cesara el sonar". Pero a veces la gente se pone de acuerdo
y pacta. Así sucedió después de varios meses y una audiencia de conciliación.
Por eso hoy, en el día de Santa Felicitas, el reloj de la iglesia de Barracas
volverá a hacer oír sus campanas. Aunque sólo hasta las 9 de la noche.
La historia es así: el reloj —fabricado en Inglaterra en 1873— estuvo detenido
40 años y volvió a funcionar en noviembre de 1999. El cura de la iglesia ubicada
en Isabel la Católica y Pinzón nunca pensó que su alegría podría ser el martirio
de otros. Tampoco pensó que la dicha duraría tan poco. Apenas dos meses después,
por una denuncia vecinal, la Dirección de Medioambiente realizó mediciones
y comprobó que los sonidos eran molestos.
"Pero había vecinos que no estaban de acuerdo con que el reloj se silenciara",
explica la arquitecta Silvia Fajre, subsecretaria de Patrimonio Cultural,
quien fue llamada a una audiencia de conciliación para lograr el entendimiento
entre los vecinos. La iglesia es patrimonio cultural de la ciudad y fue bautizada
Santa Felicitas en memoria de la joven Felicitas Guerrero, asesinada en 1872
por uno de sus pretendientes en el lugar donde hoy está el templo.
La Subsecretaría comenzó una investigación. Pidió informes al Episcopado para
saber si, por razones religiosas, estaba establecido cuándo debían sonar los
relojes. El Episcopado informó que, según inveterada costumbre, las campanas
de las iglesias sólo tocan a las 6, a las 12 y a las 18 horas para anunciar
misa. Pero dijo que los relojes de carillón constituyen un caso aparte: no
hay normativa que regule su funcionamiento.
Entonces surgió una solución. Primero se averiguó que en Inglaterra existía
un dispositivo para programar el reloj de manera de hacerlo sonar sólo durante
el día. Y luego —el 8 de setiembre— se realizó la audiencia, donde se decidió
que las campanas vuelvan a sonar pero sólo de 8 a 21.
El reloj de la iglesia Santa Felicitas no es el único que causó problemas
con los vecinos. "En 1992 sucedió algo parecido con el reloj de carillones
de la Legislatura", cuenta Alberto Selvaggi, especialista en relojes monumentales
y único miembro argentino de la Sociedad de Relojeros de Inglaterra. Y contó
que una vecina del ex Concejo Deliberante pidió que detengan el reloj al mes
de que volviera a funcionar después de años. "Durante unos días se paró por
las noches —recuerda Selvaggi—. Pero como el expediente estaba firmado por
una sola persona quedó archivado y el reloj siguió sonando hasta julio pasado
cuando se descompuso".
Según Selvaggi, este conflicto es algo habitual en todo el mundo. "Un mes
atrás, en Italia, una pareja inició un juicio porque decía que el sacerdote
del pueblo hacía sonar las campanas para arruinarle la vida conyugal".
Y agregó que en un pueblo pequeño de Inglaterra el dueño de un hotel pidió
que silenciaran al reloj —del siglo XV— porque molestaba a sus huéspedes.
Los vecinos votaron en contra y sugirieron a los clientes del hotel ponerse
tapones en las orejas. Selvaggi cierra el conflicto con un comparación.
"Las campanas son como los gatos, algunos los aman y otros no los toleran".
Clarin,
Jueves 23 de noviembre de 2000 |
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Tras
cuatro decadas de silencio, el jubiloso tañir de las campanas nuevamente
comenzo a evocar el espiritu de Felicitas, empero, algunos vecinos se empecinaron
en enmudecer sus ecos |
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Felices
aquellos que pudieron ser testigos, tras cuarenta años de silencio,
del tañir de las campanas de Santa Felicitas... no solamente habran
vibrado sus corazones, sino que tambien un ligero estremecimiento habra recorrido
los caireles y vitrales y, nos parece, a alguno le habra parecido haber visto
dibujarse una dulce sonrisa en los angeles, saludando el renacer |
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En
la ciudad hay 30 relojes que se escuchan cada 15 minutos
En
la Capital Federal existen 120 relojes antiguos —casi todos instalados entre
1880 y 1930— de los cuales 30 funcionan con sonido de carillones. El resto
está en desuso o funciona sin campanas, como el del Instituto Bernasconi o
el del Palacio del Gobierno de la Ciudad.
De los 30, todos suenan cada 15 minutos durante las 24 horas del día. No existe
normativa que regule su funcionamiento. Cada edificio controla su propio reloj:
no hay una coordinación. Sin embargo, todos funcionan de acuerdo a un esquema:
un toque de carillón cada 15 minutos, dos toques cada treinta, tres cada 45
minutos y cuatro cada 60.
El reloj de la Torre de los Ingleses tiene cuatro campanas de carillón y una
de toque horario, igual que el de la iglesia Santa Felicitas. Ambos dependen
de la Subsecretaría de Servicio Generales del Gobierno de la Ciudad. El de
la Legislatura, en cambio, depende de la misma Legislatura, ya que es autónoma.
Su reloj tiene cinco campanas, pero se descompuso el 31 de julio, luego de
las fuertes lluvias de mayo. También tienen relojes con carillón la Iglesia
de El Salvador, en Callao y Tucumán (que funciona desde 1885) y la Iglesia
de San Juan Bautista, en la esquina de Alsina y Piedras. |
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