Santa Felicitas, la maravilla olvidada | ||||||||||||||||||
Una joya de arquitectura de fin de siglo pasado, es hoy casi una ruina. |
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La iglesia de Santa Felicitas se construyo en homenaje a la víctima de un amor contrariado. Alguna vez fue un edificio inmaculado que acogía cantidades de fieles, cuando Barracas era todavía un apartado de casonas y quintas, en el tiempo en que todas las construcciones eran bajas y el sonido del carrillón del reloj de la torre aportaba, al anunciar el paso de las horas, una nota de alegría: no era un "ruido molesto" como lo consideran en la actualidad. Hoy, aunque mantiene su feligresía, el último edificio de estilo neogótico alemán del mundo entrará a su año 126 sin agua, sin gas, sin cloacas ni desagües pluviales y en pésimas condiciones edilicias. Hace diecisiete años que la iglesia ubicada en Isabel La Católica y Pinzón pertenece al Gobierno de la Capital. Cuando se la destinó al área de Cultura, era la administración De la Rúa, se aprobó un presupuesto importante. Pero el dinero "no llega nunca. Suponemos que se desviará para otros fines, porque aquí no llega", reclama la gente. "Ya se han votado alrededor de un millón y medio de dólares, en cuatro años, para hacer importantes y fundamentales arreglos, sumamente necesarios para conservar la estructura y arquitectura de la iglesia ya fuertemente debilitada, pero aquí no se aplicó absolutamente nada". La iglesia construida por César Bunge y ponderada por cientos de arquitectos en el mundo, se halla en grave estado: "los techos se llueven, se caen pedazos de mampostería. La instalación eléctrica, de tela y goma, es de principios de 1900 y puede provocar un incendio. Los vitreaux se están despedazando", enumera el Padre Dante Galeazzi - "No tengo cloacas, ni agua, ni gas...". Mientras tanto, la solidaridad El sacerdote dice que saca dinero de su bolsillo para los gastos y pequeñas reparaciones y que recibe la ayuda de amigos. También que se producen "milagros", como la donación de 35 mil dólares de la Embajada Británica para la reparación del reloj de la torre, iniciativa llevada a cabo por el padre Galeazzi en conjunto con un grupo de vecinos y las empresas The Corporation of City of London, British Airway, Metrogas y Liftan, una empresa de transporte. A pesar de que el artefacto funciona ahora a la perfección, sus campanas no sonarán hasta que no se adecue un dispositivo que restrinja el sonido solo a las horas diurnas. Es que un grupo de vecinos consideró "molesto" el sonar del carrillón, que invadía sus ventanas, desde la cúpula de la iglesia, y protestó aduciendo que no les permitía un descanso adecuado. ¡Vaya cambio de los tiempos y costumbres! Contrastes entre el siglo pasado y el nuestro que termina. Para el padre Galeazzi no hay en marcha un programa de refacción y explica que el arreglo de la fachada que se observa, se estaba realizado antes de su llegada. "La única dependencia que me ayuda es la Dirección de Infraestructura y Renovación de Edificios, que no pertenece a Cultura, pero ellos pueden arreglar sólo lo primario. Es como cuando se rompe algo en una escuela", expone. El padre Dante tiene 65 años y vive en Barracas desde que nació. Le gustaría habitar Santa Felicitas, entre otras cosas por comodidad, aunque no es posible: el convenio de hace cuatro años determinó que la arquidiócesis se encargaba del rector y el gobierno ponía el presupuesto para el mantenimiento, pero el padre dice que "ni siquiera se construyó una habitación". Como buen sacerdote se guarda las peores críticas, tal vez con la esperanza de "equivocarse". Pero sus colaboradores son implacables: "A nadie le interesa mantener una iglesia, menos a la gente que no tiene fe. Gastan fortunas en hacer un concierto de rock, pero acá no apareció Darío Lopérfido ni Teresa de Anchorena, ni los políticos de turno. El padre fue a ver a todos los funcionarios, pero esa gente no oye a nadie", se irritan. Santa Felicitas se terminó de construir en 1875, en memoria de Felicitas Guerrero, asesinada de un disparo por un pretendiente rechazado, casi cuatro años antes. Desde ese momento, todo un barrio creció a su alrededor. La iglesia, en su momento, fue construida con los mejores materiales existentes en el mundo, desde los vitreaux hasta el órgano. Sus vecinos la consideran suya y los entendidos en materia arquitectónica aprecian sus pieza única. No es casual que esté en camino de ser declarada de interés mundial por la UNESCO. En un momento de debilidad económica, la familia Guerrero la donó a la municipalidad, cuando el intendente era Osvaldo Cacciatore. Hoy, la iglesia se cae a pedazos. Cortesia http://www.losbuenosvecinos.com.ar/ |
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Ruinas
y explendor: Santa Felicitas esta mortalmente herida por el paso de los tiempos.
Cúpulas abandonadas y obras de arte, únicas, que se deterioran. |
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A pesar del abandono, la iglesia muestra una grande actividad eclesiastica
y una gran cocurrencia de fieles quienes a diario concurren a las misas religiosas
del padre Dante H. Galeazzi |
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