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Félix Sautié

 

LO IMPRESCINDIBLE DE LA ÉTICA
Félix Sautié Mederos
E-Mail: fsautie@yahoo.com

Ética política, cristiana y revolucionaria

Uno de los problemas más álgidos dentro de las coyunturas y circunstancias que estamos atravesando en la Cuba de hoy e incluso podría decir que en todo el mundo, es el problema de la ética, que constituye la responsabilidad de la libertad. La ética es el límite básico de la libertad, podría decirse que el único límite válido que en las sociedades organizadas es además regulado por el Derecho que determina que las constituciones y las leyes sean las normas jurídicas esenciales que dan orden y justicia básica al desenvolvimiento humano. y La ley y el Derecho en sentido general, devienen una regulación inherente del Estado de que se trae, mientas que la moral y la ética constituyen la guía suprema que regula la actuación humana en su libertad, a partir de un principio básico que fuera definido por Don Benito Juárez cuando planteó que el respeto al derecho ajeno es la paz, o lo que es lo mismo que nuestros derechos terminan en donde comienzan los derechos de los demás. En este sentido, podríamos decir que la relación con el prójimo tiene una importancia determinante para el desenvolvimiento de nuestra vida en sociedad. A tales efectos, ética y libertad constituyen un binomio esencial, pues sin libertad la ética puede convertirse en una  sumisión determinada por el miedo al ejercicio pleno de esa libertad que nos resulta inherente.

La ética tiene una relación directa con la moral de la sociedad en sentido general y la moral se conforma sobre la base de un conjunto de tradiciones y experiencias humanas sobre lo que es bueno, de acuerdo con el desarrollo de la Formación Económico Social (FES) específica dentro de un proceso único y universal de desarrollo, en donde la memoria histórica constituye el reservorio básico de la experiencia humana dentro de la cual se han ido conformando las normas de la moral y la ética, de acuerdo con el grado de desarrollo de la civilización alcanzada. Las FES están principalmente compuestas de lo que se denomina el Ser Social constituido en lo esencial por las condiciones materiales de vida, las fuerzas productivas y las relaciones de producción que en su conjunto constituyen la base de la sociedad; además también forma parte de las FES la Conciencia Social o superestructura de la sociedad determinada en última instancia por las condiciones materiales de vida y estructura en sentido general. No obstante, es necesario tener muy en cuenta que nuestra condición humana básica, determina la necesidad de un conjunto de esencias reguladoras de nuestra actuación, que son lo que se ha dado en llamar moral natural, a partir de la cual, de acuerdo con el desenvolvimiento histórico dentro de la FES en cuestión se ha ido creando, desarrollando, perfeccionando e incluso contradictoriamente involucionando el paradigma básico hacia cual se mueve la sociedad de que se trate. En estas circunstancias, la utopía que es parte esencial de la creatividad humana tiene un papel relevante, que ocasionalmente resulta coartado por  los fundamentalismos retrógrados, el uso desmedido del poder, la explotación y la sojuzgación por parte de  quienes detentan los poderes, económicos, políticos y militares dentro de una sociedad de clase  específica en la que se practica la explotación del hombre por el hombre  como impronta económica fundamental establecida por el Sistema básico de que se trate. 

Los seres humanos nacemos dotados del libre albedrío y nuestra actuación es eminentemente social, pues desde muy pequeños necesitamos del auxilio de la sociedad para sobrevivir e incluso en el ciclo evolutivo de nuestras vidas, al final volvemos de nuevo a necesitar del auxilio de la sociedad para sobrevivir y terminarla de la mejor manera posible, porque nos desenvolvemos dentro de un ciclo básico de nacimiento, desarrollo y muerte que todos debemos respetar al cual no podríamos modificarlo por mucho poder que pudiéramos acumular . Un niño recién nacido y un anciano en edad avanzada, necesitan imprescindiblemente del auxilio de los que les son próximos para poder sobrevivir. Estas circunstancias de ser seres libres por naturaleza que determina que nuestras actuaciones se conduzcan principalmente por medio de  la acción de nuestra voluntad y nuestro razonamiento y no en virtud de los instintos tal y como se conducen los animales, aunque no quita la posibilidad de que en determinadas ocasiones dejemos a un lado a la razón y la voluntad para desenvolvernos movidos por nuestros instintos primarios más profundos, nos hace diferentes esencialmente de los animales, aún de los más avanzados de las diversas especies. Por otra parte, el hecho de  necesitar, como ninguna otra especie animal del auxilio de la sociedad para sobrevivir y desarrollarnos nos convierte  también en seres eminentemente sociales.

En este orden de pensamiento, encontramos además que  para muchos seres humanos que tenemos fe, entre los que personalmente me incluyo, Dios es el Creador y Centro de toda la naturaleza, dentro de un sentido holístico en el que la vida es parte del movimiento de un universo total que se encuentra profundamente interrelacionado como elemento básico de un verdadero orden natural que es regido por un conjunto de leyes fundamentales que son independientes de nuestra voluntad. De acuerdo con esta concepción, partimos de que los seres humanos hemos sido creados a imagen y semejanza de nuestro Creador (y valga la redundancia del concepto) y por tanto tenemos plena libertad de actuación de acuerdo con la semejanza de Dios de que disponemos para optar por el bien o por el mal, incluso más allá de lo que determinan nuestros propios sentidos e instintos. En este orden de cosas, podemos afirmar que los que no tienen las mismas creencias en relación a Dios y su poder creador, también se encuentran inmersos dentro de este mismo orden natural y sus leyes,  disfrutando del libre albedrío y de la creatividad propia de nuestra especie porque en definitiva es algo inherente a nuestra condición humana esencial y no es lo que uno crea o no, lo que determina su existencia sino que simplemente es lo que es y no lo que queremos que sea. Esto último resulta muy importante tenerlo muy en cuenta porque en el desenvolvimiento de la vida social, los que detentan los timones de mando de la sociedades en  muchas ocasiones tratan de imponernos por la fuerza lo que ellos quieren o pretenden que sea, pasando muy por encima de lo que realmente a pesar de todos los esfuerzos puede ser o bien de lo que dentro de la realidad específica es.

A partir de estas consideraciones, podemos afirmar que la libertad, la moral, la ética que constituye la práctica en el ejercicio social de la moral específica, así como la política que es la actividad que puede desenvolverse como arte o como ciencia incluso, actúan con intenciones normativas de control en la mayoría de las veces sobre las relaciones de las personas en la sociedad principalmente en lo referido a su desenvolvimiento económico, social, espiritual y cívico en sentido general y que en su conjunto tienen mucho que ver con la gobernabilidad  y las funciones de asociación con fines específicos de los seres humanos en sentido general.

Dado el abuso que se ha hecho y que se hace de la fuerza desmedida y ciega, así como del engaño, del fraude y de la imposición de intereses personales o de clases dominantes, espurios y ajenos a los intereses generales de la colectividad, se ha generado un determinado rechazo hacia el término política por quienes se proclaman como apolíticos dentro de la sociedad en que se desenvuelven sin comprender  que incluso su proclamada postura apolítica es en sí misma una forma política de desenvolverse.  En consecuencia la política forma parte intrínseca del desenvolvimiento humano dentro del medio en que se encuentra inmerso. Realmente resulta casi imposible sustraerse de la política, pues dentro de las comunidades o colectividades en que se realiza nuestra  existencia, unos son los que dirigen o gobiernan mientras que otros somos los dirigidos o gobernados. En este sentido tenemos que el orden social que organiza y norma el desenvolvimiento de nuestras vidas dentro de esas comunidades específicas, está determinado por el concepto de la gobernabilidad que tiene mucho que ver con la autoridad moral de quienes detentan el gobierno o lo que en su sentido más amplio podemos denominar como los timones de mando de la sociedad al decir del científico y teólogo jesuita Teilhard de Chardin; o que también gobiernan por el uso exclusivo de la fuerza como única razón de ser.

Sustraerse de la política muy bien puede ser aislarse de la sociedad en su conjunto, enajenarse de lo que está sucediendo y olvidarse de los demás que conviven con nosotros en nuestro medio específico. Otra cosa es dedicarse profesionalmente a la política como actividad cotidiana principal, lo que lógicamente no puede ser una profesión para todos en el conjunto de la comunidad o sociedad en que nos desenvolvemos, mientras que la acción de la política dentro del conglomerado social afecta y es interés de todos en su conjunto. Esta es la razón determinante del calificativo de  Ética política que le ha dado a la serie de trabajos que comienzo a publicar en POR ESTO a partir de la presente entrega. 

La idea de escribir sobre un tema dentro del cual me he desenvuelto como profesor en los últimos tiempos, casi diez años, parte de algunos análisis, circunstancias e incluso de cuestionamientos de quienes consideran que puede desarrollarse una enseñanza de la ética cristiana ajena a la política en sentido general, lo cual podría ser posible si artificialmente dentro del plano teórico se tratara de sustraer al Cristianismo como doctrina y práctica de vida, así como del universo político en que se desenvuelven las colectividades humanas en que nos encontramos insertados. Esta actitud nihilista deviene la base fundacional del enquistamiento sectario en que algunos pretenden desenvolver a la iglesia y a las comunidades en que se encuentran agrupados o congregados. Esta es una tendencia actual dentro de algunos medios eclesiales en la Cuba de hoy, determinada incluso por las mejores intenciones del mundo y también por un concepto pietista de la religión que para algunos puede ser muy válido pero que en mi criterio resulta muy enajenante en unas circunstancias y coyunturas en las que la omisión resulta un pecado mortal. Muchas veces estas actitudes están determinadas por el miedo a los poderes establecidos que poco tiene que ver con el verdadero espíritu del cristianismo y que en el Evangelio es recriminado con energía por Jesús. Solo baste citar  algunos pasajes en los que  dijo a sus discípulos: “Y no temáis a los que matan el cuerpo,  pero no pueden matar el alma; teméis más bien al que puede matar el alma y llevar al cuerpo a la gehenna…” (Mt 10,26) y mas adelante también expresó : “Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos.” (Mt 10,32-33). Hay más pasajes al respecto de este tema pero sería muy extenso citarlos y además resultarían repetitivos sobre el rechazo e incluso la condena de Jesús al miedo. En este sentido, podría citarles también la frase “No tengan miedo…” que el Papa Juan Pablo II acostumbraba a citar frecuentemente  y que expresó con mucha fuerza durante su histórica visita a Cuba.

Ética Cristiana, también es una ética de disidencia evangélica, pues Jesús vino a nuestro  planeta para establecer una verdadera y definitiva interpretación de la ley en medio de un mundo en el que legalismo judío lo controlaba todo y hacía de la vida del pueblo de Israel una verdadera carga, lo que fue públicamente denunciado por Jesús al punto de que los escribas y fariseos decidieron deshacerse de Él y lo entregaron al poder de Roma acusándolo de querer proclamarse Rey para que fuera crucificado, lo que determinó que en definitiva el proceso que llevó a Jesús a la crucifixión fue prácticamente un proceso político, en el que fue considerado un disidente peligroso al poder de la Roma Imperial. Esto no lo puede negar nadie, aún incluso los que en el medio en que me desenvuelvo le tienen tanto miedo al concepto disidencia, que no quiere decir otra cosa que disentir, o no estar de acuerdo con algo que se encuentra establecido o que se ha planteado. Conozco a quienes se escandalizan por el concepto disidencia evangélica movidos por el miedo a que los confundan con lo que en Cuba se han dado en llamar disidentes con una connotación eminentemente propia de la política local. Quienes así se manifiestan dentro de los medios cristianos en relación con los conceptos propios de la disidencia evangélica, en mi opinión podrían convertirse en unos pobres diablos movidos por un miedo enfermizo que llegado el momento bien podría llevarlos a negar al propio Jesús delante de los hombres con el anunciado resultado de que Jesús en definitiva los negará delante de su Padre que está en los cielos. A continuación consigno solo algunas menciones de las muchas que podrían citarse extraídas del Evangelio, para darle fundamento conceptual y teológico al concepto de Disidencia Evangélica, citas expresadas directamente por Jesús: “¡Ay de vosotros escribas y fariseos, hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del aneto y del comino, y descuidáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe. Esto es lo que habría que practicar, aunque sin descuidar aquello. Guías ciegos que coláis el mosquito y tragáis el camello!”(Mt. 23, 23); “¡ Ay  también de vosotros legalistas, que imponéis a los hombres cargas intolerables, pero vosotros no la tocáis ni con uno de vuestros dedos! “ (Lc. 11,46) ; “…En la cátedra de Moisés se han sentado los escribas y fariseos. Haced pues lo que os digan; pero no imitéis su conducta, porque ellos dicen y no hacen”(Mt. 23, 2-3) ; “Todas sus obras las hacen para ser vistas por los hombres; ensanchan las filacterias y alargan las orlas de su manto.” ( Mt. 23, 5) ; “…quieren el primer puesto en los banquetes y los primeros asientos en las sinagogas, que se les salude en las plazas y que las gentes les llamen Rabí.” (Mt. 23, 6-7); “El sábado se ha instituido para el hombre y no el hombre para el sábado” (Mt. 2, 27).

La Ética cristiana es además una ética que llama a subvertir la historia, tal y como se plantea por el teólogo moralista español Don Benjamín Forcano en su Obra El Evangelio como Horizonte en tres tomos titulados: I .- Del Legalismo a la Libertad. II.- Disidencia Evangélica y  III.- Subvertir la Historia, sobre los cuales citaré y les comentaré algunos  planteamientos y conceptos a lo largo de esta serie de artículos que con el presente trabajo comienzo a enviar a POR ESTO, pues esta obra del Padre Forcano constituye uno de los fundamentos básicos del curso de Ética Cristiana que he estado impartiendo en La Habana y que ha dado origen a los comentarios y planteamientos a que me referí anteriormente.

En lo relativo a subvertir la historia como uno de los propósitos básicos del cristianismo, podría señalarse ante todo el  hecho de que la Historia Universal a partir de la venida de Cristo al mundo se dividió en dos grandes etapas a saber: Antes de Cristo y Después de Cristo, que algunos se han dado en denominar Antes de nuestra Era y después de nuestra Era, pero que no pueden negar de acuerdo con la ciencia histórica que todo se ha debido al impacto que significó la venida, prédica y actuación de Jesús de Nazaret en el mundo de acuerdo con lo testimoniado en el relato evangélico. En su venida Jesús rompió entonces con los esquemas de su tiempo,  pues planteó frente al mundo judío (dentro del cual fue engendrado y nació como dicen las escrituras por obra y gracia del Espíritu Santo), así como frente al Imperio Romano máximo exponente de la dominación imperial de entonces, una nueva forma de conducirse guiada principalmente por el Amor frente a los odios, la dominación y los enfrentamientos por acción de la fuerza bruta y de la muerte, forma nueva para su tiempo después del fracaso ahogado en sangre de la rebelión de Espartaco, que hubo de catalogar con aquella expresión profética que dirigió a Pedro en El Huerto de los Olivos el día en que consumó la traición de Judas : “Vuelve tu espada a su sitio, porque todos los que empuñen la espada a espada perecerán” (Mt. 26, 52).

Pero en esta cuestión del amor, Jesús fue muy preciso  además, cuando expresó a sus discípulos un planteamiento muy importante, en mi criterio contrario al pietismo enajenador,  que cito textualmente: “Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda.” (Mt 5, 23-25). Por otra parte con  los fariseos que lo le preguntaron para ponerlo a prueba, sobre cuál era el mandamiento mayor de la Ley, fue muy directo sobre el concepto del Amor, al responderles textualmente: “<<Amarás al Señor,  tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley  y los Profetas.>>( Mt 22, 37-40).

Por su parte Juan en su primera carta, hizo una aclaración fundamental al respecto cuando escribió: “Nosotros amamos porque él nos amó primero. Si alguno dice:”<<Yo amo a Dios>> y odia a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. Y nosotros hemos recibido de él este mandamiento: quien ame a Dios ame también a su hermano.“ (Primera Carta de Juan 4, 19-21).  Los planteamientos de Jesús al respecto del Amor abarcan todo el conjunto del Evangelio y de seguro dentro de esta serie de artículos volveré a su contenido, comentando otras citas importantes sobre el tema. Todo en su conjunto fue un verdadero “Subvertir la Historia” y don Benjamín Forcano en una de sus conclusiones al tomo del Evangelio como Horizonte que lleva este título, planteó textualmente algo muy importante que cito a continuación: “Pero, el cristianismo en sí mismo es un proyecto de igualdad y de libertad que subvierte todo intento de discriminación y de explotación” (OC. tomo III página 184).

No quisiera terminar este primer tema introductorio de la serie “Ética política, cristiana y revolucionaria” sin citar un planteamiento de José Martí, el Apóstol de nuestra independencia, como engarce contextual del futuro desenvolvimiento de la serie, en el que plantea su definición sobre  la ética política refiriéndose a sí mismo, escrita en el periódico Patria el 16 de marzo de 1894: : " El oficio de los libertadores no es devorarse entre sí, y codearse unos a otros ante la muchedumbre , y mirar hosco al que les cierra el paso, y derretirlo con el fuego de los ojos, y echarlo atrás a uñadas y mordeduras, y ponerse delante, a donde todo el mundo lo vea , como la odalisca que llegó por fin a atraer la mirada del sultán: el oficio de los libertadores no es alquilar a elocuencias, pagar plumas, adular a satélites, acaudillar bandos, asalariar hipócritas, encubrir espías, costear vicios, pensionar desvergüenzas...”. Mientras que 1876 había escrito que: “Una revolución es necesaria todavía… el levantamiento de todos los hombres pacíficos, una vez soldados, para que ellos ni nadie vuelva a serlo jamás!”.

Espero que les interese el  contenido de esta serie que hoy comienzo.

(SEMANARIO UNICORNIO. PERIÓDICO POR ESTO. MÉRIDA. YUCATÁN.  DOMINGO 3  DE JUNIO DEL 2007)