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Félix Sautié

 

MORAL BÁSICA FUNDAMENTO DE TODA ÉTICA. MÁXIMOS Y MÍNIMOS (VII)
Félix Sautié Mederos
E-Mail: fsautie@yahoo.com

Ética Política, Cristiana y Revolucionaria

No debo avanzar más en la exposición sobre una Ética Política, Cristiana y Revolucionaria, sin hacer algunas precisiones que considero de fundamental importancia en relación con el significado de los conceptos moral y ética, que en definitiva pueden ser considerados prácticamente sinónimos y que son usados indistintamente por muchos autores sin que se creen mayores problemas de interpretación intersubjetiva; pero que en mi criterio, requieren de una explicación más detallada a los efectos de la exposición del objetivo principal que me propongo con esta serie de trabajos. También considero importante explicar el significado del término Cívica con independencia de que en definitiva tenga que plantear un mayor desarrollo al respecto más adelante. En consecuencia, sin ningún otro preámbulo, paso a exponerles el tema que pienso que por sí mismo dejará esclarecidas las dudas que pudieran generar el enunciado con que comienzo.

El significado etimológico de la palabra moral proviene del término griego  “mores”  que también significa costumbres, pero con un sentido de instinto social que desempeña la función de regulación de la conducta de los seres humanos en todas las esferas de la vida sin excepción. En este orden de pensamiento, observaremos que también  este término está relacionado con el pathos, que en griego se refiere al sentimiento movido por las convicciones de la persona, con el estado de ánimo  y con lo emotivo. Continuando en la misma dirección nos encontramos que el sentimiento movido por las convicciones, determina la moral en el sentido de instinto social que desempeña la función de regulación de la conducta y que la Ética, cuya definición etimológica expondré en un próximo párrafo, tiene también una relación estrecha con la moral en el sentido de que constituye una disciplina práctica que orienta el proceder específico de una moral determinada. También otros autores refieren la etimología de Moral con el término “moralis” del Latín, cuyo significado nos la presenta como una ciencia que plantea las reglas que deben ser respetadas para hacer el bien y evitar el mal; mientras que en algunos diccionarios lo refieren a un conjunto de facultades del espíritu como por ejemplo cuando se habla de elevar la moral de una persona o de un conjunto de personas. En tanto que la Cívica, es un término derivado de la ciudad, del cual surge el concepto de civismo muy vinculado al de política que también tiene que ver con la ciudad y con el ejercicio ciudadano. Por otra parte, la cívica posee una muy estrecha vinculación con la moral y con la ética, como su expresión específica relacionada con el sentido de la patria, del territorio en que hemos nacido y en que convivimos.

El término ÉTICA es también definido en algunos diccionarios  en forma concisa y directa. En consecuencia para nuestra fundamentación, tomaremos lo que se expresa en el Diccionario Pequeño Larrouse Ilustrado, en donde se plantea que Ética viene del término griego (ethikós) y la definen como “parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del individuo”. Observamos que en esta explicación definitoria   la ética la encontraremos estrechamente relacionada con el término moral; porque realmente resulta muy dificultoso expresar alguna definición específica de la ética sin hablar del concepto de moral.

Precisando y resumiendo un poco en este orden de pensamiento, tendríamos que añadir que  estos términos están relacionados con el pathos; que como ya hube de expresar, en griego se refiere al sentimiento movido por las convicciones de la persona, así como con el estado de ánimo  y con lo emotivo de cada cual. Continuando en la misma dirección nos encontramos que este sentimiento movido por las convicciones, determina la moral en el sentido de instinto social que desempeña la función de regulación de la conducta y que la Ética tiene también una relación estrecha con la moral en el sentido de que constituye una disciplina práctica que orienta el proceder específico sobre la base de una moral determinada.  Mientras que la Cívica, por su parte, tiene que ver con la moral y con la ética, como su expresión específicamente relacionada con la actitud ciudadana que estamos en obligación moral de profesar hacia nuestro país y hacia el territorio dentro del cual convivimos cotidianamente.

Por tanto, se puede  llegar a la conclusión de que la MORAL hace en la realidad las funciones de MARCO DE REFERENCIA  que contiene una determinada ÉTICA y que delimita  las características esenciales definitorias de su   contenido como tal, porque tanto la MORAL como la ÉTICA en su concepción etimológica básica se refieren a cuestiones conductuales de las personas tal y como lo expresa el contenido específico del PHATOS. Por otra parte,  sería imprescindible tomar en consideración que este contenido puede ser desarticulado y/o dejado a un lado, así como adormecido por actitudes de mala conducta, miedo o escapismo. Frecuentemente en relación con el PHATOS como sentimiento en tanto convicciones, vemos que tales convicciones tan solo se quedan en el plano de lo general y de lo abstracto sin aplicación práctica concreta en relación con el verdadero bien que es y no el denominado “bien” que los poderes establecidos quieren que sea y pujan por imponer como el patrón ideal de la conducta que todos deberíamos seguir. Continuando con esta línea de interrelación de términos, encontraremos que la Moral constituye una expresión más amplia y abarcadora que tiene que ver con la Cultura, así como con los conceptos sociales, políticos, religiosos y familiares que determinan decisivamente sobre la conducta humana y que se mantienen como referencia conductual y/o norma de valor universal a partir de la cual se pone en práctica concreta una determinada forma de conducirse que resultaría en definitiva lo que vendría a ser la ética como ejercicio práctico concreto de una determinada moral. En consecuencia podemos decir, que son las convicciones las que le dan un contenido especificador a la moral y a la ética y las que influyen decisivamente en la CÍVICA, que viene a ser, como ya le dije anteriormente, la actitud ética  ciudadana de la persona para con la patria y con la nación o estado en que se encuentra asentada ( pongo énfasis en la palabra asentada) porque la cívica representa un conjunto de conceptos éticos básicos de actuación ciudadana, que obligan a quienes habitan regularmente en un determinado territorio, en razón de los intereses vitales de salvaguarda y desarrollo del lugar en sí y de la sociedad o comunidad humana que lo habita, todo incluso con independencia del origen del nacimiento ya sea medido por medio del territorio o de la consanguinidad como factores determinantes.

Si partimos de los conceptos  anteriores y llegamos al punto esencial que su lógica nos indica, podemos concluir que toda MORAL  y toda  ÉTICA se especifican y se concretizan a partir de los sentimientos, así como de las convicciones y que necesariamente tendremos que llegar a una conclusión básica, en nuestro caso específico, sobre que el análisis de la moral y el ejercicio ético al respecto de la moral en cuestión que estoy exponiendo en esta serie de trabajos, habrán de estar determinados en su contenido, por los sentimientos y las convicciones que para nosotros de acuerdo con el concepto que desarrollo en relación con la ética en esta serie, serían CRISTIANAS en última instancia. Este concepto cristiano ( que ahora se ha puesto tan de moda en Latinoamérica principalmente entre los que hablan del Socialismo del Siglo XXI), en mi criterio no se podría negar que forma parte de la identidad nacional desarrollada en el devenir de los años en nuestros países latinoamericanos, como resultado de un policromado sincretismo con las culturas autóctonas aborígenes y también muy especialmente en Cuba y en el Caribe así como en la costa Atlántida de algunos países de Centro y Sur América, con las culturas de origen africano. Debo aclarar que este fecundo sincretismo de lo cual México es un ejemplo destacado sin menospreciar a las demás naciones de Nuestra América, se ha desarrollado en nuestros pueblos en contracorriente con los actos violentos y criminales que significaron la colonización de América, así como con la ignominiosa práctica de la esclavitud, por parte de las potencias europeas de entonces que irrumpieron con fuerza en nuestro continente a partir del Siglo XVI: España, Portugal, Inglaterra, Holanda etc. Pasando por encima de esos muy reprobables actos de violencia sostenida, fue que se planteó una respuesta de enfrentamiento y denuncia a veces silenciosa y sutil, otras veces violenta y revolucionaria, mediante la cual los pueblos en la base se fundieron en sus sentimientos, intereses comunes y su sufrir generando por su cuenta una impronta  y una cultura que Nicolás Guillén definió con dolor y hermosura sin par en su poema “Son 16” cuyos fragmentos principales cito en extenso por la hermosa expresión del sincretismo que expresan y que dicen así: 

Estamos juntos desde muy lejos, 
jóvenes, viejos, 
negros y blancos, todo mezclado; 
uno mandando y otro mandado, 
todo mezclado; 
San Berenito y otro mandado, 
todo mezclado; 
negros y blancos desde muy lejos, 
todo mezclado; 
Santa María y uno mandado, 
todo mezclado; 
todo mezclado, Santa María, 
San Berenito, todo mezclado, 
todo mezclado, San Berenito, 
San Berenito, Santa María, 
Santa María, San Berenito 
todo mezclado!

Yoruba soy, soy lucumí, 
mandinga, congo, carabalí. 
Atiendan, amigos, mi son, que acaba así: 

Salga el mulato, 
suelte el zapato, 
díganle al blanco que no se va: 
de aquí no hay nadie que se separe; 
mire y no pare, 
oiga y no pare, 
beba y no pare, 
viva y no pare, 
que el son de todos no va a parar

Precisamente ese sincretismo del cual muchos nos sentimos muy orgullosos, constituye una mezcla de lo mejor de nuestras tradiciones, de nuestras ideas religiosas e incluso de nuestros sentimientos, de la cual nacen los principios básicos que en mi opinión dan origen a una verdadera Ética política, cristiana y revolucionaria que les estoy exponiendo, la que toma sus esencias fundamentales del sentido liberador que trajo al mundo Jesús de Nazaret y que los colonizadores de entonces con su criminal uso de la fuerza lo negaron con sus hechos mientras que trataban de imponerlo con las palabras. Esas esencias a que me refiero, han sido vistas y asumdas específicamente a través del prisma multicolor de un conjunto de tradiciones históricas fundidas en el tronco común de un sufrimiento infinito y de una inconformidad permanente que se expresa con un sentido profundamente revolucionario a favor de la igualdad inherente a la condición propia de los seres humanos en si misma, de la igualdad de oportunidades que ello comporta, de la equidad distributiva que se exige aplicar, así como de la justicia social y de la paz necesarias, todo lo cual me propongo exponer puntualmente en la medida que sea necesario a los efectos del contenido del estudio en su conjunto, de la forma más amplia y extensa que me resulte posible a lo largo de esta serie. Debo mencionar muy específicamente a Fray Antón de Montesinos, Fray Bartolomé de las Casas y muchos otros frailes y curas como lo fueron el Padre Miguel Hidalgo y el Padre Félix Varela  que tuvieron el valor de enfrentarse en su tiempo a estos poderes seculares omnímodos que tanto daño le hicieron a los aborígenes y criollos de la América de entonces y que pueden considerarse los padres primigenios del sentido ético del cristianismo latinoamericano. 

En mi criterio, el Evangelio, además de todo lo que es y de todo lo que significa, en sí mismo deviene un gran tratado de ÉTICA. Jesús lo señala específicamente en todo el contenido de su prédica recogida en los Evangelios, pero con especial atención cuando resume la Ley en dos mandamientos: Amor de Dios y Amor del Prójimo, lo que especifica con mayor precisión en Mateo 25, 31 en adelante y más en directo aún en el versículo 40 cuando responde a las preguntas de los que resultan salvos en el Juicio Universal: “En verdad os digo que cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis”. 

Ante todo tenemos que nuestro estudio de Ética, si no lo aterrizamos poniendo los pies sobre la tierra en nuestra cotidianeidad (expresión muy utilizada en sus clases sobre el Evangelio por un amigo entrañable, Lázaro Rodríguez Lage sacerdote carmelita secularizado a quien tuve el privilegio de conocer e incluso de ser alumno suyo cuando estudié Hermenéutica. A Lázaro tal y como todos le decíamos sin más protocolos, lamentablemente fallecido, nunca lo podré olvidar y le rindo un sentido tributo de recordación). Si no aterrizamos en la realidad que verdaderamente es, de nada nos valdrá en definitiva cualquier intento moral y ético en abstracto, porque el prójimo se encuentra inmerso en ese contexto real en que nosotros mismos estamos. En este orden de pensamiento, como caracterización inicial de lo que viene después en nuestra exposición en específico, quiero citar una frase textual del teólogo Don Benjamín Forcano, quien al referirse a la reflexión y estudio de esta disciplina en sus cuadernos de Moral Fundamental publicados por el Instituto Español de Teología a distancia, Unidad didáctica 1, la define con las siguientes palabras. “la reflexión sobre la moral fundamental, uno de los campos más interesantes de la teología cristiana y, al mismo tiempo, una de sus áreas más conflictivas y difíciles”. Actualmente asistimos a un proceso de profunda crisis en los valores, los principios y las convicciones que se expresa en actitudes de doble moral y de abandono de los conceptos éticos y nuestro estudio no podrá apartarse en consecuencia del análisis de estas situaciones existentes y muy específicamente en Cuba donde esta crisis se ha agudizado en los últimos tiempos, lo que tendremos la oportunidad de analizar durante transcurso de las disertaciones subsiguientes. 

Por este camino descubriremos que el término MORAL es un término mucho más amplio en el sentido filosófico que el término ETICA, de lo cual ya les he hablado más arriba, porque dada la necesidad de fijar bien estos conceptos en nuestra mente, reitero que moral tiene que ver con el conjunto de ideas, creencias, principios y convicciones que fundamentan conceptualmente la conducta del individuo en la orientación a la actitud práctica de optar por el bien o el mal en uso de su libre albedrío. Este concepto queda un poco más claro cuando comparamos las definiciones de palabras que ya he explicado a partir del término griego ETHOS, que repito: también quiere decir costumbre pero en el sentido de ciencia práctica de cómo se debe proceder. En esta dirección, desde el punto de vista de estos términos se sugiere y enuncia una diferencia conceptual que aunque pudiera parecer un aspecto sutil, en la realidad, resulta muy importante y es que la ética puede definirse específicamente, como una actitud práctica concreta que impregna de responsabilidad a la libertad esencial del ser humano, así como al respecto del sentido social más abarcador que resulta ser una determinada moral. No todos los autores plantean esta diferencia y usan el término moral y ética indistintamente como una misma cosa, pero en mi opinión para hacer un estudio básico y elemental de la asignatura deberíamos especificarlos adecuadamente. 

En consecuencia, reiterando didácticamente de nuevo, podemos afirmar que la MORAL es el marco de referencias conceptuales, filosóficas, de costumbres, creencias, ideologías y convicciones en sentido general que dan contenido y que enmarcan a una determinada ética; así como que siempre la ética, para su definición precisa, debe venir caracterizada por su correspondiente apellido significador de su contenido y de su marco de referencias moral o dimensional específico en cuanto a espacio espiritual, profesional y/o tiempo correspondiente. Ej. Ética...cristiana; Ética...médica; Ética....socialista; Ética...campesina, y así en una extensa relación de especificaciones conceptuales.

Otro aspecto muy importante a definir, sería el de la extensión de los conceptos normativos de la ética en relación con una moral de máximos absolutos, situados por encima del libre albedrío y de las posibilidades creativas de las personas, o bien de una ética erigida a partir de un mínimo normativo esencial, encaminado a determinar un conjunto de parámetros básicos establecidos a partir de un marco moral referencial consecuente con la libertad de la persona, con sus posibilidades creativas y con los derechos que les son inalienables. Estos conceptos resultan ser decisivos para la definición de una Ética política, cristiana y revolucionaria verdaderamente consecuente, en la que la persona, la familia y la sociedad en su conjunto sean el centro de todo. En este sentido, tenemos que en los sistemas absolutistas y autoritarios, se apuesta por una Ética de máximos que con un concepto eminentemente legalista se convierte en un instrumento primordial de control y por tanto de  retroalimentación y de sostenimiento del Poder Absoluto que la genera.

También podemos decir que cuando un sistema no se presenta como totalitario e incluso niega que lo sea, aunque paralelamente propugna en cambio una moral y una ética fundamentalistas de máximos absolutos, se debería calificar también a este sistema de Absolutista. Esta contradicción se puede apreciar claramente en algunos países del Occidente Cristiano que mucho hablan de la libertad. En estas condiciones, tanto en los países específicamente absolutistas como en los que a pesar de sus formas externas de mayor amplitud al respecto, por su fundamentalismo en definitiva lo son también, la norma, la autoridad indiscutible, la compulsión y la represión hacen de la ética más que instrumento verdaderamente ético y valga la redundancia expresiva del concepto, un conjunto de instrucciones sociales centralmente determinadas para que los ciudadanos se mantengan dentro de los marcos referenciales y las distancias que dan razón de ser a ese poder absoluto, así como a su mantenimiento en el tiempo. En estas circunstancias, la ética (que ya no sería ética verdadera) que tales poderes tratan de imponer, deviene un conjunto de orientaciones de vida dirigidas al acatamiento del sistema en sí mismo. Es entonces, que la disciplina y las lealtades a ese poder se convierten en los principios normativos esenciales que guían a lo que se considera lo bueno que se debe hacer. La figura jurídica del desacato en estas circunstancias y coyunturas, juega un papel represivo detestable. Esta ética de máximos genera una directa interrelación con la burocracia que se desarrolla como elemento básico de sostén del Sistema de que se trate. Entonces la burocracia en vez de ponerse al servicio de la ciudadanía, tal y como correspondería a la necesaria dosis de sana burocracia que exige el desenvolvimiento de las funciones estatales y gubernamentales, en estos casos por su excesiva extensión y sus fines de control absolutista, subordina a la ciudadanía y la pone en función de las necesidades distorsionadas propias de una burocracia hipertrofiada, corrupta y venal que vendría a ser la antítesis de toda moral y ética posible. A la sombra de este absolutismo incuestionable y de la específica burocracia voluminosa que le resulta inherente, es que se desarrolla el miedo como factor determinante, junto con los escapismos y la doble moral inconsecuente que le acompañan; todo lo cual, hoy observo con gran preocupación en el medio dentro del que me desenvuelvo cotidianamente.

La situación que se encontró Jesús en el Israel de su época, era de un legalismo extremo mediante el cual las leyes judías sujetaban a la persona en todo su quehacer cotidiano. Ese legalismo extremo, había generado además una extendida corrupción entre los escribas, fariseos, sacerdotes y doctores de la Ley, a los que Jesús no se cansó de increpar y denunciar con las más radicales y duras palabras. Como consecuencia, y en respuesta a esa situación asfixiante, el mensaje de Jesús, que se recoge en el Evangelio, tiene un amplio sentido liberador encaminado a hacer transitar a las personas y a la sociedad en su conjunto, desde el legalismo extremo en que se encontraban sumidas entonces y que no se diferencia mucho de las actuales condiciones sociales de un buen número de naciones y países de hoy, hasta la libertad más plena en la que una ética consecuente de mínimos esenciales inviolables se convierta en la verdadera responsabilidad de esa libertad alcanzada.

Otro hecho histórico muy importante, que en mi criterio es necesario tomar muy en cuenta a la hora de ponderar lo que sin dudas algunas constituye el fundamento primigenio de la Ética Política, Cristiana y Revolucionaria, que estoy exponiendo en esta serie, es que Jesús viene al mundo después de que la Rebelión de Espartaco hubiera sido ahogada en sangre, lo que fue un factor de grandes desesperanzas y amarguras para quienes trataron de conquistar por la fuerza su libertad. El pueblo hebreo que había sufrido también invasiones, guerras, exilios y sojuzgación, se encontraba en esos precisos momentos históricos sojuzgado por el Imperio Romano que ha sido uno de los más grandes poderes imperiales de la Humanidad. En esas circunstancias, aplastados por Roma y por las castas ilustradas y religiosas judías, muchas veces colaboracionistas además y siempre expresivas de una doble moral con una intensidad evidente, el pueblo israelita se encuentra con el Mesías anunciado a quien en definitiva rechaza y entrega a Roma para que lo crucifiquen. Así es que en tales circunstancias y coyunturas, Jesús lanza una prédica totalmente novedosa que pone al centro de todo al amor, a la creación de un hombre nuevo y al establecimiento definitivo de un Reino de verdadera justicia y paz que nada tiene que ver con los poderes temporales de este mundo y que nos plantea la  utopía renovada en el tiempo de avanzar hacia una nueva Jerusalén en la que Padre Creador nos espera recibir. Todo lo cual generó una moral y una ética del amor, del perdón, del encuentro y de la reconciliación en el sentido teológico se expresa con el término conversión.

Estas son las principales esencias transcendentes que determinan sobre la legitimidad de una Moral Básica de mínimos imprescindibles e insoslayables que dan fundamento a una verdadera Ética política, cristiana y revolucionaria

(PUBLICADO EN EL SEMANARIO UNICORNIO PERIÓDICO POR ESTO, MÉRIDA, YUCATÁN DOMINGO 15 DE JULIO DEL 2007)