Félix Sautié |
LA
ÉTICA Y EL RELATIVISMO (V)
Félix
Sautié Mederos
E-Mail: fsautie@yahoo.com
Ética
Política, Cristiana y Revolucionaria
La
ética se manifiesta de una forma u otra dentro de
las diversas dimensiones espacio-temporales en que
se desenvuelve la vida humana. La única condicional
que podría presentarse para que la ética como tal
no se manifieste dentro de cualquier dimensión de
la vida sería la no presencia humana, ya que la ética
deviene una forma de conducirse eminentemente humana
que se desarrolla además como una necesidad
espiritual propia de las relaciones de los seres
humanos entre sí y con la naturaleza en virtud del
libre albedrío de que disponemos y que es el origen
determinante de nuestra posibilidad de opción entre
el bien y el mal. Por otra parte, al decir del teólogo
moralista español Don Benjamín Forcano (cuya obra
El Evangelio como Horizonte he comenzado a comentar
dentro de esta serie de artículos), a quien me
permito parafrasear: la moral y por tanto su práctica
consecuente que es la ética, más que una manera de
actuar ocasionalmente debe integrarse en la persona
como una forma de ser. O sea, según Forcano no
porque se hagan determinadas obras buenas se es
moral y consecuentemente se actúa de forma ética,
porque esto puede ser muy relativo y circunstancial,
sino que se debe ser moral y ético en todo momento
de la vida y de forma integral. Este es un concepto
muy importante, sobre todo para entender la adecuada
relación de la Ética con los elementos propios del
relativismo imperante en el mundo de hoy, que es
algo que me interesa definir y comentarles en
esta cuarta entrega de la Serie Ética Política,
Cristiana y Revolucionaria que estoy escribiendo
para POR ESTO.
La
forma de concebir el relativismo como doctrina y
como manera de manifestarse y conducirse en el mundo
de hoy, tiene una gran importancia para la
definición de una Ética política que sea
cristiana y revolucionaria. Por otra parte, debo
decir que el Relativismo posee algunas aristas que
pueden prestarse a una determinada confusión y en
consecuencia, intentaré conducirme con especial
cuidado conceptual para evitarlo, porque hay
relatividades en la vida y en la naturaleza que son
muy importantes comprender y que constituyen
esencias básicas del conocimiento científico y del
desenvolvimiento de la Historia, que juegan un papel
muy importante para el progreso y el desarrollo. Por
eso no debemos confundir las cosas, tal y como
algunos lo hacen en su defensa a ultranza de la
concepción básica del Relativismo como
doctrina de la postmodernidad, que forma parte muy
esencial de las sociedades de consumo,
principalmente en el Occidente desarrollado,
así como de las que se rigen por el pensamiento
característico del neoliberalismo en sentido
general. Además es preciso tener muy en cuenta
también, que algunos en su interpretación de la
Dialéctica Marxista y de la importancia que tienen
las condiciones materiales de vida como parte
esencial que conforman al Ser Social y que
determinan en última instancia en el
desarrollo de la Conciencia Social, hablan de la
importancia de lo relativo en relación con la ética
que se ha generado en cada una de las Formaciones
Económico Sociales identificadas hasta el presente,
como parte de la constante evolución humana hacia
estadios superiores de civilización.
En
consecuencia, intentaré exponerles mi pensamiento
al respecto de estos importantes temas del
momento, el que en los últimos años he tenido que
meditar profundamente como consecuencia de mi
ejercicio como profesor en la enseñaza de la ética,
pues el relativismo es uno de los conceptos más
debatidos en los cursos que al respecto he
estado impartiendo. Incluso debo confesarles que mi
posición ante el relativismo, el cristianismo y la
política han sido motivo de preocupaciones en
algunas personas detenidas en el tiempo que me
rodean y que se manifiestan con ciertos
rezagos de fundamentalismo religioso,
incluyendo ese miedo enfermizo que invade a
nuestra sociedad local generando paralizaciones,
inamovilismos y desentendimientos en las personas.
Estas fuerzas y personas timoratas detenidas además
en el tiempo, ante la exposición de una ética
consecuente e inclaudicable, por lo general
manifiestan actitudes inconsecuentes como resultado
de que generalmente se encuentran embargadas y
motivadas por el miedo epidémico que es
originado por la centralización, el burocratismo y
el dogmatismo que constantemente tratan de
influir en los silenciamientos de aquellos conceptos
y personas que pregonan una base de libertad
esencial como fundamento básico para
desarrollar una conciencia libre e
independiente, capaz de expresar una ética
consecuente en todo momento y condiciones. Entiendo
que este es un asunto complicado, complejo y
escabroso pero imprescindible de plantear para tener
una idea completa sobre la eticidad en estos inicios
del Siglo XXI.
Otra
razón importante que mueven las actitudes e
intentos inhibitorios que manifiestan estas
personas, se debe a que el planteamiento de una
radical ética política, cristiana y revolucionaria
podría afectar muy probablemente el mundo idílico
propio de la artificial tranquilidad fabricada en
que ellos se desenvuelven. En esta dirección sus
preocupaciones se concentran en el miedo al
impacto que pudieran tener en el pensamiento y en la
acción de los alumnos de estos cursos, lo referido
a la libertad de conciencia y de pensamiento de la
cual parto como esencia misma de la ética. En
consecuencia considero, que no es posible obviar
dentro de la integralidad del curso en cuestión, la
íntima interrelación que existe entre la política
y la ética de fundamentación cristiana,
porque formar un hombre nuevo, establecer un Reino
de amor, justicia y paz que no este mundo, pero al
cual estamos todos convocados, constituyen una
genuina disidencia contra lo establecido en el medio
planetario que nos rodea y deviene en consecuencia
una acción directamente dirigida a subvertir la
historia, lo que constituye otro concepto que es
motivo de nerviosismo y preocupación para quienes
pretenden encerrar al cristianismo dentro de una aséptica
campana de vacío propia de los experimentos de
laboratorio, conformada por un pietismo a ultranza
que no tiene escrúpulos para manipular al
Evangelio, tergiversando sus esencia primigenias a
los efectos de convertirlo en instrumento de poder o
por lo menos mellar sus filos cortantes para que sea
más asequible a los intereses de los poderosos del
mundo.
La
Ética, como ya les he explicado, es una manifestación
humana específicamente social porque la ética toma
razón de ser y presencia activa en nuestra relación
con el prójimo, con la familia y con la sociedad en
su conjunto a partir de un mínimo de conceptos
esenciales que perfilan el bien o lo que es lo mismo
la buena conducta humana, que en sus esencias básicas
no admiten una postura relativista que rompa
circunstancialmente los marcos de referencia que
delimitan y perfilan la figura básica de lo que
constituye el bien. En esta misma dirección, no
podría dejar de reconocerse que el movimiento que
caracteriza al transcurrir del tiempo y el trabajo
humano como factor básico determinante del
desarrollo social, ejercen una influencia muy
importante de característica cultural que enriquece
las actitudes y hace surgir nuevos problemas, nuevas
enfoques actualizados con las coyunturas específicas
que dan desarrollo a los conceptos de la moral,
dentro de la estabilidad conceptual que constituye
la definición de un ser que se diferencia
esencialmente dentro de la naturaleza de las demás
criaturas conocidas por su posibilidad de pensar y
el desarrollo de una conciencia que le permite
actuar de forma independiente de los instintos
propios de los animales.
Por
otra parte, dogmáticos, fundamentalistas e incluso
pietistas se alarman cuando la Ética Cristiana se
relaciona directamente con la política y con una
concepción revolucionaria de una vida subordinada
al arbitrio de los poderosos, que en el devenir del
tiempo devienen los descendiente legítimos de los
escribas y fariseos que entregaron para que lo
crucificaran, según sus propias expresiones, a Jesús
en manos del Poder Imperial de la época de la Roma
que representaba Poncio Pilatos, con la acusación
política de que quería convertirse en Rey. Los que
así se conducen y se hacen eco de un relativismo
conservador que rompe las esencias trascendentes de
los principios básicos de justicia social que se
exponen en el Evangelio, además de conducirse de
esa forma no entienden de referencias radicales
dentro del estudio del Evangelio y se parcializan
al afincarse como única alternativa posible en la
prédica de la mansedumbre indiscriminada ante
cualquier actitud humana. Sin tener en cuenta las
circunstancias concretas que pudieran lícitamente
aconsejar otra actitud, plantean como una opción válida
para un cristiano, la de poner la otra mejilla
y nunca tomar en consideración la necesidad
objetiva y subjetiva de empuñar con fuerza el atajo
de sogas para expulsar sin miramientos de ningún
tipo a los mercaderes que coparon la Casa del Padre
Celestial y la convirtieron en un verdadero mercado.
Esta es una forma muy relativa de asimilar el
Evangelio, que en mi opinión entra en contradicción
flagrante con la misión que Jesús como Hijo unigénito
del Padre vino a realizar al mundo.
En
este sentido quisiera exponer algunas citas de Jesús
de Nazaret que considero necesarias y oportunas al
respecto de lo que les estoy manifestando. En primer
lugar cito algo muy importante y a la vez complejo
de comprender porque pudiera parecer una contradicción
pero no lo es, cuando según se recoge en Mateo
10, 14 Cristo expreso:”No penséis que he
venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer
paz sino espada.” Considero que claramente Jesús
definió una postura beligerante con el mal, propia
de la concepción radical que en todo el texto Evangélico
se expone cada vez que habla de los ricos, de los
fariseos, de los escribas y demás doctores de la
ley a los que llega a llamar con toda crudeza raza
de víboras e incluso sepulcros blanqueados. En la fórmula
que se plantea en Mateo 25, 31 en adelante para
expresar el Juicio Universal , en el versículo 41
queda claramente descripta su firmeza condenatoria
al mal y a los que optan por el mal con frases
inconfundibles: “Apartaos de mí malditos, al
fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.”
No puedo concebir por tanto a ese Jesús con
autoridad máxima que les chocaba a los que vivían
del templo, como el ser timorato, compungido y
enajenado que algunos nos quieren presentar
esbozando la imagen pietista de un simple santo
perdonador de culpas, en contradicción con la
de un Jesús hombre y Dios verdaderos, consecuente
con su vida y con su misión, intransigente con la
injusticia, con el mal , con las perversiones, con
los vicios y con las avaricias de los que solo viven
para acumular riquezas y poder en la tierra sin
dejar de ser infinitamente amoroso y misericordioso
a la vez. Esto en su conjunto por motivo de esas
contradicciones y cuestionamientos planteados por
algunos sobre la concepción básica de la Ética
como responsabilidad de la Libertad y los tres
estadios de desarrollo que se plantean como del
legalismo a la libertad; disidencia evangélica y un
subvertir la historia a los que tanto miedo les
tienen, es la razón esencial que me ha decidido
a escribir esta serie de artículos con el propósito
de darles una respuesta concreta a las
inconsecuencias con que me he topado en el ejercicio
docente de la Ética Cristiana que es además política
y revolucionaria.
El
relativismo en absoluto, conceptualmente resulta
necesario para justificar la cosificación de las
personas apresadas en la espiral consumista de una
sociedad que ha absolutizado al mercado como único
referente capaz de mover la vida y el desarrollo
hacia el futuro sin ninguna otra consideración,
subordinando los valores a la moda y al movimiento
que la producción de nuevas mercancías que no
tienen principios ni escrúpulos para llevar al
mercado incluso a las personas, a sus órganos, a lo
que magnifica a los vicios, a las desviaciones, a la
maldad o incluso mercadear con la salud, el dolor,
el trabajo y las necesidades básicas de
subsistencia. Es un vale todo lo que aporte
beneficios y una carrera donde las nuevas
mercancías se convierten decisivamente en los
motores que deberían mover el desarrollo. Todo esto
ha llegado a un punto tal que el modo de vida que ha
surgido como resultado de este consumismo sin
barreras ni fronteras, es insostenible porque está
agotando aceleradamente las reservas de la
naturaleza y conspirando en contra del orden
racional que da equilibrio ecológico a nuestro
planeta dentro del universo en que nos encontramos
insertados.
Pero
en este mismo orden de cosas, considero
imprescindible identificar otra posición extrema,
que plantea distanciarse del modelo consumista
neoliberal en el que impera el Relativismo moral y
ético que da paso a la justificación del mercado
como referente único en donde no impere la
responsabilidad de la libertad que constituye la ética.
Este modelo se caracteriza por las
restricciones absolutistas impuestas desde la
fuerza de un contra pensamiento único teóricamente
enfrentado al pensamiento único correspondiente a
la globalización neoliberal. Este contra
pensamiento único contradictoriamente con sus fines
anunciados, tampoco les permite pensar a las
personas por sí mismas, porque se constituye en
el único árbitro posible de lo que es bueno y lo
que es malo, a partir de una concepción
paternalista de la gobernabilidad necesaria para
mantener un orden social que permita el
desenvolvimiento de la vida en el espacio y en el
tiempo. Este modelo autoritario y centralizado al máximo,
se hace peor aún cuando se sacraliza el pensamiento
oficial que lo anima, porque todo lo que se
sacraliza es muy difícil de ser cuestionado o
criticado. También estos sistemas suelen
hacer uso de un populismo galopante que desenfrena
las justas ansias de libertad de las personas
sojuzgadas por las sociedades de explotación y las
conduce como si fueran galgos detrás de las liebres
mecánicas e idílicas, devenidas promesas que en
ocasiones van más allá de la factibilidad
imprescindible. Este es otro instrumento que parte
de un relativismo inconsecuente fundamentado en los
deseos e incluso caprichos que van surgiendo sobre
la marcha del desenvolvimiento social y que se
corresponden con los egos sublimados y los intereses
de quienes detentan los timones de mando de la
sociedad en cuestión.
Una
ética consecuentemente política de inspiración
cristiana y revolucionaria, no puede coincidir con
las diversas manifestaciones actuales de un
relativismo conceptual que orada valores básicos
trascendentes como pueden ser la familia, la
integridad de la vida humana, el libre albedrío
inherente a la condición humana, la equidad
distributiva, el respeto a la conciencia y al
pensamiento propio, así como a la dignidad
plena de los seres humanos, por tan solo mencionar
los que desde el punto de vista de la persona como
tal en mi criterio, resultan ser los fundamentales.
Hay
resultados conceptuales que se han hecho evidentes a
la vuelta de los años en la Cuba de hoy, que
demuestran una sostenida pérdida de valores
tradicionales propios de la familia y de la educación
de las nuevas generaciones, con incidencias muy
complejas dentro del conglomerado social que
resultan ser muy preocupantes para el presente y el
futuro del país y que en mi criterio tienen mucho
que ver con el desenvolvimiento de una secularización
extrema de la sociedad que en nombre de la necesidad
revolucionaria arrasa con todo un sistema de
explotación del hombre por el hombre junto con
aspectos muy específicos, como han sido la cohesión
de la familia en torno a un conjunto de tradiciones
expresadas en el calendario festivo del año, por
plantear tan solo un elemento básico, muy
relacionadas con la espiritualidad y las creencias
que en el de cursar de los años fueron
conformadoras esenciales de la nacionalidad y la
idiosincrasia nacional.
Al
sacar del centro de la vida muchas funciones y
respetos tradicionalmente correspondientes a las
familias y ser adjudicado a nuevas instituciones
estatales, se vació la flora espiritual que ha dado
contenido a valores esenciales que poco a poco se
van integrando a la forma de ser de las personas que
son forjadas dentro del pequeño ámbito familiar en
donde la experiencia acumulada y los valores
esenciales de la humanidad son transmitidos
por la prédica, las correcciones y el ejemplo de
los padres, los abuelos y demás familiares que se
agrupan en el entorno de lo que constituye la célula
básica de la sociedad. La familia constituye el
principal reservorio de los valores trascendentes de
la humanidad, es el escenario básico dentro del
cual se aprende la importancia que tiene el amor
para los seres humanos sobre la base de un amor
filial que es recibido desde la misma matriz de la
madre y que poco a poco la criatura resultante de un
acto de amor esencial que es la maternidad va
sintiendo y va aprendiendo en la práctica concreta
de una acogida que no puede ser sustituida por
ninguna escuela ni ninguna institución estatal,
civil o militar específica por muy moral y
justificada que pueda ser. En mi criterio muy
personal , de acuerdo con la observación directa
que he podido hacer de mi vida específica dentro
del medio social local, puedo afirmar sin el temor a
equivocarme que he visto en mucho de los fenómenos
y manifestaciones actuales reprobables, como son la
doble moral tan generalizada que mueve a decir una
cosa dirigida a la evaluación externa para
posteriormente en la práctica cotidiana hacer otras
cosas muy distintas a los valores que de palabras se
pregonan o bien cuando se piensa y se dice en los ámbitos
que nos son seguros dada su intimidad algo distinto
de lo que después se proclama públicamente a los
efectos de proyectar una imagen aceptable a los
patrones propios del pensamiento oficial.
También
nos encontramos efectos directos del relativismo
conceptual en las formas de apropiación de lo que
lo que es propiedad estatal o colectiva, para
“resolver” las necesidades más perentorias de
la vida o incluso medrar con un concepto de sálvese
el que pueda, con la situaciones generadas por
el centralismo y el paternalismo que nos invade a
los efectos de acumular riquezas y posibilidades
espurias. Identifico estos problemas como
resultados de un relativismo que nos ha embargado en
estos años, por cuanto se justifican a partir de
una situación concreta existente que ha echado por
tierra a valores que tradicionalmente han formado
parte esencial de nuestra identidad e idiosincrasia
nacional.
Pudieran
argumentarse otras cuestiones y ejemplos más, pero
pienso que podría hacer innecesariamente más
extenso este trabajo y abundarían en el concepto
esencial que quiero exponer en relación con el
Relativismo en la Ética y sus nefastas
consecuencias. La ética se fundamenta en valores
que si bien se pueden conceptuar como mínimos en el
sentido del máximo respeto al libre albedrío que
nos es inherente en nuestra condición de seres
humanos, por otra parte tienen una trascendencia básica
en el de cursar del tiempo. Aquí me detengo por el
momento, quizás dentro del desarrollo de los próximos
temas deba volver necesariamente sobre el
Relativismo en la Ética.
(SEMANARIO
UNICORNIO, PERIÓDICO POR ESTO, MÉRIDA YUCATÁN
PUBLICADO EL DOMINGO 1 DE JULIO DEL 2007)
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