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Rafael Morales

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Algunas notas biográficas inéditas sobre el luchador desaparecido
EN MEMORIA DE RAFAEL MORALES CABALLERO, VIEJO COMPAÑERO DE LUCHA Y AMIGO
Jaime Pastor (*) - Canarias-semanal

Rafael Morales nos ha dejado este sábado 6 de junio cuando tenía 62 años tras la intensa y dura lucha que, con la ayuda de su compañera Lourdes y de sus hijos Víctor, Natalia y David, tuvo que emprender contra un cáncer de pulmón que acabó quitándole la vida.

Rafael era muy conocido en los medios canarios porque había colaborado en muy diversas publicaciones de las islas desde que regresó a su tierra a finales de los años 80 y porque había preservado siempre su independencia política frente a las presiones de sus dueños. Pero para quienes, como es mi caso, le conocimos en nuestra juventud cuando iniciamos juntos los estudios de Ciencias Políticas en la Universidad de Madrid en el curso 1964-1965 y, luego, los de Periodismo, era mucho más que eso: nos ayudó a dar los primeros pasos en lo que entonces fue la primera ola de una nueva izquierda revolucionaria.
Desde entonces Rafael destacó por su inquietud intelectual y su compromiso creciente con la lucha antifranquista y por la revolución social, vinculándose a la Federación Universitaria de Estudiantes Demócratas (FUDE) y al primer grupo “trotskista” que apareció entonces, el Partido Obrero Revolucionario (POR) y participando activamente, como representante estudiantil, en la lucha contra el sindicato oficial, el SEU.

Esa militancia activa le llevó muy pronto a sufrir la represión y a ser detenido y encarcelado en Carabanchel tras una de las memorables jornadas de entonces, la del 27 de enero de 1967, aquélla en la que, como él mismo recordaría después en un suplemento de Diario 16, “decían los más viejos del lugar que por primera vez desde la República los estudiantes corrían detrás y no delante de la Policía”.

Cuando salió de la cárcel en febrero de 1969, Rafael se desplazó fuera del país, junto con su compañera Lourdes, primero a Italia y luego a Venezuela. Desde allí, utilizando uno de los seudónimos que había empleado Andreu Nin (A. Tarquín), jugó un papel destacado por toda América Latina como dirigente de la corriente “morenista” del trotskismo y promovió la fundación de su sección venezolana. Fue en Venezuela también donde inició su actividad periodística legal, colaborando en muchas revistas y medios de comunicación. Posteriormente, de retorno a Madrid y tras su ruptura con el “morenismo” a finales de los años 70, se integró en la Liga Comunista Revolucionaria (LCR) y formó parte del Comité de Redacción de su periódico Combate, en donde siguió firmando sus artículos como “Tarquín”. En 1981 se incorporó como redactor en la sección internacional de Diario16 y fue elegido miembro del comité de empresa, siempre peleando con la patronal. A finales de los 80 se desplazó a Las Palmas pasando a ser responsable de la sección internacional del diario La Provincia y, luego, a escribir en otros medios como La Gaceta de Las Palmas y Canarias7.

Desde que residió en Las Palmas, y pese a que, debido al tiempo que dedicaba a seguir la política internacional y al rigor con que ejercía su labor periodística, no disponía de mucho tiempo libre para la actividad militante, se mostró solidario con los pasos que dábamos desde Espacio Alternativo y ahora Izquierda Anticapitalista. Pudimos comprobarlo cuando en 2001 fui a presentar con él en Las Palmas el libro Opciones alternativas o, hará poco más de un año, cuando Esther Vivas presentó también otro libro suyo publicado por Icaria. Su ya débil estado de salud le impidió, sin embargo, prestar su colaboración a nuestra reciente campaña en torno a las elecciones europeas.

Rafael tenía una sólida formación marxista y una gran capacidad de análisis de los conflictos internacionales, que sólo de forma limitada se reflejaban en los artículos que fue publicando a lo largo de su vida. Buen conocedor de la realidad venezolana, ofreció en 2001 uno de los primeros análisis de la nueva etapa que se abrió en ese país con el libro Venezuela. La ilusión de Chávez. Después de aplicar al líder venezolano la categoría de “bonapartismo sui generis”, en la parte final de esa obra, que él mismo tituló “A modo de conclusión, probablemente precipitada”, sostenía: “Habrá que apoyar cualquier medida avanzada del gobierno de Caracas frente a Washington y a los corruptos criollos más recalcitrantes. Pero la penúltima palabra no está dicha porque los venezolanos carecen todavía de una dirección política revolucionaria, asunto sobre lo que los trabajadores tendrán mucho que decir”. Fue también en ese libro en el que ya denunciaba la estrategia de la derecha que culminaría en el golpe de estado, finalmente abortado por una revuelta popular, de abril de 2002, como se puede todavía ver en un artículo suyo que publicamos en Viento Sur, nº 61.

Con la desaparición de Rafael Morales hemos perdido a un viejo compañero de lucha y a un amigo que contribuyó a escribir páginas decisivas de nuestra historia y al que quienes le conocimos no podremos olvidar. Sólo tenemos que lamentar no haber estado más cerca de él para acompañarle en sus últimos momentos junto con Lourdes y sus hijos.