|
LA
PAMPA Y EL GAUCHO
Sin la pampa, el gaucho no hubiera existido. Ella lo creó y lo conformó
tanto física como moralmente. Hasta la misma palabra "gaucho",
menos usada en las otras regiones de la patria, adquiere en la pampa contornos
de verdadera calificación honorífica. Gaucho no es cualquiera;
gaucho es únicamente el hombre que reúne las condiciones esenciales
para poder subsistir e imponerse en un ambiente donde todo es hostil, desde
el pajonal áspero y traicionero, hasta las haciendas bravías
o la sanguinaria indiada, fantasma del desierto.
En ese escenario se desenvolvió la vida del hombre de la llanura, que
ya no era español ni el indio de su origen. La fusión de ambas
sangres le dio caracteres típicos. De uno heredó la nobleza
caballeresca, la clásica hidalguía y la imaginación;
del otro, la pasividad y el fatalismo. Y de los dos la fortaleza corporal,
el valor físico y el desprecio por la vida.
En pocas líneas, Cunninghame Graham (escritor inglés residente
muchos años en el país) nos ha dejado un admirable retrato del
habitante de aquel "mar de tierra": "Los hombres -dice- eran
por lo general altos, cenceños y nervudos, con no pequeña dosis
de sangre india en sus enjutos y musculosos cuerpos. Si las barbas eran ralas,
en desquite del cabello, luciente, lacio y negro como ala de cuervo, les caía
sobre los hombros, lacio y abundante. Tenían la mirada aguda. Centauros
delante del Señor, torpes a pie como caimanes embarrancados, tenían
sin embargo agilidad de relámpago cuando era necesario.
Parcos en el hablar y capaces de pasar todo el día a caballo, uno al
lado del otro, sin cruzar palabra, excepto alguna alguna interjección
si el caballo tropezaba o se espantaba, porque una perdiz volaba de entre
sus patas".
Pedro
Inchauspe, profesor y escritor argentino; muy versado en los diversos aspectos
del campo argentino (1896-1957). Fragmento de "Voces y costumbres del
campo argentino", Edit. Rueda, Buenos Aires, 1942.
|
|