Según un estudio de investigadores británicos y holandeses los efectos de Chernobyl se prolongarán por 30 años más.

Los productos provenientes de la zona afectada por la radiación de la central, que provocó la mayor tragedia nuclear de la historia, no debieran ser consumidos debido a la persistencia de contaminantes.
Las trágicas consecuencias de Chernobyl, la central nuclear ucraniana que en abril de 1986 protagonizó la catástrofe atómica más grande de la historia, aún están presentes. Y según un estudio realizado por investigadores británicos y holandeses -dado a conocer hoy por la revista científica Nature- la prohibición de consumir ciertos productos provenientes de la zona afectada por la nube radioactiva debería durar los próximos 30 años debido a la persistencia de contaminantes.
De acuerdo al equipo científico, el período de prohibición tendría que prolongarse cien veces más del tiempo que fue previsto por los expertos inicialmente, ya que el tiempo necesario para que desaparezca el elemento atómico cesio 137 en el pescado, el agua o el suelo, aumentó de uno a cuatro durante los cinco años siguientes al accidente.
Los investigadores explicaron que este aumento se debería a que la velocidad de degradación del cesio disminuye enormemente una vez que ha pasado al suelo, pese a este elemento pierde rápidamente su radioactividad cuando está en contacto con el aire.
El estudio, dirigido por el profesor T.J Smith del centro de ecología y hidrografía de Winfrith, en Gran Bretaña, fue realizado en la región de Cumbria, al noroeste de Inglaterra. Para comprobar que la contaminación radioactiva aún persiste se utilizaron tres lagos e igual número de especies de peces. Las investigaciones se llevaron a cabo al mismo tiempo que un experimento noruego publicado el año pasado en la revista Nature y que dio el mismo resultado.
La catástrofe de Chernobyl se produjo mientras se hacían unas pruebas en el reactor número 4 que no cumplían con las normas básicas de seguridad. Producto de la radiación han muerto al menos ocho mil personas y cerca de 20 millones de habitantes de Ucrania, Rusia y Bielorusia -de los cuales se espera que mueran unas 300 mil por el efecto directo del accidente- se vieron afectados por la nube tóxica, que pudo medirse desde Finlandia hasta Sudáfrica. Actualmente la central mantiene en actividad sólo el reactor número 3.


CIERRE DEFINITIVO
Por esta razón, la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, presionó esta semana al primer ministro de Ucrania, Viktor Louchenko, para que prosiga las reformas que permitan establecer a la brevedad una fecha para el cierre definitivo de la planta de Chernobyl, previsto por las autoridades para fines de año.
"Será un regalo de bienvenida para el pueblo ucraniano y una gran victoria para el medio ambiente de Europa", declaró Albright después de entrevistarse con Louchenko.
El cierre de la polémica central fue reafirmado en abril, con motivo del 14 aniversario de la catástrofe, por el Presidente Leonid Kuchma, quien en esa ocasión sostuvo que Ucrania está lista "para poner fuera de servicio" a la planta a cambio de una ayuda internacional de tres mil cien millones de dólares.
Sin embargo, la clausura definitiva de Chernobyl aún no está del todo clara, debido a que hasta el momento no se ha registrado una respuesta concreta de los países europeos en cuanto a la ayuda económica. Una parte de los fondos irá en ayuda de los afectados directamente por el accidente, aunque la mayor parte estará destinada a terminar la construcción de dos reactores nucleares, uno en la central de Rivne y el otro en la de Jmelnitsky.