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No
hay duda alguna, de que este tipo de vales fue el mas abundante de todos
los que se emitieron en la España republicana. Debido a su origen
privado, muy raras veces se puede encontrar en los archivos municipales,
documentación sobre ellos. Para su estudio, hay que basarse en los
vales propiamente dichos, en las fuentes orales y en los documentos y
testimonios de los comerciantes que los emitieron, labor muy difícil y
que hace que muchas de estas emisiones permanezcan para siempre - dado
el tiempo transcurrido - desconocidas. Para un estudio mas general de
estos vales locales, - al menos en la provincia de Córdoba y aplicable
también en gran parte al resto de España - se van a distinguir dos
fases en sus emisiones:
1ª FASE. Se
desarrolla en los primeros meses de la guerra, sobre todo en 1936. Las
necesidades y la ideología revolucionaria de los distintos Comités,
les llevaría a emitir sus propios vales locales, pero no les bastó con
eso. La casi desaparición de los poderes políticos y económicos que
actuaban con anterioridad a la guerra civil, y la toma de estos por los
distintos comités, partidos o sindicatos, les llevaría también –
según sus necesidades – a incautarse o utilizar de una forma real o
solapada de los distintos comercios e industrias
privadas cuyos propietarios eran en mayor o menor medida
partidarios de los rebeldes. Esta circunstancia daría origen a las
primeras emisiones de vales de los comercios privados. Una gran parte de
ellos no tiene valor dinerario, sino en productos o especies.
2ª FASE. Se produce a
partir de marzo de 1937. El gobierno republicano, ante la escasez de
moneda fraccionaria, autoriza a los consejos municipales a emitir su
propio papel moneda, de circulación solamente en el ámbito de su
localidad y previo deposito del valor de las mismas, en dinero del Banco
de España, en alguna oficina bancaria de la localidad. Y es
precisamente a partir de estas fechas, amparándose en la misma
autorización y por supuesto en las mismas necesidades, cuando
los comercios, industrias, redes de transporte, espectáculos
etc., emiten sus propios vales para sus establecimientos. Lo hacen de
una forma espontánea, sin autorización, con el aval del propio
comercio o industria e inicialmente de uso en el establecimiento emisor.
Esta fase es la mas amplia y conocida, y duraría hasta el final de la
guerra.
Se
puede considerar, que este tipo de vales, fue muy abundante en toda la
España Republicana. Todas las poblaciones, por pequeñas que fuesen, de
una forma o de otra emitieron este tipo de vales y en distintos
establecimientos comerciales de la localidad – ya fuesen vales por
valor dinerario o bien por productos o especies -, pero desgraciadamente
la mayoría de ellos no han llegado hasta nuestros días.
El
tipo de entidades emisoras es el mas variado de todos:
En
el caso de los establecimientos comerciales, abarca un gran numero de
ellos, tales como : bares, cafeterías, restaurantes, hoteles, teatros,
comercios de (calzados, tejidos, comestibles, estancos, prensa, carnicerías,
panaderías etc.), barberías, papelerías etc.. Incluso, algunas
entidades de tipo recreativo o cultural como: Casinos, clubes etc.
Con
respecto a la industria propiamente dicha, también son muy variadas:
harinero-panadera, azucareras, astilleros, minas, metalurgias, eléctricas,
industria de guerra etc.
Por
ultimo los transportes: autobuses, ferrocarriles, tranvías, suburbanos,
autos etc. A los que habría que añadir las cooperativas: economatos,
almacenes etc., cuando no son propiedad de las colectividades o del
Comité de Abastos, como seria el caso de los economatos de los
empleados municipales, o la asociación de cooperativas de comerciantes.
Los vales de la primera fase, tienen una
forma rustica, de papel cortado con tijeras, escritos a mano o a
maquina, con el sello del comercio y de los distintos Comités. Los que
son por valor en productos o especies, llevan la firma del miembro del
Comité que lo autoriza. Esto sucede al menos en las pequeñas
localidades. En las medianas y grandes ciudades, se utilizaban tacos de
recibos impresos de los comercios o bien del Ayuntamiento.
Los de
la segunda fase están fabricados en papel y cartón hechos a imprenta,
e incluso en las grandes ciudades en forma de chapas de hojalata,
aluminio, plástico etc.. En el primer caso, - casi siempre referido a
pequeñas poblaciones - los
vales son muy sencillos, sin dibujos y con textos muy distintos. En
algunos casos solamente consta el nombre del establecimiento o el del
propietario como por ejemplo: Comercio, Dalias (Almería) o Pedro Jiménez,
Pozoalcon (Jaén); Casa Rodenas, Casas Ibáñez (Albacete); Tejidos y
paquetería – Gabriel Sánchez La Hoz – Mecina Bombaron (Granada).
Otras veces se presentan como: Asociación de dependientes de Comercio,
Cazorla (Jaén); Moneda comercial, Rioja (Almería); Boleto Fraccionario
Emitido por las Industrias de la Localidad, Villanueva del Arzobispo (Jaén);
Cupón Comercial Canjeable, Alberique (Valencia) etc.. Con estos
ejemplos nos podemos hacer una idea de la cantidad y variedad de vales
privados que se emitieron en toda la zona republicana. Dejamos fuera de
estos ejemplos, los vales y chapas de las
industrias y de los medios de transporte, mas abundantes, pero
propios de las grandes ciudades industriales y que desde luego casi no
existieron en la provincia de Córdoba.
Todos
estos vales, únicamente eran validos para los establecimientos que los
emitieron. Sin embargo, dada la gran cantidad y variedad de ellos, unido
al continuo uso diario de los mismos, hizo que con el tiempo fuesen
aceptados como moneda de cambio en otras entidades distintas, sobre todo
en las grandes ciudades y zonas industriales como Madrid y Cataluña,
que fueron además las zonas que mas vales de este tipo emitieron.
Esta
es lo que escribe, Kenneth Graever, sobre el origen y el uso de los
vales locales debido a la escasez de moneda fraccionaria:
Dadas
las circunstancias descritas, (falta de moneda fraccionaria) no es difícil
entender la gran cantidad de billetes y vales que llegó a producirse.
Para poner un simple ejemplo, un vendedor de periódicos incapaz de
devolver el cambio a un cliente, le firmaba un vale que era utilizado en
una compra posterior. Así surgieron gran cantidad de vales emitidos por
tiendas, fabricas, cooperativas etc. Este seria el caso del vale de
Pozoblanco, del Kiosco de prensa de Antonio Díaz, que veremos mas
adelante.
De
la misma forma se expresa el profesor Rafael Abella en cuanto a la
variedad de vales locales y también chapas metálicas, sobre todo
referidas a las emisiones privadas:
De
entre los 10000 modelos, entre unidades y variantes, de piezas acuñadas,
procedentes de unos 2000 organismos emisores, aproximadamente la mitad
lo fueron en Cataluña. La gente había de proveerse de un autentico
arsenal de aquellas chapas: unas para el transporte, otras para la
cooperativa, otras para el economato, otras para el bar, otras para el
sindicato. Dada la profusión, no era infrecuente devolver por
equivocación el cambio del economato por fichas del autobús y el de
este por piezas para tomarse una consumición.
No
obstante, hay que tener en cuenta, que bastantes comercios e industrias
privadas, habían emitido con anterioridad a la guerra y después de
ella, sus propios vales. El caso mas corriente es el de las panaderías.
Recuerdo perfectamente los vales de la panadería de mi abuelo, eran
pequeños, rectangulares, hechos a imprenta con letras negras sin
dibujos, donde se leía: Panadería de Fernando López Fabios. Vale por
1 Kg. de pan; había tres tipos de vales de colores, que se correspondían
con valores distintos en peso de 2, 1 y medio kilogramo de pan. Por
ultimo, un sello ovalado azul, con el nombre del propietario su dirección
C/ León Herrero nº 7 Pozoblanco (Córdoba). Sin embargo, de estos
vales que también se emitieron durante la guerra, no queda ningún
ejemplar. Por ironías que a veces se presentan en la vida, fueron todos
ellos - mas de 500 ejemplares – quemados, destruidos uno a uno, - con
mas de 1000 cartillas de racionamiento de los años cuarenta - por los
hermanos Ángel y Fernando López – los autores de esta pagina web - a principios de
los años sesenta cuando se cerró la panadería. Ni siquiera, nuestro
padre, nos permitió guardar un solo ejemplar como recuerdo. La razón
de la destrucción de estos vales, es obvia, de tenerlos otras personas,
mi familia estaba obligada, durante un periodo determinado de años, a
abonar a su poseedor el valor del mismo. Contamos esta anécdota, porque
esta fue una de las causas por la que muchos vales locales privados
fueron destruidos. Otra seria, la prueba de acusación, ante los
vencedores, de colaborar con el gobierno republicano; salvo excepciones
de aquellos comerciantes, mas bien leales a los “rebeldes”, a los
que se les impuso la aceptación de los vales sin poder cobrar su valor
efectivo. Estos últimos, si guardaron los vales - los que pudieron –
para una vez terminada la guerra, pasarle “la factura a los
vencidos”, como se verá en el siguiente capitulo.
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